20 Nov
Resumen de la Aventura: El Viaje de Alex y Nadia (Capítulos 11-20)
11 – La Aldea Invisible
Caminaron sin descanso hasta llegar a una cascada que caía desde una montaña cuya cumbre se perdía entre las nubes. Ayudado por una cuerda que fabricaron los indios, Alex ayudó a Nadia (atando su cintura a la suya) a ascender por la escarpada ladera de la montaña. El jefe Mokarita resbaló y quedó enganchado en unos arbustos. Alex descendió colgado de la cuerda y, ayudado por los indios, rescataron a Mokarita. Fabricaron una camilla, cargaron a su jefe y continuaron el viaje hasta el Ojo del Mundo, como llamaban ellos a su aldea (Tapirawa-teri en su lengua), tan invisible e irreal como los indios.
12 – Rito de Iniciación
Mokarita murió al amanecer, y los indios decidieron que deberían encontrar y eliminar al asesino del jefe. Nadia llamó con su amuleto a Walimai, pero este no apareció como ella hubiera esperado. Bebieron Masato y soplaron el Yopo para llegar al mundo de los espíritus y descubrir al culpable. Uno de ellos tuvo la visión de que Alex era el asesino y lo persiguieron hasta alcanzarlo y atarlo a un árbol para decidir qué hacer con él. Nadia fue en su ayuda sigilosamente y cortó las ataduras, pero cuando intentaban escapar, apareció Walimai, quien indicó a los nativos que los chicos habían venido a ayudarles a derrotar a Rahakanariwa, el pájaro chupasangre, que también adoptaba la forma de enfermedades.
13 – La Montaña Sagrada
Walimai, Nadia y Alex viajan juntos a la montaña sagrada donde viven los Dioses. Caminan infatigables, sin apenas alimento durante días, abriéndose paso con dificultad entre la selva, ascendiendo y descendiendo, atravesando laberintos bajo las montañas con la única ayuda de unas antorchas fabricadas por Walimai. Se encontraron con multitud de animales increíbles: dragones, aves con cuatro alas, felinos con ojos ciegos… Al llegar al final del laberinto se hallaron frente a un gran valle redondo en el centro del cual, centellante como una corona, se alzaba orgulloso El Dorado, la ciudad de oro que cientos de aventureros han buscado por siglos.
14 – Las Bestias
A los pocos minutos vieron la Bestia. Medía más de tres metros, parecía un gigantesco hombre mono, erguido sobre dos patas, con poderosos brazos y una cabeza demasiado chica para el porte del cuerpo; tenía pelo como alambre y tres largas garras afiladas como cuchillo en cada mano. En realidad, no era una sino más. Alex pudo contar once y se hablaba de otras dos que estaban en la tierra de los hombres de las neblinas. Walimai habló con ellas y les indicó que Jaguar y Águila estaban allí para ayudarles a vencer al Rahakanariwa, y su recompensa sería los huevos de cristal que estaban en la cima del tepui y el agua de la vida que curaría a la madre de Alex.
15 – Los Huevos de Cristal
Nadia subió al tope del tepui, a las cumbres más altas donde estaba el nido con los tres huevos prodigiosos. Trepó por la ladera de la montaña, venciendo su vértigo. No le importaba que sus manos sangrasen o que la sed le atormentase. Su único pensamiento era que tenía que alcanzar los huevos de cristal. Walimai le había enseñado la ley de la reciprocidad: «Por cada cosa que uno toma, se debe dar otra a cambio». Por lo que, para conseguir los huevos, tuvo que dejar el talismán que le había dado Walimai en el nido donde antes estaban los huevos.
16 – El Agua de la Salud
Alex descendió a las profundidades de la tierra donde se encontraba el agua de la vida. El recuerdo de su madre enferma y las enseñanzas de su padre eran su único aliciente. Se arrastró por estrechos laberintos. Bordeó lagos de lava ardiente. Se enfrentó a un murciélago gigante. Pero para obtener el agua, tuvo que ofrecer la flauta de su abuelo a cambio.
17 – El Pájaro Caníbal
Al día siguiente, los viajeros emprendieron el camino de regreso. Se acercaron cautelosos sin ser vistos. En medio deTapirawa-teri estaban los pájaros de ruido y viento. Habían colgado un alambre con regalos para atraer a los indios: cuchillos, ollas, hachas y otros artículos de acero y aluminio. Había soldados armados, pero ni rastro de los nativos. César Santos y Kate Cold no pudieron contener sus emociones al ver a los chicos acercarse al campamento. Ellos no hablaron de lo sucedido en la Tierra de los Dioses. De repente apareció Iyomi para decirle a los nahab que se fueran del Ojo del Mundo. Pero no accedieron. Nadia les dijo que necesitaban vacunarse para no contagiarse de las enfermedades que traían los nahab.
La noche siguiente a estos sucesos, Nadia despertó a medianoche al sentir que la doctora Omayra Torres salía de la carpa. Nadia decidió seguirla. Escondida tras unos helechos, vio la silueta de una segunda figura que agarró por la cintura a la doctora y la besó, diciéndole que no tuviera miedo. Esa segunda figura era Mauro Carías. Así, a la mañana siguiente apareció la Gente de la Neblina. Nadia les explicó que debían vacunarse contra las enfermedades, pero no estaban tan convencidos. Nadia les recordó que ella había sido nombrada jefa para aplacar al Rahakanariwa, quien solía castigar a los humanos con terribles epidemias, por lo que la Gente de la Neblina accedió a vacunarse.
Nadia se llevó aparte a Alex para contarle lo que había sucedido la noche anterior. Y ambos dedujeron que el cómplice de Mauro Carías era la doctora Omayra Torres y que querían vacunar a los indios porque dentro de las vacunas se encontraba una epidemia. Así, la Gente de la Neblina desaparecería. Alex y Nadia corrieron hacia el campamento y gritaron el plan que tenían Mauro Carías y la doctora.
18 – Manchas de Sangre
Al descubrirse el plan, recurrieron a las armas. Varios indios murieron, también soldados. Mauro Carías recibió un garrotazo en la cabeza que le destrozó el cerebro. Karakawe, que hasta entonces había sido asistente personal de Leblanc, resultó ser funcionario del Departamento de Protección del Indígena; fue asesinado por el capitán Ariosto, que también destruyó los frascos de vacunas, que en verdad contenían dosis mortales del virus del sarampión. La Gente de las Neblinas se refugió en el bosque. Ariosto tomó, por las armas, el control de la situación y se disponía a eliminar a todos los que habían echado a perder sus planes de riqueza.
19 – Protección
Esa noche, Nadia, utilizando las facultades aprendidas de los indios, pasó delante de todos sin ser vista. Buscó la ayuda de Walimai sabiendo que era su última esperanza. Sin que nadie lo pudiera evitar, la hediondez de la Bestia sumió en la inconsciencia a todos los que estaban en el campamento. Alex había sido rescatado momentos antes por Walimai, que los libró de ese momento nauseabundo. El capitán Ariosto fue destrozado por las poderosas garras de una de las Bestias. Al día siguiente, todos se despertaron en un claro de la selva, lejos del campamento, todavía bajo los efectos de la fetidez de la Bestia. Los nativos los habían llevado hasta allí.
20 – Caminos Separados
Llegaron a Santa María de la Lluvia y se instalaron en el mísero hotel. Al día siguiente volverían a Manaos otra vez por el río. Las pruebas que Timothy Bruce, César Santos y el padre Baldomero tenían en su poder servirían, con la ayuda de Leblanc y Kate, para juzgar a la doctora Torres y a su amante Mauro Carías (ahora en estado vegetal) y conseguir que se proteja aquella tierra llena de magia donde los hombres y los dioses viven en armonía con la naturaleza.
Al final del cuento, cuando Alex y Kate están a punto de volver a los Estados Unidos, Nadia y Alex se despiden diciéndose: «Hasta la vista, Águila», le dice Alex a Nadia, y «Hasta la vista, Jaguar», le dice Nadia a Alex.

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