05 Feb

Soneto LCXVI


En este soneto endecasílabo de Luis de Góngora, poeta del Siglo XVII, aparece el tema común del carpe diem. En efecto el poeta se dirige a una mujer muy guapa, explicando que su hermosura es más grande que la de la naturaleza, pero que tiene que aprovecher de ésta ahora, ya que un día se va a morir. En los dos cuartetos, Góngora describe de manera enfática la belleza de la mujer, haciendo paralelismos entre una parte de su cuerpo y un elemento de la naturaleza. Se trata de una verdadera competencia («competir» v. 1) en la cual la naturaleza no tiene ninguna posibilidad de ganar. El «oro bruñido» no puede rivalizar con su cabello («relumbra en vano» v. 2), lo que sugiere un cabello brillante y rubio, «el lilio bello» no puede rivalizar con la blancura de su frente. Es interesante notar que el poeta personifica el oro y el lilio, lo que puede hacer sonreír al lector. En efecto, parece cómico el hecho de que la naturaleza sea envidiosa de un ser humano y que se esfuerce por ser la más bella. En el segundo cuarteto, el poeta sigue mostrando que los elementos de la naturaleza no pueden igualar a la belleza de la mujer. Sus labios atraen más atención que el clavel rojo, y provocan en todos los hombres un deseo de besarlos: «mientras a cada labio, por cogello, / siguen más ojos que al clavel temprano» (v. 5-6), y su «gentil cuello» (v. 8) es más transparente que el «luciente cristal». Podemos notar que en la evocación de los elementos de la naturaleza, hay una alternancia entre piedras preciosas (un mineral: el cristal y un metal: el oro) y flores (el lilio y el clavel). En los tercetos, aparece el tema del carpe diem: hay que aprovechar de la juventud y la belleza antes de que sea demasiado tarde, lo que es subrayado por el verbo «gozar» en el modo imperativo y por la anáfora en los cuartetos («mientras»). En el primer terceto, Góngora recapitula en una enumeración los elementes naturales y las partes del cuerpo de la mujer que ha evocado en los cuartetos. En esta recopilación, el poeta no incluye la cualidad misma como la transparencia o el color, sino que lo hace por medio de metáforas, asimilando directamente la parte del cuerpo con elemento de la naturaleza: «goza cuello, cabello, labio y frente, / antes que lo que fue en tu edad dorada / oro, lilio, clavel cristal luciente». En el último terceto, Góngora evoca la deterioración de todas esas cosas, que se acabará en la muerte.
El oro ya no es oro sino «plata» (v. 12), y las bellas flores se hacen «viola troncada». La palabra «troncada» es muy fuerte y evoca con violencia el hecho de que la flor sea marchita; la conotación peyorativa de esta palabra pone de relieve el hecho de que la belleza se acabará un día. Pero el poeta nos dice que eso no es nada, y en una gradación poderosa y dramática, nos conduce de la vida a la muerte («en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada») para hacernos entender que un día no sólo la juventud y la belleza van a desaparecer, sino también la vida. Este clímax hacia abajo sugiere el carácter total de la aniquilación: después de la muerte, no queda nada. En este soneto, Góngora evoca el tópico renacentista del carpe diem pero le da una nueva originalidad ya que por ejemplo no habla del tiempo y de la vejez sino de una desaparición total e irremediable. Aunque el tema principal es el gozo de la belleza antes de que sea demasiado tarde, este soneto resulta interesante en la medida en que nos hace reflexionar sobre la fragilidad y el carácter irrisorio y efímero de la vida, y sobre la cuestión metafísica de lo que es la muerte (¿A dónde vamos? O, más bien, ¿qué seremos?).


a «Fábula de Polifemo y Galatea» (1612) se cuenta entre los poemas mayores de Luis de Góngora. Su tema son los amores de Acis y Galatea y la venganza del cíclope Polifemo, desarrollados en sesenta y tres octavas reales. Toda la riqueza del máximo poeta de la lengua castellana resplandece en esta obra, desde el juego de metáforas a la utilización de los recursos fónicos: «infame turba de nocturnas aves». El análisis de Alexander Parker se realiza a la luz de la doctrina conceptista de la «Agudeza y arte de ingenio» de Baltasar Gracián, en una demostración más de cómo culteranismo y conceptismo no fueron sino facetas distintas de una misma realidad. La presente edición se completa con el texto de Ovidio que sirvió de fuente principal para la «Fábula». Quevedo . LOCALIZACIÓN El texto que se va a comentar es un poema incluido en el libro recopilatorio El Parnaso español y musas castellanas (1648), de Francisco de Quevedo (1580-1645), autor Barroco español. Se trata de un poema de género lírico en el que el autor expresa subjetivamente, en primera persona, su inquietud por el paso del tiempo y la proximidad de la muerte. 2. ARGUMENTO El autor se sorprende de la rapidez con que ha envejecido y de cómo le ha abandonado la salud; cae en la cuenta de que la vida ha pasado sin que él lo advirtiera, y de que está próxima su muerte. 3. TEMA El tema, frecuente en Quevedo y común en la época en la que escribe, es el tópico literario del tempus fugit, la fugacidad de la vida. Aparece claramente expresado en el título del poema: “Represéntase la brevedad de lo que se vive y cuán nada parece lo que se vivíó”.  4. ESTRUCTURA El poema es un soneto: consta, por tanto, en su estructura externa, de dos cuartetos y dos tercetos. No se puede establecer con claridad una división desde el punto de vista interno, ya que, al tratarse de un poema lírico, no hay apenas trama argumental. No obstante se distinguen los siguientes núcleos de contenido:  -En los dos cuartetos: el poeta expresa su sorpresa y desconcierto cuando cae en la cuenta de que es anciano y no goza de salud: “¡Que sin saber cómo ni adónde / la salud y la edad se hayan huido!”.  En los tercetos: el poeta reflexiona y concluye que la vida es tan breve que no es posible distinguir la infancia de la vejez: “En el Hoy y Mañana y Ayer junto / pañales y mortaja”. El estilo sentencioso, gracias al asíndeton, en el primer terceto, dota al poema de gravedad y patetismo

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