17 Oct

Factores que Explican la Distribución Desigual de la Población Española

Las causas que explican esta distribución desigual de la población son complejas. En algunos casos son el resultado de condicionantes naturales. Los grandes «vacíos poblacionales» están vinculados a un medio físico difícil (zonas montañosas del Sistema Ibérico, Pirineos centrales; zonas desérticas de los Monegros y del sudeste), con densidades inferiores a los 5 hab/km².

Sin embargo, los acusados contrastes entre interior y periferia responden esencialmente a razones históricas y económicas, en especial a los movimientos migratorios interiores desde el campo a la ciudad y desde las zonas más pobres a las más desarrolladas. La población es atraída por las áreas de mayor dinamismo económico. Por ello, presentan bajas densidades las zonas marginadas del proceso de industrialización (las dos Castillas, Extremadura, Aragón). La inmigración reciente ha reforzado estos contrastes.

2. La Dinámica Natural de la Población Española

La dinámica natural es uno de los factores demográficos que, junto con los movimientos migratorios, explican el volumen actual de la población española y su distribución espacial. El crecimiento natural o vegetativo de la población de un lugar es el resultado de la diferencia entre natalidad y mortalidad.

2.1. La Transición Demográfica en España: Evolución de las Variables de Dinámica Natural

La población española experimenta su mayor crecimiento entre 1900 y 1980, duplicando sus efectivos: pasa de 18 a 36 millones de habitantes. Este periodo se corresponde con la transición demográfica española.

En todos los países desarrollados se ha producido una transición demográfica, ligada al desarrollo económico de las sociedades, desde una primera fase de natalidad y mortalidad elevadas hasta una fase final en que ambas son bajas. Este modelo demográfico también se puede aplicar a España, aunque con algunas peculiaridades por las circunstancias históricas propias:

  1. Régimen Demográfico Antiguo (Hasta comienzos del siglo XX)

    Las tasas de natalidad (>35 ‰) y de mortalidad (>30 ‰) eran muy elevadas, por lo que el crecimiento vegetativo era muy reducido (entre 0,3 % y 0,5 % anual). Este crecimiento quedaba absorbido por la presencia periódica de situaciones de mortalidad catastrófica (malas cosechas, guerras, epidemias), como la epidemia de cólera de 1885.

  2. Régimen de Transición Demográfica (Comienzos del siglo XX)

    Se inicia el régimen de transición demográfica, caracterizado por una aceleración en el crecimiento de la población. La disminución de la mortalidad —por las mejoras higiénicas, sanitarias y alimenticias—, pese a mortalidades catastróficas como la epidemia de gripe (1918), y el mantenimiento inicial de elevadas tasas de natalidad traen como resultado un incremento en el ritmo de crecimiento de la población que alcanza el 1 % anual en los años 20.

    Paréntesis Histórico: Guerra y Posguerra (Años 40)

    La guerra y la inmediata posguerra suponen un paréntesis en esta evolución, ya que aumenta la mortalidad (por la sobremortalidad masculina en el frente) y sobre todo desciende la natalidad, tanto durante la guerra como en la posguerra más inmediata.

    El «Baby Boom» (Años 60 y 70)

    En los años sesenta y primeros setenta (años del «desarrollismo» económico) se registra un fuerte crecimiento vegetativo (cercano al 1,5 % anual) —consecuencia del repunte de la natalidad («baby boom») y de las mejoras sanitarias que hacen disminuir la mortalidad infantil—. Este crecimiento es regulado por la intensa emigración a Europa.

  3. Régimen Demográfico Moderno (Mediados de los años setenta en adelante)

    La segunda mitad de los años setenta marcan el final de la transición demográfica y el inicio de un régimen demográfico moderno, caracterizado por unas reducidas tasas de natalidad y de mortalidad y un escaso crecimiento vegetativo. Desde mediados de esa década, cuando la crisis económica empezó a mostrar sus efectos y se producen cambios en la mentalidad social, las tasas de natalidad comenzarán a descender a un ritmo muy rápido, situando el crecimiento anual de la población en las cifras más bajas de todo el siglo (0,1 % en 1998), próximas al «crecimiento 0».

    Esa tendencia hacia el crecimiento natural negativo se vio neutralizada con la llegada de joven población inmigrante y una ligera reactivación de la natalidad en la mujer española, que provocaron un ligero repunte del crecimiento natural al aumentar la tasa de natalidad y disminuir la de mortalidad (por el rejuvenecimiento de la población española).

Conclusión sobre la Transición Demográfica Española

Este régimen demográfico moderno —caracterizado por bajas tasas de natalidad y mortalidad y crecimiento natural próximo a cero e incluso negativo— es característico de las sociedades desarrolladas. España lo ha alcanzado tardíamente, pero con aceleración. La transición demográfica española se ha producido con un cierto retraso respecto al mundo desarrollado, y con unas características peculiares.

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