22 Mar

La creación del mundo

Según Santo Tomás toda la realidad es contingente y surge a partir del único ser necesario, Dios, por un proceso de creación continua a partir de la nada, ex nihilo, puesto que antes que Dios no puede haber nada.

La realidad creada tiene una estructura jerárquica, determinada por la mayor o menor simplicidad de los seres. Sólo Dios es simple. Primero, están los ángeles, criaturas más simples y perfectas, carentes de materia, formadas de esencia y existencia. Después, el hombre, compuesto por cuerpo y alma (puede subsistir tras la corrupción del cuerpo). A continuación los seres sensitivos y los vegetativos, que no pueden subsistir sin el cuerpo. Seguidamente los seres inorgánicos y al final la materia primera, pura potencialidad, que se sitúa en el polo opuesto al puro acto de ser, es decir, a Dios.

A través del principio de plenitud, santo
Tomás justifica la gran variedad de seres. El mundo fue creado por Dios para comunicar su perfección, pero ninguna criatura puede reflejarla porque son contingentes, materiales y poseen potencialidad.

Santo Tomás defiende que el mundo fue creado en el tiempo y que ello es un artículo de fe, por lo que no puede ser comprendido ni demostrado racionalmente. Y afirma que Dios crea libremente y que puede subsistir sin el mundo, sin que ello suponga cambio alguno para Él, mientras que las criaturas no pueden existir sin Dios. Y responde, que el mal no es un ser, sino una privación de ser, el mal  y el sufrimiento no es querido por Dios, lo podría eliminar si quisiera, pero lo permite, para salvaguardar la libertad humana.

Antropología o psicología tomista

Para santo Tomás, el hombre es una sustancia compuesta de alma y cuerpo, y esta relación es sustancial como lo demuestra el hecho de que el alma no puede realizar determinadas funciones sin el cuerpo. El alma es la forma del cuerpo y subsiste a éste tras la muerte. La diferencia entre santo Tomás y Aristóteles  es que mientras que para éste el alma sin el cuerpo no tiene sentido de acuerdo con la teoría hilemórfica, para aquél, y de acuerdo con el cristianismo, el alma humana es inmortal. Aunque el alma pueda existir separada del cuerpo, tiene una inclinación natural a unirse con él, pues, de lo contrario, es una sustancia incompleta, ya que sólo es completa la sustancia formada por la unión de alma y cuerpo.

Las funciones del alma son tres: vegetativa, pertenece a la vida y se ocupa de la nutrición y la reproducción, dándose en las plantas y en los animales; sensitiva, implica la sensación y la memoria y se da en los animales y racional, es la propiamente humana, en ella se produce el pensamiento y la voluntad.

El alma es inmortal y única, y está dotada de entendimiento y de voluntad, con la facultad de desear el bien y dotada de libertad. Dios es, para santo Tomás, el bien que desea el alma.

Teoría del conocimiento

El conocimiento se produce por una adecuación entre la cosa y el hombre que conoce. Puesto que el ser humano es la unión sustancia de cuerpo y alma, los sentidos, vinculados al cuerpo, son la potencia receptiva del alma para todas las formas sensibles. El alma, como forma, es la potencia receptiva de todas las formas inteligibles. El conocimiento intelectual comienza en el conocimiento sensible y el entendimiento abstrae los conceptos a partir de los datos proporcionados por el dicho conocimiento.

Lo que perciben los sentidos, la especie sensible, deja en el sentido interno imágenes que son representaciones de las cosas que mantienen  los rasgos individuales y concretos. Sobre ellas actúa la capacidad abstractiva del entendimiento agente y, eliminando todos los elementos individuales, obtiene la  especie impresa.
A partir de aquí el entendimiento paciente sale de su pasividad y conoce en acto, lo que permite la formación de la especie expresa o concepto.
Conocer, por tanto, es abstraer la forma a partir de la materia individual, sacar lo universal de lo particular, la especie inteligible de las imágenes singulares.

Por el entendimiento requiere una doble capacidad. Por un lado, la capacidad de universalizar  o capacidad abstractiva, que llama entendimiento agente;
y por otro, una capacidad de conocer universalmente o por conceptos, que corresponde al entendimiento paciente.

La teoría de la abstracción garantiza la verdad del conocimiento intelectual. El entendimiento humano a diferencia del entendimiento divino, no puede aprehender en un solo acto una cosa, sino que requiere actos sucesivos en los que formula juicios sucesivos sobre las propiedades de la cosa que dan lugar a razonamientos, en los cabe la posibilidad de error.

Ética

La ética de Santo Tomás está inspirada en la Ética a Nicómaco de Aristóteles. Se trata también de una ética eudemonista y teleológica, pues determina la ordenación de todas las criaturas hacia Dios. El fin de las criaturas, el hombre, es conseguir la felicidad absoluta que consiste en la visión de Dios en el más allá. Es una felicidad sobrenatural que llama beatitud, y para alcanzarla es necesaria la ayuda divina, la gracia.

Son buenas las acciones que llevan a la beatitud, y son malas las que nos alejan del fin ético. El hombre aspira al conocimiento de la verdad y desea el sumo bien. La verdad absoluta y el sumo bien son Dios, por lo cual la felicidad no es alcanzable en esta vida.

Santo Tomás  define las virtudes como hábitos y cualidades de la mente por los que el hombre vive rectamente. Distingue entre virtudes intelectuales y morales. La moral la presenta como un intelectualismo, pues da prioridad al intelecto sobre la voluntad, ya que primero conocemos y luego deseamos.

Dios gobierna al mundo mediante la ley eterna, participando las criaturas mediante la ley natural.
La ley natural es su forma de actuar habitualmente, que se encuentra de forma universal, invariable e indeleble en la razón. Por eso su primer precepto es: ha de hacerse el bien y evitarse el mal. Las leyes positivas son la aplicación de la ley natural a la sociedad humana, por lo que tienen que ser compatibles con la naturaleza racional del hombre.

Política

Santo Tomás, siguiendo a Aristóteles, concibe al hombre como un ser social por naturaleza, por lo que es incapaz de vivir y desarrollarse aisladamente. Pero la vida en sociedad exige que atiendan al bien común. El Estado puede conseguir que determinados hombres hagan por costumbre lo que antes hacían presionados por él.

El fin del Estado es conducir a los ciudadanos a una vida feliz y virtuosa y  debe garantizar una serie de condiciones:

Conservar la paz interna y externa, Santo Tomás justifica en casos extremos el uso de la fuerza.

Cubrir las necesidades materiales de los ciudadanos.

Promover las buenas acciones de los súbditos y ayudarles a alcanzar el fin último favoreciendo la vida religiosa.

Santo Tomás considera que la organización para gobernar es la monarquía constitucional, se basa en el bien del pueblo. Para evitar abusos, lo más adecuado mezclar aristocracia y democracia. La tiranía es la forma de gobierno más deplorable, aunque no justifica la abolición del sistema mediante la violencia y el asesinato.

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