18 Jun

Contexto Histórico y Cultural: Siglos XVIII y XIX

El siglo XIX fue un periodo de profundas transformaciones y desafíos para las naciones americanas, marcado por procesos de integración cultural complejos y, en ocasiones, destructivos. La expulsión de los jesuitas en 1767 por la Corona española intensificó el control burocrático y administrativo, sentando las bases para los movimientos independentistas que surgirían posteriormente.

Este siglo también presenció la desintegración de la América hispana y la significativa pérdida territorial de México frente a sus vecinos del norte, atribuible a debilidades internas y a la presión de potencias externas. Una constante fue la dependencia cultural, manifestada en la imitación de modelos europeos. Paradójicamente, las elites americanas ilustradas de la época condenaron las mejores expresiones del barroco como ‘barbarie’, sometiéndolas a destrucción. El historicismo romántico se arraigó, llevando a la adopción de una historia ajena como propia.

Aunque en el siglo XVIII se observó una tendencia a rechazar la propia realidad y adoptar modelos europeos, creando un espejismo de pertenencia, es importante destacar que las ciudades americanas de este periodo también lograron un equilibrio notable, desarrollando una personalidad, originalidad y armonía distintivas, diferentes a las europeas.

Ya en el siglo XX, países como Argentina, Uruguay, Chile y México recibirían a millones de inmigrantes europeos, enriqueciendo su tejido social y cultural. Las inversiones inglesas en infraestructura y equipamiento facilitaron la extracción de materias primas y la distribución de manufacturas de los países industrializados. La etapa de modernización trajo consigo nuevos materiales y tecnologías, programas sociales y culturales innovadores, y nuevas tipologías arquitectónicas. La crisis de identidad era profunda, con ciudades como Buenos Aires aspirando a ser ‘grandes ciudades de Europa’. En las elites ‘iluminadas’ se había arraigado la dicotomía ‘civilización Europa y barbarie América’.

Espejismos y Rupturas: La Búsqueda de Identidad (1900-1930)

El siglo XIX nos había legado la obsesión por ser “modernos”, en esa inaccesible condición de la modernidad abstracta y universal, con la rotunda convicción de que nos esperaba el progreso indefinido.

Sin parámetros claros, nuestra arquitectura se acomodaba desde fines de siglo a los cambios de modas y gustos, fundamentalmente a los de la École des Beaux Arts de París, de donde procedía buena parte de los arquitectos que organizaron nuestras Escuelas de Arquitectura y donde fueron a formarse los hijos de las elites americanas culturalmente colonizadas. Las grandes figuras de París nos enviaban sus proyectos sin haber venido nunca a América.

A comienzos del siglo XX, pensábamos y vivíamos en una arquitectura cuyas raíces nos eran exóticas, cuya fundamentación profunda desconocíamos y cuyas propuestas no daban cabal respuesta a nuestras necesidades. Así, importábamos materiales y formas, como las mansardas de fuerte pendiente, utilizadas en lugares donde jamás caería la nieve, y creábamos paisajes urbanos de ficción a contrapelo de clima, geografía y modos de vida. Como señaló García Márquez, en el siglo XX hemos sufrido sin vivirlo. El eclecticismo recayó entre nosotros en tiempo y forma, dándonos cierta sensación de que estábamos al fin apropiándonos de lo ajeno.

En el siglo XX se dio la crisis del academicismo, generando respuestas liberadoras del antiacademicismo, cuyo significado, sin embargo, seguía en manos de los europeos, y aun así nos sumergíamos en él. Dentro del espíritu arqueologista de la academia, se dio la reivindicación indigenista mexicana, ejemplificada en el pabellón maya-azteca.

Hitos Sociopolíticos y Culturales

  • A principios de la Primera Guerra Mundial, se evidenció la crisis del modelo europeo.
  • La Revolución Agraria Mexicana (1910) puso fin al afrancesamiento.
  • El ascenso de los criollos, hijos de inmigrantes, y el régimen de Díaz terminaron con el radicalismo en Argentina (1916).
  • Se observaron gobiernos progresistas, movimientos obreros organizados y el impacto de la Revolución Rusa (1917).

La Arquitectura Importada y el Neocolonial

Luego de 1910, un movimiento Neocolonial planteó ubicar a América en el centro del escenario, eligiendo el tiempo histórico colonial como referencia. Esto motivó arduos debates entre la eternidad de lo clásico (académico) y lo efímero de estas referencias americanas. Por primera vez, se escribía teoría de la arquitectura de lo que se iba a realizar en América con una reflexión propia. Figuras como Mariscal y Acevedo en México, Noel, Guido y Kronfuss en Argentina, Zum Felde en Uruguay, Dávila Carlson en Chile, José Marianno y Ricardo Severo en Brasil, entre otros, replantearon la concepción del modelo que la ilustración europea nos había impuesto en ese extenso siglo de nueva colonización pedagógica.

Lo más positivo de 1910 y 1930 es que América fue valorizada por la acción de búsqueda e investigación, lo cual dio origen a la valoración de nuestra arquitectura. Figuras que siguieron con esta investigación incluyen a Navarro (Ecuador), Paco de la Maza (México) y Camacho (Colombia).

A comienzos del siglo XX, en las ciudades de América, se debatió sobre la integración de parques, plazas y bosques, así como el ordenamiento espacial, con la presencia de urbanistas y paisajistas franceses como Bouvard, André y Le Corbusier.

El Art Decó cumplió un importante papel en la transición hacia el modernismo del racionalismo, expandiéndose en las ciudades intermedias. Con el Art Decó, se generó un desprendimiento de la tradición académica histórica. El neocolonial se agotó al llegar los años treinta, dando paso a una apertura ecléctica.

Modernismo sin Modernidad: Racionalismo y Desafíos (1930-1960)

El paso del academicismo clasicista al racionalismo arquitectónico fue un proceso lento en América, influenciado por el eclecticismo, el Art Nouveau y el neocolonial.

Principios del Racionalismo

El primer racionalismo planteó nuevas aperturas:

  • Ahistoricismo: Negación de las fuentes arquitectónicas del pasado, relacionando lo contemporáneo y funcional más con el futuro que con la historia.
  • Carácter Científico: Adoptaba el aire dogmático de la antigua academia, donde la razón era la fuente principal de conocimiento.
  • Problema Social: Búsqueda de respuestas habitacionales para grandes sectores de la población que, a principios de siglo, no encontraban espacio adecuado, incluso con sanciones a quienes construían viviendas económicas.
  • Dimensión Política: La industrialización generó migración interna, pero no se resolvía la manera de implantación de viviendas.

La racionalidad permitió mayor accesibilidad en la construcción de viviendas, reduciendo superficies y costos. Los avances científico-tecnológicos no siempre se tradujeron en un desarrollo autónomo en la gestión arquitectónica.

Los planes urbanos de Le Corbusier para México en 1935, proyectados para una población de dos millones, resultaron en una ‘irracionalidad racionalista’ al aplicarse a una ciudad que ya superaba los quince millones de habitantes. La industrialización se aceleró durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), impulsando la producción local de materiales y artefactos de construcción que antes se importaban de Europa y Estados Unidos.

El Estado, con la convicción de alcanzar autonomía, buscó lograrla a través de la arquitectura, a menudo optando por el estilo racionalista debido a su eficiencia en costos y la posibilidad de realizar más obras. A pesar de la enseñanza del racionalismo en las escuelas, muchas construcciones seguían un estilo internacional, limitando la influencia local. Una obra moderna que Le Corbusier apreció fue la casa de Victoria Ocampo, diseñada por Alejandro Bustillo.

La Década de los Cuarenta y la Expansión Estatal

México destacó en la primera fase del racionalismo, logrando una mayor integración de la arquitectura con los procesos sociales y políticos. Se observaron avances culturales, científicos y desarrollo industrial, con la aparición de los primeros urbanistas. El Estado impulsó el modernismo.

Muchos arquitectos racionalistas destacados, como Velarde (Perú), Vautier (Argentina) y Dávila Carlson (Chile), se formaron en escuelas de arquitectura de raíz clasicista. En Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia y Venezuela, la prolongación del neocolonial y el pintoresquismo postergó la inserción del racionalismo hasta la segunda mitad del siglo XX.

El conflicto más frontal entre el neocolonial y el racionalismo se dio en Brasil, donde Gilberto Freyre arremetió contra los ‘ingenieros simplistas de cemento armado’. Al promediar el siglo, el ‘modernismo sin modernidad’ parecía agotado; sin embargo, los gobiernos populistas abrirían un nuevo cauce para la expansión de la arquitectura del movimiento moderno.

La Irracionalidad Racionalista en la Práctica Urbana

  • La ‘ciudad del movimiento moderno’ se materializó en América, sirviendo el continente como ‘laboratorio de ensayo’ urbano para ideas generadas en otros lugares.
  • Hubo resultados fallidos, siendo uno de los más severos la destrucción de centros históricos.
  • Actuábamos como ‘nuevos ricos de posguerra’, asemejándonos de manera genérica, más que concreta, a Estados Unidos y, en menor medida, a Europa.
  • Se observó un retraso del monumentalismo neoacadémico de la arquitectura imperial, en parte debido al desconocimiento.
  • Una nueva oleada populista del neocolonial en América del Sur propició la identificación con viviendas individuales, segundas casas de fin de semana y balnearios, adaptando patrones de muros encalados, techos de teja y otros rasgos formales.
  • Desde la década de 1950, el sistema moderno controló la enseñanza arquitectónica en toda América, designando a maestros europeos y norteamericanos de diversas generaciones.
  • Los modelos carecían de un análisis serio; la arquitectura ‘pura’ era la de diseño autonomista, y el arquitecto se convertía en un objeto más de consumo.
  • Las ciudades se volvían irracionales, y la soberbia impedía a los arquitectos aceptar errores, responsabilizando a terceros (ingenieros, obreros, insatisfacción del cliente).
  • Los maestros de la modernidad, como Le Corbusier y Mies van der Rohe, construían de acuerdo a las necesidades requeridas.
  • Los urbanistas no podían plasmar sus planes, que a menudo quedaban en bocetos debido a los políticos de turno. Nuevamente, el Estado asumió el rol de motor de la arquitectura, y uno de los temas que se pudo desarrollar fueron las ciudades universitarias, concebidas como ciudades dentro de la ciudad.
  • México y Caracas produjeron algunas de las mejores obras del movimiento moderno en América, caracterizadas por el uso de grandes espacios y una preocupación por la calidad y dignidad del uso público, tanto en el interior como en el exterior de los edificios.

Posmodernismos y Deconstructivismos: Reflexiones Críticas (1970-2000)

  • La crisis del funcionalismo internacionalista situó a la arquitectura en la revisión de una trayectoria que, no por esos fracasos sucesivos, lograba despegarse del prestigio de los modelos externos. Los arquitectos, preparados para ser prolijos copistas de los desvelos ajenos, insistían, con entusiasmos dignos de mejor causa, en traducir a una variable apropiable cuanta cosa surgía en la ‘aldea global’.
  • En este sistema de pensamiento, lo más importante era la velocidad y la precisión con la que se copiaba e imitaba. La utilización de ‘referencias’ libraba del esfuerzo de la creatividad.
  • Fueron los diseñadores autodenominados ‘Lápices de oro’, rápidos en el eco, los que introdujeron el posmodernismo en nuestro continente, como lo hacen hoy con el deconstructivismo.
  • La necesaria recuperación del ‘oficio de arquitecto’ vino acompañada de otra vuelta de tuerca elitista. Se comenzó a crear una jerga arquitectónica para ‘iniciados’ y hubo esfuerzos para encontrar sistemas de representación y dibujo con perspectivas caballeras que fueran absolutamente herméticas hasta para los propios arquitectos de la generación anterior.
  • Se vivió una eufórica etapa fundacional de la arquitectura donde los grafismos eran ‘obras de arte’ que pertenecían a la categoría de la ‘arquitectura dibujada’.
  • Una forma de evasión definitiva que sacralizaría la necedad de Gandelsonas, cuando terminó de afirmar que daba lo mismo la arquitectura dibujada que la realizada. Para ese entonces, el único compromiso de la arquitectura era con el papel…
  • Los aspectos positivos de la crítica posmodernista a la tarea del Movimiento Moderno pronto se diluyeron por las propias incoherencias internas y la carencia de proposiciones sustantivas.
  • La inexistencia de valores de referencia se refugiaba en el no-valor o en el ‘vale todo’. Así, si bien se plantea una reconsideración del papel de la historia en la arquitectura, es difícil aceptar como consecuencia de ello la vuelta a los más banales historicismos, aplicados sin rigor y con buena dosis de ignorancia.

Desafíos Actuales de la Arquitectura Latinoamericana

Cultura Arquitectónica y Reconciliación con la Herencia

Aun en estos tiempos de duro economicismo, la dimensión cultural del desarrollo, evaluada antes en rígidos términos de costo-beneficio, está siendo replanteada. De allí que el debate cultural de la arquitectura haya sido en los últimos veinte años un centro polémico de aproximación y el punto de partida para el cambio. Se comprendió que los hombres ‘cultos’ no eran los que tenían una visión enciclopédica del mundo, sino los que conocían profundamente su propia cultura.

  • La creciente autoconciencia de los valores, junto con la evolución y defensa de las tradiciones, ha consolidado la identidad cultural de los pueblos americanos.
  • Si bien la segunda mitad del siglo marcó el comienzo de profundas transformaciones urbanas, su resultado no deseado fue la escasa identificación del individuo con el entorno urbano de sus ciudades.
  • En el paisaje urbano, las formas del recetario tomadas en préstamo han terminado postergando el posible desarrollo de una expresión genuina. Así se confunden las imágenes, deterioran la calidad de la escena urbana y solo sirven al efímero prestigio que otorga el papel satinado de la revista.
  • La arquitectura de la moda, de la escenografía cambiante, que se sustenta en un historicismo escapista o en un futurismo sin raíces, testimonia en definitiva la falta de madurez cultural.
  • La necesidad de una reconciliación con la herencia cultural exige otra actitud.
  • La propuesta arquitectónica tendrá que ver con el contexto cultural, con las posibilidades económicas y tecnológicas, con las necesidades concretas y con los modos de vida. La historia es la que enseña a respetar contextos, a explicarnos procesos e indicarnos caminos.
  • El desafío pendiente radica justamente en recuperar la capacidad de identificación.
  • Es la arquitectura capaz de rescatar los fragmentos urbanos patrimoniales, dotándolos de calidades ambientales y espaciales para una mejor respuesta social y cultural.
  • Es la arquitectura de pequeños espacios públicos a escala de las comunidades que los arquitectos de las Cooperativas del Uruguay han ido consolidando o que Rogelio Salmona ofrece en sus ‘Torres del Parque’ entregando un espacio público a la ciudad o en su reciente Archivo Nacional (Colombia) (FIG. 10). Es la tarea de recuperar áreas urbanas como ha hecho el proyecto Puerto Madero en Buenos Aires, hoy amenazado por una segunda fase de especulación inmobiliaria.

Acción sobre el Patrimonio Cultural y Ambiental

  • Una lógica consecuencia de la recuperación de la historia fue la creciente preocupación por el patrimonio cultural.
  • No se puede querer lo que no se conoce, no se puede defender lo que no se quiere.
  • El largo proceso de la ‘amnesia dependiente’ llegó finalmente a su fin, y la revalorización de la arquitectura propia ha ganado un espacio sustancial en el debate arquitectónico contemporáneo.
  • En este aspecto también hemos evolucionado. En la década de 1930, se comenzó a hablar de patrimonio ‘histórico’, centrándose en los ‘monumentos’ y obras paradigmáticas que, por su calidad, antigüedad o escasez, merecían la tutela del Estado.
  • Posteriormente, la idea de ‘patrimonio cultural’ se amplió para incluir no solo los testimonios materiales arquitectónicos y urbanos (superando la escala individual del monumento), sino también las manifestaciones no tangibles de la cultura (símbolos, creencias, mitos, modos de vida y lugares de encuentro).
  • También esta valoración del patrimonio ha apoyado la idea de una inserción de la producción arquitectónica contemporánea en el medio urbano de una manera más coherente, fortaleciendo la idea de integración como uno de los elementos de diseño que evitan la desconexión de la obra aislada. Las obras de José Ignacio ‘Togo’ Díaz en Córdoba asumieron esta misma preocupación contextual en la construcción de la ciudad.
  • El compromiso social y cultural es también compromiso con el soporte de lo cotidiano: el ambiente. Seguridad, salud y bienestar son elementos básicos para asegurar una calidad de vida que en nuestras ciudades se va degradando para una parte importante de su población. La necesidad de adecuar la relación de equilibrio entre el hombre y su medio convierte a la arquitectura en un elemento de interfase sustancial, que contribuye positiva o negativamente según la escala de valores que aplique con respecto al ecosistema.
  • Los fracasos del urbanismo funcionalista revelaron la falacia mecanicista que concebía la ciudad como una mera sumatoria de sistemas viales, de transportes, redes de servicios y zonificación.
  • Se buscan arquitecturas respetuosas del medio geográfico y de las características específicas del asentamiento, que potencien las cualidades del sitio para aprovechar las visuales, que se integren adecuadamente al paisaje, que mitiguen los rigores del clima y que se preocupen por la calidad ambiental de los espacios públicos.

La Responsabilidad Social del Arquitecto

  • En nuestra realidad de dificultades económicas, hoy ya no deberíamos hablar de ‘patrimonio cultural’ sino de ‘patrimonio construido’, pues todo aquello que hemos recibido como herencia y tiene potencialidad de vida útil debe ser utilizado por su valor económico y social para resolver los problemas de demanda y escasez de vivienda y equipamientos comunitarios.
  • Es una arquitectura coherente con lo que se ha denominado ‘el diseño pobre’, que implica una profunda conversión social hacia valores que trasciendan el consumismo imperioso: una sociedad que se sustente en el ser antes que en el tener.
  • Un programa bajo esta óptica implica recuperar la arquitectura no obsoleta, racionalizar los gastos e inversiones, buscar modos creativos de producción de arquitectura y ciudad que son también desafíos compartidos por diseñadores de todo el continente.
  • Buena parte de las mejores obras realizadas en estos últimos años en el continente son operaciones de refuncionalización y rehabilitación, tales como el Centro Quintana (Porto Alegre, Flavio Kieffer), Chilectra (Valparaíso, Salvador Amenábar), la Fábrica Pompeia (San Pablo, Lina Bo Bardi), el Mercado Modelo (Salvador, Paulo de Azevedo), la Fundación Pérez Pallares (Quito, Fabián Espinoza), el Centro Villanueva (Medellín, Laureano Forero), el Museo Franz Mayer (México, SEDUE), el Centro Estación Mapocho (Santiago de Chile, Montserrat Palmer y otros) y la Usina del Gasómetro y el Mercado (Porto Alegre, Prefectura). Podemos, como contrapartida, señalar también múltiples ‘reciclajes’ consumistas de ‘shopping center’ o ‘Centros Culturales’ donde la frivolidad de los diseñadores ha destruido espacios de valor patrimonial sin atender a los elementos estructurales de la tipología.

Gestión Urbana, Espacios Públicos y Vivienda

  • El gran tema pendiente, y que habitualmente no figura en las historias de la arquitectura, es el de la vivienda popular.
  • Para América Latina, se constituye en el eje de toda estrategia de recuperación de la ciudad histórica, de consolidación con calidad de vida de las periferias urbanas y de animación vital de los barrios.
  • El problema de la vivienda no puede resolverse con los patrones tradicionales. En la mayoría de los países, la capacidad de construcción anual está por debajo del 2% del déficit declamado, lo que hace ilusoria la respuesta.
  • La política de rehabilitar viviendas en los centros históricos conforma una estrategia válida para recuperar la ciudad y, a la vez, resolver el problema habitacional.
  • Esto significa que, además, se densifican y aprovechan integralmente áreas con infraestructura y servicios, de lo que habitualmente no se dispone en la periferia.
  • Estamos hablando de ‘rehabilitar’ y no de ‘restaurar’, pues ello implica trabajar con costos menores que los de vivienda de nueva planta ubicada en el suburbio, a lo que debemos agregar equipamiento e infraestructura (vial, agua, electricidad, escuela, sanidad).
  • Un problema adicional en nuestras ciudades americanas es la consolidación de la periferia urbana.
  • Una periferia habitualmente indiferenciada y muchas veces descaracterizada, fruto del proceso agregativo de la ‘ciudad collage’. Hay sitios donde todo es igual y se carece de valores en los espacios públicos, sin siquiera plazas o hitos simbólicos de referencia.

El Desafío de la Vivienda Popular

  • El cambio de condiciones económicas y el crecimiento demográfico han impulsado un creciente proceso de urbanización.
  • Antes, cerca del 30% de la población residía en ciudades; ahora, este porcentaje supera el 75% (ejemplos: Ciudad de México, São Paulo, Brasil).
  • La búsqueda de mejores condiciones de vida, incluyendo infraestructura básica como energía eléctrica y agua, ha sido un motor.
  • El hacinamiento en los centros históricos dio origen a los ‘conventillos’ y las casas de vecindad.
  • La Comisión de Casas Baratas en Argentina enfrentó conflictos sobre: si la iniciativa debía ser privada o estatal; si las viviendas debían ser unifamiliares o multifamiliares; y si debían entregarse en propiedad o arriendo. El problema, en esencia, no se resolvió. El hacinamiento en antiguos centros históricos, como el de los conventillos, donde una familia ocupaba una sola habitación, persistió.

Recuperación de Técnicas Constructivas Alternativas

  • Para poder dar una respuesta a la demanda de vivienda y equipamiento, las premisas de los empresarios de la construcción ya no son suficientes.
  • La capacidad de producción de la industria, incluso trabajando a pleno, no alcanza a resolver las demandas requeridas para dar respuestas adecuadas.
  • El fracaso de los sistemas de prefabricación importados de diversos países europeos y Norteamérica en los años del desarrollismo de las décadas de 1960 y 1970, así como la escasa penetración de los mecanismos de prefabricación liviana industrializada, han hecho retornar la mirada a los materiales tradicionales.
  • Las experiencias realizadas por el CINVA en Colombia con su bloquera de suelo-cemento ‘CINVA-RAM’ son hoy revalorizadas en muchas comunidades y grupos de trabajo americanos.
  • Las experiencias de construcción de vivienda rural y, en la periferia urbana, con bambú-guadua, están dando óptimos resultados en Ecuador, Colombia y Costa Rica, con proyectos de forestación y estudios de prototipos eficientes (por ejemplo, en Guayaquil y Manizales).
  • Las ‘arquitecturas de tierra’, que permiten obtener sistemas constructivos populares de bajísimo costo y que pueden perfeccionarse adecuadamente para áreas sísmicas (adobe, tapial, bahareque, tepes, quincha, etc.), señalan caminos para una autoconstrucción dirigida con buenos niveles de calidad. Los trabajos en la zona costera y serrana del Perú con quincha y adobe, y los barrios de vivienda realizados en Chile, Bolivia, Ecuador, Venezuela y Paraguay con varios de estos sistemas, demuestran que estas son técnicas apropiadas para encarar las demandas acuciantes.
  • La recuperación del trabajo en madera es también fundamental.
  • El ladrillo es hoy el protagonista de buena parte del diseño de la mejor arquitectura americana. Utilizado con espectacular creatividad por Eladio Dieste (Uruguay) (FIG. 11), con refinada sutileza por Rogelio Salmona (Colombia) o con contundencia expresiva por Togo Díaz (Argentina), el ladrillo configura la expresión más acabada del material que puede aportar a las respuestas pendientes con inusual calidad.
  • El ladrillo ha posibilitado, en las experiencias de Dieste, lograr una velocidad de producción similar a la de la prefabricación pesada, con una cantidad de mano de obra similar y un equipamiento sensiblemente menor. La resistencia del ladrillo puede ser superior a los mejores hormigones, con piezas que, por otra parte, tienen una notoria liviandad frente a las cargas del hormigón.
  • Es decir: podemos obtener resultados óptimos potenciando los materiales tradicionales. En Brasil, las experiencias de Filgueiras Lima ‘Lelé’ con ferrocemento de alta plasticidad han posibilitado creativas y originales manifestaciones aptas para resolver equipamiento social a bajo costo.
  • Los americanos hemos aprendido de las ‘tragedias formalistas’ de Oscar Niemeyer, Agustín Hernández y otros, cuyas obras singulares pretenden configurar parámetros de ‘objetos de arte’ únicos. Los problemas de la arquitectura americana hoy requieren respuestas más complejas y masivas que no podemos eludir.

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