18 Abr

CAPITULO IV
El departamento de contraloría general de la nación 1er periodo (1917-1926)

A) Antecedentes y motivaciones


No fue hasta la creación del Departamento de Contraloría que se dio un paso verdaderamente firme en materia de control, valga la redundancia. Antes sólo se habían dado movimientos más o menos titubeantes. El nuevo Departamento fue creado el 25 de diciembre de 1917, siendo expedida su ley orgánica el 18 de enero de 1918.
Que la Contraloría surge como un mecanismo moralizador, hay que enfatizarlo; pero con la salvedad que no solo nació con ese fin. La corrupción es un mal antiguo de la administración pública, no solo de la mexicana, sino de cualquier parte del mundo. Baste
con citar el caso del Imperio otomano, que debe sus mejores estudios de ciencia de la administración -los famosos kanun-nama-, escritos casi todos entre los siglos XVI y XVIII, a denuncias contra la inmoralidad de los funcionarios estatales que llevaron al Estado osmalí a la ruina financiera. La Contraloría, por tanto, cumple en primera instancia una función de moralización administrativa. «En efecto, la institución de la Contraloría tuvo
un gran fin moral», dicen los autores del documento que estamos ahora estudiando.
La creación de la Dirección de Contabilidad y Glosa fue no solo una medida parcial, sino también frustrada porque ella quedó, junto a la Tesorería, subordinada organizativamente a la Secretaría de Hacienda la cual, «en resumen, tuvo en sus manos todo el control
administrativo y fiscal de los fondos públicos, siendo árbitro único, no sólo para ordenar los pagos y gastos por medio de la Tesorería sino también para sancionar la inversión de los mismos, por medio de la Dirección de Contabilidad.
De este modo fiscalizaba a todas las demás dependencias del Ejecutivo; pero ella misma pudo disponer a su arbitrio de sus gastos propios y convertirse realmente en la administradora de todos los demás»México, un país altamente centralizado, provisto de una espesa burocracia heredada por el Virreinato, organizado en un Estado político fuertemente estructurado con base en ese vasto organismo que es su administración pública; en suma, un país calificable como Estado genuinamente administrativo, no conocía otra forma de composición política que la acumulación de poder. La administración pública, por su parte, no conocía sino la acumulación de poder en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
La Contraloría venía a modificar la estructura de poder político del Estado, que descansa en la organización administrativa. En México, hasta nuestros días, la lucha por el poder ha sido la lucha por la obtención de los cargos por los cuales se conduce al Estado.

1.- Aspectos críticos sobre su creación


Es una hecho común que toda idea o institución nuevas que encuentren, por notables que sean los beneficios que produzcan, cierta resistencia y no pocas veces viva oposición al tratar de implantarse, pues nunca fallas quienes mantienen una obstinado espíritu de sistema o que levanten la voz al sentir afectados sus intereses.
La creación de la contraloría como guardián del presupuesto y granaría de orden , eficiencia y moralidad en el manejo de los fondos públicos y administración del patrimonio nacional hay a enfrentado tanta resistencia de aquellos afectados por la tarea moralizadora que estaba destinada a realizar en obsequio de la sociedad y de la ley.
El departamento se hubiera estructurado fundamentalmente con unidades que pertenecen a la secretaria de hacienda y de que estuviera facultado para vigilar a los demás órganos del ejecutivo sobretodo por el gasto publico.

2.- El estudio de G. L. de Llergo


En 1920 hubo una reacción que testimoniaba el sentir de los funcionarios de Hacienda, si bien no procedía de ellos, sino de un periodista llamado G. L. de Llergo. Sus notas aparecieron en ese año en el periódico El Heraldo y fueron luego reproducidas como libro con el significativo título de Desorganización de la Secretaría de Hacienda, por efecto de la creación de la Contraloría. El título lo dice todo: la Contraloría, nacida en buena parte de las entrañas organizativas de la Secretaría de Hacienda, hizo con su alumbramiento -valgan estas analogías ginecológicas- que la tradicional y respetable Secretaría de Hacienda se desarreglara, haciéndola desde entonces una dependencia que perdió su prestigio, eficiencia y sobre todo, su lugar privilegiado en el concierto de la administración pública.
La obra en estudio es la doble biografía de la Contraloría y de Hacienda, si bien en un momento, aunque de tal importancia que luego de la supresión de la primera, la administración pública ya no sería igual. Llergo comienza su exposición señalando que, aun
antes de la creación del Departamento de la Contraloría, Hacienda ya estaba relativamente reformada. En lo relativo a impuestos, se creó un departamento ex profeso, es decir, una acción de la Secretaría de Hacienda se convirtió en un organismo particular.
Esto inició la desorganización. Otras medidas, surgidas de la lucha revolucionaria, la incrementaron, en lugar de procurar el orden institucional de las finanzas públicas. Fue así, con la supresión de los Bancos de Emisión, que se creó, para administrar sus recursos y realizar sus funciones, un Departamento de Bancos, aunque ya existía el de Crédito. «Las tarifas aduanales se alteraron en sentidos varios, y la contribución del timbre aumentó generalmente, bajo la excusa de las necesidades revolucionarias» El desorden, agrega Llergo, se extendía a servicios públicos tales como los correos y los telégrafos que se duplicaron y eran «mucho más deficientes que antes».
La Secretaría de Hacienda, una dependencia altamente conservadora, había operado eficazmente desde que fue creada en 1821. El compromiso de sus empleados con el Estado, los primeros pasos del servicio civil en México, que se plasmó en los gobiernos de Arista y Santa Anna (el último de ellos), y que fue ratificado por Juárez, compromiso que los neutralizaba con relación a la lucha de los partidos, fue necesariamente adjurado por el Estado nacido de la revolución, si bien el mismo Juárez, a la vez que confirmó los sistemas racionalizados de ingreso y permanencia en el servicio, impidió la entrada a los funcionarios leales a Zuloaga y Miramón. Una revolución, que lleva a un nuevo régimen a la cima del Estado, expresión organizada, no puede respetar compromisos concertados durante el gobierno al que ha derribado. Por ello, el funcionarizado hacendario se nutrió de hombres salidos de los grupos revolucionarios triunfadores. De aquí, la interpretación de Llergo en el sentido que «el personal de la administración financiera, que importa mucho sea de un elevado nivel moral, descendió grandemente su pretexto de méritos y compromisos revolucionarios, que no fue posible quizás eludir», de lo que extrapola que esto contribuyó a desorganizar todavía más a la administración hacendaria.

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