08 Oct

La novela desde principios del siglo XX hasta 1939

Se produce el regeneracionismo que pretende encontrar una solución a los “males de la patria”. La denominada Generación del 98 manifiesta angustia existencial, protesta y afán de reformas, las costumbres decadentes de la sociedad española y un deseo de modernidad y europeización.

Las características literarias más importantes de sus obras narrativas y en prosa en cuanto a temática son: la preocupación social reflejada en el “problema de España” con una intención crítica e influjo regeneracionista, y una visión centrada en Castilla como símbolo de España; y las inquietudes religiosas y existenciales, como el conflicto fe-razón, el paso del tiempo, la lucha por la vida… Por tanto, hay una renovación de la novela que supera el modelo realista y naturalista adoptando un antirretoricismo, método impresionista, lenguaje sobrio y asequible, sencillez y claridad, etc.

Todos, excepto Antonio Machado, escriben novelas:

  • Unamuno (Niebla, San Manuel Bueno, mártir) trata temas como la tradición, la intrahistoria, la conciencia trágica de la existencia y el conflicto entre fe y razón. Sus “nivolas” se caracterizan por la sobriedad narrativa, la importancia del diálogo y la ausencia de trama.
  • Baroja (El árbol de la ciencia, Zalacaín el aventurero): novelas entre el pesimismo existencial y el vitalismo individualista. Desarrolla generalmente un esquema de aprendizaje vital de los protagonistas.
  • Azorín (La voluntad): estilo minucioso. Sus novelas tienen gran abundancia de descripciones.
  • Valle-Inclán: evolución de su obra dramática: etapa del modernismo (Sanatas), una fase de transición y etapa esperpéntica.
  • Carmen de Burgos: destaca más como periodista y su pensamiento va dirigido hacia una postura regeneracionista. “Puñal de claveles”
  • Concha Espina: su novela está impregnada de lirismo y rigor estético (Altar mayor)



Hacia 1914, la generación del 14 o Novecentismo

Se caracteriza por su intelectualismo: hay que desterrar lo sentimental. Los miembros del grupo tienen una importante actividad política, basada en ideales europeístas y progresistas. En el grupo novecentista destacan los ensayistas Gregorio Marañón, Manuel Azaña, Ortega y Gasset… Hay importantes novelistas como Gabriel Miró (El obispo leproso) o Ramón Pérez de Ayala (Apolonio)

En la década de los 20 se produce el desarrollo de las vanguardias. La poesía es su campo de expresión aunque existen ejemplos de narrativa vanguardista: Rosa Chacel, Ramón Gómez de la Serna… En los años 30 se produce una rehumanización de la literatura. Se escribe entonces una novela comprometida cuyos representantes más destacados son Ramón J. Sender y Luisa Carnés.



La novela desde 1939 hasta los años 70

La mayoría de los novelistas escriben en defensa de sus ideales: republicanos o nacionales. Tras la guerra, en los años 40 muchos de los escritores se exilian. Esto supondrá en ellos desarraigo, nostalgia y el recuerdo de España como tema central de su obra. Los principales novelistas exiliados son Ramón J. Sender, Max Aub, Francisco Ayala y Rosa Chacel.

En España no hay acceso a las tendencias europeas ni métodos propios. Se desarrolla una novela triunfalista, patriótica y de exaltación del régimen. La publicación de “La familia de Pascual Duarte” de Camilo José Cela y de “Nada” de Carmen Laforet abre un nuevo camino a la narrativa existencial y tremendista en la que los problemas sociales y políticos aparecen como trasfondo de la problemática personal de los personajes. A esta línea se adscriben autores como Delibes (La sombra del ciprés es alargada). Se dan también otras tendencias como la novela fantástica y humorística “El bosque animado” o el realismo clásico “Mariona Rebull”

En los años 50 una nueva generación de novelistas se suma a los anteriores para escribir una novela más abiertamente social y con una visión crítica de su entorno. Los conflictos sociales son el tema central y se caracterizan por un estilo coloquial. Cabe mencionar a Ana María Matute (Los niños tontos), Carmen Martín Gaite (Entre visillos) e Ignacio Aldecoa (El fútbol y la sangre)

A partir de los 60 comienzan a verse los primeros signos de cansancio del realismo. Es una etapa de novela formalista o experimental. Opta por una crítica más personal y esta nueva narrativa implica transformaciones en todos sus elementos. La obra clave es “Tiempo de silencio” de Luis Martín Santos. Otros títulos importantes son “Señas de identidad” de Juan Goytisolo y “Cinco horas con Mario” de Miguel Delibes.

La experimentación continúa en los años 70, aunque se suaviza debido al desencanto y se vuelve a ciertos aspectos de la novela tradicional. Destaca “La verdad sobre el caso Savolta” de Eduardo Mendoza. Se da importancia a géneros hasta el momento considerados marginales como la ciencia ficción, el policiaco o de aventuras.

Deja un comentario