22 Ago

Personajes contemplativos: Tomás es el personaje central de la obra, hasta el punto de que no abandona nunca el escenario y tiene una participación importante en todo momento.  La obra se inicia con Tomás solo en el escenario, pues le toca la limpieza mientras los demás han salido a dar su rutinario paseo. Su soledad es, con todo, relativa, ya que dialoga con el supuesto enfermo y con Berta. Incapaz de asumir el hecho de haber delatado a sus compañeros mientras lo torturaban, así como su condena a muerte, sufre un trastorno psíquico e intenta suicidarse, lo que impide Asel. Entonces cae en una suerte locura que le hace alterar su realidad miserable de preso condenado a muerte y creerse un escritor de prestigio que vive en una fundación con todas las comodidades. El Tomás de la 1ª parte es un personaje contemplativo.
Representa al intelectual no comprometido, ajeno al mundo que lo rodea. Abrumado por la realidad, se ha creado un mundo fantástico del que ha desaparecido el hambre, el sufrimiento y la condena a muerte. Cree residir en una moderna fundación, becado junto a sus compañeros para desarrollar investigaciones o, en su caso, escribir una novela. Se muestra amable con sus compañeros y agradecido con esa sociedad que les permite desarrollar la ciencia o disfrutar del arte, la música y la literatura, sin ninguna otra preocupación. Sin embargo, en el transcurso de la obra irá recuperando progresivamente la cordura y descubriendo la verdad con toda su crudeza. Este cambio supone una evolución moral: pasa de la pasividad del autoengaño al compromiso y asume la obligación de luchar por huir de la cárcel y liberar a sus compañeros. Se pretende así que el espectador se identifique con este personaje y asuma la responsabilidad de involucrarse en un mundo que requiere su intervención. El factor clave para la curación de Tomás es el mismo que había provocado su locura: el dolor. Si el sufrimiento causado por la tortura lo había conducido a la delación de sus compañeros, los remordimientos y la locura, ahora el trauma causado por las sucesivas muertes de sus compañeros hará que recobre la lucidez. Los cuatro acontecimientos clave en este proceso evolutivo serán: 1. Descubrir que el hombre que él creía enfermo era, en realidad, un cadáver (final de la 1ª parte).Es el primer indicio de que no vive en un mundo feliz, sino que existen el hambre y las mentiras. 2. Descubrir que a Tulio se lo llevan para ejecutarlo (inicio de la 2ª). Es el momento decisivo para la curación de Tomás: por primera vez admite que vive en una cárcel y que él como todos sus compañeros están condenados a muerte. Va recordando, con ayuda de Asel, las causas de su encarcelamiento y su locura. 3. El suicidio de Asel (final de la 2ª parte).Es el momento clave para la evolución del protagonista: el Tomás contemplativo deja paso a un Tomás activo, dispuesto a luchar y a ejecutar los proyectos de fuga diseñados por su amigo. 4. El asesinato del traidor Max a manos de su propio compañero
Lino (casi al final de la obra).A pesar de haberse convertido en un personaje activo (realista, dispuesto a actuar para conseguir una meta: la fuga),Tomás sigue defendiendo los principios éticos carácterísticos de los contemplativos: rechaza la violencia. Condena el crimen de Lino. El desasosiego de Tomás aumenta en el segundo cuadro, según va comprobando que su mundo se desajusta, hasta que pregunta desvalido: “¿Qué estáis haciendo conmigo?” La desaparición de la máquina de fotos y su sustitución por “un vaso roñoso” le hacen deducir correctamente que algo le ocurre a él y no a los demás. En el momento en que entran los carceleros y se aclara que el hombre que él creyó enfermo lleva muerto varios días el mundo de la fundación imaginado se va cayendo. No desaparece aún del todo, pero está en clara regresión, como muestra el cambio del espacio escénico. Aún intentará buscar excusas al afirmar que no puede creer que todo fueran imaginaciones suyas, pero la evidencia se va imponiendo. Al desvelamiento de la verdad contribuyen también en ocasiones las palabras de otros personajes, sobre todo las de Tulio, que no siempre puede reprimir sus reacciones coléricas cuando Tomás hace comentarios sobre lo estupenda que es la fundación y sus empleados. Ya en la segunda parte, cuando se llevan a Tulio, Lino no puede soportar la afirmación de Tomás de que pronto volverá y lo encara definitivamente con la verdad: “¡Lo van a matar, imbécil! ¡Como a todos nosotros! Hay una continua falta de adecuación entre lo que dice Tomás y lo que verdaderamente ocurre, lo que resulta involuntariamente irónico e irrita a los demás. Dice que los carceleros “son amabilísimos” y sobre la fundación afirma: “Es hermoso vivir aquí. Siempre habíamos soñado con un mundo como el que al fin tenemos” aunque esta afirmación tiene un doble sentido (V/temas). El proceso, lento y progresivo, llega a su desenlace; el paisaje se oscurece “casi hasta le negrura” y admite la desaparición de la fundación: “Estamos en… la cárcel”. 











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