05 Jun

3.2. DESAMORTIZACIÓN CIVIL
Se desarrolló durante el reinado de Isabel II y la llevó a cabo el también ministro progresista
Pascual Madoz mediante la Ley de Desamortización General de 1855, que venía a completar
la obra de Mendizábal. La ley afectaba tanto a las propiedades del clero no vendidas con
anterioridad como a las propiedades del Estado, de Órdenes Militares (Santiago, Alcántara,
etc.) y, sobre todo, a las tierras de propios y comunales, pertenecientes a los Ayuntamientos.
El objetivo de esta desamortización fue amortizar la deuda del Estado y financiar la
construcción de los ferrocarriles, que se encontraban en plena fase expansiva.
El pago podía hacerse también de dos formas:
– En efectivo, abonando el 10% en el momento de la compra y el resto en 14 años, con
descuentos en caso de hacerse la liquidación en plazos más cortos.
– Comprando títulos de deuda en casos excepcionales, pero no por su valor nominal, sino de
acuerdo con su cotización del día anterior.
La desamortización de Madoz súperó en volumen a la de Mendizábal, por lo que tuvo un
papel más decisivo. Hasta 1867, el Estado ingresó por este concepto 5.400 millones de
reales, utilizados para pagar su deuda y subvencionar a las compañías de ferrocarriles.

4. CONSECUENCIAS DE LAS DESAMORTIZACIONES

4.1. CONSECUENCIAS SOCIALES
a. Clero. El clero sufríó un duro golpe, perdíó sus propiedades y vio reducida su influencia
política, que en el Antiguo Régimen era enorme. Muchos de sus miembros se pusieron al
lado del carlismo, defensores del Antiguo Régimen.
b. Nobleza. La nobleza perdíó sus privilegios, pero aumentó sus propiedades con la compra
de tierras desamortizadas. Además, la Ley de Supresión de los Señoríos Jurisdiccionales les
favorecíó claramente al conseguir la propiedad absoluta de las tierras, que en el Antiguo
Régimen compartían con los campesinos.
c. Burguésía. La burguésía fue el grupo más beneficiado, pues invirtió su dinero en la
adquisición de tierras desamortizadas, convirtiéndose en burguésía terrateniente. Su dinero
le permitíó emparentar con la nobleza por medio de enlaces matrimoniales.
d. Campesinado. Los campesinos, carentes de dinero para participar en las subastas de
tierras, perdido el derecho de propiedad que poseían en el Antiguo Régimen -dominio útil-,
y privados del uso de las tierras comunales y de propios, vieron cómo su situación
empeoraba claramente, lo que explica su oposición al liberalismo. Primero abrazaron al
carlismo como defensores del Antiguo Régimen y posteriormente a ideologías
revolucionarias como el anarquismo.

4.2. CONSECUENCIAS ECONÓMICAS
a. Reforzó el latifundismo, puesto que las tierras fueron compradas por los que ya eran
propietarios.

b. Aumentó la superficie cultivada, incrementando la producción de cereales y viñedos.
c. Los nuevos propietarios talaron los bosques para convertirlos en tierras de labor u obtener
dinero rápido con la venta de madera, provocando una importante deforestación.
Las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz afectaron al 20% del suelo español, lo que
demuestra su extraordinario alcance. El valor total de los bienes desamortizados entre 1836
y 1895 fue de 3.000 millones de pesetas aproximadamente. Para valorar el proceso hay que
decir que en 1860 el presupuesto del Estado era de 600 millones de pesetas.
4.3. CONSECUENCIAS POLÍTICAS E IDEOLÓGICAS
Permitíó la consolidación del régimen liberal, ya que todos los beneficiados de la compra de
tierras quedaron unidos a la causa isabelina. También se crearon enemigos entre aquellos
más perjudicados como la Iglesia, cuyas relaciones quedan rotas durante una década, y los
campesinos más humildes vieron cómo su situación empeoraba, lo que hizo que se
decantaran hacia políticas más revolucionarias.

4.4. CONSECUENCIAS CULTURALES
Se produce una pérdida y expolio de bienes artísticos y culturales que acabaron en otros
países o en manos privadas. También se lleva a cabo el derribo de edificios de interés
artístico, aunque otros fueron conservados y restaurados para sedes institucionales o
museos.

4.5. CONSECUENCIAS URBANÍSTICAS
La desamortización contribuyó a la transformación del modelo de ciudad conventual a la
ciudad ciudad burguesa que crece en altura, en jardines y edificios públicos, ocupando el
centro de la ciudad, y desplazando a las clases bajas a barrios de la periferia. Para ello
muchos conventos son demolidos para trazar calles rectas o son restaurados para usarlos
como museos, hospitales, etc.

5. CAMBIOS AGRARIOS
Entre 1836 y 1869 se produjo en España un resurgimiento agrario, derivado de la puesta en
cultivo de las tierras desamortizadas. Las fronteras se cerraron al trigo procedente de
Europa, favoreciendo el intercambio regional, al tiempo que se configuraba el mapa
productivo español: la cornisa cantábrica se dedicó al maíz y la patata; Castilla, Aragón y
Andalucía al cereal; las tierras del Guadalquivir y del Guadiana al olivo; y las costas
mediterráneas a la viña y los frutales.

A mediados de la década de los 80 del Siglo XIX, irrumpíó en el litoral mediterráneo una
agricultura moderna, basada en el cultivo de frutales y productos de regadío. A ello
contribuyó la cercanía de las ciudades consumidoras, el desarrollo industrial de la zona y los
capitales necesarios para las obras de regadío. Los nuevos productos (avellanas, almendras,
conservas…) serán a partir de ese momento cada vez más decisivos e importantes en el
comercio. A pesar de todo, España seguía teniendo un sector agrario sobredimensionado,
que dificultaba la modernización económica.
6. CONCLUSIÓN
La desamortización se convirtió en una frustrada reforma agraria que hizo más mísera la
existencia del campesinado, creando a su vez una oligarquía agraria llamada a ejercer por
largo tiempo el poder político y económico del país. Con los moderados en el poder queda
paralizada la de Mendizábal hasta que en 1855 se pone de nuevo en marcha con la
desamortización de Madoz, que vino a completar la anterior.
Los objetivos que se plantearon se cumplen en parte con el financiero, aunque el social y el
agrario apenas tienen desarrollo ya que la tierra no llega a los campesinos y las propiedades
no se modernizaron con nuevas técnicas de producción, por lo que la productividad fue baja.
Así, los viejos modelos de explotación agraria perdurarían durante el Siglo XX,
producíéndose un nuevo intento de modernización durante la Segunda República con la Ley
para la Reforma Agraria.

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