08 Feb

3.1. El reinado de Fermando VIl estuvo marcado por la disputa entre absoltutismo y liberalismo, cuyos sistemas políticos, sociales y económicos eran incompatibles. Distinguimos tres etapas en su reinado:
El Sexenio Absolutista (1814-1820)
En Diciembre de 1813, tras la expulsión de las tropas francesas, Napoleón devolvíó el trono a Fernando VI (Tratado de Valençay). Una comisión de las Cortes organizó el itinerario de Fernando VII a Madrid, donde debía jurar la Constitución. En Enero de 1814 se produjo el regreso de Fernando VII a España, y pronto comprobó que el absolutismo podía ser reinstaurado sin apenas oposición, lo que le llevó a dar largas a la jura de la Constitución y alterar
la ruta establecida para recabar apoyos. En Abril de 1814 un amplio sector del Ejército y diputados de la aristocracia y el alto clero dieron su apoyo a la
restauración del absolutismo (Manifiesto de los Persas ). En Mayo, garantizado el apoyo de los absolutistas, Fernando VII promulgó el Decreto de
Valencia , que clausuraba las Cortes de Cádiz y abolía todas sus leyes incluyendo la Constitución de 1812. Fernando VIl restablecía así el Antiguo
Régimen y dio comienzo a la persecución de los liberales. Los que no se exiliaron en Francia o Gran Bretaña fueron apresados o ajusticiados (restablecí-
miento de la Inquisición) o pasaron a la clandestinidad organizando sociedades secretas conspirativas. Apoyado más en una camarilla personal que en sus ministros, Fernando VII fue incapaz de hacer frente a los graves problemas interiores (crisis hacendística) y exteriores (Congreso de Viena, emancipación de las colonias) del momento. La debilidad de los liberales por la represión absolutista y la falta de apoyo social les llevó a buscar la ayuda del Ejército para cambiar el régimen absolutista mediante pronunciamientos militares. Se iniciaba así el intervencionismo del Ejército en la política nacional, frecuente a lo largo
del Siglo XIX. Tras el fracaso de varios pronunciamientos previos (Espoz y Mina, Porlier, Lacy) triunfó el liderado por el coronel Rafael de Riego en 1820 en Cabezas de San Juan (donde la tropa iba a embarcar hacia América
para reprimir las revueltas independentistas ) comenzando el Trienio Liberal.
El Trienio Liberal (1820-1823)
El avance de Riego hacia Madrid empujó a Fernando VIl a jurar la Constitución de 1812 ], reinstaurándose el liberalismo. Se formaron nuevas Cortes, enfrentadas a graves dificultades:
– División de los liberales en moderados o doceañistas (Martínez de la Rosa), que buscaban un cambio progresivo, y exaltados o veinteañistas (Riego, San Miguel), que defendían la aceleración de las reformas.
-Deslealtad del rey, que usó continuamente su derecho de veto para entorpecer la labor de las Cortes.
-Oposición realista: sublevación de la Guardia Real (sofocada por la milicia Nacional) y proclamación de la Regencia de Urgell (sostenida por guen
se consideraba único Gobierno legitimo por la «cautividad》del rey entre los liberales).
Durante su gobierno (1820-1822) los moderados abolieron el régimen señorial, los mayorazgos y la Inquisición. En 1822, los absolutistas españoles, de
la intervención militar de la Santa Alianza,
que acordó enviar un ejército francés, los Cien mil hijos de San Luis, en su ayuda
(Tratado de Verona, 1823). Su fäcil triunfo permitíó la restauración del absolutismo (1823).
La Década Ominosa (1823-1833).
Mediante decreto Fernando VIl declaró nulas las medidas adoptadas durante el Trienio Liberal. Restablecíó todas las instituciones del Antiguo Régimen, salvo la Inquisición, y creó el Cuerpo de los Voluntarios Realistas en defensa del sistema. A nueva persecución de los liberales hizo que tuvieran que elegir entre la cárcel, el exilio (Goya) o la muerte (Riego, Torrijos). Sin embargo, estas medidas (el fin de la Inquisición, el nombramiento de varios cargos moderados y ciertas reformas económicas y administrativas que
buscaban la modernización del país para evitar la quiebra de la Hacienda) agrupó a los absolutistas más radicales (los apostólicos) en torno a Carlos M° Isidro., hermano mayor del rey a quien esperaba suceder ante su precaria salud y la falta
de heredero. En 1827 un sector de estos ultrarrealistas se sublevó en Cataluña
(Revuelta de los agraviados o malcontents), siendo duramente reprimidos. Con el embarazo de la reina M° Cristina en 1830 se plantea el problema
sucesorio. En previsión de que el bebé fuese niña, Fernando VIl derogó la Ley Sálica» promulgando la Pragmática Sanción. Carlos Ma Isidro, hasta
entonces heredero, consideró ilegítima la medida, y ni él ni sus partidarios ultrarrealistas (ahora conocidos como carlistas) reconocieron a Isabel como heredera. En 1832 Fernando VIl nombró primer ministro al moderado Cea Bermúdez, cuya política reformista buscaba el apoyo de los liberales hacia los derechos de Isabel.

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