23 Jun

El Crepúsculo de los ídolos»: crítica de la cultura occidental


Con este título “Crepúsculo de los Ídolos” Nietzsche quiere mostrar cómo los viejos ídolos de occidente comienzan a declinar. Por ídolos, entiende Nietzsche todas las falsas creencias sobre las que se asienta la cultura europea. Comenzando por Sócrates – Platón, continuando con el cristianismo y terminando con filósofos como Descartes o Kant, y el positivismo, Nietzsche rechaza un pensamiento que juzga terminal y al que conviene empujar definitivamente al abismo del nihilismo.
La cultura occidental, según él, sintió horror al devenir de Heráclito y prefirió inventar un mundo “verdadero”, aunque fuera de nuestro alcance, como Platón, o divino, como el cristianismo, o bien, matemático al modo de Descartes, o nouménico kantiano. Todas esas formas de pensamiento metafísico responden al intento fracasado, según el pensador alemán, de alcanzar un mundo verdadero del que deducir lógicamente unas consecuencias morales. Y para eso los filósofos han destacado el valor de la razón como instrumento al servicio de una verdad imposible para Nietzsche. De ahí que la razón sea otro de los ídolos en crepúsculo porque ella no puede justificarse a sí misma ¿quién le ha dado ese poder para entronizarse como reina del conocimiento?//El dualismo razón – sentidos, entendimiento – sensibilidad, recorre toda la filosofía decantándose siempre, -aunque con excepciones-, por la primera. La cultura occidental ha hecho oídos sordos a Heráclito, el único que se atrevió a señalar que todo fluye y por tanto ni era, ni es posible el “ser”. O dicho de otro modo: “el ser ha dejado de ser; es una ficción vacía”. Por eso, Nietzsche arremete contra esos filósofos. Contra Platón: el Mundo de las Ideas no es absolutamente nada. Contra el cristianismo: “Dios ha muerto”, aunque en realidad nunca existió y no nos puede mandar nada. Contra Descartes y Kant: valoraron en exceso la razón y despreciaron nuevamente la experiencia de los sentidos. Contra Kant: no hay tales imperativos categóricos, pretendidamente universales, es más, Kant se volvió idiota según Nietzsche, y alega varios motivos. Por ejemplo, si Kant llevó a cabo una “Crítica de la Razón Pura” mantuvo sin embargo una ética, aunque ésta fuera meramente formal; y también, porque viendo con claridad que sólo éramos capaces del fenómeno no fue capaz de eliminar asimismo el noúmeno./El mundo que vieron todos estos filósofos era inmóvil cuando con toda claridad el mundo se mueve, cambia, deviene. La vida a la que aspiraban todos ellos era una vida eterna inexistente negando ascéticamente la auténtica, una vida temporal, que deviene constantemente. Al antivitalismo inmovilista de los filósofos opone Nietzsche su vitalismo irracional. Por eso les llama filósofos – momia que es lo mismo que tildarlos de muertos. Así se entiende ese crepúsculo, ese ocaso de unas creencias que decaen inevitablemente. El orden establecido dependiente de esas creencias que se juzgaban inamovibles, ha fenecido. Pero ese ocaso supone primero un vacío, el nihilismo pasivo, en el que caerán todos aquellos que perciban el sinsentido de una vida que ha dejado de tener referencias estables. Si ya no existe Dios, tampoco la moral objetiva que de Él se deriva: todo empieza a dar igual y así no se está acostumbrado a vivir. El hombre occidental está marcado por su costumbre inveterada de tener que dar cuantas a alguien, a Dios en último término. Si Dios ha muerto, al hombre no le queda otro remedio que superarse a sí mismo y convertirse en superhombre, o bien, sucumbir porque ya nadie le puede defender. El hombre se ha quedado inevitablemente solo.//Nietzsche, poniéndose a sí mismo como médico, proclama que la cultura occidental está enferma, moribunda incluso. La autosatisfacción de esa cultura que se juzga segura toca a su fin. El clásico paso del Mito al “Logos”, que tradicionalmente marca el nacimiento de la filosofía y que supuso la razón de ser de occidente es un auténtico fraude. Nunca se dio verdaderamente ese paso. Para Nietzsche, en realidad se pasó de un mito a otro. De un mito al mito de la filosofía o de la ciencia. Ni la filosofía ni la ciencia occidental se salvan porque han pretendido ser verdaderas, cuando no son más que otros mitos más sofisticados. Occidente se ha creído sus propios mitos por miedo a descubrir su falsedad y comprobar que han confiado todas sus estructuras sociales y morales a un error. Pero el virus de la desconfianza en el poder de la razón ya se ha inoculado y el final de la cultura occidental ya se anuncia, anunciando además el nacimiento del superhombre. Todavía cabe convertir una vida vacía de significado por otra que sea una obra de arte. El que lo consiga será el superhombre, el hombre superador de toda moral y capaz de imponer sus valores, no porque estos sean mejores que los de los demás, sino porque son suyos. Los valores nuevos son los del superhombre fuerte, poderoso, amante del riesgo, creativo, solitario, que se mueve nada más que por la belleza.

.2. Crítica del concepto de Dios. El nihilismo

Nietzsche afirma que Dios es una mentira creada por los hombres de espíritu débil, que aterrados ante la dura realidad, prefieren cobijarse bajo el manto artificial pero reconfortante de un ser supremo que les guía. Esta aceptación supone una negación a la voluntad de poder del hombre, que los débiles en vista de su poca fuerza y su incapacidad para afrontar los problemas de la vida inventan, y a partir de la cual, construyen una realidad imaginaria en la que prima el orden y es causa de nuestro mundo, siendo este en calidad de efecto también ordenado, y por tanto, cognoscible. De este orden deriva el conocimiento y la moral, conceptos que para Nietzsche son una mentira puesto que presuponen el no-devenir de las cosas así como la igualdad entre las personas. La moral determina además qué es lo bueno y qué es lo malo, convierte dos conceptos -cuyo significado por sí mismo no indica nada-, en realidades absolutas e universaleslo bueno en sí, lo malo en sí. Por otro lado, son los esclavos los que imponen sus valores al conjunto de la humanidad, dándose entonces una trasmutación de los valores. En el nuevo orden de valores que adoptará Occidente la losa de la conciencia y la moral ahogarán las tentativas de los espíritus fuertes de ejercer su voluntad de poder, diezmando así su naturaleza que devendrá débil y sumisa. Es entonces cuando la humildad, el remordimiento, la compasión, en definitiva todos los rasgos definitorios de la clase esclava, apoyados en la idea de un Ser Supremo que, como afirma el autor, juzga y condena, y solo es capaz de un amor condicionado. De no responder a su voluntad, toma venganza contra aquel que se le opone. Estas ideas se han impuesto en nuestra cultura occidental. Nietzsche, por eso rechaza las religiones, por su carácter antivital y lo que esto conlleva en contra de la espontaneidad y la fuerza instintiva. Entre todas las religiones detesta con más fuerza las monoteístas, puesto que están fundadas en el monopolio de un solo Dios y una sola doctrina, y dirigirá contra el cristianismo.
Nietzsche considera la fe como una sumisión de la razón, producto de un pronunciamiento débil y equivocado de la voluntad, pues no se puede aceptar racionalmente un ser que no es ni claro ni distinto, y por tanto que no es objeto de conocimiento. Por otro lado, como ya hemos dicho anteriormente, Nietzsche niega el carácter absoluto del concepto “bueno” y “malo”, y por consiguiente niega la moral. Él sentencia que cada cosa es buena o mala en función de la perspectiva con que se vea. Es decir, depende de muchos factores, siendo el más importante el factor de la voluntad. Si un hombre quiere matar a otro porque le apetece, y además considera que la acción le va a reportar un beneficio, no hay impedimento fisiológico que se lo impida, y por tanto ¿por qué no hacerlo?. Es el impulso irracional, el acto no sopesado ni licuado por la moral, el “moralmente” correcto, puesto que se legitima por la voluntad del individuo. En definitiva, si no existe un Dios Supremo que esté por encima de mí y estipule las normas del juego, más bien conocidas como moral, seré autónomo de hacer aquello que quiera. La moral no existe como valor absoluto, pero cada uno por su cuenta puede crearse su propia escala de valores, totalmente autónoma y para nada heterónoma.//Nietzsche sentencia que Occidente está despertando de un dilatado letargo en el que la falta de rigor y la deslealtad a la veracidad han sido patrón de conducta. Paradójicamente será la herencia de la moral la que impulse el pensamiento occidental hacía el rechazo de la gran mentira, Dios y la moral, puesto que ella es la que ha parido la virtud y ciencia del amor por la verdad. Conscientes entonces los hombres del engaño al que han sido sometidos durante siglos, y viendo derrumbarse los pilares fundamentales de su sociedad, primero Dios y luego inevitablemente la moral, se encontrarán con una realidad desoladora. Desorientado y angustiado, Occidente se hallará inundado de dudas, sin unos por qué, sin ningún sentido. Tras el oasis-espejismo de la Antigua Tradición, la visión del páramo-real debilitará a los individuos, hijos huérfanos de una sociedad sin tradición ni cultura. El nihilismo, es decir, la negación de todos los antiguos ídolos será la consecuencia, y la nada de valores su realidad más patente. Frente a este nihilismo pasivo, contrapone Nietzsche un nihilismo activo. Según dice, los viejos valores no caen por si solos sino que son hundidos por la voluntad de poder de aquellos que los niegan. Una vez derruido el antiguo orden, liberado el hombre de las patochadas cristianas y de los dioses menores de la ilustración: la razón, la democracia, la igualdad, el ser humano estará capacitado para generar por sí mismo, desde sus vísceras, desde el instinto, su nueva escala de valores. Este nuevo hombre capaz de rechazar y destruir lo impuesto en su día por los débiles, y de generar con autonomía su propia moral es el superhombre, que en lenguaje darwiniano sería considerado el siguiente eslabón en la evolución mono-hombre. Para explicar el autor alemán la transición desde el nihilismo pasivo al activo, utiliza la metáfora de la triple metamorfosis que se explica en otro lugar.


Deja un comentario