24 Mar

Las vanguardias y la generación del 27:

1. La generación del 27

La generación del 27 la forman un grupo de amigos poetas que tienen muchas cosas en común: edades parecidas, formación universitaria, y conocen muy bien las novedades de la poesía europea. Algunos de los autores que la componen son: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Emilio Prados y Luis Cernuda. 

1.1. Carácterísticas de la generación del 27

Unen lo mejor de la tradición y de la vanguardia. Los poetas del 27 suman las mejores carácterísticas de la poesía clásica y de la moderna (precisamente se llaman generación del 27 por la conmemoración del tricentenario de la muerte de Góngora en 1627): De la poesía medieval recuperan la gracia y la frescura del romancero y de las canciones medievales de tipo popular. De Garcilaso, Lope, Quevedo y Góngora recogen la brillantez y la perfección del lenguaje, y el soneto como forma poética. De Bécquer y de sus contemporáneos, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, toman la necesidad de depurar la poesía y el poder del símbolo poético.
De las vanguardias se quedan con las posibilidades que ofrece el subjetivismo, la irracionalidad y la experimentación lingüística. Consiguen el equilibrio entre hermetismo y claridad. Estos poetas son muy modernos en cuanto al lenguaje elegido, como las metáforas y comparaciones visionarias, pero equilibran este lenguaje irracional con formas métricas clásicas, como romances, canciones y sonetos. No olvides que la metáfora tradicional establece una relación lógica entre los elementos R e I: Tus cabellos son de oro mientras que la metáfora visionaria establece una relación ilógica entre ambos elementos: Un pajarillo es un arco iris; es la mirada subjetiva del poeta la que relaciona ambos elementos. A menudo eligen temas tradicionales, pero expresados de forma brillante y revolucionaria, como puedes comprobar a continuación en el romance «San Gabriel» de Lorca.

2. Rafael Alberti

Rafael Alberti (1902-1999) publica, a los 23 años, su primer libro de poemas: Marinero en tierra, por el que recibe el Premio Nacional de Literatura. Marinero en tierra (1925) está dentro de la corriente neopopularista, que rescata la sencillez de los temas y la métrica de la poesía popular, pero renovada por la poesía de vanguardia. El mar representa la libertad, la infancia y la felicidad, y el ritmo de sus olas inspiran el ritmo de sus versos. Más tarde, y dentro de la estética surrealista, Alberti publica Sobre los ángeles (1929), libro que refleja su crisis espiritual y personal. Tras la Guerra Civil se exilia a Argentina e Italia. En esos años escribe sobre su añoranza de la patria lejana en obras como Entre el clavel y la espada (1940), o El poeta en la calle (1931‑1965), donde recoge su poesía social.
«Metamorfosis del clavel» es uno de los poemas que Alberti escribíó en el destierro tras la Guerra Civil. En él, el amor ROMántico también simboliza el amor a la patria lejana.

3. Pedro Salinas

Los primeros libros de Pedro Salinas (1891-1951) están dentro de la influencia de la poesía pura de Juan Ramón Jiménez. Salinas no siguió la corriente surrealista; su labor fue ir depurando el lenguaje para darle la mayor exactitud y precisión. Sin embargo, su poesía es muy densa, pues utiliza sobre todo antítesis, paradojas y juegos de palabras para concentrar todo lo posible el significado en unos versos breves y sin rima. A pesar de que Salinas no presenta alardes vanguardistas, sí podemos encontrar pistas del Futurismo en sus poemas. Salinas publica un libro de poesía amorosa que ha quedado como uno de los mejores poemarios de amor del Siglo XX: La voz a ti debida (1933). Es un único poema fraccionado en unidades más pequeñas. En él reflexiona sobre todos los estados del amor: la búsqueda, la felicidad y el desencuentro. El libro tuvo una segunda parte: Razón de amor (1936), donde escribe sobre el fin de aquella historia amorosa.  

5. Luis Cernuda

Luis Cernuda (1902-1963) es el poeta más solitario e introvertido del grupo. Convierte en poemas sus experiencias personales: sus amores desafortunados, su soledad y el exilio por la Guerra Civil. En ellos refleja siempre la tensión entre sus sueños y la realidad, y por este motivo reúne en 1936 todos sus libros bajo un solo título: La realidad y el deseo. Sus primeros libros importantes están dentro de la influencia del Surrealismo:
Los placeres prohibidos (1931) y Donde habite el olvido (1932). Poco a poco abandona los artificios del Surrealismo para escribir con un lenguaje más cercano, como sucede en Las nubes (1940), Poemas a un cuerpo (1950-1956) y Desolación de la quimera (1956). Cernuda busca la sencillez del lenguaje hablado y el tono coloquial, aunque con cierto clasicismo. 

6. Federico García Lorca

Federico García Lorca (1898-1936) dejó una importantísima obra poética y teatral antes de ser asesinado a los 38 años, al principio de la Guerra Civil. 1.ª etapa (1921-1928). En estos libros hay una perfecta uníón de tradición y vanguardia.
Las vanguardias están en el lenguaje elegido, lleno de símbolos y metáforas, y la tradición la aportan los temas populares y la métrica: canciones de tipo tradicional con estribillo, y el romance octosilábico. De esta etapa son Canciones (1927) y Romancero gitano (1928). 
Romancero gitano
consta de 18 romances. El protagonista es el pueblo gitano, que simboliza la rebeldía para mantener sus propios valores frente a todos los que no lo permiten. 2.ª etapa (1928-1935). En 1929, Lorca viaja a EE.UU. Con una beca de estudios. Allí escribe Poeta en Nueva York (1929), cuyo lenguaje surrealista le ayuda a expresar, gracias a las acumulaciones caóticas y a las metáforas visionarias, el desconcierto de la gran ciudad sumida en plena crisis económica y también su propia crisis personal. A su regreso de EE.UU., y también dentro de la corriente surrealista, pero matizada por la tradición, escribe Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1936), y Sonetos del amor oscuro, publicados después de su muerte.

6.1. El teatro de Lorca

Federico García Lorca escribe tres obras que lo elevan a la cumbre del teatro del Siglo XX: Bodas de sangre (1933), Yerma (1934) y La casa de Bernarda Alba (1936). El tema de estas obras de teatro, igual que el de muchos de sus poemas, es el destino trágico que conduce a la muerte a sus protagonistas en plena juventud.
Este tema une toda su obra, tanto la poética como la teatral, como una premonición dramática del propio destino vital del poeta.

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