19 Jun

1.1. La propiedad de la tierra Durante el Antiguo Régimen, la agricultura era la fuente más impor-tante de riqueza. Sólo una pequeña parte de las tierras podían ser con-sideradas de propiedad privada, es decir, se podía disponer libremente de ellas y ponerlas a la venta si se creía oportuno. Las demás estaban  vinculadas a un título nobiliario, a la Iglesia, a un municipio o a la Co-rona. La propie.a. vine a a permitía a su titular sacar provecho eco-nómico y ejercer jurisdicción sobre ella, pero no podía venderse. El conjunto de tierras en manos de un señor (noble o eclesiástico) recibía el nombre de señorío territorial. Constaba de la reserva señorial, formada por las tierras más productivas. El resto del territorio de un señorío estaba dividido en parcelas llamadas mansos, cuya dimensión debía ser suficiente para alimentar a una familia.El señor cedía los mansos, a hombres libres que trabajaban la tierra en usufructo a cambio de pagar un censo; o a siervos que debían asegurarle prestaciones.

1.2. Los derechos señoriales Los derechos serioriales eran el conjunto de prestaciones y rentas gue recibían los  señores en virtud de su dominio sobre la tierra. Estos derechos provenían, en primer lugar, de la explotación económi-ca  de  sus propiedadesTos campesinos debían realizar una serie de trabajos (prestaciones personales) en la reserva señorial  y también entregar un tanto por ciento de la cosecha de las tierras que trabajaban. Además, el señor exigía unas tasas  por la utilización de los monopolios señoriales (molino, herrería, etc.) y la explotación de los bosques y de los ríos de su señorío. El señor gozaba también de jurisdicción, es decir, podía ejercer atribuciones de carácter público sobre un territorio mucho más amplio (señorío jurisdiccional) que incluía no sólo sus propias tierras, sino también las tierras ajenas, de propietarios alodiales. Deste modo,  el señor ejercía las regalías, que le otorgaban funciones militares, de justicia, fiscales y de gobierno: podía hacer la guerra y firmar la paz, acuñar moneda, dictar órderieb y reglamentos y juzgar a las personas de sus dominios así como a los transeúntes. El señor también sacaba provecho económico del señorío jurisdiccional a través de los derechos de paso ,peajes de puentes(pontazgo) y caminos, de los derechos de circulación de mercancías, de los permisos de mercado y de las multas aplicadas a las personas en función de su poder judicial.  A este abanico de tributos feudales hay que añadir el diezmo , que consistía en la obligación  que tenían los campesinos de entregar la décima parte de las cosechas a la Iglesia  para asegurar el mantenimiento del clero y del culto, y una serie de tributos estatales (talla, capitación, gabela…) de los que también estaban exentos los grupos  privilegiados (nobleza y clero).

1.3. La agricultura se mantenía como una actividad tradicional, muy atrasada desde el punto de vista técnico y con una productividad muy baja. Era una agricultura de subsistencia, dedicada al policultivo básicamente cerealístico). No había especialización  y el comercio era escaso (autoconsumo). De todas formas, la existencia dé algunos excedentes permitía su venta en los mercados locales y en Id ferias periódicas. También se cultivaban  algunos productos más especializados como la viña y el lino, orientados esencialmente hacia el mercado. Para el aprovechamiento de la tierra coexistían dos tipos de explotaciones. Por un lado, de cultivo en campos abiertos„hamados openfields, en los que se producían esencialmente  cereales y se practicaba el barbecho. Por otro, existían tierras comunales, dedicadas a bosques o pastos, de las cuales se beneficiaba toda la comunidad campesina.  La producción  ganadera era también insuficiente, ya que la agricultura no producía los alimentos necesarios para aumentar la cabaña. La alimentación de los animales dependía básicamente de los rastrójos, de las hierbas que crecían en los campos en barbecho y de los escasos pastos comunales. En consecuencia, la producción de carne y leche resultaba muy reducida y la dieta de la población se basaba sobre todo en el consumo de cereales.  Las cosechas marcaban el ritmo de  la economía,  que se veía periódicamente azotada por  las llamadas crisis de subsistencia. Algunos años seguidos de malas cosechas provocaban escasez de alimen-tos y los productos básicos se encarecían. Estas crisis periódicas  generaban hambre,desnutrición y  a menudo desembocaban en protestas como las denominadas revueltas del pan.



1.4. La incapacidad de la agricultura para aumentar de manera significativa su producción comportaba el estancamiento de la población. Así, la demografía del Antiguo Régimen se corresponde con el llamado ciclo demográfico antiguo, que se mantuvo hasta los inicios de la industrialización y se caracterizaba por un escaso o casi nulo crecimiento demográfico. La subalimentación, la falta de higiene y los escasos recursos médicos provocaban una elevada mortalidad (entre un 30%0 y un 40%o), que era especialmente grave en el caso de los recién nacidos. En consecuencia, la esperanza de vida era baja y la media de edad de los adultos oscilaba alrededor de los 45 arios. La natalidad era muy alta (entre el 35%0 y el 40%o) y la tasa de fecundidad, también: se calcula que cada mujer tenía una media de cinco hijos. Cuando unos años de prosperidad económica comportaban un aumento demográfico, la producción de alimentos era incapaz de crecer al mismo ritmo. De este modo, la crisis de subsistencia a menudo era el origen de una crisis demográfica. Las enfermedades y epidemias se ensañaban con una población subaLimentada, provocando una mortalidad catastrófica y diezmando sus efectivos. Estas crisis periódicas eran las responsables del estancamiento demográfico a largo plazo.

1.5.Una buena parte de todo lo necesario para el consumo cotidiano se solía pro-ducir en el ámbito familiar. La familia campesina era la unidad de producción básica, y se encargaba tanto de trabajar la tierra como de elaborar los produc-tos de consumo doméstico. De todas formas, en las ciudades de la época existía una producción artesana, de origen medieval, controlada por los gremios, agrupaciones de artesanos de la misma profesión, que controlaban el volumen de producción, las técnicas empleadas y los precios de venta. El aumento progresivo de la demanda de productos a partir de los siglos XVI y XVII estimuló a los comerciantes y a algunos artesanos a buscar nuevos sistemas productivos para escapar del control gremial, que dificultaba el aumento de la producción y no permitía un margen amplio de beneficios. Con este objetivo, se empezó a extender el trabajo doméstico, el cual consistía en que un artesano-comerciante distribuía la materia prima y facilitaba los instrumentos de trabajo a una familia campesina para que elaborase los productos en su propio domicilio. Después, el comerciante, que normalmente pagaba por pieza elaborada, se encargaba de comercializar el producto en los mercados urbanos o coloniales.  Durante el siglo XVIII se difundió otro modelo de producción industrial: las denominadas manufacturas. Se trataba de establecimientos subvencionados, impulsados por el Estado (en Europa continental), o de iniciativa privada (en Inglaterra), donde se elaboraban determinados artículos de lujo. Aunque el proceso de producción era completamente manual, su novedad consistía en con-centrar a un número muy elevado de trabajadores a sueldo y bajo un mismo techo. En este sentido, las manufacturas constituyen un precedente de las fábricas modernas.



1.6. La insuficiencia de los transportes En el Antiguo Régimen, la red de comunicaciones era escasa y los medios de transporte, muy rudimentarios. Los caminos y carreteras constituían el sistema de comunicaciones por excelencia, aunque tan sólo los caminos reales se conservaban en buen estado, mientras los vecinales estaban en malas condiciones y el tránsito resultaba dificultoso. Los vehículos más utilizados eran el carro y la diligencia, movidos por animales de tiro (caballos, mulos). Iban muy lentos; los vehículos más rápidos y ligeros sólo alcanzaban los 15 ó 20 km/h, y su capacidad de carga era muy reducida. El segundo gran medio de transporte era la navegación marítima y fluvial. La primera utilizaba esencialmente la fuerza del viento como método de tracción, y su capacidad de carga era bastante limitada (100 toneladas). Además, el desplazamiento era lento: se tardaba dos meses, en condiciones favorables, para ir de Gran Bretaña a Estados Unidos. La navegación fluvial constituía el medio de transporte más fácil y barato, pero precisaba buenas condiciones hidrográficas, de las que no gozaban todos los países. En este sen-tido, Gran Bretaña poseía una red fluvial privilegiada que, tras la construcción de canales entre los principales ríos, dio origen a una importante red de navegación fluvial.

1.7. Los escasos excedentes, el bajo nivel de especialización agrícola y el insuficiente sistema de transportes daban como resultado un limitado desarrollo del comercio. La mayoría de intercambios se realizaba en las ferias con lo que el comercio interior solía tener un alcance local o comarcal, aunque existían también, desde antiguo, las grandes ferias periódicas, donde acudían comerciantes de zonas lejanas para vender y comprar. Ahora bien, el aislamiento comercial característico del período preindustrial se rompió con el comercio colonial. A partir del siglo XVI se hizo mucho más frecuente el comercio entre territorios separados por mar que entre regiones más próximas por tierra. Se abrieron nuevas rutas marítimas y el comercio colonial se convirtió en un factor de estímulo para las economías europeas, ya que proporcionaba materias primas, permitía vender objetos manufacturados y daba grandes beneficios a sus promotores. Destacó el llamado comercio trian-gular, que afectaba a tres continentes (África, Europa, América): se canjeaban productos elaborados europeos por esclavos en África, que luego se vendían a América a cambio de productos agrícolas (café, cacao, tabaco…). La necesidad de capitales para financiar las expediciones comerciales favoreció la ampliación de los mecanismos de crédito, de las compañías de comercio y de las instituciones financieras (bancos), que conllevó a la proliferación de mercaderes y prestamistas. El gran movimiento de capitales y su acumulación alrededor del comercio colonial justifica que muchos historiadores caractericen este período preindustrial como el del capitalismo comercial.

2.1 La sociedad del Antiguo Régimen estaba dividida en estamentos, también llamamos estados u órdenes, que eran grupos cerrados a  los  que se pertenecía por las circunstancias del nacimiento (a diferencia de las clases sociales que se definen por el nivel de riqueza), y en los que el ascenso o promoción social resultaba muy difícil. El derecho tradicional establecía tres estamentos: el clero, que se ocupaba de rezar y asegurar la protección divina; la nobleza, que combatía y protegía de sus adversarios a la colectividad, y el estado llano, cuya función social era producir los bienes materiales, y comprendía grupos tan diversos como el campesinado, la burguesía y las clases populares de las ciudades. La característica principal de la sociedad estamental era su des-igualdad civil, que comportaba la división en dos grupos bien diferenciados: los privilegiados, que gozaban de derechos y estaban exentospagar impuestos, y los no privilegiados, que no tenían ninguna prerrogativa y debían soportar todas las cargas fiscales.

 

2.2.El clero era el primero de los grupos privilegiados y representaba una parte muy pequeña de la población (menos del  1%). No tenía que pagar ninguno de los impuestos directos y sus ingresos provení-an del diezmo y de su propio  patrimonio, dado que poseía muchas propiedades  urbanas y rurales. Los obispos y abades eran, además, señores de muchos pueblos y territorios, de los que cobraban todas las rentas señoriales. A pesar de su aparente unidad, el clero no era un grupo homogéneo. El alto clero (abades, obispos, canónigos y altos cargos) prove-nía exclusivamente de las clases nobiliarias y vivía en el lujo característico de la nobleza. Contrariamente, el bajo clero (sacerdotes, párrocos y monjes) era, principalmente de origen campesino, vivía una vida modesta sin lujos y no gozaba de privilegios.  La nobleza era el segundo estamento privilegiado, representaba entre el 2% y  el 3% de la población y ostentaba la propiedad de la mayor parte de la tierra. Gozaba de una serie de concesiones  honoríficas (el derecho a llevar espada, el banco reservado en la iglesia, el monopolio de acceso a altos cargos…), económicas (derecho de caza, exención de trabajar en las obras públicas…) y fiscales (dispensa de pagar impuestos y derecho a cobrarlos). Ahora bien, la nobleza tam-poco era un grupo homogéneo y existían enormes diferencias entre la rica y poderosa nobleza de la Corte, la más modesta nobleza de provincias y la nobleza de toga, que surgió de la necesidad del  monarca de vender los cargos públicos o de recompensar favores.  

2.3 Los no privitegiados El tercer estado integraba a la mayoria de is poblacion (entre un 90% y un 95%) y agrupaba a sectores sociales muy diferentes, tanto por su condicion econOmica como social. A pesar de esa diversidad, al final del Antiguo Regimen les unia un interes comtin: su oposicion al regimen feudal y la reivindicacion de la igualdad civil. La burguesia constituia el grupo economico Dads dinamico de la so-ciedad, ya que, en los Ultimos siglos, su riqueza habia aumentado noto-riamente. Entre sus componentes se podia distinguir: la burguesia rentista, que vivia de las rentas de sus propie,dades o capitales; la fi-nanciera (banqueros y cobradores de impuestos); la manufaeturera o industrial, y, finalmente, la pequeiia burguesfa, que comprendia ar-tesanos, pequerios comerciantes y profesionales liberales.
Las clases populares urbanas agrupaban a los trabajadores ma-nuales de las ciudades, tanto a los artesanos (oficiales y apreddicesfco-mo a los obreros de las manufacturas, al personal domestic° y a todos los pequerios oficios. El eampesinado constituia la mayoria de la po-blaciOn y se distinguia entre los eampesinos fibres, que podian ser propietarios o arrendatarios, los jornaleros, y los siervos, que vivian bajo el regimen senorial. Las condiciones de vida de los tres grupos eran precarias y durante el siglo XVIII habian empeorado como conse-cuencia del aumento de la poblacion y de la subida de los precios.



3.1. La monarquía de derecho divino El eje central del sistema político del Antiguo Régimen era la monarquía absoluta de derecho divino, según la cual la autoridad del monarca provenía de Dios, en nombre de quien ejercía el poder. El Estado estaba controlado por el monarca, que concentraba en su persona todos los poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) y poseía un poder  absoluto: nombraba a los magistrados, administraba jus-ticia y dirigía la política exterior. Además, la arbitrariedad era la norma de Estado y ninguna ley protegía a los súbditos del despotismo, El ejemplo más significativo de absolutismo fue la monarquía francesa de los Borbones, y sobre todo de Luis XIV, conocido como el «rey sor”. El absolutismo llegó a España en 1700 de la mano de Felipe V. A pesar de que, desde un punto de vista formal, todo el poder re-sidía en el monarca, en la práctica existían unas instituciones que lo asesoraban y que ejecutaban sus mandatos. El principal órgano de gobierno era el Consejo de Estado, cuyos miembros eran designa-dos por el rey y se subdividía en secciones especializadas: Consejo de Finanzas, de Justicia, de Guerra, etc. También había Negociados para el tratamiento de asuntos más específicos, y se hizo habitual la designación de secretarios de Estado, comparables a los actuales ministros. La administración provincial estaba en manos de gobernadores o intendentes, que tenían atribuciones para aplicar las leyes, mantener el orden, dirigir las obras públicas, la industria, el comercio, o cualquier asunto de gobierno territorial. Estos cargos dependían del monarca y eran revocables a su voluntad. Por último, una legión de funcionarios y burócratas se encargaba de ejecutar las órdenes reales, de administrar justicia, de recaudar impuestos, etc. El monarca no compartía la soberanía con ninguna institución, no debía rendir cuentas a nadie, ni tenía que someterse a ningún con-trol. Su poder estaba restringido tan sólo por la ley divina, a la que estaba sometido como cualquier otro; por el derecho naturaly por las leyes fundamentales de cada reino, que el monarca debía acep-tar en el momento de su coronación. Una de las limitaciones del poder real provenía de los parlamentos, unas instituciones nacidas en la Edad Media que reunían a los representantes  de los tres estamentos. Tenían tan sólo algunas atribuciones en materia fiscal, como votar nuevos impuestos, aunque también suplían al monarca en situaciones excepcionales y ratificaban  a los nuevos reyes. Pero a pesar de su escaso margen de actuación, los monarcas absolutos intentaron marginar a los parlamentos que podíanobstaculizar el ejercicio del poder absoluto, y sólo recurrían a ellos en situaciones extremas: para pedir aumento de impuestos o ayudas económicas.

3.2. Los inicios del parlamentarismo En el siglo XVIII, tan sólo Gran Bretaña y Holanda contaban con una monarquía en la que los poderes del monarca estaban limitados por un Parlamento. Este proceso se realizó, en Inglaterra, mediante las dos revolu-ciones del siglo XVII, que acabaron con la monarquía absoluta de los Estuardo. En 1649, una primera revolución derrocó y ejecutó a Carlos I, que pretendió gobernar sin el control parlamentario. Después de un breve período republicano, el nuevo monarca, Carlos II, tuvo que aceptar el reconocimiento del hábeas corpus en 1679, que garantizaba a todo detenido a comparecer ante un juez y contar con un abogado para su defensa, lo cual constituyó así el primer freno a la arbitrariedad del poder real. En 1689, una segunda revolución destronó a los Estuardo, y el Parlamento obligó al nuevo rey, Gui-llermo de Orange, a jurar la Declaración de Derechos (The Bill of Rights), que limitaba los poderes del monarca y sometía algunas de sus decisiones al Parlamento. Inglaterra se había convertido en una monarquía parlamentaria. Los poderes ejecutivo y legislativo estaban separados y un Parlamen-to electo votaba las leyes y controlaba a los miembros del ~no. Además, los ciudadanos tenían garantizada la defensa de su libertad individual y se institucionalizaba una justicia independiente del poder ejecutivo. Sin embargo, este parlamentarismo tenía sus limitaciones: sólo una minoría (grandes propietarios agrarios, burgueses, etc.), que representaba el 15% de la población, tenía derecho a voto; los habi-tantes de las colonias no estaban representados en el Parlamento y la esclavitud continuaba siendo comúnmente aceptada. El ejemplo inglés se convirtió en un modelo para muchos teóricos y sus nuevas fórmulas políticas fueron recogidas por los pensadores de la Ilustración.



4.1. El espíritu de la Ilustración La Ilustración fue un movimiento  de carácter intelectual que se desarrolló en la Europa del siglo XVIII y cuyas ideas inspiraron la independencia de Estados Unidos y de la Revolución francesa. Sus precedentes hay que buscarlos en dos pensadores ingleses que elaboraron sus teorías en el tránsito del siglo XVII al XVIII: Isaac Newton y John Locke. El primero fue el gran introductor del méto-do científico, basado en la observación y posterior comprobación de los hechos, y  el segundo criticó abiertamente el poder absoluto y planteó la división de poderes. Los ilustrados, fundamentalmente franceses, propugnaron una fe absoluta  en la razón (inteligencia humana) como único medio para entender y explicar el mundo. Así, los nuevos filósofos se enfrentaron a la concepción medieval del. mundo basada en el teocentrismo, en la revelación y en la tradición. Aunque la mayor parte de los ilustrados eran deístas, rechazaban la superioridad de cual-quier religión sobre las otras y condenaban la intolerancia religiosa. Los ilustrados confiaban en la razón, creían que la naturaleza era una fuente de justicia y bondad y proclamaban que el ser humano nacía para ser feliz.

4.2. Los ilustrados criticaron los pilares fundamentales del Antiguo Régimen y propusieron un nuevo modelo de organización política y social basado en los principios de la libertad y la igualdad.En primer lugar:, criticaron el absolu-tismo y configuraron las bases de una nueva doctrina política que conocemos con el nombre de liberalismo. Montesquieu propugnó la división de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) y puso un énfasis especial en la independencia del poder judicial. Rousseau defendió la necesidad de un contrato social entre gobernantes y gobernados, que garantizase los derechos básicos del individuo y formuló el principio de soberanía nacional, según el cual el poder emana del libre consentimiento de todos los ciudadanos expresado mediante el voto. Los ilustrados también se opusieron claramente a la sociedad estamental y defendieron la movilidad social, la igualdad de origen y el mérito según la valía y la inteligencia de cada uno. Así, proclamaron que nadie podía heredar ni gozar de honor, prestigio o privilegios en nombre de sus antepasados. Voltaire se proclamó defensor de la libertad de conciencia y afirmó que las relaciones humanas debían basarse en la tolerancia entre los hombres y las ideas. En el terreno económico surgieron los llamados fisiócratas, como Quesnay, que se opusieron al mercantilismo y sentaron las bases del liberalismo económico. Defendían que la principal fuente de riqueza de un país era la agri-cultura y no la acumulación de metales preciosos; se oponían a toda reglamen-tación por parte del Estado, apoyando la libertad económica y la iniciativa in-Estas nuevas ideas encontraron terreno propicio en una burguesía que había visto crecer su poder económico a lo largo del siglo XVIII, pero permanecía privada de toda igualdad jurídica y de la posibilidad de intervenir en política.

4.3. El despotismo ilustrado La influencia del pensamiento ilustrado alcanzó las cortes europeas, y algunos soberanos, sin renunciar a su carácter de monarcas  absolutos, intentaron experiencias reformistas que pretendían unir la autoridad real con las ideas de progreso de la Ilustración. Así, en buena parte de Europa aparecieron mo-narcas ilustrados: Federico II en Prusia, María Teresa en Austria, la zarina Catalina en Rusia, Gustavo en Suecia y Carlos III en España. Como rasgos comunes de la actuación de estos monarcas se pueden citar el absolutismo centralizador, la racionalización de la administración, el fomento de la educación y la búsqueda de la modernización económica. En este sentido, todos ellos promovieron programas de desarrollo agrícola e industrial y facilitaron la libertad de comercio. De todas formas, estas experiencias resultaron muy limitadas. No era posi-ble aceptar sólo una parte de la Ilustración; no se podían admitir las reformas económicas, el reparto de la propiedad o la libre circulación comercial y mante-ner intacta la sociedad estamental y el poder absoluto. Las contradicciones de este reformismo abrieron el camino a las revoluciones liberales.

 

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