29 Abr

Explica las diferencias entre la economía y la organización social del Paleolítico y el Neolítico, y las causas del cambio.

La península ibérica fue asiento de comunidades humanas desde fechas lejanas. La
prehistoria se divide en tres etapas: Paleolítico, Epipaleolítico y Neolítico.
1.- PALEOLÍTICO. Es la etapa más larga de la prehistoria, marcada por la
sucesión de glaciaciones. El período más trascendental es el Paleolítico Superior (Desde hace unos
40.000-30.000 años hasta hace 9.000 años). Las glaciaciones son periodos se caracterizaban por un
clima más frío que el actual con un medioambiente y unos ecosistemas adaptados a esas
circunstancias. Por entonces, las condiciones climáticas de la Península Ibérica eran distintas a la
actualidad: hacía más frio y las lluvias eran abundantes. Asimismo, grandes herbívoros de clima frío
habitaban la zona bisontes, uros, caballos, ciervos, renos, etc.
La economía era depredadora, basada en la caza y la recolección. En consecuencia, la forma
de vida era nómada -había que seguir a la caza- y se realizaban asentamientos estacionales junto a
ríos y en cuevas. Es presumible que no existieran, en los propios grupos, diferencias sociales de
importancia, ya que su reducido tamaño y la necesidad de cooperación en la caza reforzarían la
cohesión interna y la igualdad entre sus miembros. Las únicas divisiones sociales debían estar
causadas por las diferencias de género: hombres dedicados a la caza y mujeres a la recolección y
cuidado de ancianos y niños. Se trataba, pues, de una economía recolectora-depredadora basada
en la caza, la pesca y la recolección como base de la subsistencia. Los yacimientos más importantes
del Paleolítico superior aparecieron en la cornisa cantábrica (Morín, Altamira, Tito Bustillo… Etc) y
en el área mediterránea (Parpalló, Mallaetes, L’Arbreda, etcétera.


2.-

MESOLÍTICO (9000-5000 a.C.) Y Neolítico (5000-2500 a.C.)

Hacia el año 9000 a.C., finalizó la última glaciación y se inició la fase climática actual. Los hielos permanentes se retiraron hacia el norte y en la Península ibérica, al igual que en todo el Mediterráneo, el clima se volvíó más cálido y seco. Este cambio climático dio comienzo al Mesolítico, que se caracterizó por la pervivencia de la economía depredadora del Paleolítico, pero en un escenario de creciente presión demográfica: al desaparecer los grandes herbívoros de clima frío, la forma de vida cazadora resultaba cada vez más difícil para una población en aumento. En el caso de los grupos cazadores la presión demográfica se da cuando el crecimiento de la población obliga a cazar a un ritmo superior al de la capacidad de reproducción de las especies cazadas, por lo que estas tienden a extinguirse.
El crecimiento de población y la disminución de la caza obligaron a pasar de una economía depredadora a otra de producción, basada en la agricultura y la domesticación de animales. Este proceso se conoce como “revolución neolítica”.
La gran ventaja de la agricultura, respecto a la caza, es que permite producir más cantidad de alimentos por unidad de superficie y, por lo tanto, posibilita mantener a poblaciones más densas y en crecimiento. Sin embargo, tiene también sus inconvenientes: requiere invertir más esfuerzo y tiempo de trabajo. En consecuencia, el hombre dejó de ser nómada para convertirse en sedentario,con lo que acabó agrupándose en comunidades,  formando poblados. Los grupos fueron adquiriendo una complejidad creciente y la división social del trabajo -jefes, sacerdotes, guerreros, agricultores, pastores- originó diferencias de riqueza y de poder entre sus miembros. La sedentarización favorecíó la generación de excedentes de producción y, por tanto, la aparición de la propiedad privada y la diferenciación social.


Identifica las diferencias entre una imagen de pintura canica y otra de pintura levantina



Las primeras manifestaciones artísticas aparecieron durante el Paleolítico Superior (40.000-30.000 a. De C.). Estas muestras de pintura rupestre son obra del Homo sapiens (final del Paleolítico) y se concentran en el suroeste de Francia y en la regíón cantábrica. Las cuevas de Altamira (Cantabria) constituyen uno de sus máximos exponentes. Ciertas zonas de las cuevas presentan pinturas poco visibles, por lo que podrían ser santuarios. Los motivos predominantes son animales , entre los que sobresalen los grandes herbívoros, como bisontes, ciervos, etc., figuras humanas, a menudo con marcados atributos sexuales o con rasgos de animales, y signos abstractos de difícil interpretación. Las principales carácterísticas técnicas y formales de estas pinturas son las siguientes: a) La representación naturalista de los animales, cuya perfección es sorprendente. B) El empleo abundante del color, con preferencia del rojo y el negro. C) El aprovechamiento de los entrantes y salientes de la pared para dotar de volumen a las figuras representadas. D) La ausencia de composición: no se representan escenas, sino figuras aisladas o independientes entre sí, a menudo superpuestas y siempre desordenadas. El significado de estas obras es controvertido y se han elaborado diferentes teorías, aunque es muy difícil demostrar la validez de alguna de ellas. La más clásica y tradicional es la que considera la realización de estas pinturas como parte de un ritual mágico, cuyo objetivo sería propiciar la fertilidad y la caza de los animales representados.
La pintura levantina se desarrolló durante el periodo del epipaleolítico y el neolítico (10.000 y el 3000 a.C.). Durante esta etapa se desarrolló en la Península Ibérica el arte rupestre levantino con claras diferencias sobre el anterior. El “arte” postpaleolítico peninsular es llamado “arte levantino” por hallarse localizado en cuevas y abrigos de la regíón levantino-mediterránea (Albarracín en Teruel, Cogull en Lérida, Alpera en Albacete, Valltorta en Castellón…). Muchas de estas pinturas no se encuentran en cuevas, sino al aire libre, en abrigos u oquedades de acantilados, lo que demuestra unas condiciones climáticas más favorables.


Los temas predominantes difieren de los de la pintura cantábrica del Paleolítico: escenas de caza, luchas de guerreros, danzas rituales de mujeres en torno a un jefe, recolección de la miel, etc.
Más distintas aún son las carácterísticas técnicas y formales: figuras esquemáticas, utilización muy escasa de los colores, y composiciones narrativas que describen una actividad; todo ello frente al Naturalismo, la policromía y la ausencia de composición de la pintura cantábrica.

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