27 Dic
Thomas Kuhn: Paradigmas y Revoluciones Científicas
Thomas Kuhn critica la idea tradicional de que la ciencia avanza de forma lineal y acumulativa, es decir, sumando conocimientos poco a poco hasta acercarse progresivamente a la verdad. Según Kuhn, esta imagen no se corresponde con lo que muestra la historia real de la ciencia. Cuando se analizan los procesos científicos desde una perspectiva histórica, se observa que el desarrollo científico está marcado por rupturas profundas, conflictos y cambios radicales, no solo por la acumulación de hechos y teorías.
Kuhn introduce la noción de paradigma para explicar cómo funciona la ciencia en cada momento histórico. Un paradigma es un conjunto compartido de teorías, métodos, valores, instrumentos y supuestos básicos que una comunidad científica acepta y utiliza como marco de referencia. El paradigma define qué problemas son legítimos, qué métodos son adecuados para investigarlos y qué cuenta como una solución válida. Además, los paradigmas se transmiten a través de la formación científica y los libros de texto, lo que hace que los científicos aprendan a ver el mundo de una determinada manera.
La Ciencia Normal y la Aparición de Anomalías
Cuando un paradigma está firmemente establecido, la actividad científica que se desarrolla bajo él recibe el nombre de ciencia normal. La ciencia normal no busca cuestionar los fundamentos del paradigma, sino resolver problemas concretos dentro de él. Kuhn describe esta actividad como una investigación ordenada, rutinaria y altamente especializada, cuyo objetivo principal es ajustar la realidad al marco conceptual existente.
Durante este periodo, los científicos trabajan con la convicción de que el paradigma es correcto y de que los problemas que aparecen pueden resolverse utilizando sus herramientas teóricas y metodológicas. Sin embargo, a lo largo del tiempo, la ciencia normal se enfrenta a anomalías, es decir, fenómenos que no encajan adecuadamente en el paradigma dominante. En un primer momento, estas anomalías suelen ser ignoradas, minimizadas o tratadas como errores experimentales. No obstante, cuando las anomalías se acumulan y afectan a aspectos centrales del paradigma, la comunidad científica entra en un periodo de crisis. Durante la crisis, se debilita la confianza en el paradigma existente y comienzan a cuestionarse sus fundamentos.
Revoluciones Científicas e Inconmensurabilidad
La crisis, por sí sola, no provoca automáticamente un cambio científico profundo. Para que se produzca una transformación real es necesario que aparezca un nuevo paradigma capaz de resolver los problemas que el anterior no podía explicar. Cuando este nuevo paradigma se consolida y sustituye al antiguo, tiene lugar una revolución científica.
Las revoluciones científicas implican un cambio radical en la manera de entender el mundo, en los conceptos fundamentales, en los métodos de investigación y en los criterios de evaluación científica. Por esta razón, Kuhn afirma que las revoluciones científicas no son procesos acumulativos, sino rupturas que transforman profundamente la ciencia. Un aspecto central de la teoría de Kuhn es la idea de que la observación no es neutral. En contra de la visión empirista clásica, Kuhn sostiene que lo que los científicos observan está condicionado por el paradigma en el que trabajan. La teoría influye en la observación y no al revés: los datos no determinan automáticamente las teorías. Esto explica por qué científicos que trabajan bajo paradigmas distintos pueden interpretar de manera diferente los mismos fenómenos y, en cierto sentido, “vivir en mundos distintos”.
Este problema se relaciona con el concepto de inconmensurabilidad, que describe la dificultad de comparar paradigmas rivales mediante criterios totalmente comunes. Los paradigmas utilizan conceptos, lenguajes, métodos y normas de evaluación diferentes, lo que hace que no exista una medida neutral para decidir racionalmente entre ellos. Por eso, durante las revoluciones científicas, los debates entre defensores de distintos paradigmas suelen ser profundos y difíciles de resolver.
A pesar de estas dificultades, Kuhn no defiende que la ciencia sea arbitraria o relativista en sentido radical. Aunque no exista un criterio universal y neutral para comparar paradigmas, los nuevos paradigmas suelen imponerse porque tienen un mayor poder de resolución de problemas. El progreso científico, según Kuhn, no consiste en acercarse a una verdad absoluta, sino en desarrollar marcos teóricos cada vez más eficaces para resolver problemas científicos relevantes.
Paul Feyerabend: El Anarquismo Epistemológico
Paul Feyerabend es uno de los filósofos de la ciencia más críticos y provocadores del siglo XX. En obras como Contra el método y La ciencia en una sociedad libre, Feyerabend cuestiona de forma radical la idea de que exista un método científico único, racional y universal que explique el progreso de la ciencia. Frente a las visiones más normativas de la ciencia, como el empirismo lógico, Popper o incluso Kuhn, Feyerabend sostiene que la historia real de la ciencia muestra un panorama mucho más caótico, creativo e incluso irracional.
La crítica central de Feyerabend se dirige contra la idea de que la ciencia progresa siguiendo reglas metodológicas fijas. Según él, no existe ningún conjunto de normas que hayan guiado siempre el avance científico. Al contrario, cuando se estudian los grandes episodios de la historia de la ciencia, se observa que los científicos más importantes a menudo han tenido que violar las reglas metodológicas aceptadas para poder avanzar. Por eso, Feyerabend rechaza las dos reglas básicas del empirismo lógico: que las teorías deben ser coherentes con los hechos y que deben ser coherentes con las teorías previamente aceptadas. Para él, seguir estrictamente estas reglas habría impedido muchos de los avances científicos que hoy consideramos fundamentales.
La Contrainducción y el Caso de Galileo
En este contexto, Feyerabend propone una estrategia que llama contrainducción, que consiste en desarrollar teorías que entren en conflicto tanto con los hechos aceptados como con las teorías dominantes. Lejos de ser un error, este conflicto puede ser precisamente lo que permite descubrir nuevos fenómenos y ampliar el conocimiento. Feyerabend sostiene que las teorías antiguas suelen encajar mejor con los hechos conocidos, porque esos hechos han sido interpretados desde ese marco teórico. Por ello, una nueva teoría puede parecer inicialmente peor desde el punto de vista empírico, pero aun así ser científicamente progresiva si abre nuevas posibilidades de investigación.
Un ejemplo central para Feyerabend es el caso de Galileo y la defensa del heliocentrismo copernicano. Según Feyerabend, Galileo tuvo que oponerse a lo que parecía demostrar la experiencia cotidiana, ya que todo indicaba que la Tierra estaba en reposo. El famoso argumento de la Torre de Pisa mostraba que, si la Tierra se moviera, una piedra lanzada desde una torre no caería justo a sus pies. Para defender a Copérnico, Galileo no se limitó a aportar nuevos datos, sino que transformó la forma misma de describir la observación. Introdujo nuevas interpretaciones naturales, como la idea del movimiento relativo y la inercia, que permitían reinterpretar los hechos observados.
De este modo, Feyerabend concluye que la ciencia no consiste en someterse pasivamente a la observación, sino en desafiarla y reconstruirla desde nuevos marcos conceptuales. Además, Feyerabend subraya que Galileo utilizó estrategias claramente no racionales o no científicas en sentido estricto, como técnicas de persuasión y propaganda. Escribió en italiano en lugar de latín, apeló al público general y se apoyó en argumentos retóricos y estéticos. Para Feyerabend, estos procedimientos “irracionales” no son un defecto, sino una parte fundamental del progreso científico, ya que las nuevas ideas rara vez se imponen solo por su fuerza lógica o empírica.
Pluralismo Metodológico y el «Todo Vale»
A partir de estos análisis, Feyerabend defiende una posición conocida como pluralismo metodológico. Según esta postura, no existe un único método científico válido, sino una multiplicidad de métodos, estilos y enfoques que pueden coexistir. La ciencia se desarrolla gracias a la proliferación de teorías rivales, incluso cuando estas son incompatibles entre sí. Feyerabend considera que esta proliferación crea un “mercado de ideas” que favorece la creatividad y evita el estancamiento dogmático.
Esta defensa del pluralismo se resume en su famosa consigna “anything goes” o “todo vale”. Esta expresión no debe entenderse como una defensa del caos absoluto, sino como una crítica a la imposición de reglas rígidas que limiten la creatividad científica. Feyerabend no propone un nuevo método, sino un anti-método, una concepción anarquista del conocimiento que rechaza cualquier sistema fijo de normas. Según él, los grandes científicos han sido oportunistas, flexibles y creativos, dispuestos a utilizar cualquier recurso disponible para desarrollar y defender nuevas ideas.
Feyerabend también comparte con Kuhn la tesis de la inconmensurabilidad, según la cual las teorías rivales no pueden compararse fácilmente mediante criterios neutrales, ya que utilizan conceptos, lenguajes y normas distintas. Sin embargo, Feyerabend lleva esta idea más lejos y la aplica no solo a teorías científicas, sino también a la comparación entre ciencia, arte y mito. Desde su punto de vista, la ciencia no posee un estatus epistemológico superior por naturaleza, sino que es una tradición cultural más entre otras. Finalmente, Feyerabend desarrolla una fuerte crítica política y social de la ciencia, señalando que en las sociedades contemporáneas la ciencia ha adquirido un poder excesivo y actúa como una institución dominante.
Robert K. Merton: La Sociología y el Ethos de la Ciencia
Robert K. Merton es uno de los fundadores de la sociología de la ciencia y su objetivo principal es mostrar que la ciencia no es solo una actividad intelectual individual, sino un proceso social organizado, regulado por normas, valores e instituciones. Frente a la imagen idealizada del científico como un genio solitario, racional y aislado en su “torre de marfil”, Merton sostiene que el conocimiento científico es el resultado de una red social compleja formada por comunidades científicas, instituciones, sistemas de financiación y mecanismos de reconocimiento.
Merton se pregunta cuál es la estructura social que permite que la ciencia se desarrolle de forma óptima y qué tipo de normas regulan el comportamiento de los científicos. Su respuesta se articula en torno al concepto de ethos de la ciencia, entendido como un conjunto de valores y normas institucionales que gobiernan la actividad científica. Estas normas no son simples recomendaciones morales, sino imperativos sociales que organizan la práctica científica y hacen posible la producción de conocimiento fiable.
Las Cuatro Normas del Ethos Científico
Merton identifica cuatro normas fundamentales que guían la conducta científica:
- Universalismo: Según esta norma, las afirmaciones científicas deben evaluarse con independencia de las características personales o sociales de quien las propone. No importan la nacionalidad, el género, la clase social, la religión o la ideología del científico, sino la validez de sus argumentos y pruebas.
- Comunalismo (o comunismo científico): Esta norma sostiene que los conocimientos y descubrimientos científicos son propiedad común de la comunidad científica. Una vez que un resultado se publica, deja de pertenecer al investigador individual y pasa a formar parte del acervo colectivo. El único derecho que conserva el científico es el reconocimiento simbólico de su contribución.
- Desinterés: Merton no afirma que los científicos carezcan de ambiciones personales, sino que la estructura institucional de la ciencia exige que actúen como si su motivación principal fuera el avance del conocimiento y no el beneficio personal. Los científicos están sometidos a un sistema de vigilancia mutua que penaliza el fraude o la manipulación.
- Escepticismo organizado: Implica la obligación de someter todas las ideas y resultados científicos a un examen crítico sistemático. Ninguna afirmación debe aceptarse por autoridad, tradición o prestigio personal. Esta actitud crítica institucionalizada distingue a la ciencia de otros sistemas de conocimiento.
El Sistema de Recompensas y sus Desviaciones
Estas cuatro normas están estrechamente vinculadas a lo que Merton denomina el sistema de recompensas de la ciencia. Dado que los científicos renuncian a la propiedad privada de sus descubrimientos, el principal incentivo que reciben es el reconocimiento simbólico, especialmente el prestigio asociado a ser el primero en realizar un descubrimiento. Las leyes, constantes y teorías llevan nombres propios precisamente porque el reconocimiento es el motor que impulsa la creatividad científica.
Sin embargo, Merton reconoce que el sistema de recompensas puede generar tensiones y desviaciones, como el plagio, la difamación o el fraude. Además, analiza las consecuencias estructurales de este sistema, tales como:
- El efecto Mateo: Según el cual los científicos más prestigiosos tienden a recibir más reconocimiento que aquellos menos conocidos, incluso cuando sus contribuciones son similares.
- El efecto Matilda: Que pone de relieve el sesgo sistemático que ha llevado a invisibilizar o atribuir a hombres los logros de muchas mujeres científicas.
En conjunto, la sociología de la ciencia de Merton no cuestiona la verdad del conocimiento científico, sino que pretende explicar cómo funciona socialmente la ciencia y qué condiciones institucionales permiten su desarrollo. Por ello, su enfoque se considera un programa “débil” dentro de la sociología de la ciencia, ya que no analiza el contenido de las teorías científicas, sino las normas, valores y estructuras sociales que regulan la práctica científica.
Conclusión
En conclusión, Merton ofrece una visión de la ciencia como una institución social regida por normas específicas que orientan el comportamiento de los científicos y garantizan, al menos idealmente, la objetividad, la cooperación y el progreso del conocimiento. Su propuesta muestra que la racionalidad científica no puede entenderse al margen de las estructuras sociales que la sostienen.

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