01 Dic

La reflexión filosófica sobre el ser humano

La antropología

La palabra antropología procede del griego. Esta investigación incorpora el examen de la evolución biológica de nuestra especie, el estudio de los distintos tipos de sociedades humanas y sus particularidades culturales.

Como antecedentes, encontramos los estudios médico-anatómicos de los médicos helenos Hipócrates y Galeno. En el aspecto cultural, Heródoto de Halicarnaso describió la organización y costumbres de los diferentes pueblos de su tiempo.

El ser humano quedó incluido como objeto de estudio de la ciencia natural en el siglo XVIII gracias a la clasificación de las especies de Linneo. Posteriormente, las teorías de Darwin y los viajes a países exóticos propiciaron el desarrollo de esta disciplina científica. Un hito clave fue cuando el médico francés Paul Broca creó la Fundación de la Sociedad de Antropología de París en 1859.

División de la antropología

Dependiendo de su objeto y método de estudio, se distingue entre la antropología filosófica y la antropología científica. Sus características son las siguientes:

  • Antropología filosófica: Aspira a una explicación global de nuestra identidad frente a los demás seres, para lo cual pretende definir los rasgos esenciales del ser humano. Su método de trabajo consiste en la reflexión a partir de los datos facilitados por las ciencias sociales.
  • Antropología científica: Es una disciplina de origen mucho más reciente. Sus teorías y afirmaciones proceden de los datos recogidos mediante la observación. Se ocupa tanto de la dimensión biológica de la especie humana como de la dimensión cultural.

Antropología física y cultural

La antropología física estudia los aspectos biológicos propios del ser humano:

  • Estudia al ser humano como producto de la evolución biológica.
  • Distingue las variedades físicas que componen la humanidad actual.
  • Analiza las diferencias físicas observables entre los seres humanos y el resto de los homínidos.

La antropología cultural estudia el origen, desarrollo, estructura y características de la cultura humana, tanto en las sociedades del pasado como en las actuales.

La aparición del lenguaje articulado

Una diferencia clave entre el Homo sapiens y el resto de los primates es la capacidad simbólica. Esta, a su vez, es la responsable de la aparición de la capacidad cognitiva más asombrosa del ser humano: el dominio del lenguaje articulado como vehículo de comunicación.

Muchos pensadores sostienen que el lenguaje supone una diferencia cualitativa, es decir, un rasgo específicamente humano.

Existen diversas hipótesis sobre el origen del lenguaje:

  • Una mutación genética habría producido cambios en la organización del cerebro, el conducto vocal y el sistema auditivo.
  • El aumento progresivo de la inteligencia general habría favorecido la aparición y el desarrollo de la capacidad simbólica y lingüística.
  • La generalización de señales gestuales de alarma y aviso habría provocado que estas se fueran combinando paulatinamente con señales vocales.

La cultura como factor humanizador

El ser humano es resultado de un proceso de hominización (la aparición del género Homo y de todas sus especies) y, simultáneamente, de un proceso de humanización (la aparición de las primeras especies que pueden considerarse propiamente humanas, caracterizadas por la cultura).

La determinación biológica y genética con la que venimos al mundo constituye lo que consideramos nuestra dimensión natural. En contraste, nuestra dimensión cultural está compuesta por todo aquello adquirido socialmente.

No podemos afirmar que la cultura sea exclusiva del ser humano. También los animales, incluso los que no son primates, tendrían algún tipo de cultura, ya que son capaces de transmitirse conductas adquiridas socialmente. Mientras que en los animales la adquisición de nuevas costumbres es social y la forma de aprendizaje es la imitación, en los humanos la transmisión a través del lenguaje es el modo más evolucionado de comunicación. A partir de este, los sonidos se estructuran para dar lugar a sílabas, palabras y oraciones.

El lenguaje permite el pensamiento abstracto y la comprensión de la realidad. Gracias a él, la especie humana puede transmitir información compleja sin necesidad de contacto directo entre los miembros del grupo. El lenguaje es la causa del carácter acumulativo de la información cultural y la principal diferencia entre el ser humano y el resto de los animales. Si comparamos la cultura producida por el ser humano con la de algunos grupos de animales, destacan a favor de la humana su dinamismo, su gran variedad y riqueza.

Podemos definir la cultura humana como el conjunto de informaciones adquiridas socialmente y transmitidas mediante el lenguaje. Gracias a la cultura, el ser humano puede modificar su propio medio. De hecho, en nuestra especie ha habido una evolución cultural que ha sido más significativa que la propia adaptación biológica.

Contenidos fundamentales de la cultura humana

Se pueden distinguir los siguientes tipos de información cultural:

  • Descriptiva: Explica y representa la realidad. Permite comprender el funcionamiento y las características de nuestro entorno. Se puede agrupar en varios tipos, según el grado de certeza y objetividad (ciencia, mitos, leyendas, etc.).
  • Práctica: Proporciona pautas para la acción. Enseña a realizar tareas de forma eficaz y capacita para el desarrollo de técnicas de modificación del entorno.
  • Valorativa: Origina sentimientos de atracción o de rechazo. Permite valorar lo que nos rodea como bueno o malo, deseable o indeseable, y estimar o despreciar objetos y conductas (normas, prejuicios, valores éticos y estéticos).

Diversidad cultural

No hay una sola cultura, sino muchas: rural, urbana, oriental, musulmana, cristiana, latina, protestante, norteamericana, etc. Esta pluralidad se conoce con el nombre de diversidad cultural. La existencia de múltiples culturas se debe a que el ser humano posee libertad e inteligencia para elegir la respuesta que le parece más adecuada en cada caso, a diferencia de los animales, que solo pueden reaccionar de manera limitada ante los estímulos de la naturaleza. Históricamente, el aislamiento y la falta de contacto entre los distintos grupos que pueblan la Tierra han favorecido esta diferenciación y diversidad.

Posturas ante la diversidad cultural

Frente al hecho de la diversidad cultural, se pueden adoptar varias posturas:

  • Etnocentrismo: Es la actitud de quienes juzgan y valoran la cultura de otros grupos desde los criterios y creencias de la propia cultura, considerándola superior.
  • Racismo: Es toda creencia, actitud o conducta que se basa en la consideración de que unos grupos son superiores a otros por sus características raciales. Conduce a la discriminación, la marginación o el aislamiento de un grupo o persona.
  • Xenofobia: Es una actitud de desprecio y rechazo hacia lo extranjero, diferente o extraño.
  • Relativismo cultural: Esta postura considera que es imposible comparar o evaluar las características de las distintas culturas, ya que cada una tiene valor en sí misma y solo puede ser entendida en sus propios términos.
  • Universalismo: Esta postura rechaza las actitudes etnocéntricas y busca encontrar valores y normas comunes a todas las culturas, basándose en el diálogo y en la defensa de los derechos humanos universales para evitar que unas culturas se impongan a otras.
  • Interculturalismo y diálogo: Esta posición parte del reconocimiento de la pluralidad cultural como un hecho enriquecedor. Promueve el diálogo y el respeto mutuo entre culturas, defendiendo la convivencia en la diversidad.

Hacia la convergencia cultural: la globalización

Una de las causas históricas de la diversidad cultural fue la falta de contacto en que vivían los distintos pueblos del mundo. Sin embargo, en la actualidad, los avances tecnológicos están borrando las distancias y acabando con el aislamiento. Este fenómeno, conocido como globalización, fomenta la asimilación de rasgos culturales entre pueblos, haciendo que las culturas se parezcan cada vez más. Existe el riesgo de que los países en vías de desarrollo pierdan sus peculiaridades culturales ante la influencia de las culturas dominantes.

Algunos debates en antropología

Innatismo versus ambientalismo

El innatismo es la posición que defiende que la conducta humana obedece fundamentalmente a nuestra naturaleza biológica, la cual vendría determinada en gran medida por nuestros genes. El término innato significa ‘desde el nacimiento’, por lo que se entiende que, al nacer, ya llevamos ‘de serie’ definido no solo el color de nuestra piel o el grupo sanguíneo, sino también ciertas pautas de comportamiento.

Según los innatistas, la clave está en nuestra herencia genética, porque es allí donde están definidos los márgenes de desarrollo potencial de cada capacidad. En contraste con este enfoque, se encuentran los ambientalistas, quienes sostienen que el ser humano es producto de su entorno y aprendizaje.

Actualmente, lo más común es encontrar científicos y filósofos que optan por posiciones intermedias. Reconocen que tanto la genética como el aprendizaje juegan un papel decisivo en la configuración del ser humano. De este modo, se eluden las consecuencias más extremas e incómodas tanto del innatismo puro como del ambientalismo radical. Por ejemplo, un ambientalismo extremo podría llevar a negar la responsabilidad individual, atribuyendo todas las acciones a los factores ambientales que han moldeado a la persona.

Tensión entre naturaleza y cultura

En su obra El malestar en la cultura, Sigmund Freud destaca que los seres humanos nacemos con pulsiones o impulsos innatos, como la competitividad y la violencia (pulsión de muerte o Tánatos), además de una pulsión de vida (Eros). Según Freud, para poder vivir en sociedad, las personas debemos reprimir parcialmente la satisfacción de estos deseos. La cultura, con sus normas y leyes, es la principal herramienta de esta represión.

Una visión opuesta es la de Jean-Jacques Rousseau, quien defendía la bondad natural del ser humano. Según él, esta bondad se va corrompiendo a medida que crecemos y descubrimos cómo funciona la sociedad. Rousseau lamentaba que la cultura y la civilización hubieran convertido al ser humano en un ser peor, egoísta y competitivo.

Agresividad, genética y altruismo

Konrad Lorenz, uno de los fundadores de la etología, se posicionó en una línea similar a la freudiana al destacar la existencia de un instinto agresivo innato, que consideraba fundamental en los animales junto con el hambre, el sexo y el miedo. En su libro de 1966, Sobre la agresividad: el pretendido mal, Lorenz señala que esta agresividad no tiene un carácter meramente reactivo, sino que es un impulso espontáneo. Curiosamente, Lorenz también veía algunas bondades en el instinto agresivo, como su papel en la defensa del territorio o la protección de las crías.

Por otro lado, Irenäus Eibl-Eibesfeldt, fundador de la etología humana, defendió una postura más en sintonía con las posiciones rousseaunianas. En su obra Amor y Odio, argumentó que no era tan evidente la existencia de una agresividad natural innata en el ser humano y afirmó que las causas de las acciones violentas debían buscarse fundamentalmente en la desigualdad en la distribución de los bienes y en las leyes que protegen un régimen injusto.

Desde la sociobiología, Edward O. Wilson, en su obra Sociobiología: la nueva síntesis, intentó explicar comportamientos como el altruismo desde una perspectiva genética. Argumentó que los comportamientos aparentemente altruistas en realidad favorecen una mayor transmisión de los genes del individuo o de sus parientes cercanos (selección de parentesco).

Esta perspectiva generó numerosas críticas por parte de científicos como Stephen Jay Gould o Richard Lewontin. Ambos lamentaban lo que consideraban un reduccionismo genético o adaptacionismo por parte de los sociobiólogos. Lewontin llegó a acusar a la sociobiología de responder más a intereses ideológicos que a motivaciones científicas.

Deja un comentario