14 Oct

1.1. Principales características del Antiguo Régimen


Cuando hablamos del Antiguo Régimen nos referimos al sistema político, económico y social que caracterizó sobre todo a Europa desde fines del XV al XVIII según Estados, aunque también en otros lugares fuera del continente europeo como China, Japón, el Imperio Otomano, etc.

Lo más destacado de este sistema es su situación socioeconómica, en ella una minoría privilegiada –nobleza y clero- ostenta todos los cargos públicos (administración) y no paga impuestos, mientras que la inmensa mayoría de la población –el tercer estado, o sea, el 95%— paga los impuestos con su trabajo y producción, y a cambio no goza de ningún tipo de privilegio. Pero, profundicemos en todo esto.

A) El sistema político: el absolutismo monárquico

Se trata de un régimen político en el que todos los poderes recaen bajo una misma autoridad, lo que se conoce como monarquía absolutista. El rey posee los tres poderes –legislativo, ejecutivo y judicial– y por ello, su autoridad no estará limitada por ninguna otra institución. El grupo social al que pertenecía este monarca era la aristocracia o nobleza, poseedores de tierras y títulos nobiliarios. El rey sería el más poderoso dentro de este grupo, pero, «primus inter pares», es decir; el primero entre iguales dicho en latín. El cargo sería vitalicio y hereditario, sucesiones del trono de padres a hijos constituyendo una dinastía o familia que acapararía el poder político durante años o siglos. A veces de tanta endogamia, tanta mezcla entre primos, una dinastía se acaba por falta de descendencia. Efectivamente, como ocurrió con los Austrias y Carlos II en España. ¿Cómo se habría ganado el rey el favor del resto de nobles y clérigos? Por medio de concesiones de tierras o de cargos públicos obtenía el apoyo de unos y otros (regalismo). Los nobles le ofrecían poder militar para contener el ataque de otros Estados y las posibles rebeliones del pueblo; y el clero le ofrecía su apoyo en cada una de las misas justificando la concentración de su poder a través de la monarquía por derecho divino. Toda la curia eclesiástica (Papas, obispos, párrocos, etc.) aseguraba que el rey lo era por decisión divina, del mismo Dios, y su poder manaba de la misma Providencia. De este modo, él sólo era responsable de sus acciones ante Dios, no ante su pueblo. Y cuando digo su me refiero a su pueblo incluso su como propiedad. No existía el concepto de ciudadano libre como lo entendemos ahora, los habitantes eran propiedad del monarca. El monarca tomaba sus decisiones a través del 1) Consejo de Estado, 2) consejos especializados de Finanzas, de Justicia, de Guerra, etc., 3) los Negociados o dependencias dentro de la organización administrativa para cuestiones importantes más concretas y 4) los secretarios. Pero todos estos cargos eran elegidos por el monarca a su conveniencia. Aunque también existían Asambleas1
, Cortes o Estados Generales. Se trataban de reuniones a las que asistían los representantes de los grupos sociales o Estamentos, pero siempre elegidos por el monarca. En dichas reuniones se discutían las cuestiones del Estado, pero en última instancia siempre era el rey quien decidía. Por lo tanto estos organismos no poseían carácter decisorio, sino más consultivo. Será en estas instituciones donde empezará a tener cabida la burguesía como representante del Tercer Estado o también llamado Estado Llano. Y debido al escaso papel del mismo y a que se votaba por Estamentos, se va a producir el descontento de este grupo que poseía el poder económico, pero demandaba mayor participación política. Pensemos lo de votar por Estamentos por un momento. Si hay tres estamentos de los cuales dos son privilegiados, ante una votación por estamento, digamos, para mantener subir los impuestos a los no privilegiados, ¿cuál sería el resultado? Dos contra uno. Dos estamentos a favor (nobleza y clero), por uno en contra (Estado Llano). Sin embargo, hablamos del 5% de la población por el 95% restante que lo constituía el Estado Llano.

B) El sistema económico: la economía de subsistencia

Como hemos dicho, el grupo social de los no privilegiados (Tercer Estado) era la base que mantenía al resto a través del pago de atributos o impuestos. Este estamento con su esfuerzo y trabajo contribuía a mantener las arcas del Estado para cuestiones como el sostenimiento del ejército o las infraestructuras (puentes, carreteras, puertos, etc.). Los privilegiados; clero y nobleza, estaban exentos. Vivían, como suele decirse, de la renta. O sea, del alquiler de sus posesiones. Por tanto, pueden imaginar que del XV al XVIII la base de la economía fuese la agricultura. La revolución industrial, como ya saben, no comienza hasta mediados del XVIII. La agricultura era la principal actividad económica a la que se dedicaba la mayor parte de la población (80%). Sin embargo, los beneficios que se obtenían de ella eran escasos por dos motivos: 1) porque el fisco (lo que ahora llamamos también Hacienda) demandaba buena parte de las cosechas en forma de impuestos –la propiedad de la tierra recaía en la nobleza, y los campesinos para poder cultivarla debían pagar tributos—; y 2), porque las herramientas y sistemas de cultivo empleados eran muy arcaicos y rudimentarios, así el rendimiento era muy bajo. En base a ello, la cantidad de excedentes no daba mucho juego para dedicarla al comercio y la producción se destinaba a consumo propio.
Otra de las actividades económicas que podemos destacar es la artesanía que solía desarrollarse en pequeños talleres urbanos donde trabajaba un maestro con sus oficiales y aprendices formando gremios. Los gremios eran asociaciones de artesanos de una misma actividad que establecían unas reglas para poder elaborar y vender sus productos. Estipulaban la cantidad y calidad de sus manufacturas y la forma de realizar cada uno de sus oficios: tejedor, zapatero, herrero, etc. Así, el comercio interior era una actividad muy poco desarrollada por diversas causas: las malas comunicaciones y transportes atrasados, las aduanas o aranceles en las fronteras y caminos interiores, las trabas que imponían los gremios impidiendo la libre competencia, la dificultad de obtener una cantidad de excedentes agrícolas para la venta, el elevado número de impuestos; a veces se pagaba con una parte de la cosecha obtenida, caso del diezmo, etc. Sin embargo, me preguntarán ustedes qué pasaba con el comercio exterior, con las colonias descubiertas en siglos anteriores; sobre todo en América y algunos enclaves del continente africano. Bien. Hasta el siglo XVIII el comercio exterior destacó básicamente por la importación de metales preciosos como el oro y la plata, y algunas materias primas que terminaron por manufacturarse en las metrópolis, pero aún sin hacerlo en las fábricas porque no existían. Hasta el desarrollo de la revolución industrial no se producirá una explotación definitiva de las colonias.

C) La sociedad estamental: clero, nobleza y estado llano

Como hemos dicho, la sociedad se dividía en estamentos desde hacía siglos. La nobleza, el clero y el estado llano o tercer estamento. Los dos primeros formaban el grupo de privilegiados que no sólo estaban exentos del pago de impuestos, sino que eran juzgados con leyes distintas. El clero era el primero de los grupos privilegiados, representando sobre aproximadamente el 1% del total de la población. Se trataba de un grupo social que no debía pagar ninguno de los impuestos directos y sus ingresos provenían del diezmo y de otras rentas, ya que era poseedor de muchas propiedades urbanas y rurales. Por otro lado, no era de un estamento homogéneo; existía el alto (abades, obispos, canónigos, etc.) y el bajo clero (sacerdotes, párrocos y monjes) que mantendían diferencias entre sí en cuanto a privilegios y lujos en el modo de vida. La nobleza constituía el 2 ó 3 % de la población, pero era el grupo dominante. La base de su riqueza era la propiedad territorial, pudiendo poseer el 30 ó 40 % de las tierras. Además de no pagar impuestos se les atribuía el derecho de llevar espada, reserva del banco en las Iglesias, el monopolio de los altos cargos, derecho de caza, exención de trabajar en las obras públicas, etc. Sin embargo no era un grupo homogéneo y existían bastantes diferencias entre la Nobleza de Corte y la nobleza de las provincias.
El tercer estamento era un grupo más numeroso (95% aproximadamente) y más heterogéneo en el cual las personas que lo componían disfrutaban de condiciones de vida muy dispares: la burguesía por poseer mayores riquezas es la mejor situada, también tenemos a los campesinos y al grupo de los marginados. Dentro de cada uno de ellos la situación se complica porque no podemos hablar de la misma manera de un banquero que de un simple comerciante, y los dos pertenecerían a la burguesía; o de un campesino libre poseedor de un pequeño lote de tierras, que de un jornalero que se mantenía del salario de su trabajo. Hablamos de una sociedad estancada que no gozaba de movilidad o dinamismo entre ninguno de los grupos sociales. La
posibilidad de cambiar de estamento era bastante remota; tan solo el enriquecimiento de la burguesía permitió la compra de títulos nobiliarios, o también, el matrimonio con miembros de sangre azul. Pero fueron prácticas que tuvieron lugar en los últimos momentos del siglo XVIII cuando ya la burguesía había alcanzado su hegemonía económica. Existen, además, dos cuestiones importantes para comprender plenamente las condiciones de vida del Antiguo Régimen: 1 la situación demográfica o recuento de la población, y 2 el estado de la política internacional, o sea, cuáles eran los países dominantes y cuáles no. 1) La situación demográfica del Antiguo Régimen se corresponde con el Régimen Demográfico Antiguo. Su característica principal es el escaso crecimiento de la población. Esto es debido a los altos niveles de mortalidad a pesar de tener altos niveles de natalidad. La tasa de natalidad era muy elevada (en torno al 35-40‰), se calcula que existía una media de unos cinco hijos por mujer. Los motivos son varios, pero destacan sobre todos la necesidad de mano de obra familiar y la ausencia de métodos anticonceptivos eficaces. Y la tasa de mortalidad también era muy elevada (en torno al 30- 40‰), sobre todo de mortalidad infantil (menos de un año de edad). Generalmente la mitad de los niños moría antes de cumplir los 15 años, de ahí que la esperanza de vida fuese tan baja; aproximadamente sobre los 28 años. Las razones de la alta mortandad eran varias, sobre todas ellas la mala alimentación, pero también el escaso desarrollo de la medicina y avances médicos, ausencia de higiene, epidemias, guerras, etc. 2) Y por otra parte, la situación política-territorial y las relaciones internacionales de los diferentes Estados se encontraban del siguiente modo (ver mapa): Por un lado, los Estados europeos: — En Gran Bretaña es donde se inicia con antelación la crisis del Antiguo Régimen debido a una mayor tradición parlamentaria y a los cambios provocados por la revolución industrial. Desde el siglo XVII se habían producido varias revoluciones políticas –Oliver Cromwell, 1649— que acabaron asentando una monarquía de poder limitado después de la revolución de La Gloriosa en 1688. Además, su flota naval era la más importante del mundo y su control creciente de los mares rivalizaba con Francia. — Francia era en estos momentos la gran potencia europea: poseía abundantes recursos y era uno de los países más poblados de la época. La monarquía de los borbones, sobre todo con Luis XIV El Rey Sol (1638-1715), es considerada el prototipo del absolutismo en Europa, a pesar de los problemas financieros que Francia sufría debido a las continuas guerras (en particular contra Gran Bretaña). — En España también reinaba la dinastía de los Borbones tras la Guerra de Sucesión (1700-1711), cuando Carlos II no pudo tener descendencia. Quienes lo hayan buscado en la red sabrán ya por qué. El primer Borbón, Felipe V, poseía una monarquía absolutista a imagen y semejanza de la francesa, similar a la de su abuelo Luis XIV. Le sucedería Carlos III y a éste Carlos IV. Francia sería entonces su aliada frente a los británicos, ya que el poderío de estos últimos era una constante amenaza para los dominios españoles en América (fuente fundamental de ingresos). — El territorio del antiguo
Sacro Imperio Romano Germánico (parte de la actual Alemania) se encontraba dividido en múltiples Estados que, teóricamente, dependían del emperador, pero en la práctica eran independientes. Dentro de este territorio destacarían dos potencias: El Reino de Prusia desde el siglo XVIII que acabaría imponiéndose militarmente en el siglo siguiente para unificar toda Alemania, y el Imperio austríaco de los Habsburgo desde principios del siglo XIX, con posesiones en los Países Bajos Austriacos (en la actualidad Bélgica, Luxemburgo y parte de Alemania), Lombardía (en torno a Milán actual), Bohemia (actual República Checa), Austria y Hungría (en torno al Danubio). — El complicado mapa de Italia era consecuencia de la gran rivalidad que existía entre las potencias europeas por dicho territorio. Los Borbones gobernarían Nápoles, los Habsburgo lo harían con Milán, luego estaban los Estados Pontificios gobernados por el Papa, y las repúblicas como Génova y Venecia. Un conglomerado de Estados que terminarían uniéndose en 1870 igual que los de Alemania. — El imperio ruso estaba en expansión y se extendía desde las fronteras orientales de Prusia y Austria hasta el Océano Pacífico cruzando toda la estepa siberiana. Rusia sigue siendo el país más extenso del mundo con 17.075.400 km². España tiene 504.6451 km². Es sólo para que nos hagamos una idea. — En cambio, el Imperio Otomano estaba en claro retroceso, comprendía en Europa extensos territorios del sur del Danubio (Grecia, península de los Balcanes); Egipto y Túnez (ya en África) y casi todo el Próximo Oriente hasta la frontera con Persia (que comprendía la actual Irán). Por otro, el mundo fuera de Europa: — En la India, Persia y especialmente en los imperios de China y Japón existían auténticos estados organizados. Se trataba, por lo general, de monarquías muy tradicionales que combinaban una poderosa administración con una cultura milenaria. Generalmente, estas sociedades despreciaban las intromisiones extranjeras y mantenían un sistema feudal (señores feudales, investidura, usufructo y todo eso) de escaso desarrollo tecnológico. — En América, Australia y África, las sociedades aborígenes que aún no estaban sometidas a los europeos no contaban con una administración estatal o militar que les permitiera defenderse frente a las agresiones exteriores, no se habían formado verdaderos Estados y terminarían convirtiéndose en colonias durante el siglo XIX-XX.

1.2. La ilustración (s. XVIII) y el despotismo ilustrado

El pensamiento ilustrado o ilustración podría definirse como el movimiento filosófico, literario y científico que se desarrolló en Europa –y sus colonias- a lo largo del siglo XVIII sustentado por la razón como única fuente de explicación de la realidad. De ahí que también fuese conocido el siglo XVIII como «el siglo de las Luces». Este movimiento representó una importante modernización cultural y el intento de transformar las caducas estructuras del Antiguo Régimen que sejustificaban básicamente a través de la Iglesia. El peso ideológico del pensamiento ilustrado, junto con otra serie de cambios de carácter socioeconómicos (mejoras en los sistemas de producción, auge de la burguesía debido al desarrolloindustrial, aumento de la población, etc.) van a terminar derrotando al sistema del Antiguo Régimen y promoviendo una serie de revoluciones (revoluciones inglesas, independencia de los EE.UU., Revolución Francesa, revoluciones liberales del siglo XIX, etc.) que culminarán implantando el liberalismo. Cuando hablamos de ilustración nos referimos básicamente a ese movimiento cultural de donde salieron las ideas que más tarde sustentarían al liberalismo. Siendo el liberalismo un sistema político y económico. Ya veremos de qué tipo.

A) Principales características del pensamiento ilustrado y su difusión

Los principios del Antiguo Régimen se habían quedado obsoletos como para permitir la mejora económica y social de los países. Esos principios eran los ya comentados; una política concentrada en una sola persona, una sociedad divida en grupos cerrados, unos mecanismos económicos muy estáticos, etc. Todo ello entorpecía el desarrollo del Estado.
De modo que estos filósofos o pensadores de la ilustración (s. XVIII) y algunos predecesores, serán los que establezcan una base ideológica, una doctrina, que cuestione sobre el papel todo este sistema del Antiguo Régimen. Podemos destacar una serie de principios: 1) Rechazo de toda justificación basada en la revelación divina o en la tradición. Crítica a la superstición, al fanatismo religioso, a la intolerancia, a la ignorancia. De ahí que atacasen frecuentemente a la Iglesia, las rígidas jerarquías sociales, los obstáculos para el desarrollo del comercio y la industria, etc. 2) Por lo tanto, el único motor de los cambios en una sociedad debía fundamentarse en los principios de la «Razón» (razón o ciencia es todo lo contrario a fe o religión) o la inteligencia humana, la cual –se pensaba— podría resolver todos los problemas económicos y políticos existentes. Esto nos lleva a su vez a la idea de progreso que permite el avance de la humanidad de manera evolutiva e indefinida a través de la técnica y la ciencia. Y termina uniéndose a la idea de que la felicidad es un bien al que todo hombre tiene derecho, y constituye un fin en sí misma. Y por ende, la política es considerada como el «arte de hacer felices a los pueblos». El absolutismo y la sociedad dividida en estamentos ya no tendría razón de ser. 3) Pero es que, la historia de la humanidad se entendía como la historia del progreso humano. La Historia había demostrado –al menos en teoría— ser una Historia de las sociedades tendente al cambio positivo, a la mejora, al progreso. La fuente de inspiración para este progreso sería la propia naturaleza, espejo en que todos los ámbitos de la vida debían mirarse (jurídico, económico, social, político, etc.) debido a su funcionamiento armónico. 4) Y para que todo este nuevo sistema pudiese llevarse a cabo era necesario contemplar la libertad del individuo frente al Estado, romper las cadenas que frenaban el dinamismo social y político. Desarrollar una actitud de tolerancia entre los hombres y las ideas. El origen de todo ello no es fruto de la casualidad, sino de siglos de investigación que comenzaba a dar resultados cualitativamente importantes. Hablamos de los avances en la filosofía y la ciencia. Descartes desarrollaría el método de experimentación empírica basado en «duda metódica» (sólo es considerado verdadero lo que es evidente, «cogito ergo sum») y en las leyes generales de la Física de Newton, como lo era la ley de la gravedad. La difusión de las luces, es decir; el pensamiento de la ilustración, circuló libremente en un ámbito reducido ya que sólo sabían leer algunos nobles, clérigos y miembros acomodados de la
burguesía. La publicación más importante donde se recogió fue la Enciclopedia (1751-1776), dirigida por Diderot y D’Alembert. Se trataba de una especie de diccionario razonado de las ciencias, las artes y las técnicas donde tendrían cabida los artículos de intelectuales ilustrados como Voltaire, Rousseau, Montesquieu, etc. Por otra parte, la proliferación de las «sociedades científicas», literarias o artísticas y las academias, apoyadas por los poderes públicos y con publicaciones en revistas y periódicos; las «sociedades de amigos del país» establecidas usualmente en las principales ciudades y capitales de provincia; y los salones, tertulias o reuniones de ilustrados para tratar sobre los más diversos temas, también se constituyeron como otros medios de difusión.

B) Los cambios de fines del s. XVIII que rompen y hacen cuestionar el sistema

Como ya sabemos, cada estructura de la Historia puede mantener ritmos diferentes. La economía, la política, la sociedad… Todas están relacionadas, pero sus propias transformaciones no son simultáneas, de manera que cuando acontece un cambio en la economía no implica necesariamente que al mismo tiempo tenga lugar otro en la política. Cuando ocurre esto se produce un desajuste o crisis hasta que todas las estructuras vuelven entrar en armonía. Veamos entonces cuáles son esos primeros cambios que hacen cuestionar el sistema del Antiguo Régimen. 1) En lo demográfico asistimos a una transición desde el Régimen Demográfico Antiguo al Régimen Demográfico Moderno. Es decir, de una etapa donde las tasas de natalidad y mortalidad se mantenían altas (en torno al 40 y 35‰ respectivamente), a otra donde permanecieron bajas (en torno al 12 y 8‰). Entremedio, en la fase de transición, un espectacular crecimiento de la población debido al descenso de la mortalidad (mejora en la alimentación). En Europa, de 130 millones de habitantes a principios del siglo XVIII se llegó a los 190 millones al final del mismo. Este hecho traería consigo importantes consecuencias de carácter económico, como por ejemplo el aumento de la demanda y así la estimulación del comercio. 2) En lo económico la agricultura seguía siendo la base de la riqueza del país, pero ahora comenzaba a desarrollarse un incremento de la producción debido a las mejoras introducidas en las técnicas (rotación de cultivos), al uso de plantaciones más prolíficas (patata, maíz), a las plantas industriales (algodón), etc. También la artesanía experimentaría una cierta mejoría cuando los talleres se viesen desbordados y comenzasen a propagarse “industrias” domiciliarias (o sea, pequeños talleres en casas particulares) que quedarían muchas veces exentas del control de los gremios. Además del impulso de las grandes manufactureras reales y sus productos de lujo (tapices, telas de seda, etc.). De esta manera el comercio interior y exterior se vería estimulado sobremanera; el primero por la construcción de nuevos caminos y canales, el segundo por las relaciones entre metrópolis y colonias con manufacturas como nuevas mercancías. Y 3) por último, en lo social también sufrió importantes cambios: el ascenso de la burguesía. La nobleza y el clero seguían siendo los grupos privilegiados, pero comenzaban a tener un duro competidor en lo económico: la burguesía. Dentro del tercer estado la burguesía continúa su camino hacia la prosperidad hasta formarse verdaderos grupos de banqueros, prestamistas e inversores que llegaban a poseer tantas riquezas como la nobleza; a veces más. En un principio intentaron gozar de los mismos privilegios que la nobleza comprando títulos o contrayendo matrimonios concertados –como comentamos-, pero pronto se concluiría que la única solución para la mejora sería la ruptura del sistema social de estamentos.

C) Los principios teóricos del liberalismo económico y político

Los ilustrados profundizaron sobre los pilares fundamentales del Antiguo Régimen y llegaron a las siguientes conclusiones según apartados:
1) En lo social se opusieron radicalmente a la división por estamentos que impedían un mecanismo más dinámico, una sociedad que ofreciese oportunidades para aquellos que con su talento y esfuerzo pudiesen prosperar. Rechazaron la pertenencia a grupos sociales según el nacimiento, de este modo, nadie podría heredar ni gozar de honor, prestigio o privilegios en nombre de sus antepasados. 2) En lo económico debemos hablar de: a) la fisiocracia o escuela basada en unas leyes naturales que regularían las actividades económicas de forma libre, sin la intromisión por parte del Estado a través de impuestos. Básicamente consistía en estimular la producción de la agricultura, base de la economía, y regir las transacciones comerciales según la ley de la oferta y la demanda (Quesnay, 1767). Y, b) de lo que se conoce como «liberalismo económico» propiamente dicho, cuyo principio fundamental se basa en dejar en libertad los factores de producción –capital, la tierra y el trabajotodos ellos sometidos hasta entonces al control de la nobleza o el clero (Adam Smith, 1776) para poder alcanzar el progreso. Estas teorías rivalizaban con el sistema mercantilista anterior; práctica consistente en acumular grandes cantidades de metales preciosos y poner elevados aranceles a las importaciones para proteger el producto nacional, evitando con ello el desarrollo del comercio exterior de mercancías. La idea clave que se baraja aquí es, en definitiva, la no intervención del Estado en la economía, dejando a ésta a su aire según la Ley de oferta y demanda, una ley natural si no existe intervención (del Estado). Consiste en la regulación del precio de un producto según la oferta y la demanda del mismo. La oferta es la cantidad de productos que existen en el mercado; la demanda es el número de compradores dispuestos. Dependiendo de estos dos factores el precio variará. Por ejemplo, si existe mucha oferta de un producto y pocos compradores el precio será muy bajo; en cambio, si el producto escasea en el mercado (poca oferta) y hay muchos compradores (demanda), el precio será muy alto. 3) En lo político también va a desarrollarse una teoría liberal que acaba derrocando al absolutismo del Antiguo Régimen. En un primer momento serán los pensadores ingleses los que comienzan a analizar por medio de la razón el sistema político y social del Antiguo Régimen. Y más adelante, serán los philosophes franceses los que rechazarán definitivamente dicho sistema. Posteriormente la Revolución Francesa (1789-1799) se basará ideológicamente en los postulados de Locke y Voltaire (tolerancia y libertad civil), Montesquieu (división de poderes) o Rousseau (soberanía nacional),para argumentar su rechazo hacia ese sistema. Explicamos todo esto con mayor detenimiento: Reino Unido contaba con una tradición parlamentaria mucho mayor que el resto de Estados en Europa. Las primeras revoluciones se constatan a mediados del siglo XVII cuando tiene lugar la ejecución del absolutista Carlos I, implantándose la República de Oliver Cromwell (1649). En 1688 tiene lugar una nueva revolución: la Gloriosa, la cual derroca al gobierno absolutista de Jacobo II (de la dinastía de los Estuardo) por el reinado de Guillermo III de Orange, haciéndole firmar el juramento de la Declaración de Derechos de 1689. Esta Declaración sesgaba los poderes del monarca y sometía algunas decisiones al Parlamento, compuesto por los tories (partido conservador cercano al monarca) y los whigs (partido que evolucionaría hacía el liberalismo). A ello habría que sumar diez años antes, no nos olvidemos, el reconocimiento del Habeas Corpus o principio de libertad individual según el cual nadie podía ser detenido ni inculpado sin ser puesto a disposición de un juez independiente. Éste es el más importante sobre el que se asienta todo el entramado ideológico de los Estados actuales. El Acta de Habeas Corpus (1679) fue redactada por los miembros del Parlamento durante el reinado de Carlos II, para protegerse de prácticas entonces corrientes que vulneraban los derechos de los acusados y de los presos. Seguimos. Uno de los primeros tratados ingleses que comienzan a reconsiderar la monarquía absolutista es la obra de John Locke: Segundo tratado sobre el Gobierno Civil, 1690. En ella el autor exponía la necesidad de establecer un contrato que debía regir las relaciones entre gobernantes y gobernados, y que garantizase los derechos básicos del individuo. En otras palabras, la conversión en ciudadanos libres dejando de ser mera propiedad del rey. Más tarde, en Francia, Montesquieu en El espíritu de las leyes (1748) propugnaría la división de poderes, poniendo énfasis sobre todo en laindependencia del poder judicial. Montesquieu estaba a favor de una monarquía constitucional limitada por la ley y otras instituciones. Su obra influiría en la elaboración de la Constitución francesa de 1791 de carácter moderado. También en Francia nos encontraríamos con las ideas de Rousseau que supondrían un paso más. Para este autor la soberanía –el poder- no se encontraba en la monarquía, sino que pertenecía al pueblo y a través del acuerdo entre la ciudadanía (o sea, entre la nación) por medio del voto debía establecerse su Contrato social (1762) o sistema de gobierno, es decir; una especie de democracia. Ya veremos por qué digo lo de «una especie». Para Rousseau sólo era legítimo seguir las normas que uno mismo había aprobado. Estas normas o leyes serían creadas por asambleas de ciudadanos, representantes de la población. Sus ideas inspirarían a la Constitución de 1793 de carácter más radical, seguida por los jacobinos y los grupos más populares. También por los primeros republicanos democráticos, el primer socialismo, y después, incluso por los anarquistas. Como es lógico, también se cuestionaron las creencias religiosas tradicionales y se rechazó la intolerancia religiosa en favor de la libertad de cultos. Sobre todo Voltaire (Cándido y otras obras). Cada persona sería libre de tener cualquier tipo de creencia personal, sin riesgo de ser perseguido por ello. Los ilustrados practicaban el deísmo; creencia religiosa que aceptaba la existencia de un dios creador del universo, aunque en el funcionamiento del mismo no tuviese nada que ver, rigiéndose el Universo por leyes naturales y científicas. Con todo esto de monarquía de origen divino, privilegios del clero, educación, etc.; se figurarán ustedes lo que se estaba jugando la Iglesia frente al movimiento ilustrado. d) El despotismo ilustrado como sistema de transición Las primeras medidas basadas en la ilustración que comenzaron a imponerse fueron practicadas por los monarcas absolutistas de cierto talante reformista. Obviamente no abandonaron el absolutismo, pero introducirían mejoras sobre todo en el campo económico. Esto se resume en la frase de «todo para el pueblo pero sin el pueblo». Es decir, supuestamente intentaban que la población gozase de mejores condiciones, sin a pedirle opinión sobre cómo conseguir esto. Como rasgos comunes de la actuación de estos monarcas podemos comentar: 1) el absolutismo centralizador en busca de un mejor funcionamiento del conjunto global del país; 2) la racionalización de esta misma administración; 3) el fomento de la educación como única vía para el
progreso del país, 4) la búsqueda de la modernización económica a través de programas agrícolas e industriales y 5) la libertad en las actividades comerciales. Y como ejemplos de estos monarcas podemos citar a Federico II de Prusia, María Teresa de Austria, Catalina de Rusia, Gustavo de Suecia y Carlos III de España. Sin embargo, las posibilidades de estas experiencias resultaban muy limitadas porque demostraban la contracción de un sistema que no podía permitir las reformas en el reparto de la propiedad (seguían bajo el clero o la nobleza), o en la circulación comercial (gremios), y mantener intacta la sociedad estamental o el poder absoluto. Al final, las contradicciones de esta vía comenzaron a preparar el camino hacia las revoluciones liberal-burguesas. Era imposible avanzar siguiendo el mismo juego. Al final, pues ya saben, todo movimiento termina desembocando en la violencia. Me refiero a esas revoluciones americanas (1775-1783), francesa (1789-1799), y luego en el siglo XIX (1820, 1830 y 1848) en tantos países de Europa (España entre ellos) donde aún no se había implantado sólidamente el sistema parlamentario liberal. Lo que quiero decir es que todo eso de las ideas está muy bien, pero al final los oprimidos o marginados se tienen que manifestar y rebelar si no poseen los mecanismos pertinentes para alcanzar el cambio y quieren conseguir sus propósitos. Despotismo, por si no lo han buscado, significa absolutismo. ¿Absolutismo ilustrado? grrrr… Veamos ahora las dos primeras revoluciones, y dejemos las del siglo XIX para el tema siguiente, que ya demasiado llevamos aquí. Aparte del episodio de las revoluciones inglesas, en la segunda mitad del siglo XVIII el sistema liberal que encabezó la burguesía no llegó a implantarse en la mayoría de los países europeos. Solo en Inglaterra con las revoluciones de 1649 y 1688, y en Holanda, podemos decir que se diesen sistemas políticos parlamentarios, o sea, que tenían un Parlamento. Pero para que lleguen a ponerse en práctica en el resto de países debemos esperar a que se desarrollen una serie de revoluciones burguesas; a que se produzcan una serie de rebeliones contra el sistema y contra el poder absolutista establecido. Éstas van desde finales del siglo XVIII (americana y francesa) hasta la primera mitad del s. XIX en otros lugares del mundo (resto de Europa y Sudamérica, principalmente).

1.3. La independencia (1775-1783) y la formación de Estados Unidos (1787)


Dentro de la historia contemporánea, EE.UU. es el primer país formado a partir de la independencia de una serie de colonias inglesas. Además, una vez las antiguas colonias estadounidenses logran la emancipación de Gran Bretaña, inician una revolución sociopolítica que termina instaurando un sistema liberal sin precedentes en Europa. La situación previa en América del Norte era la siguiente: 1) Las colonias norteamericanas estaban compuestas mayoritariamente por colonos burgueses europeos gobernados desde la metrópolis y por una población amerindia sometida. 2) Habría que advertir que existían importantes
diferencias norte-sur; mientras que el norte estaría poblado de negociantes burgueses dedicados al comercio y a la industria incipiente, en el sur se estaría creando una clase aristocrática de grandes propietarios de tierras y con mano de obra esclava traída de África. 3) Las metrópolis con intereses y colonias en el norte de América eran varias (Inglaterra, Francia, España y Rusia) por lo que esta presencia terminará desencadenando un enfrentamiento entre Inglaterra y Francia (Guerra de los Siete Años entre 1756 y 1763), que se resolverá con la victoria de la segunda gracias al apoyo económico de la burguesía colonial americana.

A) Causas de la independencia de las colonias norteamericanas

Dentro de las 1) causas políticas, la actitud de la metrópolis inglesa cambió tras la Guerra de los Siete Años y el sistema tornó hacía un mayor control de las colonias, provocando una nula participación de los colonos en las decisiones más importantes de gobierno. 2) En lo económico, la situación estaba dominada por el monopolio que tenían las compañías inglesas frente a las americanas, y también; por las tasas e impuestos que gravaban las relaciones comerciales. Especialmente importante fue la ley del timbre –Stamp Act, en inglés— en 1765 (consistente en una serie de impuestos sobre periódicos, licencias, publicidad, etc.); o el monopolio del té que terminaría provocando un motín en la ciudad de Boston, en el que se arrojarían al mar la mercancía de tres barcos de la
compañía inglesa de las Indias Orientales (diciembre, 1773). 3) Socialmente la aristocracia (más numerosa en el sur) formada en América no poseía las mismas características que la europea, ya que las condiciones coloniales provocaban diferencias en este sentido. Por otra parte tenemos a la burguesía (más numerosa en el norte), que continuaba en buena parte siendo relegada de los altos cargos políticos y del reconocimiento social que le debía corresponder según sus aportaciones a la riqueza del país. 4) Ideológicamente las doctrinas y reformas que proponían los ilustrados tuvieron buena acogida en las colonias, fundamentalmente por tratarse de una burguesía acostumbrada a no tener que depender del gobierno de otros, y a dirigir por ellos mismos sus propios negocios y municipios a través de asambleas. Ya que entenderán ustedes, que entonces, no era tan sencillo como ahora eso de cruzar el charco o mantener contactos entre ambos lados.

B) La guerra de independencia de Estados Unidos (1775-1781/83)

Tras el motín de Boston, la metrópolis inglesa respondió con una serie de leyes de carácter represivo sobre los colonos («leyes intolerables»). Y después de esto, los colonos se reunieron en diferentes congresos en la ciudad de Filadelfia para continuar con el boicot a las mercancías britá- nicas y terminar formando un ejército al mando de George Washington (1775). Así, el 4 de julio de 1776 se firma la Declaración de independencia elaborada por Thomas Jefferson, bajo los principios del liberalismo y la democracia; enfrentándose y separándose claramente de Inglaterra. Y no menos importante, la Declaración de Derechos de Virginia (1776). Del conflicto cabría distinguir dos hechos principales: 1) de una parte la situación militar al mando del general George Washington que, apoyado por otras naciones como Francia, España u Holanda, conseguiría importantes victorias como en Saratoga (1777) y Yorktown (1781), y finalmente, la rendición y la firma de la Paz de Versalles (1783) en la que Inglaterra reconocería a EE.UU. como Estado independiente. Y 2) de otra, la formación de los EE.UU. como un nuevo Estado formado por diferentes Repúblicas basadas en una constitución liberal y democrática cada una de ellas. Se establece una Confederación que uniría a todas y gobernaría desde el Congreso de Filadelfia (1777). Sin embargo, la «Constitución» de EE.UU. como tal hubo de esperar hasta 1787. c) La constitución y «Constitución» de los Estados Unidos de América (1787) El nuevo estado yanki presentaría una serie de problemas de organización interna. Así en mayo de 1787 se reúne la Convención2 de Filadelfia, a la que asisten como delegados todas las grandes personalidades de la vida política norteamericana, y se elabora la Constitución Federal de EE.UU., promulgada en septiembre de 1787, y en la que se adoptan y siguen las ideas liberales y democráticas que ya vimos con los filósofos de la ilustración. Ya saben: división de poderes, sufragio universal masculino, soberanía nacional, etc. Se formaría entonces un único gobierno federal, con un presidente y dos cámaras legislativas (Congreso y Senado); pero cada Estado gozaría de competencias en política interior. En aplicación de esta Constitución, el primer presidente fue George Washington (1789-1797). Pero no será hasta la primera parte del siglo XIX cuando surja el verdadero sentimiento nacional norteamericano, justo después de rodar como un Estado cohesionado. Dicha Constitución, con veintisiete enmiendas, continúa siendo el código legal supremo de los Estados Unidos de América, vigente tras más de dos siglos de historia. Tuvo un impacto muy importante en la Europa de su tiempo por su contenido avanzado, pero presentó también problemas como el de eludir la cuestión de la
esclavitud que hubo de resolverse en la guerra de Secesión (1861-1865) en la que lucharon los estados del norte contra los del sur. En las películas Tiempos de Gloria (Edward Zwick, 1989) y Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, 1939) puede verse todo esto que les cuento.

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