17 Jun

El Reino Unido y la Integración Europea: Un Recorrido Histórico

En 1993, Gran Bretaña ratificó el Tratado de Maastricht, aprobado a pesar de que quedaba fuera del protocolo sobre Política Social y abandonaba durante un tiempo el Sistema Monetario Europeo (SME). Las escisiones internas del Partido Conservador, en relación con el tema europeo, se originaron debido al amplio alcance de los poderes políticos que la Comisión Europea asumía para aplicar el mercado único. La soberanía británica se vio amenazada, enfrentando a los partidarios del libre mercado. Sin embargo, los laboristas y los liberales veían en la Unión Europea (UE) una plataforma para atacar y modificar las políticas conservadoras, así como una institución con fondos para aplicar políticas que contrarrestaran los recortes presupuestarios conservadores.

En 1998, Gran Bretaña fue seleccionada entre los once países que formaban el grupo de vanguardia de la Unión Monetaria (UM) ante la inminente entrada en vigor del euro el 1 de enero de 1999. No obstante, la opinión pública británica desconfiaba de la moneda única, lo que convirtió a este país, junto con Dinamarca, en uno de los dos con menor apoyo hacia los asuntos relacionados con la integración europea, registrándose un alto porcentaje de abstención en las elecciones europeas. Europa sigue siendo una realidad compleja que despierta reticencias entre la élite y los ciudadanos británicos.

CAPÍTULO 3: El Sistema Político de Francia: La V República

1. Antecedentes Históricos

Francia está asentada en un estratégico territorio de Europa Occidental, en una posición central desde la que se conectan los principales núcleos de poder y riqueza europeos. Su historia ha estado llena de turbulencias y guerras para conseguir dominar un espacio tan codiciado, cuya delimitación comenzaron los romanos al definir la Galia. La Galia fue intensamente romanizada, lo que ayudó a formar, tras la caída del Imperio Romano en el año 476, la idea de que este territorio era una unidad.

A finales del siglo XV, Francia era un reino con las características de un Estado moderno: una monarquía poderosa, un ejército real permanente y una administración de hacienda estable. Durante el siglo XVII, Francia se convirtió en la primera potencia mundial bajo el reinado de Luis XIV. Luis XV no se preocupó de gobernar, aunque la pericia de sus ministros permitió mantener su posición de potencia internacional. Francia empezó a perder en su competición colonial con Gran Bretaña; sin embargo, el país tuvo un fuerte crecimiento económico y demográfico.

Con Luis XVI se agravó la crisis financiera de la Corona. Bajo el poder absoluto del Rey, se mantenían los privilegios de los estamentos nobiliario y clerical, así como de ciertos territorios. En 1788, miembros de estos estamentos privilegiados se reunieron en una Asamblea de Notables. El Rey les respondió aboliendo los derechos de los miembros de los Estados provinciales, y ellos se resistieron a aplicar los edictos reales, con el apoyo de ciertos sectores del ejército y de la población civil. Ante el conflicto, en 1789, el Rey convocó los Estados Generales en Versalles. Una vez reunidos, los miembros del Tercer Estado, que representaban más del 50% del total, se opusieron al sistema de votación por estamentos y abandonaron los Estados Generales. Se reunieron en una Asamblea que proclamaron representante de toda la nación para elaborar la primera Constitución de Francia, enunciando sus principios políticos en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Esta Declaración recogía buena parte de las ideas de la Ilustración, extendidas entre la burguesía francesa a través de la Enciclopedia. El Gobierno del Rey quiso disolver la Asamblea por la fuerza, pero los reunidos se vieron apoyados por el pueblo de París, que se sublevó tomando la fortaleza real de La Bastilla, y obligó al Rey a aceptar la Asamblea Nacional.

El estallido propagó la sublevación a los campesinos de las zonas rurales, lo cual espoleó a la Asamblea a declarar la abolición de los privilegios e incluso de los títulos nobiliarios, y a someter al clero al poder civil, confiscando las tierras de la Iglesia.

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, sin ser una Constitución, ha marcado las posteriores constituciones no solo francesas, sino a escala mundial; de hecho, figura en el preámbulo de casi todas las constituciones francesas.

1.1. Constituciones Revolucionarias

La Constitución de 1791

Fue un hito en el constitucionalismo mundial, dado que su estructura y contenido marcaron al resto de las constituciones posteriores. A su vez, esta Constitución estaba influenciada por el desarrollo constitucional estadounidense. Constaba de dos partes:

  • Una dogmática, que establecía los derechos y deberes de los ciudadanos. Estaba formada por la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano; en ella se reconocían, siguiendo las teorías iusnaturalistas, unos derechos naturales, previos a la Constitución, que son individuales e inviolables.

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