15 Jun

Las fábulas son composiciones literarias de carácter alegórico (representación en la que las cosas tienen un significado simbólico), escritas generalmente en verso, que mediante la personificación de seres irracionales, inanimados o abstractos, pretenden dar una enseñanza útil o moral, que a menudo aparece formulada de forma expresa en lo que se conoce como moraleja. La fábula se sirve de los animales (plantas, incluso seres inanimados), y de las conductas y características que son propias o atribuimos a cada especie, para dar lecciones a los seres humanos. El relato es de una absoluta inocencia y gracia (aparentemente), y la lección solo aparece al final, cuando el lector ya está casi llegando a la conclusión que se le ofrece.

El Origen y Evolución de la Fábula

El origen de estos relatos es remoto y probablemente debe relacionarse con la literatura oriental. El papel de las fábulas de animales en la India y en las culturas de Mesopotamia es conocido desde hace tiempo. Seguramente los jonios, habitantes de las colonias griegas de Asia Menor, fueron quienes actuaron de intermediarios en la transmisión de esta tradición a su propia cultura, la cual, desde época muy temprana, recogió algunas de estas historias dentro de obras literarias pertenecientes a otros géneros. No obstante, dado que no constituían relatos independientes y dado que no eran cultivadas con asiduidad, no podían considerarse aún como un auténtico género literario.

Hasta el siglo VI a.C. no alcanzarían las fábulas la categoría de género literario en la literatura griega, gracias a la figura de Esopo, un personaje de características semi-míticas y cuya vida está llena de leyendas de dudosa autenticidad.

Las Fábulas de Esopo: Características y Legado

Las fábulas escritas por Esopo se difundieron largo tiempo por medio de la tradición oral. La característica principal de la fábula de Esopo es la brevedad, con su estilo austero y sencillo. Ofrece una exposición esquemática, una manera escueta de contar las cosas, prescindiendo de adjetivos y de todo lo accesorio, para captar mejor la estructura lógica del relato.

Frente a la simplicidad de Esopo, todos los traductores posteriores colorean a su manera el relato, le añaden adjetivos y frases para decorar el texto original y darle forma de poesía. Esopo escribe textos sencillos y atractivos. En las fábulas de Esopo, la elección de los personajes está tan conseguida y la acción es tan sencilla y a la vez tan expresiva que la lección que pretende ofrecer se desprende por sí sola del breve relato, sin necesidad de remarcarla con una moraleja final.

Cierto que no en todas las fábulas de la recopilación atribuida a Esopo aparecen tan inequívocos estos rasgos: lo directo del mensaje, la sabia elección de los protagonistas no humanos, que constituyen el encanto de Esopo. Pero igualmente cierto es que no todas las fábulas son suyas:

  • Algunas son anteriores a él y se encuentran ya en autores como Hesíodo o Esquilo (por ejemplo, la fábula «El halcón y el ruiseñor» abre las reflexiones de Hesíodo, en Los trabajos y los días, sobre la justicia social).
  • Un número mayor son más tardías, y seguramente fueron añadidas a la compilación original.

Estructura y Elementos Clave de la Fábula Esópica

La Estructura Ternaria

Las fábulas esópicas tienen una estructura ternaria (presenta tres partes):

  1. Exposición: Se expone un cierto conflicto entre dos figuras, normalmente animales.
  2. Actuación: Los personajes actúan bajo su libre decisión.
  3. Resultado: La evaluación del comportamiento elegido se refleja en el resultado pragmático de su acción, calificada así de inteligente o necia.

Aspectos Fundamentales de la Fábula

En el desarrollo de una fábula hay tres aspectos: la narración misma, el mensaje y los personajes que participan en ella:

  1. La narración (la acción) es única y simple, sin detalles que puedan distraer la atención.
  2. El mensaje o moraleja es también unívoco y ha de concluirse de forma directa de la narración.
  3. Los personajes no humanos han de elegirse en función de sus características naturales y a las cualidades que la convención les atribuye: el zorro ha de ser siempre astuto, la liebre tímida, el león fiero, el lobo cruel, el buey fuerte, el asno paciente… Estos rasgos, además, se magnifican en tanto que se utilizan para retratar las virtudes y los defectos de los seres humanos.

La Fábula como Reflejo Social y Filosófico

La sociedad animal es también un reflejo de la humana. La cadena alimentaria está establecida por el orden natural, y los animales no pueden invertirla o saltar eslabones. Así también la sociedad humana tiene un orden inmutable, con clases fijas de las que es imposible salir. Todo ser humano o animal que intenta saltarse estas leyes está condenado al fracaso.

La fábula refleja ciertos rasgos del pensamiento griego de la época arcaica de un absoluto pesimismo: lo natural es que el más fuerte devore al más débil y que el más listo (inteligente) engañe al más tonto. No hay otra justicia natural. La ley del más fuerte es contraria al ideal de justicia igualitaria y promueve el engaño, único medio de burlar esta ley natural o social.

La Fábula en la Literatura Universal: Más Allá de Esopo

La fábula, tras Esopo, ha tenido un amplio desarrollo. Sus características fundamentales no han variado. Siguen estando protagonizadas sobre todo por animales que son el prototipo de una virtud o un defecto, y siguen dándonos pequeñas lecciones. Esta es la clave de su éxito, puesto que su uso en la escuela apenas decayó hasta el siglo XX. De hecho, está muy presente en los antiguos libros de texto.

Las fábulas de los autores de los siglos XVII y XVIII son generalmente más largas y elaboradas que las de autores antiguos, pero, si repasamos su contenido, vemos que son las mismas pequeñas historias que nos contaba Esopo.

Fabulistas Destacados a lo Largo de la Historia

Entre los escritores posteriores de fábulas destacan:

  • Fedro: Esclavo originario de Macedonia, fue liberado por Augusto y desarrolló su actividad literaria en Roma. Adaptó y tradujo al latín muchas de las fábulas de Esopo, y escribió otras fruto de su experiencia personal y de su observación de la sociedad romana.
  • Babrio: Poeta de origen romano que vivió en Siria y escribió en griego fábulas a fines del siglo I d.C. y comienzos del II. Adaptó cien fábulas de Esopo que llegaron a confundirse con las originales. Aunque fue muy imitado y conocido, no se conservaban de sus obras más que algunos fragmentos.
  • Jean de La Fontaine: Fue el más famoso fabulista francés y uno de los más leídos poetas franceses del siglo XVII. Su fama literaria se debe sobre todo a sus Cuentos y relatos en verso.
  • Félix María Samaniego: Nació en 1745. Su única obra conocida son las Fábulas en verso castellano para el uso del Real Seminario Bascongado (1781). Samaniego imita a los grandes fabulistas Fedro, Esopo y La Fontaine. Claro que falta en sus fábulas el tono ingenuo y entrañable de las de Esopo y en cambio aparecen críticas veladas contra personajes y costumbres de la época.
  • Tomás de Iriarte: Nació en 1750. Fue poeta y dramaturgo, pero sobre todo es conocido por sus Fábulas literarias (1782), editadas como la «primera colección de fábulas enteramente originales». En el prólogo de su primera edición afirma ser el primer autor español en el género, lo que no es en absoluto cierto ya que Félix María de Samaniego había publicado su colección de fábulas en 1781, hecho de sobra conocido por Iriarte.

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