03 Jun

Descolonización y tercer mundo:
El proceso de descolonización constituye uno de los más decisivos factores de la configuración de una nueva realidad histórica en el panorama global de la época actual, y ha dado origen no solo a un nuevo Tercer Mundo, con una dinámica interna propia, sino también a una serie de cuestiones y problemas que se proyectan directamente en el plano de la historia universal.

FACTORES DE LA DESCOLONIZACIÓN

La descolonización tiene como consecuencia la independencia, pero esta, sin embargo, no se alcanza en muchos países de una forma completa, pues aunque la mayoría consigue su soberanía política, los lazos que les unen al pasado colonial quedan profundamente estrechados, manteniéndose una dependencia social, económica y cultural que condicionan su posterior desarrollo cayendo en una nueva modalidad de colonialismo.Factores internos• El crecimiento demográfico:La mayoría de los países en vísperas de su revolución contaban con unos efectivos demográficos muy elevados. Las altas tasas de natalidad, típicas en los países poco desarrollados, vieron descender sus tasas de mortalidad debido a sus mejoras higiénicas y médicas que habían aportado las potencias coloniales. Se producen grandes corrientes migratorias hacía las grandes urbes. Este incremento urbano sirvió de cohesión y acercamiento a los problemas y a la vez de difusión de ideologías y actitudes hostiles a la presencia colonial.Transformaciones económicas y sociales:La introducción de economías especulativas y de nuevos sistemas de intercambio en las colonias, trajo como consecuencia la destrucción de los anteriores sistemas de subsistencia, a la vez que situaba a gran parte del planeta en un circuito comercial internacional que se definiría como de «intercambio desigual» al desequilibrarse claramente a favor de los colonizadores.

Factores externos

La crítica anticolonial:La oposición al régimen colonial nace casi desde los comienzos de la colonización europea, incrementándose luego a medida que el mundo occidental tuvo un mayor acceso a las libertades. Desde dentro del socialismo se condena el principio de implantación de un pueblo sobre otro.La actitud de los intelectuales y de los círculos religiosos:La acción misionera denuncia los abusos y sometimientos de las poblaciones indígenas, sería a través de las encíclicas como «Pacem in Terris» promulgada el 11 de Abril de 1963 por Juan XXIII o la de «Populorum progressio» el 26 de Marzo de 1967 de Pablo VI, en las que se apoyaban mas decididamente la causa de la emancipación.

La explosión demográfica del Tercer Mundo:

En el Tercer Mundo, en cambio, la situación fue diferente. De ahí que para los organismos internacionales y los países centrales el problema no fuera tanto el aumento de la población mundial como dato global, sino quiénes eran concretamente los que más se reproducían. Así fue como se pasó del optimismo inicial generado por el baby boom a vivir en un clima de incertidumbre y malos presagios. El aumento de la natalidad en las zonas subdesarrolladas se asoció con la pobreza, la desnutrición, el analfabetismo y la inestabilidad política. Como nadie podía admitir que la solución fuera retornar a los altos índices de mortalidad del pasado, la planificación familiar comenzó a pensarse como la alternativa más rápida y efectiva.Esta confianza elevó el interés en el desarrollo de nuevas tecnologías anticonceptivas y propició el surgimiento de instituciones abocadas a estas cuestiones, procurando dar respuesta a la agenda que planteaba la «explosión demográfica» y, al mismo tiempo, a las demandas de las parejas -y especialmente de las mujeres- en relación al control de su fecundidad. Mientras el boom de la población se volvía una obsesión en el mundo desarrollado, en Argentina lo que inquietaba era la situación inversa: la sostenida caída de la natalidad. Esta preocupación no era nueva: desde los inicios de su historia, el estigma de ser un «país vacío» acompañó a distintas generaciones de políticos, médicos, militantes católicos y especialmente a las mujeres, quienes tuvieron que hacer frente a diversas normativas que les recordaron el deber de perpetuar la raza y cumplir con su rol de madres amorosas y esposas abnegadas como prenda de ciudadanía.En paralelo al impulso económico y las transformaciones sociales y culturales que introdujeron los inmigrantes, nuevas pautas familiares y reproductivas se diseminaron, permitiendo que, entre fines del Siglo XIX y la década de 1930, el proceso de transición demográfica se hiciera evidente.A partir de entonces, salvo esporádicas y muy circunstanciales ocasiones, la tendencia decreciente de la natalidad no logró nunca revertirse. Fue así que, para la segunda posguerra, la cantidad de población también aquí se consideró un factor geopolítico de primer orden, aunque en una ecuación opuesta al diagnóstico de los organismos internacionales y de las agencias de ayuda económica norteamericanas.

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