22 May


CERTEZA


Descartes, en este texto del «Discurso del método», se refiere a alma como «sustancia cuya esencia y naturaleza toda es pensar, por la cual yo soy lo que soy», es decir, como una sustancia pensante que «no necesita para ser, de lugar alguno, ni depende de cosa alguna material», ya que el pensamiento es inmaterial. Además, comenta que «es enteramente distinta del cuerpo y hasta más fácil de conocer que éste y, aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es».

ALMA

Descartes, cuando habla de alma, se refiere a la esencia del ser humano, al pensamiento, ya que para él la cualidad o atributo principal del ser humano es el pensamiento, cuyos modos son dudar, querer, afirmar… También afirma que está ligada al cuerpo, pero que aún así, no lo necesitaría para existir, que aunque el cuerpo no existiese, el pensamiento seguiría existiendo por sí mismo, mientras que el cuerpo, materia, no existiría sin el alma, el pensamiento, que es inmaterial. Esta conexión entre cuerpo y alma, va a crear al Descartes un problema: cómo justificar esta conexión.  Bien, pues Descartes intenta explicarlo mediante la tesis de que entre cuerpo y alma hay una correspondencia porque existe una comunicación o conexión entre ellos en la glándula pineal. Pero, ¿cómo algo material va a servir de conector entre el alma, inmaterial, y el cuerpo, material? Descartes intenta aclarar la duda mediante una metáfora.

RAZON

En este texto por la palabra “razón” Descartes entiende una cualidad humana y solamente humana gracias a la cual nosotros somos capaces de componer y usar las palabras y frases para contestar con sentido a lo que nos pregunten y realizar diferentes acciones con entendimiento y conocimiento: Descartes iguala el hecho de tener la razón con el hecho de tener un alma gracias a la cual yo soy “capaz de arreglar un conjunto de varias palabras y componer un discurso que dé a entender sus pensamientos”.También Descartes contrapone los hombres a los animales, diciendo que los primeros “ordenan en carios modos las palabras para contestar con sentido” y que obran por conocimiento.Para Descartes el hecho de que los hombres tienen razón significa que tienen un alma, el pensamiento que para él es la primera verdad descubierta y que asegura nuestra existencia como de unos seres que piensan – “pienso luego existo”.Por la frase “disposición de los órganos” Descartes entiende que los animales, que son seres que poseen sólo esa disposición, son regidos nada más que por las leyes de la naturaleza y no por la razón como ocurre con el hombre. Por tanto, son máquinas que nos pueden imitar a nosotros en algunas cosas pero que no tienen ingenio, alma, por lo cual forman parte del mundo mecánico y después mueren. En un momento Descartes dice: “…sin embargo, no pueden, como nosotros, hablar, es decir, dar fe de que piensan lo que dicen”.

Al final del texto Descartes llega a la conclusión de “que nuestra alma es de naturaleza enteramente independiente del cuerpo” por varias razones.

Principalmente, el alma es independiente del cuerpo porque el cuerpo es una cosa material a diferencia del alma que es una cosa inmaterial y “expresamente creada” por un ser perfecto e infinito que es Dios. Sí que es necesario que “el alma esté junta y unida al cuerpo más estrechamente, para tener sentimientos y apetitos semejantes a los nuestros y componer así un hombre verdadero”. Pero la relación entre el cuerpo y el alma es la misma que la de una nave y su piloto: ambos se necesitan uno al otro para existir pero, al mismo tiempo, uno no forma parte material del otro.Finalmente, Descartes dice que si nos comparamos nosotros con los animales, veremos qué diferentes somos a ellos, principalmente, por el hecho de tener un alma razonable que es capaz de pensar. Si no tuviéramos este alma, seríamos iguales a los  animales y no esperaríamos otra vida después de ésta. Pero como nuestra alma es independiente del cuerpo, no está destinada a morir, entonces, es inmortal.

Este fragmento del “Discurso de Método” del filósofo Descartes, corresponde a la parte IV, en la cual, el autor aplica sus cuatro reglas del método a la metafísica. Descartes busca en su interior algo evidente, es decir, claro y distinto; de esta manera por intuición llega a la conclusión de que existe como ser pensante, el famoso “cogito ergo sum”.Con esta intuición, Descartes descubre “el primer principio de la filosofía que andaba buscando”. El “yo” es una sustancia finita puesto que no necesita nada más que la existencia de Dios para existir, no depende de nada material. Como dice el filósofo en el texto, “aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es”. En esta afirmación el alma se identifica con el yo, es el pensamiento. Estamos seguros de algo, de que pensamos, de que nuestra alma – independiente de nuestro cuerpo- existe, aunque todo lo que haya a nuestro alrededor no existiese.¿Cómo Descartes descubre este primer principio? El filósofo sigue las reglas de su método, busca una idea innata (en otra palabra, una idea evidente; clara y distinta). Así se da cuenta que puede dudar de todo menos de ese “yo”, el primer criterio de verdad. Es un pilar firme, a partir del cual, podrá sintetizar las otras verdades.Es necesario añadir que este criterio de verdad es muy distinto al aceptado hasta ese momento el criterio de adecuación aristotélico. Éste defendía que una cosa es verdadera  cuando corresponde con la realidad; esto es  precisamente  lo que había que demostrar y Aristóteles lo daba por sabido.Además, Descartes irá más lejos, identificando el criterio de verdad con el criterio de certeza (contradiciendo al filósofo Platón): de lo que estamos completamente seguros  – ideas innatas- es lo realmente verdadero.En definitiva, la primera verdad se conocía por intuición, una intuición intelectual que ejercía nuestra razón.Explica cómo llega Descartes a establecer “el primer principio de la filosofía que andaba buscando”.El objetivo de Descartes es encontrar una metafísica sobre la cual apoyar el conocimiento matemático.  Antes de aplicar su método, Descartes seguía una moral provisional, que se basaba en “que es a veces necesario seguir  opiniones que sabemos muy inciertas”. Pero al aplicar su método intentará descubrir otra moral (la cual nunca surgirá).  Al principio del texto, vemos cómo Descartes escribe con precaución para evitar posibles conflictos. En primer lugar, aplica la primera regla del método la evidencia buscando “algo que fuera enteramente indudable”. Este algo debía ser una idea clara y distinta a las demás.Esto le lleva a “rechazar como absolutamente falso todo aquello de que pudiera surgir la menor duda”, cualquier contradicción tiraría por bajo una “presunta realidad”. De esta manera, somete a duda nuestros sentidos, que pueden engañarnos en todo momento. Además, el conocimiento empírico  o lo que es lo mismo la experiencia es también sometida a la hipótesis del sueño, llegando a la conclusión que “todas las cosas, que hasta ahora habían entrando en mi espíritu, no eran más que las ilusiones de mis sueños”.Ahora bien, según Descartes, el conocimiento más verdadero que tenemos son las matemáticas, pero aún así, es posible cometer errores al resolver problemas, y esto le es suficiente para dudar de ellas. Este argumento no es muy válido puesto que la cuarta regla del método cartesiano es justamente la enumeración, es decir, la ordenación y la revisión de todos los pasos para evitar dicho error. En las Meditaciones Metafísicas, Descartes consciente de este débil argumento dará un argumento más válido, el de un posible Dios engañador, cuya existencia es la responsable del error. Aparentemente, en este punto, Descartes es un escéptico puesto que duda de todo; pero esta postura no es más que un punto de partida.Entonces, surge en Descartes una idea por simple intuición (no por experiencia, sin la participación de los sentidos): cuando dudamos estamos seguros  de que existimos como seres que dudan, luego “yo pienso, luego existo”. Con esta afirmación Descartes logra encontrar el primer principio de filosofía que andaba buscando.  A pesar de que la existencia del dios engañador sigue vigente, puesto que Descartes no ha conseguido contradecirla, dicha afirmación es un pilar firme, criterio de verdad, que permitirá posteriormente a Descartes reconstruir por síntesis lo que había rechazado anteriormente, la existencia de un mundo extramental. “…

es necesariamente 
verdadera” (1p.)Necesariamente verdadero significa que es así y no puede ser de otra manera o, dicho deotra forma, afirmar lo contrario significaría caer en una contradicción lógica. La existenciadel sujeto pensante se basa en la coherencia con el propio pensamiento; como correspondecon el pensamiento racionalista de Descartes, no responde a comprobación empírica alguna.

buen sentido”.El concepto de buen sentido tiene un doble significado en la filosofía de Descartes: a) En términos muy generales es sinónimo de “sabiduría” o “conocimiento”. b) Pero en términos más estrictos es sinónimo de uno de los conceptos fundamentales de la filosofía cartesiana:

El de razón

Razón, buen sentido, sentido (a secas), juicio, incluso a veces ingenio, son términos que se utilizan en la época para identificar la misma cosa: la capacidad del ser humano de conocer y comprender la realidad.Descartes se refiere al sentido, o razón, como la facultad de juzgar, esto es, de distinguir lo verdadero de lo falso, para, como nos indica ya en el subtítulo del Discurso del Método, “buscar la verdad en las ciencias”. Como se señala en el texto, la idea de Descartes es que la razón es un hecho universal: todos la poseemos (“cosa mejor repartida del mundo”, “naturalmente igual en todos los hombres”); además, es el elemento distintivo entre el hombre y los animales (“es la única cosa que nos hace hombres y distingue de las bestias”), tal como explicaremos en la siguiente pregunta.

La razón es, pues, una capacidad o facultad, completa, de emitir juicios, esto es, enunciados que pueden ser verdaderos o falsos. La cuestión es ahora: si la razón es una facultad común a todo ser humano ¿cómo es que nos equivocamos con tanta frecuencia?, ¿por qué hay tanta variedad de opiniones entre los hombres? O ¿de dónde procede entonces el error?Descartes nos aclara también esto en el texto: “la diversidad de nuestras opiniones no proviene de que unos sean más razonables que los otros, sino solamente de que conducimos nuestros pensamientos por distintas vías y no consideramos las mismas cosas”. Es decir, el error no radica en la razón en sí, sino en el distinto y habitualmente inadecuado uso que hacen los hombres de ella. La teoría del error de Descartes resalta precisamente este hecho: la causa de las dudas, desacuerdos, opiniones contrarias y conocimientos mal fundados no está en la incapacidad humana para conocer la verdad (en cuyo caso Descartes sería un escéptico de principio a fin), ni tampoco en la imperfección del alma (en tanto creación divina, no puede ser imperfecta) sino en el uso incorrecto (mal guiado) de la razón, en otras palabras, en utilizar la razón sin un método.Descartes propondrá, pues, para buscar la verdad en las ciencias, pero también para conducir bien las acciones en nuestra vida (aplicación del método a la moral) un método de razonamiento, basado en unas pocas reglas pero bien aplicadas. Ese método garantizaría que la razón, a partir de una ideas simples (naturalezas simples) conocidas por la intuición o “luz natural” de la razón, obtendría deductivamente nuevos conocimientos e ideas. Pero este es ya el problema del método, que excede el ámbito de la pregunta.  2. Explica esta idea de Descartes:“en cuanto a la razón, o al sentido, en tanto que es la única cosa que nos hace hombres y distingue de las bestias, quiero creer que está entera, sin ninguna reserva, en cada uno de nosotros”.
Este fragmento contiene varias implicaciones: en primer lugar, se nos dice que la razón es la única cosa que distingue al hombre de los animales. Si la razón es la facultad constitutiva del alma (res cogitans), de ello resulta que ésta, la “sustancia pensante”, es exclusiva del reino humano.En segundo lugar, al señalar Descartes que los animales no poseen res cogitans, se abre el camino: a) hacia una explicación mecanicista de los procesos de la naturaleza, que incluiría también a los animales (y a la dimensión animal o “extensa” del ser humano); y b) a definir la libertad como un rasgo exclusivamente humano y, es más, perfectamente compatible con el mecanicismo científico.

Veamos con más detenimiento estas ideas

Según la teoría de las sustancias de Descartes, éstas (la res cogitans o alma, la res infinita o Dios y la res extensa o materia) se caracterizan por sus atributos: el atributo de la res cogitans es el pensamiento. Las sustancias cartesianas son irreducibles entre sí, es decir, son de naturaleza completamente independiente, de modo que sus atributos no pueden convertise unos en otros (no podríamos convertir, por ejemplo, el pensamiento en algo material, o la materia en algo infinito). Cuando Descartes afirma, en el fragmento que estamos comentando, que la razón es exclusiva del hombre nos está diciendo que su atributo, el pensamiento, es lo que nos distingue de los animales, y, además, que éste es propiedad exclusiva del hombre: el hombre es el único ser de la creación que tiene pensamiento y, por tanto, alma. Así pues, el hombre será, no sólo el único ser capaz de conocer y comprender el mundo (epistemología) sino también el único capaz de ser libre (antropología y moral). La idea de que el pensamiento es lo que eleva al hombre por encima de los animales está apoyada en la parte V del Discurso con ejemplos. Descartes indica que lo que en los animales “parece” pensamiento no es más que una sucesión mecánica de comportamientos, que podrían ser reproducidos por un autómata (artificialia).Ahora bien, si el pensamiento separa al hombre de las bestias, la materia (o el cuerpo) nos une a ellas. Compartimos con los animales la sustancia extensa (res extensa). Somos materia, igual que ellos. Aquí asoma el Descartes científico: según esta concepción, las leyes que explican el comportamiento de los animales (por ejemplo, los movimientos de sus músculos, sus sistemas fisiológicos, etc.) serán igualmente aplicables a la dimensión material del ser humano. Y estas son las leyes del mecanicismo (todos los procesos naturales puede ser explicado en términos de materia, y sus interacciones en términos de movimiento).El mecanicismo plantea el problema siguiente: si el ser humano está determinado por leyes mecánicas, ¿como es posible su libertad o facultar de tomar decisiones? Descartes resuelve el problema, precisamente, mediante el dualismo ontológico. La respuesta cartesiana será que el mecanicismo afecta sólo a la dimensión material (res extensa) del ser humano, permaneciendo su alma (res cogitans) fuera del alcance de aquél. El hombre es libre porque su libertad radica, precisamente, en el dominio que el alma (pensamiento) ejerce sobre las pasiones del cuerpo (extensión). La libertad es una capacidad, pues, tan exclusiva del hombre como el alma misma. No tiene sentido aplicar el concepto de libertad al reino animal.

Método:


Conjunto de reglas ciertas y fáciles que permiten a la razón humanaemplearse de la forma más eficaz y sencilla en el camino al conocimiento, a laverdad. Según Descartes, debe tener cuatro preceptos: evidencia, análisis,síntesis y enumeración.

Razón:

Parta Descartes la razón es u sistema de reglas que dirigen elpensamiento humano, cuya sede es el alma o res cogitans, y cuya función es elconocimiento, o sea, alcanzar la verdad de las cosas. Es la misma en todos losseres humanos. No hay más que una racionalidad, una verdad y un método.No hay cabida para el relativismo ni para el escepticismo, algo que Descartesquiere evitar a toda costa. No hay varias racionalidades, ni varias verdades, nicada uno tiene su verdad. Siempre que se siga el método correctamente segarantiza el descubrimiento de la verdad. Hay una especie de armoníapreestablecida entre la razón y el mundo. El puente entre ambos es el método.

Espíritu:

El espíritu o alma es la cosa, la sustancia que piensa. El pensamiento es su atributo esencial. Es inextensa, sólo la poseen los seres humanos y ella es la sustancia de la que depende la identidad personal. Es inmortal e independiente del mundo físico aunque ligada al cuerpo por medio de la glándula pineal (que es un órgano del encéfalo, actualmente llamada epífisis) El alma es el elemento rector de las acciones humanas, de manera que es gracias a la sustancia pensante por lo que el hombre escapa a la necesidad de un mundo mecánico, como es la res extensa, pudiendo de esta manera serlibre y moralmente responsable, lo que le distingue de los animales y de los autómatas.

Clara y distintamente:

Son las dos propiedades de las naturalezas simples, es decir, de las ideas cuyo conocimiento se alcanza por intuición directa del entendimiento. Claridad y distinción garantizan la verdad de las ideas. Son las dos propiedades de la evidencia, que es la primera regla del método.

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