08 May

TEORÍA DE ROLES

La teoría de roles estrecha una fuerte unión con la personalidad. Cada uno de nosotros tiene una personalidad que nos es propia; no obstante, un rol es un determinado conjunto de expectativas, atributos de vestimenta, acciones, etcétera, que asumimos a la hora de interactuar con otras personas. Al actuar en sociedad, nos ponemos una máscara (prósopon) para actuar de acuerdo con las características que la situación requiere.

Clasificación de Roles

Los roles pueden clasificarse de la siguiente manera:

  • Biológico: padre, madre, hermano, abuelo…
  • Ocupacional: se dan en virtud del trabajo que tengamos: médico, profesor, conserje…
  • Informal: aquel que desempeñamos en nuestras interacciones extraoficiales y distendidas, típicamente el rol que ocupamos en nuestro grupo de amigos (se trata de una relación consensuada en la que, a veces, se designa un rol específico a alguien, como el de «chivo expiatorio», para evitar fricciones internas en el grupo).

Cada uno de nosotros tiene un paquete de roles que desempeñamos dependiendo de las circunstancias; son papeles que se interpretan en determinados momentos de la vida o del día a día. Por ejemplo, el médico lleva su bata y su fonendo.

Cada uno de nosotros posee un repertorio de roles que están jerarquizados de más a menos importante. Esta jerarquización se da tanto de modo interpersonal (cómo nos ven los demás en esos roles) como subjetivo (la importancia que nosotros mismos les damos).

Otras Formas de Representar Roles

Una segunda forma de clasificar los roles es:

  • Adscrito: Aquel que se nos asigna por nacer en ciertas condiciones (ej. ser hijo, pertenecer a una etnia).
  • Adquirido: Aquel que requiere de acciones previas propias que nos han conducido hacia ese rol (ej. ser profesional, ser amigo).

Percepción del Desempeño del Rol

En relación con cómo se nos percibe desempeñando un rol, distinguimos:

  • Prescrito: Alude a las expectativas que otros tienen sobre nuestro desempeño en un rol determinado.
  • Subjetivo: La evaluación que hacemos de nosotros mismos desempeñando ese rol.
  • Desempeñado: Nuestra actuación objetiva y observable en ese rol.

Influencia de la Personalidad y Desempeño del Rol

El modo en el que desempeñamos nuestro rol viene dado, en buena medida, por cómo somos en general (nuestra personalidad). Sin embargo, según Erving Goffman, no somos nadie si no tenemos ningún rol; nuestra identidad se construye también a través de los roles que interpretamos. Si desempeñamos un rol de modo mecánico y estereotipado, realmente estamos actuando de modo superficial y, en gran medida, de “mala fe” (en el sentido existencialista, es decir, autoengañándonos o no asumiendo nuestra libertad).

Roles Impuestos y Adopción de Roles

Existen roles impuestos, ya que, en cierta medida, “somos lo que los demás nos dejan ser” o lo que esperan de nosotros. Hay veces que queremos adoptar un rol que, por diversas razones, no nos corresponde o no se nos reconoce.

Roles y Seguridad Personal

Finalmente, cuando nos sentimos inseguros, tratamos de recurrir al rol en el que nos sentimos más cómodos y competentes para sobrellevar la situación y mantener nuestra autoimagen.

HIPNOSIS, SUGESTIÓN Y MANIPULACIÓN

Hipnosis

El primero en usar la hipnosis con fines terapéuticos fue Franz Anton Mesmer. Es un proceso que se caracteriza por la focalización de la atención y el predominio de un estado imaginativo. La persona hipnotizada concentra toda su atención en un punto (o una idea), lo que implica que la percepción periférica (de otros estímulos) se ve notablemente mermada. Se ha observado que las personas con mayor capacidad para enfocar su atención y con una imaginación más aguda suelen ser más susceptibles a la hipnosis.

Se diferencian tres niveles de profundidad hipnótica con diferentes cambios psicofisiológicos:

  • Nivel I – Relajación: Es un estado de relajación profunda. Al centrar la atención en un punto, las preocupaciones y pensamientos distractores quedan en un plano periférico, que es ignorado durante el estado de hipnosis.
  • Nivel II – Disociación: El control consciente de segundo orden (la capacidad de reflexionar sobre los propios pensamientos y acciones) queda en un segundo plano. La persona se percibe más como un testigo de lo que ocurre que como un agente activo. Al vivir esta experiencia sintiéndose como observador, el control consciente se reduce y se vuelve más propensa a ser sugestionada y a seguir órdenes que podrían parecer absurdas en un estado de conciencia ordinario.
  • Nivel III – Letargo Hipnótico/Sonambulismo: Es el estado más profundo. En él, el paciente tiene una imagen menos clara o una conexión disminuida con la realidad externa inmediata. En este estado, el sujeto puede experimentar un control reducido de las funciones cognitivas normales y mantener un alto grado de receptividad a las sugestiones, pudiendo incluso experimentar fenómenos como la amnesia posthipnótica para ciertos eventos.

El estado de hipnosis puede ser inducido incluso sin que nadie se haya propuesto formalmente hipnotizarnos (autohipnosis o hipnosis espontánea en ciertas situaciones de alta concentración). Un estado similar, en cuanto a la focalización atencional y la alteración de la conciencia ordinaria, ocurre en la meditación, donde nos relajamos y solo observamos, sin interrumpir ni juzgar nuestra corriente de pensamientos, lo que permite ordenar ideas y alcanzar nuevas comprensiones.

Tipos de Inducción Hipnótica

Existen tres tipos principales de inducción hipnótica, basados en la naturaleza de la relación que se establece:

  • Paternal: Desde una posición de poder y autoridad por parte del hipnotizador.
  • Maternal: A través de la generación de sentimientos reconfortantes, calidez y consuelo.
  • Fraternal: Se percibe al hipnotizador como un igual, lo que conduce a una mayor apertura y relajación por parte del sujeto.

Sugestión

La sugestión consiste en iniciar de modo unilateral un proceso mental (idea, emoción, comportamiento) en otra persona. No es necesaria una colaboración activa más allá de unos mínimos de receptividad por parte del sugestionado (es, en esencia, unilateral). Puede aplicarse a procesos cognitivos de diferente naturaleza (por ejemplo, inducir un bostezo al ver a otro bostezar, o la influencia de la publicidad subliminal). La sugestión no se define por el contenido de lo que se sugiere, sino por los medios empleados para inducir el estado o la idea en la mente del otro.

Manipulación

La manipulación es diferente de la sugestión, aunque puede emplear elementos sugestivos. A la hora de actuar, solemos tener una especie de balanza mental en la que ponderamos las razones a favor y en contra de una determinada acción.

La manipulación consiste en cambiar, sin que la otra persona se dé cuenta plenamente de la intención manipuladora, la cantidad y el peso de esas razones para la acción en un sentido determinado, favorable al manipulador. Existen muchos tipos, como el chantaje emocional. No es sugestión directa, ya que es crucial que la otra persona no sospeche que está siendo manipulada (cuanta más confianza exista en la relación, más fácil puede resultar la manipulación, ya que se bajan las defensas críticas).

Técnicas de Manipulación

Se describen dos técnicas de manipulación muy típicas:

  • Pie en la puerta: Consiste en conseguir que la persona acceda a una petición pequeña o se implique mínimamente en algo relacionado con lo que queremos pedirle. Esto provoca que sea más receptiva a peticiones futuras de mayor envergadura, debido a un deseo de coherencia con su comportamiento inicial. Por ejemplo, una empresa que ofrece consultas o muestras gratuitas puede lograr que los clientes empiecen a solicitar y pagar por servicios más costosos que quizás no necesitaban inicialmente.
  • Patada en la puerta (o Portazo en la cara): Esta técnica, según el texto, puede manifestarse de dos formas:
    • Involucrar un comportamiento abrupto o una acción que busca desestabilizar a alguien emocionalmente, con el objetivo de que ceda ante una demanda o situación que, en circunstancias normales, rechazaría.
    • Pedir algo disparatado o excesivo que se sabe que será rechazado, para luego presentar la petición real (que es menor y era el objetivo desde el principio). Esta segunda petición parece más razonable en comparación con la primera, aumentando la probabilidad de que sea aceptada (esta descripción se asemeja a la técnica conocida como “portazo en la cara” o “door-in-the-face”).

ANGUSTIA

La Angustia Existencial

Dentro de la filosofía existencialista, la angustia existencial es una experiencia fundamental e ineludible de los seres humanos, derivada de nuestra libertad y del hecho mismo de vivir y ser conscientes de nuestra finitud. Es una sensación de inquietud profunda, vértigo o desasosiego que surge ante la responsabilidad radical de tomar decisiones en nuestra vida, sabiendo que somos plenamente responsables de sus consecuencias y que no hay guías preestablecidas. Proviene de la posibilidad de elección y de enfrentarnos a nuestra existencia como creadores de nuestro propio destino y sentido. Es una manifestación de ansiedad que refleja el miedo y la incertidumbre inherentes al futuro y a la nada.

Cada persona la experimenta y la gestiona de un modo diferente, y la afrontamos de una forma u otra según nuestro desarrollo vital, personalidad y recursos internos.

Los Tres Estadios de Kierkegaard

Søren Kierkegaard, considerado precursor del existencialismo, señala tres estadios o esferas de la existencia en relación con cómo el individuo afronta la angustia y la elección:

  • Estadio Estético: Se caracteriza por una vida superficial y vacía, centrada en la búsqueda del placer inmediato y la evitación del aburrimiento. Esta huida de la responsabilidad y el compromiso conduce finalmente a la desesperación y al dolor, al no encontrar un sentido trascendente.
  • Estadio Ético: Implica la elección de un proyecto de vida de forma racional y comprometida. El individuo asume responsabilidades, se guía por principios morales universales y busca la coherencia entre sus actos y sus valores.
  • Estadio Religioso: Representa el nivel más alto de la existencia para Kierkegaard. El ser humano, reconociendo las limitaciones de la razón y la ética para dar un sentido último a la vida, conecta con la espiritualidad y se desarrolla en su esencia más profunda a través de un “salto de fe”. Implica ser fiel a uno mismo ante Dios, trascendiendo la superficialidad y la desesperación.

La Perspectiva de Jaspers

Karl Jaspers, otro filósofo existencialista, planteaba que, al enfrentarnos al mundo y a las “situaciones límite” (muerte, sufrimiento, culpa, lucha), desarrollamos una serie de “vendajes” o mecanismos de defensa para protegernos de las experiencias dolorosas y de la angustia que estas generan. Sin embargo, es a través del enfrentamiento con estas situaciones que podemos alcanzar una comprensión más profunda de nuestra existencia.

EMOCIONES PRIMARIAS Y DERIVADAS

Definición y Función de las Emociones

Una emoción es una respuesta afectiva compleja, generalmente intensa, rápida y breve, que se produce ante un estímulo interno o externo significativo para el individuo. Se considera que existen seis emociones básicas o primarias, universales y con una base biológica, que al combinarse dan lugar al vasto espectro del resto de las emociones (secundarias o derivadas). Cumplen un papel fundamentalmente adaptativo y defensivo, preparándonos para actuar ante una situación, movilizando energía y comunicando nuestros estados internos a otros, especialmente si somos vulnerables o si está en juego algo que consideramos valioso.

Emociones Básicas

  • Alegría: La única emoción primariamente placentera. Solemos experimentarla cuando alcanzamos una meta, cuando no tenemos preocupaciones significativas o cuando nuestra situación mejora notablemente. Nos impulsa a querer repetir la experiencia, facilita la interacción social y nos hace sentir más extrovertidos y desinhibidos. Aunque mantenerla continuamente puede no ser realista ni siempre adaptativo, es un estado fundamental para el bienestar.
  • Asco: Se expresa como un rechazo intenso ante algo que percibimos como repugnante o potencialmente dañino, con el fin de evitar el contacto. Aunque sus raíces son biológicas (protección contra sustancias tóxicas o contaminadas), se desarrolla y modula culturalmente con la madurez. Se experimenta ante cosas físicas repugnantes (olores, sabores, texturas) y también ante ciertas sustancias corporales. La repugnancia moral es una extensión de esta emoción, que se siente más claramente cuando evaluamos ciertas conductas como viles o degradantes. Al sentirla hacia una persona, puede manifestarse como desdén o desprecio.
  • Ira: Surge como respuesta a una ofensa, una injusticia, la frustración de un objetivo o cuando sentimos que nosotros, un ser querido, o incluso un tercero (si la situación es percibida como gravemente injusta) no ha sido tratado como debería. Suele activar una respuesta de confrontación, que puede ser verbal o físicamente agresiva, con el objetivo de eliminar el obstáculo o corregir la situación.
  • Miedo: Se experimenta ante un peligro o amenaza percibida como inminente, ya sea real o imaginaria. Induce a una respuesta de protección, comúnmente de lucha o huida (o parálisis), destinada a preservar la integridad. La ansiedad es un estado emocional similar al miedo, pero más difuso y anticipatorio, ante algo que aún no ha pasado pero se percibe como una amenaza potencial o incierta.
  • Tristeza: Surge por una pérdida significativa (de un ser querido, un objeto valioso, una oportunidad, una ilusión, la salud) o al encontrarse frente a una situación no deseada, un fracaso o una decepción. Induce a un estado de introspección, recogimiento y reflexión, que puede facilitar la asimilación de la pérdida y la búsqueda de nuevas estrategias o apoyos. Si no se encuentra una forma de procesar o solucionar la causa de la tristeza y esta se vuelve crónica e intensa, puede derivar en desesperación, considerada una antesala de la depresión.
  • Sorpresa: Se produce ante algo inesperado, novedoso o incongruente con nuestras expectativas. Es un estado de breve duración que focaliza la atención hacia el exterior para procesar el nuevo estímulo y prepararnos para una respuesta adecuada. Es una emoción neutra que rápidamente se tiñe de otra emoción (alegría, miedo, etc.) según la naturaleza del estímulo sorpresivo.

Las demás emociones se consideran emociones derivadas o secundarias, fruto de la combinación e interpretación cognitiva de estas básicas en contextos sociales y personales más complejos (ej. culpa, vergüenza, celos, orgullo).

DOLOR

Naturaleza del Dolor

El dolor es una sensación y experiencia sensorial y emocional desagradable que expresa un malestar, indicando que algo no va bien con nuestra psique o con nuestro cuerpo. Es una señal de alarma fundamental para la supervivencia. Puede ser:

  • Psíquico o Emocional: Sufrimiento mental que no tiene una causa física directa, como el dolor por una pérdida, la angustia o la desesperación. Suele acompañarse de ansiedad y otras manifestaciones afectivas.
  • Biológico o Físico: Originado por una enfermedad, lesión, inflamación o disfunción corporal que activa los nociceptores (receptores del dolor).

Cuando se da un dolor tónico (constante, crónico o persistente), puede ser de origen corporal, psíquico o una combinación de ambos. Un dolor somático es aquel de causa biológica identificable en los tejidos corporales (piel, músculos, huesos, articulaciones, vísceras).

Mecanismos de Defensa ante el Dolor

Hay veces que no podemos hacer frente al dolor (especialmente el psíquico) de manera directa y consciente, por lo que recurrimos a mecanismos de defensa psicológicos, que son estrategias inconscientes para protegernos.

Una defensa es una forma en la que la mente trata de gestionar el dolor, la ansiedad o los conflictos internos de un modo más soportable, aunque a menudo distorsionando la realidad. Algunos ejemplos son:

  • Somatizaciones: Un dolor psíquico o un conflicto emocional no elaborado puede manifestarse como un síntoma físico (dolor, parálisis, fatiga, etc.) si no se atiende adecuadamente a nivel psicológico. Se habla a veces de “dolor de conversión” o trastorno de síntomas somáticos, donde la angustia se “convierte” en un síntoma corporal, que puede afectar al órgano percibido como más débil o simbólicamente relacionado con el conflicto.
  • Autolesiones: Es una conducta que puede aparecer en personas que no pueden hacer frente a su intenso dolor psicológico o que están muy mediadas por sentimientos de culpa, vacío o rabia. El objetivo puede ser tratar de suplir el dolor emocional con dolor físico (que a veces se percibe como más controlable, real o como una distracción), además de un intento de autocastigo para aliviar la tensión interna, expresar angustia o “estar en paz” con un “juez interior” severo.
  • Negación: Consiste en no permitir que el dolor o una realidad amenazante nos afecte, negando su existencia, importancia o implicaciones. Esta defensa, si es rígida y persistente, puede impedir la adaptación y, paradójicamente, causar o empeorar somatizaciones u otros problemas.

El Desplazamiento: El Caso Dora

Un caso importante a destacar, relacionado con los mecanismos de defensa y analizado por Sigmund Freud, es el de Dora (Ida Bauer). Según la interpretación freudiana, Dora presentaba síntomas histéricos. Freud sugirió que algunos de sus conflictos y deseos inconscientes, relacionados con figuras significativas de su entorno (incluyendo su padre y otros), se manifestaban de forma desplazada. Por ejemplo, una emoción o impulso inaceptable dirigido hacia una persona podía ser redirigido hacia otra o transformado en un síntoma. El desplazamiento es un mecanismo por el cual la carga emocional de una idea o representación se transfiere a otra menos conflictiva o más tolerable. En el contexto del dolor, un sufrimiento intolerable podría ser desplazado o transformado en otra manifestación para hacerlo más manejable, aunque de forma patológica.

Simbología y Aspectos del Dolor

El dolor tiene su propia simbología cultural y personal. Un ejemplo paradigmático es la Cruz, símbolo central del cristianismo, profundamente asociado al sufrimiento, el sacrificio y la redención. Algunos aspectos fundamentales en la experiencia y manejo del dolor son:

  • Atención: La dirección de la atención es crucial. Focalizarse en el dolor tiende a intensificarlo, mientras que desviar la atención (distracción) puede disminuir su percepción.
  • Tensión: La tensión muscular y psicológica puede ser una respuesta anticipatoria o reactiva al dolor, pero a menudo lo exacerba, creando un círculo vicioso. La relajación, por el contrario, puede aliviarlo.
  • Tiempo: La percepción subjetiva del tiempo se distorsiona; a menudo se experimenta como si se alargara para aquel que siente un dolor intenso o crónico.
  • Placebo y Significado: El efecto placebo (mejoría de síntomas por la expectativa de un tratamiento, incluso si este es inerte) demuestra la importancia de las creencias, las expectativas y el significado que se le atribuye a la enfermedad y al tratamiento. Darle un sentido a la experiencia del dolor (no necesariamente al dolor en sí, sino a la lucha, la superación, el aprendizaje, etc.) puede influir en cómo se vive y se afronta. Un medicamento o ritual, incluso si es un placebo, puede simbolizar la curación y activar los propios mecanismos de alivio del cuerpo y la mente.

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