05 May
Popol Vuh: Cosmovisión y Resistencia Cultural
El Popol Vuh es una de las obras más emblemáticas de la literatura indígena precolombina, aunque fue transcrita y traducida por el fraile Francisco Ximénez en el contexto colonial en el siglo XVIII. A pesar de ser escrito en esa época, el Popol Vuh refleja una tradición oral ancestral que relata las creencias, mitos y cosmovisión del pueblo k’iche’ de Guatemala. Este texto no solo nos ofrece una visión detallada de la creación del mundo según la mitología maya, sino que también fusiona elementos de la religiosidad indígena con las influencias del catolicismo, dando lugar a un sincretismo religioso que refleja las complejas estrategias de resistencia cultural durante la colonización. A lo largo de sus diversas creaciones, el Popol Vuh presenta una serie de dioses creadores, como Tepeu y Gucumatz, que interactúan con el mundo y sus habitantes de manera imperfecta y colectiva. Esta dualidad en los dioses y la necesidad de la creación humana para que ellos sigan existiendo pone en evidencia una visión profundamente diferente de la relación entre divinidad y humanidad en comparación con la Biblia cristiana. Además, el mito de la creación del hombre a partir de diferentes materiales, como el barro, la madera y finalmente el maíz, subraya la importancia del maíz como sustancia sagrada y la relación esencial entre los seres humanos y su entorno natural.
Este texto se centrará en cómo el Popol Vuh plantea una narrativa colectiva de la creación, donde la imperfección de los primeros intentos de seres humanos se combina con un proceso de mejora continua. La obra no solo es un testimonio de las creencias mayas, sino también un producto de la resistencia cultural frente al intento de erradicar esas creencias durante la colonización. A través de este recorrido, exploraremos los temas de la dualidad, el sincretismo religioso y la relación entre los dioses y los hombres, los cuales son fundamentales para entender la cosmovisión maya en el contexto histórico de la época.
Memoria y Proceso de Creación: Popol Vuh y Comentarios Reales
A partir del aspecto de la memoria, comentaremos el proceso de creación y de escritura del Popol Vuh y de los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega.
Tanto el Popol Vuh como los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega comparten una fuerte conexión con la memoria colectiva y la tradición oral. En el caso del Popol Vuh, el texto se escribió entre 1554 y 1558, pero su contenido es anterior a la llegada de los españoles, transmitido oralmente por generaciones de los mayas k’iche’. Se considera una obra de resistencia cultural, pues fue escrita en lengua k’iche’ con sintaxis europea, probablemente por un grupo indígena que intentaba preservar su historia y cosmovisión tras la destrucción de códices durante la conquista. Más tarde, el fraile Francisco Ximénez realizó su transcripción y traducción en el siglo XVIII, lo que permitió su conservación y difusión.
Comentarios Reales y la Memoria Incaica
Por otro lado, los Comentarios Reales (1609) de Garcilaso de la Vega, mestizo descendiente de la nobleza incaica y española, presentan una versión idealizada del pasado incaico. A diferencia del Popol Vuh, que tiene una estructura mítica y religiosa, los Comentarios Reales combinan historia y autobiografía. Garcilaso escribe en español y desde una perspectiva mestiza, utilizando tanto fuentes orales indígenas como crónicas europeas. Su obra busca reivindicar el esplendor de la civilización inca, pero también legitimar su propia identidad y la de otros mestizos dentro del mundo colonial.
Ambos textos reflejan la memoria de sus respectivos pueblos, pero mientras el Popol Vuh resguarda la cosmovisión maya en un contexto de resistencia cultural, los Comentarios Reales intentan construir un relato que vincula el mundo incaico con la herencia europea.
Representación de la Mujer en el Popol Vuh
En el Popol Vuh, la mujer aparece en distintos roles, aunque su representación es menos prominente que la de los dioses y héroes masculinos. Sin embargo, tiene un papel fundamental en la cosmovisión maya. En el Popol Vuh, los varones fueron creados para venerar y alimentar a los dioses, misión que cumplían por múltiples caminos, y la mujer, para acompañar a los hombres y procrear a los hijos. Hay diversas apariciones de diferentes mujeres, entre las que podemos encontrar:
- Ixquic (Xquic): Es una de las figuras femeninas más destacadas. Es la madre de los gemelos divinos Hunahpú e Ixbalanqué. Su historia refleja la dualidad entre la vida y la muerte, ya que concibe a sus hijos después de una interacción mística con la calavera de Hun Hunahpú en Xibalbá. Su figura es importante porque desafía a la autoridad de su padre y sobrevive gracias a su astucia, lo que demuestra que la mujer en el Popol Vuh no solo es madre, sino también un ser con inteligencia y determinación.
- Ixbalanqué: Aunque es uno de los gemelos divinos, su nombre tiene un componente femenino. Junto con su hermano Hunahpú, representa el equilibrio entre los opuestos.
- Las mujeres en la creación: En la historia de la creación de los primeros hombres de maíz, se menciona la existencia de sus esposas, quienes juegan un papel en la continuidad de la humanidad, aunque sin una caracterización detallada.
En general, la mujer en el Popol Vuh es representada en su función reproductiva y como transmisora de linaje, pero también como un ser que desafía normas y que contribuye a la cosmovisión sagrada del pueblo maya.
La Primera Carta de Cristóbal Colón: Relato del Descubrimiento
La Primera Carta de Cristóbal Colón es un documento clave dentro del corpus de las crónicas de Indias y del género epistolar de la época. Aunque dirigida formalmente a Luis de Santángel, intermediario financiero de la expedición, su verdadero destinatario eran los Reyes Católicos, a quienes Colón buscaba impresionar con sus descubrimientos y asegurar el apoyo para futuras expediciones. Este texto no solo describe las tierras y habitantes del Nuevo Mundo desde la perspectiva del explorador, sino que también cumple una función argumentativa: exaltar la gesta de Colón como un éxito y legitimar su empresa.
Las crónicas de Indias, género en el que se enmarca este documento, tienen una naturaleza heterogénea y difícil de separar de la historia. En ellas, la mirada del cronista es esencial, ya que pretende registrar eventos con la apariencia de veracidad, aunque la interpretación y los modelos mentales del autor influyen en la construcción del relato. En el caso de la carta de Colón, este recurre a referencias bíblicas y asiáticas para describir los territorios que encuentra, pues intenta encajarlos en los modelos previos que tenía en mente.
Más allá de la descripción geográfica y la exaltación de la fertilidad de la tierra y sus riquezas, la carta ofrece una visión de los habitantes originarios que oscila entre la fascinación y la deshumanización. Se los presenta como seres dóciles y temerosos, susceptibles de ser evangelizados, lo que encaja dentro de la justificación religiosa de la conquista. Además, Colón se construye a sí mismo como un héroe, protector y guía de estos pueblos, reforzando el discurso de su papel como enviado de la Corona y de la fe cristiana.
Este recorrido por la carta permitirá profundizar en la forma en que Colón configura su relato del descubrimiento, cómo estructura su discurso para persuadir a los Reyes Católicos y cómo su mirada condiciona la representación de la realidad del Nuevo Mundo.
Inca Garcilaso de la Vega: Mestizaje y Memoria Histórica
El fragmento titulado El Inca Garcilaso de la Vega y el doloroso viaje de la memoria nos invita a reflexionar sobre el mestizaje, la identidad y la memoria histórica en la obra de uno de los escritores más destacados del Perú colonial. Garcilaso de la Vega, nacido en Cuzco en 1539, es una figura que representa la compleja dualidad entre las culturas indígena y española. Hijo de una noble inca por parte materna y de un capitán español por parte paterna, Garcilaso encarna la tensión entre su herencia indígena y su formación europea. Su obra, particularmente Comentarios Reales, destaca por su esfuerzo por recuperar y preservar la memoria del Imperio Inca, una civilización que ya había sido devastada por la colonización. En este sentido, el mestizaje se convierte no solo en una característica de su identidad personal, sino también en un pilar de su pensamiento literario y político. A través de su escritura, Garcilaso busca reivindicar el legado de su madre, noble inca, y defender el honor de su padre, mientras plantea una visión del Perú postcolonial en la que la integración entre las culturas indígena y española podría ser posible. Este «doloroso viaje» de la memoria no solo está marcado por la nostalgia y la pérdida de un imperio ancestral, sino también por la tragedia personal de Garcilaso, quien se vio enfrentado al rechazo de la Corona española a su reivindicación de honor. A lo largo de sus escritos, Garcilaso no solo idealiza el pasado incaico, sino que también se muestra como un hombre atrapado entre dos mundos, buscando una reconciliación entre su herencia indígena y la imposición cultural europea. A través de este recorrido, se exploran los temas de la memoria colectiva, la construcción identitaria y la lucha por la dignidad en un contexto colonial que sigue siendo relevante en la literatura hispanoamericana contemporánea.
La Obra Mestiza del Inca Garcilaso
La afirmación de que la obra del Inca Garcilaso de la Vega es una obra mestiza refleja un aspecto fundamental de su escritura: la fusión de dos mundos aparentemente opuestos, el mundo indígena y el europeo, que caracterizan su vida y su obra. Garcilaso de la Vega, nacido en el contexto del Imperio Inca, hijo de un noble inca y una madre española, experimentó en su propio ser esta mezcla de culturas, que se traduce en su obra literaria. Los Comentarios Reales de los Incas son llamados así ya que está reivindicando la nobleza de su madre que era inca, era una princesa inca, hay un linaje real. En los retratos que son más conocidos de este autor hay elementos que nos muestran ese linaje; como el escudo de su casa familiar española, el uso de un collar con un sol (el símbolo de los reyes incas), dos referencias a sus linajes. Es muy importante su identidad mestiza. Esto no solo aparece en su identidad como autor, sino también en el escrito.
Por un lado, Garcilaso ensalza el poder del Imperio Inca, defendiendo el legado y la grandeza de sus ancestros. Al mismo tiempo, reconoce y respeta el cristianismo, la religión que los conquistadores trajeron al continente. Esta dualidad refleja su identidad mestiza: por un lado, se muestra orgulloso de su linaje incaico, de la conexión con el sol y la grandeza de su pueblo; por otro, adopta los valores y la lengua castellana, que le permiten acceder a las élites intelectuales de la época.
El hecho de que su obra no ataque completamente a los españoles, sino que incluso muestre ciertos aspectos positivos de ellos, muestra una complejidad en su visión. Garcilaso, aunque defiende la permanencia de la cultura incaica, también reconoce la fuerza del cristianismo y el poder de la lengua española, lo que hace que su obra sea una especie de puente entre dos mundos que se mezclan y se influyen mutuamente. Esta fusión no solo se refleja en los temas, sino también en las formas literarias que utiliza. Si bien Garcilaso adopta el estilo renacentista y las formas poéticas italianas, como el soneto, también incorpora elementos del mundo indígena y de su visión del mundo, como la figura del dios Sol, que se convierte en una especie de continuación del dios cristiano. De este modo, su obra se convierte en un reflejo de su identidad mestiza, donde no hay un rechazo total de ninguna de las dos culturas, sino una síntesis que busca armonizar ambas. Además, la vida de Garcilaso, marcada por su educación en España tras la muerte de su padre y su distanciamiento de su tierra natal, también refleja esa tensión entre dos mundos. Aunque nunca regresó a Perú, se mantuvo como una figura que, a través de su obra, reivindicaba tanto su herencia indígena como su integración en la cultura española. Su no retorno a su país natal, a pesar de sus intentos de lograr el reconocimiento de sus derechos, muestra el profundo conflicto que vivió entre esas dos identidades.
En resumen, la obra del Inca Garcilaso de la Vega es mestiza porque encarna la convivencia y la interacción de dos culturas que definieron su vida: la cultura incaica, representada en la figura de su padre y la tradición indígena, y la cultura española, representada por su educación y su adopción del idioma y las formas literarias europeas. Esta dualidad se convierte en la base de su obra, que no se limita a una simple defensa de una de las dos culturas, sino que busca un punto de reconciliación entre ellas.
La Araucana: Épica de la Resistencia Mapuche
La Araucana, escrita por Alonso de Ercilla y Zúñiga en el siglo XVI, es una obra épica que narra la conquista de Chile y la feroz resistencia del pueblo mapuche frente a los colonizadores españoles. Inspirado en modelos clásicos como La Ilíada o El Cantar de Mio Cid, Ercilla combina elementos históricos y míticos para relatar las hazañas de ambos bandos, resaltando no solo la valentía de los conquistadores, sino también la de los indígenas, a quienes retrata con respeto y admiración.
El poema, compuesto en tres partes y publicado entre 1569 y 1589, es testimonio de la experiencia personal del autor, quien participó activamente en la campaña militar contra los mapuches. Su relato se enmarca en la tradición de la épica culta europea, pero adquiere una identidad propia al centrarse en un conflicto americano y en la resistencia de un pueblo que ya había rechazado la dominación incaica antes de enfrentarse a los españoles.
A través de un lenguaje elevado y una estructura grandilocuente, La Araucana no solo exalta la conquista, sino que también construye una imagen heroica del pueblo mapuche. Su resistencia, su fuerza y su determinación convierten la obra en un testimonio único dentro de la literatura colonial, donde la lucha de los llamados «araucanos» se inscribe como parte fundamental de la identidad chilena.
Bernal Díaz del Castillo: Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España
La Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, escrita por Bernal Díaz del Castillo, es una crónica fundamental para comprender el proceso de conquista de México desde la perspectiva de un soldado testigo de los hechos. A diferencia de otros relatos de la época, como el de Francisco López de Gómara, esta obra busca reivindicar la experiencia de los conquistadores que estuvieron en el terreno, resaltando su papel en la expedición de Hernán Cortés. Con un estilo coloquial y cercano, Díaz del Castillo se dirige a un público amplio, enfatizando la veracidad de su testimonio y desmintiendo las versiones eruditas que, según él, distorsionan la realidad de los acontecimientos. A lo largo del relato, el autor construye una narrativa en la que personajes como Hernán Cortés, Doña Marina (la Malinche) y Moctezuma adquieren una gran relevancia, al mismo tiempo que se retratan los sacrificios, enfrentamientos y traiciones que marcaron la conquista. Su insistencia en la verdad no solo responde a una necesidad histórica, sino también a un deseo personal de dejar constancia de su propia participación y la de sus compañeros en esta empresa. El fragmento que analizaremos se inscribe dentro de esta visión testimonial, permitiéndonos examinar cómo Díaz del Castillo construye su relato, los recursos que emplea para reforzar su credibilidad y las tensiones entre historia y ficción en su discurso.
La Malinche en la Historia Verdadera
En Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, la presencia femenina es limitada, y la única mujer que adquiere verdadera relevancia es Doña Marina, conocida como La Malinche. Su figura es presentada por Bernal Díaz del Castillo desde una perspectiva funcional y pragmática, destacando su papel como intérprete y mediadora entre los españoles y los pueblos indígenas. La imagen de la mujer en Bernal Díaz del Castillo. La mujer en esta crónica no es un sujeto activo dentro del relato de la conquista, sino que aparece en función de los hombres que protagonizan la historia. En el caso de La Malinche, su importancia radica en su capacidad lingüística y en su lealtad a Hernán Cortés, lo que la convierte en una figura clave para la comunicación y las estrategias políticas de los conquistadores. Bernal Díaz la retrata como una mujer inteligente y hábil, pero siempre en relación con su utilidad para los españoles. La primera aparición de Doña Marina en el relato ocurre en un contexto de intercambio: es entregada a los españoles junto con otras mujeres como parte de una negociación de paz. Este acto inicial ya la sitúa dentro de una lógica de dominación en la que las mujeres son consideradas parte del botín de guerra. Sin embargo, a diferencia de las demás, Marina destaca por su capacidad de hablar náhuatl y maya-yucateco, lo que la convierte en una figura indispensable en la conquista.
La Construcción de La Malinche por Bernal Díaz
Bernal Díaz del Castillo ensalza el papel de La Malinche como intérprete y mediadora, enfatizando su valor en términos prácticos para la empresa conquistadora. La describe como una mujer de origen noble, vendida como esclava tras la muerte de su padre y entregada a Cortés en un acto de sumisión por parte de los indígenas. A través de su conocimiento de las lenguas, logra una posición privilegiada dentro del grupo conquistador y se convierte en una pieza clave para la expansión española.
A pesar de su rol fundamental, su figura está marcada por una dualidad: si bien es vista como una aliada de los españoles, su papel ha sido reinterpretado a lo largo de la historia con una carga negativa, considerándola traidora de su pueblo. Bernal Díaz no la presenta en estos términos, sino que la reivindica como una mujer excepcional que facilitó la comunicación y el sometimiento de los indígenas. En su narración, Cortés valida su propia autoridad a través de ella, lo que demuestra su importancia en la estrategia de conquista.
Sin embargo, su historia también ilustra la violencia de género en el proceso colonial. Como muchas mujeres indígenas, Marina fue utilizada como objeto de intercambio y sometida a relaciones desiguales de poder. Aunque logró cierto reconocimiento por su inteligencia, no dejó de estar bajo la dominación de los conquistadores.
Concluyendo, la imagen de la mujer en Historia verdadera está representada únicamente por La Malinche, quien aparece en un rol instrumental al servicio de los españoles. Su presencia refuerza la idea de la conquista como un proceso en el que los hombres llevan la acción y las mujeres, cuando destacan, lo hacen en función de su utilidad para los vencedores. La narración de Bernal Díaz del Castillo, aunque la reconoce como una figura clave, no le otorga agencia más allá de su papel de traductora e intermediaria, consolidando una visión en la que la mujer es secundaria dentro del relato histórico.
Fray Bartolomé de las Casas: Crónicas de Indias y Defensa Indígena
La conquista de América por parte de los españoles requiere un recorrido que tenga en cuenta no solo los aspectos militares y legales, sino también los espirituales y religiosos. La justificación principal de la empresa fue el derecho de conquista, principalmente en nombre de la evangelización y la expansión del imperio español. Este proceso se sustentaba en la idea de que, al evangelizar a los pueblos indígenas, se les proporcionaba el acceso a la salvación, mientras que se expandía el dominio de la fe católica y de los valores occidentales. Este derecho de conquista no solo se respaldaba en la fe religiosa, sino en el deseo de replicar en América el modelo imperial español.
Uno de los personajes clave en la denuncia de las atrocidades cometidas durante la conquista fue Bartolomé de las Casas, quien, más que un simple cronista, fue un ferviente defensor de los derechos de los pueblos indígenas. A través de su obra, especialmente la Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552), Las Casas expuso la violencia sistemática ejercida por los conquistadores, buscando alertar a la Corona sobre las graves consecuencias de la conquista. En este sentido, Las Casas no solo se erige como un defensor de los derechos de los indígenas, sino que también se convierte en un precursor de la lucha por los derechos humanos, enfrentándose a la visión dominante que justificaba la explotación y los abusos bajo el pretexto de la evangelización.
El panorama de la crónica en el siglo XVI comienza con los primeros testimonios de los cronistas que llegaron al continente poco después de 1492, como Colón, Nicolás de Ovando, y Cabeza de Vaca. Estos primeros relatos son descriptivos y superficiales, centrados principalmente en los aspectos de la conquista y la descripción de lo encontrado, sin reflexionar profundamente sobre sus implicaciones. Sin embargo, a medida que avanza el siglo, surgen crónicas más reflexivas, con un enfoque más filosófico y ético sobre la conquista y el nuevo mundo. Esta reflexión se expresa a través de dos grandes perspectivas: la peninsular, que está vinculada a la crónica de los conquistadores, y la americana, que comienza a integrar las voces de los pueblos indígenas y mestizos. En este contexto, la lengua y la escritura se convierten en herramientas fundamentales para los pueblos subyugados, que buscan dejar testimonio de sus experiencias y resistir simbólicamente a la opresión. Este proceso de transcripción y apropiación de la lengua escrita de los conquistadores, conocida como «la voz de los vencidos», juega un papel esencial en la preservación de la memoria de los pueblos indígenas, quienes adoptan una forma híbrida de expresión para registrar su historia.
El Legado de Bartolomé de las Casas
Bartolomé de las Casas, aunque parte de la misma empresa imperial, se distancia de los demás cronistas al rechazar la explotación y condenar las injusticias cometidas. Su profundo proceso de conversión, tras ser encomendero en Cuba, lo llevó a renunciar a sus privilegios y a dedicarse a la defensa de los indígenas. Su lucha fue incansable y se extendió por varias décadas, durante las cuales no solo luchó contra las injusticias de la conquista, sino que también promovió la idea de que los pueblos indígenas debían ser tratados con dignidad y respeto, y que la evangelización debía ser realizada de manera pacífica, sin violencia ni coerción.
El impacto de la obra de Las Casas y otros humanistas como Francisco de Vitoria es significativo, ya que establecieron las bases de un derecho internacional temprano que abogaba por los derechos de los pueblos indígenas. Aunque Las Casas propuso una reforma de la conquista más que una condena total de la empresa, su labor contribuyó a la promulgación de las Leyes Nuevas de 1542, que intentaban mitigar los abusos cometidos por los encomenderos. Sin embargo, estas leyes no lograron implementarse completamente, debido a la oposición de los colonos que defendían sus privilegios y la esclavitud.
En cuanto a la cuestión de la subalternidad que plantea Gayatri Spivak, podemos decir que los pueblos indígenas, y en menor medida los mestizos, se encontraban en una posición subalterna dentro del sistema colonial. Según Spivak, el subalterno no tiene voz propia dentro de las estructuras de poder dominantes. Aunque Bartolomé de las Casas intenta ser la voz de los subalternos, su propia perspectiva está mediada por su posición como miembro de la élite eclesiástica española. A pesar de sus esfuerzos por defender a los indígenas, el verdadero subalterno no puede hablar directamente, ya que su voz está silenciada por el discurso dominante. Esto plantea una pregunta crítica: ¿pueden los subalternos realmente hablar? En este contexto, la figura de La Malinche, como intérprete y mediadora, es fundamental, ya que, aunque actuaba en muchos casos como intermediaria, su posición también refleja las complejidades de ser parte de un sistema que oprime y explota a los pueblos indígenas. Las Casas, a lo largo de su vida, luchó por visibilizar las injusticias cometidas y por proponer una reforma profunda que humanizara el proceso de evangelización y colonización. Aunque sus propuestas no lograron frenar totalmente la explotación, su legado sigue siendo un referente clave en la historia de los derechos humanos. En este sentido, la crónica de Las Casas, junto con los testimonios de los pueblos indígenas y mestizos, constituye un testimonio invaluable de la historia de la conquista desde la perspectiva de los vencidos, un acto de resistencia en la memoria de los pueblos colonizados.
Las Casas y la Leyenda Negra
Por último, la obra de Las Casas, como Brevísima relación de la destrucción de las Indias y Memorial de agravios, es fundamental para comprender la construcción de la Leyenda Negra y la crítica a las prácticas coloniales de España. Su denuncia de las atrocidades cometidas por los conquistadores y su defensa de los derechos de los pueblos indígenas no solo lo sitúan como un precursor de la lucha por los derechos humanos, sino también como una figura clave en la creación de una narrativa alternativa sobre la conquista de América.
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