22 Oct

El Flujo y la Atención: La Fórmula de la Felicidad según Seligman

El flujo es la atención. Según Seligman, la felicidad tiene un valor de referencia del 50% en el ‘cómo es’ (cambiar la manera de ser es inútil). El valor de referencia se relaciona con, por ejemplo, ganar una cátedra o un Premio Nobel, porque la felicidad sube, pero igualmente baja, y al revés también sucede (de abajo a arriba).

La composición de la felicidad se divide en:

  • 10%: Circunstancias (como la salud).
  • 40%: Actividad deliberada (contradicciones y decisiones).

Todo lo que puedes cambiar es ese 40%, y lo que no puedes cambiar es el 10%. La psicoterapia y la autoayuda se centran en el 40%.

Crítica al Determinismo y la Sociedad Individualizada

Seligman sostiene que el ser de una persona surge de la base del psicoanálisis, que es muy determinista. En este enfoque, no aparecen los roles de la familia ni institución alguna; es ‘yo contra el mundo’, ‘yo contra el cambio’. Esto encaja con la sociedad individualizada. La creación de metas y el flujo permiten ver incluso las experiencias negativas de manera positiva. El sentido de la experiencia negativa es una cuestión de domesticar el lado oscuro de la vida.

Los valores serían la esperanza como actitud (no como esperanza cristiana). La flexibilidad, relacionada con Bauman, es una actitud cognitiva: una aceptación de la incertidumbre. ¿Qué caracteriza al mundo contemporáneo sino la contingencia, la incertidumbre y la soledad? Ser resistente a la frustración es el núcleo del psicoanálisis, pero aquí se habla de la tolerancia a la frustración.

Este enfoque es profundamente antisociológico. La imagen de uno es producto de la que te dan los demás; si no hay sentido de pertenencia o reconocimiento, se impone la idea de ‘tú vales mucho’, de que ‘tú eres quien tiene que darse la importancia’. Sin embargo, en las gestiones de pareja que tratan Bauman y Beck, el otro te tiene que valorar.

Felicidad Negativa y la Perspectiva Estoica

La felicidad negativa es el no sufrir, la ausencia del dolor, y su precio es altísimo. ‘Solo vale para los espíritus que no son intensos y quienes no dependen de los demás para la felicidad, sea amor, familia o amigos, como dice Freud, que esas son las fuentes del daño’. Por ejemplo: ‘usted pase de todo…’. Es un tipo de actitud a evitar cuando el fracaso aparece como algo incomprensible y porque no se quiere ver claro.

El Contraste entre Positivismo y Estoicismo

El estoico entiende que las cosas dan sentido a la vida. Los estoicos son humanistas: el hombre está limitado por la muerte y por el amor. La muerte es una certeza y tienes que enfrentarla.

Los positivistas inciden en que cambies tu actitud; cambiar tu actitud hacia el dolor te hace reflexionar, dar un giro total a tus valores y creencias. Un estoico, en cambio, te dice que aguantes con todos tus dolores, aunque veas tu muerte rondarte.

La Modernidad y la Cultura Psicoterapéutica

El contexto es la individualización, en un entorno de contingencia donde los individuos son frágiles. También se repite la idea del capítulo de la legitimación mentalista: la modernidad es un estilo de pensamiento basado en la perspectiva de que todo problema tiene solución.

El individuo debe tener en cuenta la progresividad: las cosas aún pueden mejorar. El individuo debe buscar esa felicidad, que es la ideología americana (‘ideología del logro, la meritocracia’). Todo esto entra dentro de la cultura psicoterapéutica.

Hemos visto las tres legitimaciones modernas: la de las espiritualidades, la analítica y la psicologista. Las conclusiones son un resumen; en la segunda parte están mejor desarrolladas.

Capítulo I: Los Ilustrados y la Felicidad Terrenal

Este capítulo analiza la idea de felicidad de manera moderna, aunque se observa que no es tan moderna, situándose en el siglo XVIII. Dentro de la idea de perceptibilidad, maleabilidad y el contexto de la vida intramundana, surge un interés por la vida que no existía antes de la Modernidad. En la Edad Media, cuando la salvación era importante, no se le daba importancia a la vida terrenal. Entonces aparece la idea de que uno puede ser feliz, destacando la importancia del presente y de la vida terrena.

Tocqueville considera que la felicidad es un valor universal. La mayoría de autores citados en el libro son estoicos y, por lo tanto, la búsqueda de la felicidad supone la búsqueda del yo y un control de los sentimientos y afectos.

Los enemigos de la felicidad son:

  • La inquietud
  • El deseo
  • Las pasiones
  • El hastío

Si la felicidad es cuestión de método, hay que perseguirla, y la gente tiene el coraje de cuidarse de ello. Lo curioso de este capítulo es el planteamiento de Fontenelle, que habla de la necesidad de la propia suerte y el conformismo. El límite para intentar conseguir la felicidad es el carácter y la cuestión de los otros, algo que aparece claramente en Tocqueville: el límite sobre los demás. Por eso es necesario tener una afición intelectual.

Capítulo II: El Estoicismo y los Males Modernos

Persiste el estoicismo. La modernidad crea sus propios males, generando nuevas ‘enfermedades’. Weber habla de la abstemia, Marx de la alienación, y la sociedad individualizada crea el estrés y la depresión (a través de Rosa y Humbert).

Se crea una felicidad paradójica: su persecución genera ansiedad, y no alcanzarla crea culpabilidad.

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