11 Dic

GLOSARIO Ortega

Culturalismo


Posición intelectual que, por insis­tir en la importancia de la cultura o vida espiri­tual, olvida que el origen de la cultura es la vida. Olvida que espiritual es un adjetivo de vida. Olvida que la verdad no puede existir si no surge de la sinceridad, que el bien tampoco tiene sen­tido si no lleva a la acción y que lo bello se con­vierte en vacío si no provoca el deleite. Por eso, el tipo de cultura que define el culturalista es una cultura que no dice nada al individuo de su tiempo y que, por eso, tal individuo rechaza. El culturalismo es consecuencia del Racionalismo.

Dimensión vital, histórica y perspectivista


El ser humano tiene una doble dimensión: vital y cultural. No es una razón pura, sino una razón vital e histórica. Su vida es la vida de un yo en una circunstancia con la que se encuentra y de la que no puede prescindir, y que le proporciona su perspectiva. Por tanto, la verdad también es vital, histórica y perspectivista, lo que no implica que sea relativa, pues la realidad también es perspecti­vista.

sino que descubre lo universal de cada cosa, d) Teorético: es un sistema de conceptos. En la medida en que los conceptos son enunciables, lo que no se pueda decir no es un concepto ni un dato para la filosofía.

Idea


Pensamiento que construye el ser humano para interpretar la realidad. Nunca lo vive como parte de la misma, sino como su interpretación. Por tanto, las ideas nunca son anteriores al hom­bre, sino que surgen de su vida y, por ello, tiene que discutirlas, defenderlas, modificarlas o rechazarlas. Todas las teorías o explicaciones de por qué pasa lo que pasa son ideas. Las ideas se oponen a las creencias, que «no son los pensá­mientos que se tienen sino en los que se vive». Las creencias están en el ambiente: son compar­tidas por los miembros de la comunidad, y no se suele ser consciente de ellas: creemos que detrás de la puerta continúa el mundo exterior.

Mundo


O circunstancia. Uno de los elementos constitutivos de la vida, que es yo y circunstancia. Es lo que «circunda» al yo. Es el mundo vital en el que se halla inmerso: el mundo físico, la socie­dad, la cultura, la historia, pero también su cuerpo y mente. El mundo no es exterior a la vida sino uno de sus ingredientes. El yo y la circunstancia están trabados. Si se los separa se destruye la rea­lidad radical que es la vida, y se llega a una reali­dad abstracta, a un «yo puro» (error de] raciona­lismo). Nadie puede elegir el mundo en el que tiene que vivir. Le es dado. Pero ese mundo ofrece el abanico de posibilidades entre las que puede elegir.

Perspectiva, perspectiva vital e individual.

Ontológicamente es uno de los componentes de la realidad, lo que la estructura. Epistemológica­mente es el punto de vista del yo. Por eso toda perspectiva es vital e individual: cada sujeto, desde su individualidad o vida, desde su circuns­tancia, desde su punto de vista, capta una ver­tiente o cara de la realidad.

Punto de vista


Perspectiva. «Lugar» desde el que cada individuo conoce una parte de la reali­dad y consigue su parte de verdad. No es sólo el lugar físico que determina la percepción sensible, ni el contexto histórico y sociocultural que acom­paña a todo ser humano, sino fundamentalmente el principio desde el que el hombre deriva sus premisas y actos; su posición general ante la vida. Cualquier entidad puede ser principio: Dios, la razón, la conciencia, la vida, la ciencia, la econo­mía… La única condición para que algo se con­vierta en principio es que se reconozca como valor superior y que a ello se subordine lo demás. El individuo que sea fiel a su punto de vista cono­cerá un aspecto real del mundo. Por eso, la por­ción de verdad que cada hombre capta no puede ser conocida por otro.

Punto de vista inexistente


Las tres expresiones son contradictorias en sus términos. Son hipótesis racionalistas sin sentido. Todo punto de vista es individual y vital (no abstracto), y consecuencia de una circunstancia (ni ubicuo ni absoluto). Un punto de vista con esos rasgos imposibles es el que correspondería al yo puro del Racionalismo.

Racionalismo, racionalista


Propiamente es la corriente filosófica que se desarrolló desde el Siglo XV y cuyos representantes más destacados fueron Descartes, Spinoza y Leibniz. Ortega lo usa en un sentido más amplio, en el que incluye las corrientes que asumen que: a) la razón es lo que define al ser humano, b) La razón está por encima de las particularidades de cada sujeto, es ultravital y extrahistórica. C) Esa razón es capaz de conocer la verdad que es eterna, única e inva­riable.

Razón absoluta


La razón que conocería la reali­dad universal, que llegaría, a la verdad integral yuxtaponiendo las infinitas perspectivas de todas las vidas. No es, por tanto, una razón sin punto de vista (lo que es una contradicción), sino una razón que, para conocer la realidad universal, se valdría de todas las perspectivas posibles. Por tanto, este sería el único modo en que Dios podría llegar a la verdad integral. Su carácter «absoluto» radicaría en aglutinar todas las perspectivas.

Razón pura


Ortega usa esta expresión en sen­tido amplio. No se refiere sólo a la concepción kantiana de la facultad de conocer, sino a las dife­rentes interpretaciones que el Racionalismo ha dado del sujeto que es capaz de llegar a la verdad única e invariable. Es, por tanto, una expresión semejante a yo puro.

Razón vital


O raciovitalismo. La concepción de la razón que Ortega opone a la razón pura. Supe­rar la razón pura con la razón vital es el tema de su tiempo. La razón es una función o instrumento de la vida, no una facultad ajena a la misma, como ocurría en el Racionalismo. Y lo es por dos razones. En primer lugar, la razón vital es una razón inscrita en una circunstancia. En segundo lugar, la razón vital no tiene como objeto de refle­xión la conciencia o el ser, sino la vida que le ha dado origen.

Realidad


Lo que verdadera e indubitablemente hay, el mundo. El mundo es siempre el mundo del yo. Así, Ortega se opone a la definición de reali­dad como lo que existe por sí con independencia del sujeto (Realismo ingenuo). Con el mismo argumento rechaza la definición racionalista de realidad como lo universal, eterno e invariable. También rechaza la posición escéptica del relati­vismo, que niega la posibilidad de conocer la rea­lidad o incluso su propia existencia. Frente a esta corriente, Ortega sostiene que el carácter peculiar y concreto de cada yo no es un obstáculo para lle­gar a la realidad, sino el medio para acceder a ella, ya que la realidad es perspectivista.

Relativismo


Posición filosófica que niega la existencia de verdades universales y absolutas. No hay más que verdades «relativas» a la condi­ción de cada sujeto. Cada individuo vive en un contexto histórico-cultural en función del cual juzga qué sea lo verdadero. Por tanto, toda verdad está determinada por el modo de ser del sujeto que la alcanza. En consecuencia, no existen valo­res objetivos universales como la verdad, el bien o la belleza.

Utopía, utópico, utopista


Etimológicamente, lo que no está en ningún lugar. Adopta una actitud utópica quien olvida que su conocimiento es siempre un conocimiento desde un punto de vista, que conoce una cara de la realidad y que consigue sólo una verdad parcial. La actitud racionalista (utopista) supone la existencia de una realidad vista «desde ningún sitio» y una verdad absoluta (utópica). El utopismo es lo opuesto al perspectivismo biológico, deben brotar de los valores de la vida: la verdad debe brotar de la sinceridad; la bondad, de la impetuosidad y la belleza del deleite.

Verdad, verdad parcial e integral


La verdad es el reflejo adecuado de lo que las cosas son. Nin­gún individuo o época tiene acceso a toda la ver­dad, a la verdad integral. Sólo se llegaría a esa verdad sumando las verdades parciales. Cada individuo y época tiene acceso a una «verdad par­cial» (doctrina del punto de vista). Por tanto, la verdad no es una, eterna e invariable (raciona­lismo), sino perspectivista. Sin embargo, eso no es relativismo, ya que la parcialidad de cada ver­dad no le resta validez, sino que es consecuencia de la estructura de la realidad* que es perspecti­vista. Así, un sujeto sólo puede conocer una cara de la realidad, la que se le ofrece desde su cir­cunstancia.

Vitalismo


La filosofía que defiende que la vida es la única realidad y, por tanto, su objeto de estudio. Sus tesis: a) el conocimiento es un proceso biológico como otro cualquiera, que carece de leyes y principios racionales. Conocer es igual que respirar, b) Rechaza el conocimiento racional y conceptual, y frente a él propone la intuición, entendida como la experiencia subjetiva y privada no racional en la cual el sujeto vive íntimamente la realidad. Por tanto, el vitalismo desemboca en el relativismo, c) Sostiene que la cultura debe someterse a la vida porque la anquilosa y acaba con ella. Frente al vitalismo, Ortega propone el raciovitalismo.

Yo puro


Expresión con la que Ortega se refiere al tipo de sujeto que, según el Racionalismo, es capaz de conocer la verdad una, eterna e inmuta­ble. Incluye al alma racional platónica, la sustan­Cía pensante cartesiana, la razón pura kantiana… «Puro» indica que es un yo no contaminado con lo corpóreo, vital e histórico. Por eso, ese yo es una abstracción, pues presenta un sujeto sepa­rado precisamente de lo que le permite acceder a la verdad, su punto de vista. Al «yo puro» Ortega opone el yo que es «yo y circunstancia».


GLOSARIO Nietzsche

Causa sui


Causa de sí mismo. Expresión latina que se aplica únicamente a Dios, ser que se da la existencia a sí mismo, o que existe por razón de su misma naturaleza. Es el ser subsistente por sí mismo; lo demás existe por causa de otro.

Conceptos supremos


Expresión que se refiere a las categorías racionales que los filósofos han utili­zado para referirse a la «verdadera» realidad del mundo inteligible. Estos conceptos pretenden designar las carácterísticas de ese «mundo verda­dero»: ser, sustancia, unidad, identidad, causa. Para Nietzsche estos «conceptos supremos» no designan nada real, sino que son términos que elabora nuestra razón para referirse a un mundo inventado por nuestro recelo y cobardía ante la realidad del devenir.

Dios


Concepto en el que la filosofía ha agluti­nado todas las carácterísticas y valores positivos que atribuía al «mundo verdadero» por ella crea­do. Así Dios es el ser, y se caracteriza porque es causa sui, inmutable, perfecto e infinitamente bueno. Es el concepto supremo más elevado de todos y, por eso, el principio explicativo de todos los demás seres. Nietzsche considera que ese concepto, precisamente por ser el más elevado, es el más vacío. Lo llama «el último humo de la realidad».

Ens realissimum


Expresión de la filosofía esco­lástica que significa «ente realísimo». «Ente» hace referencia a cualquier cosa existente y, por tanto, «ente realísimo» hace referencia exclusivamente a Dios como el ser máximamente real por ser per­fecto, necesario y causa de sí mismo (causa sui). Los demás seres, por ser creados y tener una exis­tencia dependiente de Dios, son contingentes y, por tanto, no máximamente reales como lo es Dios. Para Nietzsche este concepto no es más que una fic­ción vacía.

Fetichismo


Veneración excesiva y superstición, idolatría. Con la expresión «fetichismo del len­guaje», Nietzsche alude al proceso mediante el cual se proyecta la categoría gramatical de sujeto de la proposición en nuestra experiencia de lo real, lo que genera la falsa creencia de que en la realidad existen sujetos (seres idénticos, consis­tentes, libres, que actúan como causas) y predica­dos (accidentes, modos, atributos, cualidades de esos seres). Es decir, el fetichismo del lenguaje consiste en atribuirle un poder que no tiene. Por tanto, el «fetichismo de la metafísica del len­guaje» consiste en dar un valor ontológico a las estructuras gramaticales.

Idolatría, idólatra


El culto a los ídolos, enten­diendo por tales cualquier cosa objeto de admi­rada exaltación. En el texto, Nietzsche hace un uso metafórico de esta expresión, aplicando este significado religioso a los conceptos supremos. Los filósofos adoran los conceptos forjados por la razón porque para ellos representan la realidad «verdadera». Pero para Nietzsche estos conceptos supremos, estos «ídolos» de la razón, son pura apariencia que no designan nada realmente exis­tente; son momias conceptuales.

Ilusión óptico-moral


Expresión con la que Nietzsche caracteriza el mundo inteligible. Este«mundo verdadero»se ha elaborado desde el único mundo real, el devenir. Partiendo de las carácterísticas del devenir, se inventa una «reali­dad» con carácterísticas contrarias. Pero esta «realidad» no es más que un deseo, una ilusión debida a la consideración del devenir como algo falso, erróneo, irreal y negativo. Y puesto que la creación del mundo verdadero parte de una valo­ración negativa y pecaminosa de lo sensible, esta­mos ante una ilusión que no es sólo «óptica» («vemos» lo que no-es) sino también «moral» (el «mundo verdadero» es el mundo de lo bueno).

Momias conceptuales


Según Nietzsche los con­ceptos que han utilizado los filósofos para refe­rirse a la «verdadera» realidad (única, eterna e inmutable) inventada por la razón, son conceptos huecos, vacíos, que no encierran nada vivo, nada real. Son como las momias. Para Nietzsche el concepto es sepulcro de intuiciones: el concepto momifica el pensar y la realidad. Por eso, este autor pretende desplazar la razón y su comple­mentó necesario, el concepto, hacia la intuición y su expresión necesaria, la metáfora.

Sub specie aeterni


Expresión que Nietzsche toma de Spinoza (1632-1677), filósofo raciona­lista. Para este autor lo que existe es una manifes­tación que proviene necesariamente de Dios. La verdad se alcanza cuando se conoce «sub specie aeternitatis», desde la perspectiva de la eternidad.

El ser humano llegará a la verdad cuando, aban­donando su perspectiva particular, vea las cosas como las conoce Dios, como necesidades.

Substancia


Según la filosofía tradicional, lo que existe por sí. Sustancia se opone a accidentes, que son seres que existen «en» la sustancia. Calificar algo de sustancia supone introducir el concepto de ser permanente, estático. Para Nietzsche la organización del mundo en sustancias y acciden­tes es una invención de la razón.

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