20 Mar

 los territorios forales y en regiones rurales menos desarrolladas como Andalucía y Galicia. Los movimientos nacionalistas catalanes y vascos fueron los más importantes, precisamente las zonas más desarrolladas y más independientes económicamente. El modelo liberal centralista de España del siglo XIX fracasó con la crisis del 98, conociendo los nacionalismos periféricos un gran desarrollo. Como reacción a estos surgió un nacionalismo español de carácter muy conservador, tradicionalistas, contra el movimiento obrero y católico. Este nacionalismo español, como todos los nacionalismos, se define por el amor a lo propio y el odio al otro (en este caso los grandes enemigos eran los nacionalismos periféricos y el movimiento obrero) y la demanda de un solo estado para una sola nación, rechazando cualquier intento de autonomía de regiones o nacionalidades. El general Primo de Rivera no dudó en calificar al golpe de Estado de 1923, el que acabó con el sistema de la Restauración, como el gran desquite o revancha nacional ante la derrota de 1898. Franco, justificó el suyo como un movimiento para acabar con el ateismo, el comunismo y el separatismo. La dictadura franquista reprimió duramente a los nacionalismos periféricos e impuso un nacionalismo español muy exacerbado. Esta radicalización del nacionalismo español durante la dictadura puede explicar, en parte, la radicalización de un sector del nacionalismo periférico. Entre estos avatares la aparición y consolidación de un nacionalismo español moderado no ha cuajado y explica la no resolución en la actualidad del viejo problema de la identidad o estructura de España.

Causas

Las causas de la aparición de estos nacionalismos periféricos son bastante complejas. No obstante, existen una serie de factores comunes, al mismo tiempo que en cada nacionalismo de acuerdo a sus peculiaridades, tienen más incidencia un tipo de factores. Así en las regiones que tenían lengua propia los factores culturales fueron muy importantes o en Cataluña la industrialización y la política económica jugaron un papel fundamental o en el País Vasco fueron los factores políticos los más trascendentes. Factores políticos. Dos son los factores que vamos a considerar: la reacción ante el modelo centralista y unitario adoptado por el liberalismo español y la reacción ante el desastre del 98, en el contexto del regeneracionismo y la identidad de España.
1.- El modelo de Estado adoptado por el liberalismo español desde los años treinta, a imitación del modelo francés, fue centralista y unitario impuesto por los borbones en el siglo XVIII. Así se dividió España en provincias (Javier de Burgos) se 2
nombraron gobernadores civiles y militares… pretendiendo disolver las peculiaridades regionales. Ante este intento de uniformización van a aparecer una serie de nacionalismos periféricos que se oponen a ello y defienden sus peculiaridades como pueblo. 2.- El problema de la identidad de España se vio agudizado tras la crisis del 98. Con el desastre de Cuba también se hunde ese concepto uniformista de España y aparecen una serie de regeneracionismos que critican a la España actual y proponen un modelo alternativo. Uno de esos regeneracionismos fue el nacionalismo periférico, que proponía una nueva estructura de España, una España federal, culpando de los males actuales al centralismo existente. En Cataluña y en el País Vasco los nacionalismos empiezan a partir de esta fecha a obtener importantes resultados electorales, terminando con la supremacía electoral de los partidos dinásticos en estas zonas. Factores culturales. La reacción ante el modelo centralista y uniformizador del liberalismo español durante el siglo XIX fue encabezado siempre por una contestación de carácter cultural.
Así los nacionalismos periféricos comienzan en las nacionalidades o/y regiones que tenían lengua propia, reivindicando la utilización de esta y la existencia de una historia y unas tradiciones propias y diferenciadas del resto de España. Este renacimiento cultural va a ser seguido de un nacionalismo de carácter más político. Factores económicos. La importancia de los factores económicos viene dada por la aparición de la industrialización, pero las características de esta industrialización van a marcar la aparición de los nacionalismos. La industrialización de España fue muy dispersa (Cataluña y País Vasco se industrializaron y el resto de España continuó agraria), muy sectorializada (básicamente textil y siderúrgica) y muy dependiente de la política económica de los gobiernos (necesidad del proteccionismo, frente al librecambismo que pedía la oligarquía agraria). Así la burguesía catalana y vasca demanda políticas proteccionistas y estas reivindicaciones se unen y se funden a las de carácter político. O el nacionalismo gallego y andaluz de carácter más agrario se basa en los agravios económicos con respecto a regiones o nacionalidades más avanzadas.

El nacionalismo catalán

Se caracteriza por su moderación y su compromiso con España, destaca por su importancia e influencia sobre todos los demás (vasco, gallego, andaluz, valenciano…) Los inicios (1875-1898) Como en los otros nacionalismos, el inicio tuvo un carácter cultural. Este movimiento se denominó la Renaixença, que abarcaba los más diversos campos de la actividad intelectual -Historia, Literatura, Arte- que tuvieran relación con Cataluña y siempre utilizando su propia lengua.
A principios de la década de los años ochenta este carácter cultural deriva en movimientos políticos. Presentándose dos alternativas: la más radical de Almirall, que provenía de las filas de los federales de Pi y Margall y la más conservadora de la Lliga de Catalunya. La primera se apoyaba en la burguesía media y baja, reivindicando leyes de carácter proteccionista, tenía un carácter liberal y laico. La Lliga de Catalunya era de carácter conservador y católico, apoyada por la media y alta burguesía se va a hacer a medio plazo con la representación del nacionalismo catalán. Este nacionalismo va a 3
estar basado en los principios de orden, tradición, religión y propiedad. La Lliga va a estar liderada por Prat de la Riba, que presenta su programa político en las Bases de Manresa. En una asamblea dirigida por Doménech i Muntaner y Prat de la Riba, se aprobó un proyecto de Constitución autonomista para Cataluña basada en los usos e instituciones previos a la promulgación, en 1714, de los Decretos de Nueva Planta. Pese a la aparente cohesión del catalanismo, pronto volvieron a surgir dos corrientes contrapuestas: ?


Una popular, republicana y laica, con figuras como Doménech i Muntaner. Si bien fue minoritaria en un primer momento, puede ser entendida como inspiración de Esquerra Republicana de Cataluña, partido fundado en 1931 y que se convirtió en la principal fuerza del catalanismo hasta 1939. ?Otra conservadora, católica y burguesa, liderada por Prat de la Riba, que acabó por configurar en 1901 la Lliga Regionalista. Primer tercio del siglo XX. A raíz del desastre del 98, los nacionalismos y el catalán a la cabeza van a conocer una gran expansión, destacando Cambó. La burguesía catalana dejó de apoyar a los partidos dinásticos y pasó a defender el catalanismo moderado. El Desastre favoreció la unión entre el movimiento catalanista y la burguesía catalana, que había resultado especialmente perjudicada por la pérdida de los mercados cubanos. La Lliga regionalista venció en Cataluña en las elecciones de 1901, a partir de aquí los partidos dinásticos perdieron peso en Cataluña y provocó la crisis de la política caciquil. Representaba una nueva opción conservadora moderna, de las clases medias, autonomistas pero no independentista y que no se oponía, como en el caso de una facción del nacionalismo vasco, al modelo social existente. Este cambio electoral se explica en el contexto de la pérdida del mercado colonial cubano y la crisis del 98. Ante el problema de la identidad de España surgido, el regeneracionismo catalán planteaba un modelo federal y un cambio de España hacia posiciones parecidas a la suya. El gran líder de este movimiento fue Francisco Cambó.

El nacionalismo vasco

El nacionalismo vasco va a ser más radical y racista que el catalán. En su formación inciden tres factores: un movimiento cultural para la recuperación de su cultura; los efectos de la revolución industrial y la inmigración y, sobre todo, la derrota del carlismo y la anulación por Cánovas de sus fueros. Ante estos hechos aparecen dos tendencias bien diferenciadas. Un nacionalismo radicalizado que defendía la recuperación íntegra de los fueros. Eran los que se aferraban al mundo tradicional y agrario, que no se adaptaban a los cambios que la revolución industrial conllevaba, para ellos la defensa de sus fueros equivalía a defender su esencia de lo vasco, su raza, su historia, su tradición, su lengua… La abolición de los fueros se convirtió en el agravio más importante del gobierno central y la petición de independencia su reivindicación fundamental. Por otra parte, apareció un nacionalismo de carácter más burgués y urbano. Estos aceptaron la abolición de los fueros y supieron rentabilizar la situación para transformar la pérdida en conciertos económicos con Madrid en provecho propio y presionar en pro de una legislación proteccionista. Ambas tendencias se concretizan y se relacionan en la figura de Sabino Arana y el PNV.
Sabino Arana fue el fundador del nacionalismo vasco creando el PNV, recogiendo la tradición foral del carlismo. Su programa político, en un principio, se basa en la diferencia con el resto del Estado español (fundamentada en la lengua y la raza), en el gran amor a lo propio y el odio al otro, al enemigo (Madrid, maketos y el 4
movimiento obrero). La afirmación de la raza vasca, el catolicismo y la reivindicación de la independencia para Euskalerría. Este territorio era un ámbito étnico o cultural a la manera del mundo céltico, que no había constituido jamás un estado. Euskadi, el nombre que le asignó, contendría las tres provincias vascas, Navarra y el país vasco francés. Su lema fue Dios y Antiguas Leyes. Recuperar los fueros totales significaba recuperar la plena soberanía, lo que implicaba la independencia. Alcanzar esta no era sino volver a la libertad originaria, a la esencia histórica del pueblo vasco, a la Ley Vieja, los fueros. En una segunda etapa de su pensamiento Sabino Arana moderó sus planteamientos y viró hacia un nacionalismo del modelo catalán, en el que se pedía autonomía pero no independencia. Planteamiento que correspondía a la tendencia más moderada, urbana y burguesa del nacionalismo vasco. El PNV asumió e integró estas dos tendencias, predominando una u otra en distintas etapas. Aunque siempre predominó su carácter conservador y católico. Desde entonces convivieron y conviven las dos tendencias, no sin enfrentamientos, disputas y escisiones. Una tendencia más pragmática que pedía la reforma del Estado y la autonomía; y otra, más fiel a los planteamientos independentistas de Arana. A finales de siglo el PNV obtuvo sus primeros escaños, aglutinando el voto de las clases medias urbanas y rurales, preocupadas por el creciente peso de los trabajadores inmigrantes, generalmente identificados con el socialismo. En 1911 se creó un sindicato nacionalista controlado por el PNV, Solidaridad de los Trabajadores Vascos (ELA-STV) que todavía perdura y es el sindicato nacionalista más importantes.

Regionalismo gallego

En Galicia, las élites sociales habían abandonado el uso del gallego, por lo que había pasado a ser patrimonio del campesinado. Las dificultades económicas, la falta de cohesión social y la dispersión del hábitat retrasaron el renacimiento cultural galleguista. Aunque en la segunda mitad del siglo XIX el galleguismo cultural alcanzó sus rasgos definitorios, no se concretó como proyecto político. Iniciativas como el Rexurdimento situaron la historiografía y la literatura como claves de la recuperación cultural gallega. En esta tarea destacaron escritores como Eduardo Pondal y Rosalía de Castro. Fue Alfredo Brañas quien ofreció el primer contenido al regionalismo gallego, basado en la idea de una patria gallega dentro de la patria española común pero descentralizada. No obstante, no fue hasta 1931 cuando el galleguismo encontró expresión política con la fundación del Partido Galleguista por Alfonso Rodríguez Castelao.

Regionalismo valenciano

El regionalismo valenciano fue un fenómeno minoritario y tardío. El punto de partida lo tuvo en el renacimiento cultural de los años setenta, que impulsó la formación en 1878 de la sociedad Lo Rat Penat, núcleo valenciano cultural hasta bien entrado el siglo XX.
Regionalismo andaluz (se verá en tema separado)
En Andalucía, Blas Infante expone su doctrina en el Ideal Andaluz, con afirmaciones como la tierra para quien la trabaja o peticiones de autonomía para la 5
zona, pero siempre desde el respeto a España. Todos estos nacionalismos van a tener más incidencia en la Segunda República.

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