01 Abr

El Imperio colonial español, después de la pérdida de las colonias a principios del Siglo XIX, estaba integrado por dos grandes islas del Caribe, Cuba y Puerto Rico, las islas Filipinas en el Pacífico y un conjunto de islotes y archipiélagos dispersos por este océano.
En la segunda mitad del Siglo XIX se inicia el proceso de independencia de estos territorios de España.
Cuba y Puerto Rico, islas situadas muy próximas a EEU, basaban su economía en la agricultura de exportación con el azúcar de caña y el tabaco como principales productos. Aportaban a la economía española un flujo continuo de beneficios. Todo esto se debía a las duras leyes arancelarias que Madrid impónía a estas colonias. Constituían un mercado cautivo, obigadas a comprar las carísimas harinas castellanas, y los textiles catalanes, e impedidos de exportar azúcar a Europa a partir de 1870, privadas además de toda capacidad de autogobierno.
En 1868 aparecen los movimientos autonomistas, mediante una sublevación militar encabezada por Manuel Céspedes (grito de Yara). Una lucha por la abolición de la esclavitud en las plantaciones e ingenios de azúcar, y por la autonomía política. Esta contienda, conocida como la guerra de los Diez Años, duró desde 1868 hasta 1878, concluyendo con la paz de Zanjón, por la que el capitán general, Martínez Campos, se comprometíó a conceder a Cuba formas de autogobierno. Durante unos meses, en 1879, hubo otros conflictos (guerra chiquita), pero acabó por falta de recursos.
En 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, partidario de la independencia. La propuesta de una ley de autonomía para Cuba en 1895 llegó tarde, y a partir de ese año la guerra se recrudecíó. El envío desde España del general Weyler que puso en práctica una política represiva, no impidió el incremento de la guerra.

En Filipinas la insurrección comenzó con el descontento de ciertos indígenas con la Administración española y con el excesivo poder de las órdenes religiosas. 
José Rizal fundó la Liga Filipina con un programa basado en la expulsión de los españoles, de las órdenes religiosas y la confiscación de sus latifundios. El general Polavieja capturó y ejecutó a Rizal, ero un nuevo líder, Emilio Aguinaldo mantuvo la lucha, obligando a España a enviar nuevas tropas.
En 1897 se produjeron dos cambios importantes, por un lado el asesinato de Cánovas, y la presidencia de Mckinleya la presidencia de los EEUU. En esas fechas los líderes de Cuba y Filipinas se encontraban en contacto con EEUU.
Sagasta llegó al convencimiento de que había de concederse una amplia autonomía a Cuba, pero EEUU se implicó en el conflicto. La prensa estadounidense movilizó a la opinión pública contra el colonialismo español. En Febrero de 1898 la voladura del acorazado Maine, que estalló cuando estaba atracado en el puerto de la Habana, fue el pretexto para una declaración de guerra que se desarrolló en el Caribe y Filipinas.
La escuadra de EEUU partíó hacia Filipinas, donde se enfrentó al almirante Cervera en Cavite, que dirigía una escuadra deteriorada, por lo que fue destrozada por los americanos, que tomaron Manila.
La escuadra española partíó desde Canarias para Puerto Rico. Entró en el puerto de Santiago de Cuba y fue bloqueada por la armada de los EEUU. Intentó salir a mar abierto, pero la flota española fue aniquilada. Poco después se ocupó Puerto Rico.
Las derrotas señaladas condujeron a la Paz de París de 1898. España renunciaba a Cuba, cediendo Puerto Rico, las Filipinas y Guam. España manténía las islas Marianas, excepto Guam, las Palaos y las Carolinas. Sin embargo, sólo duraron 2 años, porque España las vendíó a Alemania en 1899, que  también aspiraba a un Imperio colonial

El desarrollo del turno pacífico


A lo largo del período que va desde 1876 a 1902, fecha en que Alfonso XIII alcanza su mayoría de edad, el Partido Conservador se mantuvo en el gobierno desde 1875 hasta 1881, que es cuando Sagasta formó Gobierno. Introdujo el sufragio universal en los municipios (1882). En 1884 volvíó Cánovas, pero tras la muerte del rey en 1885 por tuberculosis, iniciándose la regencia de Mª Cristina de Habsburgo, se impulsó un acuerdo entre ambos partidos, el llamado Pacto del Pardo, para apoyar a la regente frente a las presiones carlistas y republicanas.
Bajo la Regencia, Sagasta gobernó más años que Cánovas, ya que los liberales se mantuvieron en el poder entre 1885 y 1890, impulsando diversas reformas que tenían como objetivo democratizar el sistema. Se aprobó la ley de Asociaciones (1887), permitiendo la entrada al juego político las fuerzas políticas opositoras, se abolíó la esclavitud (1888). En 1890 se introdujo el sufragio universal masculino en las elecciones generales, lo que amplió el censo electoral de 800.000 electores a cerca de 5 millones de hombres mayores de 25 años. Sin embargo, el sufragio universal se vio desvirtuado al persistir el falseamiento electoral, lo que impidió la verdadera democratización del sistema.
Cánovas fue asesinado por un anarquista italiano en 1897 cuando estaba en un balneario de Mondragón. Sagasta fue presidente del gobierno hasta 1902, ya durante el reinado de Alfonso XIII, falleciendo poco después en 1903.

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