17 Mar

Éxtasis de Santa teresa:

Se encuentra situado en la capilla de los Cornaro, en la iglesia romana de Santa María de la Victoria

La obra le fue encargada por el patriarca de Venecia, el cardenal Federico Cornaro que decidíó construir su capilla fúnebre en esta pequeña iglesia.

La escena representada se ajusta a la descripción que hace la santa de su propio éxtasis el artista utiliza una fuente literaria como motivo de inspiración.

Concebida dentro de un marco arquitectónico es un perfecto ejemplo de la integración de las artes consiguiendo de esta forma la creación de verdaderas escenografías teatrales capaces de sorprender al espectador. El tratamiento de la luz contribuye a reforzar el poderoso impacto visual del conjunto y los distintos materiales utilizados crean un ambiente extraordinariamente rico y suntuoso.

El Éxtasis de Santa Teresa se encuentra en el interior de una hornacina, sobre el altar, flanqueada por columnas dobles que sustentan un rico entablamento curvo. La tonalidad oscura de los materiales contribuye a realzar la escena del interior.

El grupo de mármol blanco parece estar suspendido en el aire como si fuera una aparición


En la bóveda se finge pictóricamente un cielo con un grupo de ángeles entre nubes adorando al Espíritu Santo


De allí ha descendido el ángel que forma parte del grupo, como si el mundo celestial penetrase realmente en el mundo terrenal.

La luz celestial se materializa en los rayos de bronce dorado.
En las paredes laterales de la capilla y en el interior de una arquitectura ilusionista aparecen representados los miembros de la familia Cornaro arrodillados tras unos reclinatorios, observando la escena.

La figura de la santa se encuentra sobre una nube en actitud desvanecida.

Su mano izquierda cae insensible y sus pies descalzos quedan suspendidos en el aire.
Su cuerpo está envuelto en ropajes voluminosos.

El ángel es el perfecto contraste de la santa.
Aparece sonriente, de pie frente a ella, con su mano izquierda le toma el manto y con la derecha eleva la flecha que acaba de clavar en su pecho.

La túnica que le cubre parte del cuerpo se ciñe a su anatomía y aparenta una ligereza

Las figuras parecen moverse en el espacio, en una composición muy dinámica (basada en dos diagonales)
, en la que contrastan el movimiento de la santa que se eleva y la ligereza del ángel que desciende.

Es magistral la expresividad extraordinaria del rostro de la santa en estado de trance ante la contemplación de la divinidad.

La obra representa, sin duda, el éxtasis ante la contemplación de lo sobrenatural, aunque para la expresión de lo espiritual el artista se valga de un lenguaje sensible.

Meninas


El cuadro fue pintado para el despacho de verano del rey en el Alcázar de Madrid.

La escena se sitúa en un aposento del Alcázar donde Velázquez tenía su taller:

-una pieza amplia con varias ventanas en el muro de la derecha, de las que solo dos dejan entrar la luz exterior y entre las cuales cuelgan cuadros.

     –
Al fondo se abre una puerta que da a una escalera muy luminosa en la que destaca la figura de un hombre vestido de negro, con capa, sombrero en una mano y que con la otra aparta una cortina.
Es José Nieto Velázquez, aposentador real.

Junto a la puerta, un espejo de ancho marco negro refleja las imágenes del rey Felipe IV y la reina Mariana de Austria bajo una cortina.
Este recurso establece un punto de referencia tras los propios espectadores que quedan así incluidos en el desarrollo de la escena.

   –
La parte izquierda está ocupada por el dorso de un enorme lienzo ante el que se encuentra el artista mirando hacia nosotros.
En la mano derecha lleva el pincel y en la izquierda un tiento, la paleta.
El pintor va vestido de negro, y la cruz roja de la Orden de Santiago añadida, según la tradición. Velázquez no está pintando, sino en actitud de pensar y mirando al frente.

   
 -En el centro de la escena se encuentra de pie la infanta Margarita,mirando a sus padres o al espectador.

A ambos lados, sus doncellas, llamadas “meninas” que han dado nombre al cuadro.

A la izquierda, arrodillada, doña Agustina Sarmiento que ofrece a la niña un búcaro de barro rojo y a la derecha levemente inclinada en señal de respeto doña Isabel.

Junto a ella una enana macrocéfala, Maribárbola, y el enano Nícolás con el pie sobre un perro

También dirige su mirada hacia el espectador un hombre vestido de negro apenas abocetado, un guardadamas a quien habla una mujer vestida de dueña, que se encuentran en segundo plano.

El argumento del cuadro es la irrupción de la infanta Margarita en el taller donde Velázquez pinta probablemente un retrato de los reyes.

La obra pese a su aparente claridad esconde, sin embargo, un gran número de enigmas

Composición: El cuadro se divide en dos zonas, la mitad superior de la escena está ocupada por las ventanas y los enormes cuadros del fondo, mientras la mitad inferior es donde se desarrolla la escena y se sitúan todos los personajes.

Velázquez combina el uso de la perspectiva lineal y aérea para crear una auténtica sensación de profundidad espacial.

La luz incide sobre los personajes de primer plano y envuelve en la penumbra a los que están detrás, cuyos contornos aparecen desdibujados.

En la obra hay además una clara alusión a la defensa de la nobleza de la pintura frente a la artesanía y los oficios manuales. La actividad del pintor es idear, inventar. En esta actitud pensante se autorretrata Velázquez

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