20 Abr
El Sistema Político de la Restauración Canovista
El sistema ideado por Cánovas del Castillo pretendía iniciar una etapa que pusiera fin a los conflictos previos e instaurara un nuevo periodo para la monarquía borbónica en España.
Pilares Fundamentales del Sistema
Para ello, el sistema se apoyaría en tres pilares básicos:
- La Monarquía: Considerada una institución incuestionable y por encima de cualquier decisión política. Se buscaba desvincularla del moderantismo, causa de su exilio anterior. Su función sería garantizar la estabilidad mediante el entendimiento y la alternancia de los partidos dinásticos.
- Los Partidos Dinásticos: El Partido Liberal (liderado por Sagasta) y el Partido Conservador (liderado por Cánovas). Acordaron no recurrir a pronunciamientos militares ni enfrentamientos civiles para acceder al poder, sino compartirlo pacíficamente mediante una alternancia regular.
- El Ejército: Se intentó acabar con su tradicional intervención en la política mediante el sometimiento del poder militar al civil. Se potenció la imagen del rey como símbolo y cabeza suprema del ejército, presentándolo como eje vertebrador del nuevo sistema político.
Pacificación y Estabilidad Inicial
Uno de los objetivos básicos de la Restauración era conseguir la estabilidad. Para ello, era prioritario concluir los conflictos heredados del Sexenio Democrático.
Fin de la Tercera Guerra Carlista
La llegada de Alfonso XII al trono facilitó el fin de la Tercera Guerra Carlista (1872-1876). Muchos carlistas reconocieron al nuevo rey y los últimos núcleos insurrectos se rindieron. Como consecuencia inmediata, Don Carlos VII marchó al exilio (a Francia) y se abolió definitivamente el régimen foral vasco-navarro. Temiendo un resurgimiento del carlismo, se estableció como contrapartida un sistema de conciertos económicos que otorgaba cierta autonomía fiscal a las provincias vascas y Navarra.
La Paz de Zanjón y el Conflicto Cubano
En cuanto al problema cubano (la Guerra de los Diez Años, 1868-1878), se combinó la negociación con la acción militar, culminando en la firma de la Paz de Zanjón (1878). Este acuerdo establecía, entre otras medidas, la abolición de la esclavitud en la isla, la promesa de representación cubana en las Cortes españolas y una amnistía para los insurgentes. Sin embargo, el retraso y el incumplimiento de estos acuerdos reactivaron el conflicto, que finalmente desembocaría en la independencia de Cuba en 1898.
El Funcionamiento del Turno Pacífico
Uno de los rasgos definitorios por excelencia de este periodo fue el bipartidismo y el sistema de turno pacífico.
Bipartidismo y Consenso entre Élites
Dado que la Restauración buscaba la estabilidad mediante la alternancia pacífica, los llamados partidos dinásticos fueron los instrumentos elegidos para lograrla. Ambos, el Partido Conservador y el Partido Liberal, eran partidos de élites económicas, aunque en el primero predominaban los terratenientes y la aristocracia, y en el segundo, los profesionales liberales y la burguesía urbana. Para conseguir esa alternancia, ambos acordaron tácitamente no promulgar leyes que obligaran al otro partido a derogarlas drásticamente al llegar al poder, buscando así evitar la inestabilidad legislativa del periodo anterior.
La Alternancia Pactada y el Fraude Electoral
El mecanismo central para el ejercicio del poder fue la alternancia regular, también conocida como Turno Pacífico. Esta alternancia pactada entre ambos partidos significaba que no existía una oposición real al sistema, ya que compartían el poder pacíficamente para evitar los pronunciamientos militares y enfrentamientos civiles del pasado. Cualquier medida importante requería cierto consenso, y ambos partidos respetaban los intereses del otro, estuviera este en el gobierno o en la oposición.
Para asegurar esta alternancia, se invirtió el procedimiento parlamentario habitual: en lugar de que el monarca encargara formar gobierno al partido ganador de las elecciones, durante la Restauración, cuando un partido sufría desgaste o perdía la confianza regia, el rey llamaba al líder del partido contrario para que formara gobierno. Este nuevo presidente del Consejo de Ministros convocaba entonces elecciones, diseñadas para otorgarle una mayoría parlamentaria suficiente. Conseguir este resultado requería recurrir a diversas formas de fraude electoral.
El Papel del Caciquismo y el Encasillado
Por ello, se afirma que la alternancia se sustentaba en un sistema electoral corrupto. Este sistema incluía prácticas como la compra de votos, la falsificación de actas electorales (incluyendo votos de personas fallecidas o excluyendo a votantes vivos) y la coacción sobre el electorado. Para esta última, fue fundamental el fenómeno del caciquismo: la influencia de personas con poder económico y social (caciques), especialmente en las zonas rurales.
El Ministro de la Gobernación y los caciques locales eran figuras indispensables para el funcionamiento de este sistema. El Ministro elaboraba la lista de los candidatos que debían ser elegidos en cada distrito (práctica conocida como el encasillado). Esta lista se transmitía a los gobernadores civiles, quienes a su vez la comunicaban a los alcaldes y caciques locales, los individuos que ejercían el control económico y social en sus áreas de influencia.
La influencia de los caciques, predominante en el campo, y la necesidad de asegurar los resultados electorales predeterminados, hicieron que las zonas rurales tuvieran un peso desproporcionado en el sistema electoral en comparación con las ciudades, donde la manipulación era más difícil. La desigual distribución de la propiedad de la tierra facilitaba este control. De hecho, la figura del cacique se consolidó como fundamental tras la implantación del sufragio universal masculino (1890).
Un Sistema Oligárquico
Aunque formalmente parlamentario, el sistema de la Restauración no era genuinamente democrático, ya que representaba únicamente los intereses de una élite reducida. Se trataba, por tanto, de un régimen oligárquico.
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