21 Feb

1. Las Regencias y el problema carlista c) La regencia de Mª Cristina (1833-40) La guerra carlista obligó a Mª Cristina a atraerse a los liberales. Nombró entonces, jefe de gobierno a Martínez de la Rosa, un doceañista al que el exilio había moderado.
Así nacíó en 1834, el Régimen del Estatuto Real o Estatuto de Martínez de la Rosa que imitaba la Carta Otorgada de Luis XVIII. El Estatuto hacía compartir aparentemente, la soberanía entre las Cortes y el Rey. Aparentemente, ya que en realidad, las Cortes sólo se convocan, legislan y disuelven a propuesta del rey que además, tiene derecho a veto. Eran cortes bicamerales con un estamento de próceres (nombrado por el rey entre la nobleza, alto clero y notables) y un estamento de procuradores elegido por un sufragio muy reducido. El régimen no satisfacía a los liberales. La crispación aumentó y la guerra continuaba. Ante esta situación, en 1835, la regente entrega el gobierno a un progresista, Juan Álvarez Mendizábal. Su medida más importante fue la desamortización de las tierras del clero, con lo que pretende amortizar la deuda de hacienda, obtener recursos para ganar la guerra y crear una clase media de campesinos afines al régimen liberal.
Esto último no se logró, pues primaron las necesidades fiscales, de manera que se ampliaron los latifundios en manos de la antigua nobleza y de la burguésía urbana. Cuando los moderados recuperan el poder se produce la Revolución de La Granja que restablece la Constitución de 1812. La aversión de Mª Cristina hacia los progresistas aumentó. No obstante, los progresistas reformaron la Constitución de 1812 buscando el consenso con los moderados. Así nacíó la Constitución de 1837 que refuerza el poder de la Corona al compartir las Cortes con ella la soberanía y conceder al rey además del derecho de veto, el de disolver las Cortes. Eran Cortes bicamerales con Congreso y Senado. La ley electoral establece el sufragio censitario y se va a inaugurar la triste práctica del falseamiento electoral. Se mantiene de la Constitución gaditana la elección de alcaldes por los vecinos, los derechos individuales y la separación de poderes. Los moderados en el poder hasta 1840, establecieron la Ley de Ayuntamientos que en contra de la Constitución, dejaba la elección de alcaldes en manos del gobierno. Hay una crisis con Juntas revolucionarias por toda España. Espartero, el personaje más popular por haber acabado con la guerra, progresista y nuevo jefe de gobierno, se enfrenta a la Regente en Valencia. Mª Cristina se exilia y Espartero se hace cargo de la regencia. D) La regencia de Espartero (1840-43) Espartero junto con Narváez y O’Donnell, es uno de los generales que rigieron la política durante el reinado de Isabel II. La constante presencia de los militares se debe a la incapacidad política para crear un régimen estable. La regencia de Espartero duró tres años, de 1840 al ´43. A pesar de su ideología progresista no supo ejercer su papel constitucional de árbitro. Buscó los apoyos no en el parlamento, sino en los ayacuchos, militares incondicionales a su persona que lucharon con él en América. Además abusaba de sus prerrogativas constitucionales. Los principales problemas fueron la ampliación de la desamortización, lo que intensificó los problemas con la iglesia; la cuestión foral, y la política librecambista que perjudicaba a los tejedores catalanes. Esto último provocó un levantamiento en Barcelona que Espartero sofocó bombardeando la ciudad, con lo que perdíó todo su prestigio. En Julio de 1843 se enfrenta en Torrejón de Ardoz a Narváez, general moderado. Espartero renuncia a la regencia y se exilia en Londres. La Cortes, para evitar nuevos regentes, declaran a la reina mayor de edad con trece años.

a) Consideraciones generales sobre la minoría de edad de Isabel II Isabel II reina entre 1833 y 1868. Es la primera monarca constitucional de la historia de España. Durante su reinado se produce el paso del absolutismo al liberalismo, de la sociedad estamental a la clasista y del régimen feudal a la propiedad privada capitalista. Esos cambios se inician ya durante las dos regencias de su minoría de edad, la de su madre Mª Cristina de Nápoles (1833-1840) y la del General Espartero (1840-1843). Pero tales cambios no se producen por el deseo de la Corona, sino porque la Corona se ve obligada al verse sacudida por la Guerra Carlista. Fue durante la regencia de Mª Cristina cuando se confirma la división de los liberales entre moderados y progresistas. Los primeros tenían su apoyo en las oligarquías, aceptan compartir la soberanía entre el rey y las cortes y otorgan mayores poderes a la corona. Los segundos, clases medias y urbanas, depositan la soberanía en las cortes y enfatizan los derechos de la ciudadanía. Mª Cristina y luego la reina, se apoyaron siempre en los moderados. Los progresistas sólo gobernarán cuando la situación social o política amenace la estabilidad de la monarquía. B) La Guerra Civil carlista (1833-1840) El conflicto dinástico que se plantea en los últimos años de Fernando VII dio lugar a la Guerra Civil carlista, con un fuerte contenido ideológico y de clase. Tras la muerte del rey en Septiembre de 1833, Mª Cristina asumía la regencia mientras que D. Carlos reivindicaba sus derechos dinásticos en el Manifiesto de Abrantes. Las partidas carlistas surgían por todo el país. Los carlistas defendían ideológicamente, la religión, el absolutismo y el foralismo frente a la uniformidad del Derecho de los liberales. Los apoyaban parte de la nobleza, el bajo clero, el campesinado pobre y el artesanado. Internacionalmente, las autocracias de Europa oriental. Los isabelinos o cristinos eran apoyados por los absolutistas moderados y los liberales. Socialmente, por la mayor parte de la oficialidad, funcionarios, alto clero, burguésía, clases medias urbanas. Internacionalmente, por las potencias occidentales. Hasta 1835 la guerra se desarrolló en el País Vasco y Cataluña, luego se extendíó por toda España. La muerte de Zumalacárregui, el fracaso del sitio de Bilbao y luego de la expedición a Madrid, y el saneamiento de la hacienda por la desamortización favorecíó a los liberales. En 1837 se produce el Abrazo de Vergara, entre el carlista Maroto y el liberal Espartero. Se promete mantener los fueros, lo que luego se incumpliría. Sin embargo, los apostólicos, la rama más radical de los carlistas, prolongarían la guerra hasta1840. La consecuencia fue el hundimiento económico del norte y el arraigo ideológico. La guerra resurgiría en 1846 y 1872. 

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