11 Jun
El Realismo en la Literatura Española del Siglo XIX
En la segunda mitad del siglo XIX, la novela se consolidó como el género literario más importante en España, destacando el Realismo, una corriente que buscaba representar la realidad de forma objetiva, crítica y detallada. Este movimiento estuvo influido por autores europeos como Balzac, Flaubert, Dickens o Tolstói.
Características de la Novela Realista
- Tramas cronológicas y lineales.
- Narrador omnisciente que conoce todos los detalles de la historia y los personajes.
- Descripciones precisas y detalladas de ambientes y personajes.
- Lenguaje sobrio y verosímil, adaptado a la condición social de los personajes.
- Técnicas narrativas como el estilo indirecto libre y el monólogo interior.
El Naturalismo: Una Derivación del Realismo
A finales de siglo surge el Naturalismo, una versión más extrema del Realismo impulsada por Émile Zola. Aunque en España tuvo menor impacto, dejó huella en autores como Emilia Pardo Bazán (Los pazos de Ulloa) o Vicente Blasco Ibáñez (La barraca, Cañas y barro), quienes retrataron ambientes rurales y clases bajas con gran crudeza y determinismo.
Principales Autores del Realismo Español
Entre los principales autores realistas, conocidos como la Generación del 68, destacan:
- Fernán Caballero (Cecilia Böhl de Faber): La gaviota.
- Pedro Antonio de Alarcón: El sombrero de tres picos.
- Juan Valera: Pepita Jiménez.
- Leopoldo Alas «Clarín»: La Regenta, una de las cumbres de la novela realista española.
- Especialmente, Benito Pérez Galdós, considerado el máximo representante del Realismo español, con obras fundamentales como Doña Perfecta, Fortunata y Jacinta, Misericordia y los extensos Episodios Nacionales.
Poesía y Teatro en la Época Realista
En poesía, convivieron dos tendencias:
- El posromanticismo intimista de Gustavo Adolfo Bécquer (Rimas) y Rosalía de Castro (Follas novas, En las orillas del Sar).
- Una poesía realista y prosaica encabezada por Ramón de Campoamor (Doloras).
En teatro, aunque España no produjo figuras del nivel de Ibsen o Chéjov, José de Echegaray ganó el Premio Nobel con dramas como El gran galeoto. Galdós también aportó obras teatrales relevantes como Electra, que escandalizó por su crítica a la Iglesia. Además, se consolidó la zarzuela y surgieron figuras como María Guerrero, que prepararon el camino hacia la renovación teatral del siglo XX.
La Crisis del 98 y la Renovación Literaria Española
Tras el Desastre de 1898, España perdió sus últimas colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), lo que provocó una profunda crisis social, política y cultural. Este periodo estuvo marcado por el pesimismo, la desconfianza en el progreso y una creciente secularización.
El Modernismo: Esteticismo y Evasión
En este contexto de fin de siglo, surgen dos movimientos literarios renovadores. Uno de ellos es el Modernismo, nacido en Hispanoamérica con Rubén Darío (Azul, Prosas profanas, Cantos de vida y esperanza). Esta corriente apuesta por la evasión, el esteticismo y la belleza formal, influida por el simbolismo y el parnasianismo franceses.
La Generación del 98: Regeneración y Reflexión
El otro gran movimiento es la Generación del 98. En 1913, Azorín introduce este término para describir a un grupo de escritores como Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Ramiro de Maeztu y él mismo. Se diferencian de los modernistas por su actitud crítica hacia la realidad española y su profunda preocupación por la regeneración del país.
Características y Temas de la Generación del 98
Los autores del 98 abordan temas existenciales como el sentido de la vida, el paso del tiempo y la muerte, con un estilo sobrio y a menudo pesimista, influido por el pensamiento de Arthur Schopenhauer. Utilizan principalmente la novela y el ensayo como medios de expresión.
La Novela de la Generación del 98
En 1902 se inicia una profunda renovación literaria con la publicación de novelas clave:
- Amor y pedagogía (Unamuno)
- La voluntad (Azorín)
- Camino de perfección (Baroja)
- Sonata de otoño (Ramón María del Valle-Inclán)
Estas obras están marcadas por la introspección, la fragmentación argumental, el lirismo y el enfoque en la conciencia de personajes a menudo sin voluntad. Unamuno, por ejemplo, acuña el término «nivola» para sus obras existenciales (como San Manuel Bueno, mártir). Baroja refleja un mundo pesimista (El árbol de la ciencia), y Azorín fusiona ensayo y narrativa en sus creaciones.
El Teatro de la Época: Tradición e Innovación
En el teatro de este periodo, dominan dos corrientes:
- La corriente comercial, con autores como Jacinto Benavente (Los intereses creados), Eduardo Marquina (Las hijas del Cid) o Pedro Muñoz Seca (La venganza de don Mendo).
- La corriente innovadora, más crítica y experimental, con figuras como Unamuno, Jacinto Grau y, especialmente, Ramón María del Valle-Inclán. Valle-Inclán crea el esperpento, un estilo teatral basado en la deformación grotesca de la realidad y de los personajes, cuya obra más representativa es Luces de bohemia.
El Novecentismo: Racionalismo y Arte Puro
A principios del siglo XX surge el Novecentismo (también conocido como Generación del 14), un movimiento cultural que se opone a las tendencias del siglo XIX y al Modernismo. Este grupo de intelectuales y escritores, entre los que se encuentran José Ortega y Gasset, Manuel Azaña y Ramón Gómez de la Serna, se caracteriza por un enfoque racionalista, intelectual y objetivo, alejándose de los sentimientos y pasiones románticas.
Características y Propósitos del Novecentismo
La influencia de la Primera Guerra Mundial y el contexto social y político de la época llevaron a estos autores a defender un reformismo burgués. Su propósito era transformar la realidad española, adoptando un concepto de arte puro que no debía estar subordinado a causas políticas o sociales, sino buscar la perfección estética y la intelectualidad.
El Ensayo Novecentista: José Ortega y Gasset
El ensayo se convierte en el medio principal de expresión del Novecentismo. Destaca José Ortega y Gasset, cuyo pensamiento liberal y sus obras son fundamentales. En La rebelión de las masas, por ejemplo, reflexiona sobre la sociedad contemporánea. En su influyente ensayo La deshumanización del arte, Ortega explica que el arte debe ser intelectual, alejado de la psicología y la vida cotidiana, y debe ser un «arte puro» accesible solo a minorías selectas.
La Novela Novecentista: Reflexión y Estilo
En la novela novecentista, autores como Ramón Pérez de Ayala se alejan de la acción para centrarse en la reflexión filosófica, como se aprecia en Tinieblas en las cumbres. Por su parte, Gabriel Miró, en obras como Las cerezas del cementerio, busca la perfección en las descripciones líricas de la psicología y los ambientes de sus personajes, creando una prosa de gran belleza.
Ramón Gómez de la Serna y las Greguerías
Ramón Gómez de la Serna introduce el humor y las ingeniosas greguerías (como en El rastro), una serie de reflexiones breves, ingeniosas y fragmentarias que exploran la soledad, la muerte y la vida cotidiana desde una perspectiva original y vanguardista.
Juan Ramón Jiménez: La Búsqueda de la Perfección Poética
La obra de Juan Ramón Jiménez está en constante evolución, buscando siempre la perfección absoluta. Su poesía es una búsqueda incansable de belleza y conocimiento, enfocándose en lo esencial, lo universal y lo eterno.
Etapas de la Obra de Juan Ramón Jiménez
Su vasta obra poética se divide tradicionalmente en tres etapas:
- La Época Sensitiva (hasta 1916): Influenciada por Bécquer y el Modernismo, explora la melancolía, la soledad y la belleza. Obras representativas incluyen Arias tristes.
- La Época Intelectual (1916-1936): Rompe con el Modernismo y adopta un estilo más depurado, con versos libres y una poesía más abstracta y conceptual. Destaca Diario de un poeta recién casado.
- La Época Verdadera (1937-1958): Coincide con su exilio. Alcanza la perfección formal y se adentra en lo trascendental, lo divino y la búsqueda de la «belleza desnuda».
Además de su poesía, su obra en prosa Platero y yo muestra una sensibilidad única y una profunda conexión con la naturaleza y la vida sencilla.
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