11 Abr

La Restauración es el período de tiempo de la historia de España comprendido entre 1874 y 1923. Durante esta etapa se sucedieron el reinado de Alfonso XII (1874-1885), la Regencia de Mª Cristina (1885-1902) y Alfonso XIII (1902-1931).  El término Restauración se refiere a que supuso la vuelta al trono de los Borbones, que lo habían perdido tras la revolución de Septiembre de 1868, llamada «La Gloriosa», que derrocó a la reina Isabel II, madre de Alfonso XII. También se restauró el liberalismo doctrinario. La Restauración comenzó el 29 de Diciembre de 1874, con el pronunciamiento de general Martínez Campos en Sagunto, que supuso el final de la I República, presidida entonces por el General Serrano. Los casi cincuenta años de duración de este período concluyeron con otro pronunciamiento militar el 13 de Septiembre 1923, que dio paso a la dictadura de Primo de Rivera. El ideólogo de la Restauración será Cánovas del Castillo.
Su modelo político era la Inglaterra victoriana. Consiguió aglutinar en torno a Alfonso XII un amplio frente conservador y cuyo programa político lo expondrá en “El Manifiesto de Sandhurst” (1 de Diciembre de 1874): liberalismo y catolicismo, orden liberal estable, acabar las guerras de Cuba y Filipinas. El sistema daba cabida a todos los liberales (moderados, unionistas, progresistas y demócratas) siempre que aceptaran la monarquía Alfonsina. Excluía a republicanos, carlistas y  movimiento obrero. Para ello creará dos partidos políticos que aglutinen las diferentes ideologías, se alternarán en el poder e impedirán el recurso al pronunciamiento y a la movilización popular para conseguir el poder. Los pilares de la Restauración serán: la Constitución de 1876, la alternancia política o turnismo (conservadores y liberales) y la oligarquía y caciquismo que lo permitiera. El turnismo se implantó a partir de la muerte de Alfonso XII, tras el Pacto del Pardo entre Cánovas y Sagasta. El protagonismo militar debe desaparecer de la vida política. El caciquismo sustituye al pronunciamiento como forma de cambio de gobierno.
La Constitución de 1876 va a ser la de mayor vigencia de la historia del Constitucionalismo español (1876-1923). Se caracteriza por: soberanía compartida (Cortes y el rey); bicameral, el senado vitalicio y electivo (los grandes contribuyentes); gran importancia del poder ejecutivo, que recae en el rey y el gobierno; libertades y derechos como los del 69, pero su aplicación práctica se remitíó a leyes posteriores que las restringieron, sobre todo la libertad de prensa. Estado confesional, pero respetando el resto de las religiones. Los dos grandes partidos de la Restauración fueron el Partido Liberal-Conservador y el Partido Liberal Fusionista, conocidos como «conservadores» y «liberales» respectivamente. Eran denominados partidos dinásticos. Fueron los únicos que ocuparon el gobierno en este período. Se trataba de partidos de notables, es decir, la reuníón de varios líderes políticos con sus respectivas clientelas, sus órganos de prensa, sus apoyos locales. Si un partido perdía la unidad interna mientras estaba en el gobierno, el rey podía quitarle su confianza y llamar a la oposición para que formara nuevo gobierno y convocara las elecciones, mediante lo que se conocía como «decreto de disolución». Por ello, era necesario que el líder del partido fuera una figura con el carisma suficiente como para aglutinar a todas las facciones. Durante el último cuarto de siglo, Cánovas y Sagasta fueron los líderes indiscutibles, pero tras su muerte se sucedieron las divisiones internas en sus respectivos partidos.  El Partido Conservador fue el primero de los dos que se constituyó. Su líder era Cánovas del Castillo, quien intentó aglutinar en su seno a los antiguos moderados y a los miembros de la Uníón Liberal. También englobó en sus filas a grupos cercanos al tradicionalismo, pero que aceptaban la legitimidad Alfonsina. La base social es la alta burguésía, aristocracia, ejército, terratenientes y altos funcionarios. Ideológicamente defienden el sufragio censitario, orden y represión, restricción de libertades y derechos, tradicionalismo y centralismo.



El Partido Liberal bajo la dirección de Sagasta, su líder durante el último cuarto de siglo, integró a diferentes partidos monárquicos del Sexenio: constitucionalistas, radicales… En su política de atracción hacia la izquierda también absorbieron a finales del XIX a los republicanos posibilistas de Emilio Castelar. La base social es la burguésía media (comerciantes e industriales, capas medias urbanas…). Ideológicamente  defienden el sufragio universal, más libertades y jurado popular, menos centralista y clerical. El rey nombraba el gobierno, y después se hacían las elecciones para que ese gobierno tuviera una mayoría parlamentaria con la que gobernar. Esto hizo que el sistema electoral de la Restauración tuviera que descansar sobre el caciquismo. El caciquismo, por tanto, garantiza y consolida el bipartidismo y el turnismo. El cacique era un personaje de influencia económica, política o social (obtenida en las desamortizaciones) y hace de intermediario entre la administración central y el ámbito local. Les da los votos al partido que interesa y a cambio obtiene los favores de la administración para él y los suyos. El cacique consigue sus votos dando favores, presionando o coaccionando a la gente del pueblo. A partir de 1890, al implantarse el sufragio universal, el caciquismo conoce su mayor expresión. Dos formas: el encasillamiento (colocar un diputado por un distrito y asegurar que sale y también diputados en la oposición) y el pucherazo (el fin justifica los medios). El mecanismo de la alternancia funcionaba de la siguiente manera: el Ministro de la Gobernación elabora el encasillado, los Gobernadores civiles transmiten la orden a los alcaldes, el cacique se pone en marcha para que ganen los que quiere el gobierno. De esta forma, aunque se dejaba fuera a las minorías carlista y republicana, se garantizaba una importante estabilidad, que se tradujo en la larga duración del régimen.  La oposición al sistema vino de los partidos no dinásticos: carlistas, republicanos, anarquistas, socialistas y nacionalistas. El carlismo será derrotado en 1786 (batallas de Montejurra y Estella) y se dividieron entre quienes siguieron actuando en la clandestinidad, quienes participaron en política y los que se integrarán en los partidos nacionalistas vasco y catalán. La zona de influencia será el País Vasco, Navarra y Levante. El republicanismo era una fuerza importante pero vencida políticamente. Defendían la República como forma de estado, medidas reformistas en lo social y lo político,  fe en el progreso, laicismo. El sufragio universal (1890) revitalizó el republicanismo, pero los principales problemas fueron: fragmentación ideológica (federalismo-centralismo) (legalismo-insurreccionismo); la represión que sufríó al principio de la Restauración y la compleja composición social: interclasista. Los republicanos unitarios de E. Castelar se integrarán en el partido liberal; el federal de Pi y Margall se transformará en los movimientos nacionalistas a finales de siglo; y quedará el Partido Radical de Alejandro Lerroux. El anarquismo se organiza en torno a la Federación de Trabajadores de la Regíón española, su principal apoyo estará en  Andalucía, Aragón y Cataluña. Sus estrategias serán la vía pacífica: anarco-sindicalismo, o quienes utilizaron la vía violenta: atentados contra los pilares del sistema: el Estado, la burguésía y la Iglesia. La acción cultural fue importante en los  ateneos libertarios. El socialismo se organiza en torno a Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fundado por Pablo Iglesias en 1879 y el sindicato Uníón General de Trabajadores(UGT) fundada en 1888. Su base principal apoyo estará en  Madrid, Asturias, Vizcaya. Tendrá una ideología anti burguesa en la teoría, pero con capacidad pragmática para conseguir reformas y aceptar pactos con los republicanos. También desarrollará una actividad importante en la educación: escuelas nocturnas, casas del pueblo. Los nacionalismos se desarrollarán en  Cataluña, País Vasco, Galicia y Valencia. El nacionalismo catalán tendrá un carácter cultural y político y tendrá dos tendencias: la progresista con Almirall (liberal y laico) y la conservadora de la Uníón Catalanista con  Prat de la Riba (conservador y católico). El primer partido será la LLiga Regionalista. El nacionalismo vasco nace con el deseo de recuperar los fueros perdidos en las Guerras Carlistas y mantener sus tradiciones que consideran atacadas por la inmigración (integrismo católico, sociedad tradicional, singularidad étnica), se organiza en torno al Partido Nacionalista Vasco (1895) de Sabino Arana. A partir de 1902 el sistema de la Restauración entra en crisis debido a  problemas de liderazgo en los partidos dinásticos,  la quiebra del sistema del turno, la incapacidad del régimen de reformarse, las ideas y políticas regeneracionistas, la emergencia de la oposición y los fuertes conflictos. Esta época coincide  con la primera fase del reinado de Alfonso XIII (1902-1923).

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