28 May

El Reinado de Alfonso XIII y la Crisis de la Restauración (1902-1931)

A comienzos del siglo XX, el sistema de la Restauración entró en una profunda crisis tras la muerte de sus principales artífices, Cánovas del Castillo y Sagasta. Este periodo estuvo marcado por los intentos de reforma, la creciente oposición y una inestabilidad que culminaría con la caída de la monarquía.

Contexto y Primeros Intentos Reformistas

Figuras como Antonio Maura y José Canalejas intentaron llevar a cabo reformas políticas y sociales, aunque sin lograr erradicar el arraigado caciquismo. Entre las medidas adoptadas, destacan la aprobación de la Ley de Jurisdicciones (1905), que sometía a la jurisdicción militar los delitos contra la patria o el ejército, y la Ley Electoral de 1907, que buscaba una mayor transparencia. En el ámbito social, se creó el Instituto Nacional de Previsión y se impulsaron diversas leyes laborales. Sin embargo, eventos como la Guerra de Marruecos y la sangrienta Semana Trágica de 1909 en Barcelona debilitaron significativamente al gobierno y provocaron la destitución de Maura.

Gobierno de Canalejas (1909-1912)

José Canalejas, desde la presidencia del Consejo de Ministros, buscó modernizar el sistema político. Intentó separar la Iglesia del Estado, lo que generó una fuerte oposición, especialmente con su conocida Ley del Candado (1910), que prohibía la creación de nuevas órdenes religiosas. En el ámbito social, implantó la jornada laboral de ocho horas en algunas industrias y un impuesto progresivo sobre las rentas urbanas. Su asesinato en 1912 truncó sus reformas.

Oposición Política y Movimientos Sociales

Durante este periodo, la oposición al sistema de la Restauración se diversificó y fortaleció:

  • El republicanismo se dividió entre moderados, como Nicolás Salmerón, y radicales, liderados por Alejandro Lerroux.
  • El nacionalismo catalán experimentó un notable crecimiento, representado principalmente por la Lliga Regionalista.
  • El nacionalismo vasco, por su parte, fue liderado por el Partido Nacionalista Vasco (PNV).
  • En el movimiento obrero, cobraron gran fuerza la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), de ideología anarquista, y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) junto a su sindicato, la Unión General de Trabajadores (UGT), especialmente tras la Semana Trágica.

España ante la Primera Guerra Mundial y la Crisis de 1917

España se mantuvo neutral durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Esta neutralidad benefició enormemente a la burguesía industrial y financiera, que vio crecer sus exportaciones y beneficios. Sin embargo, la inflación descontrolada afectó gravemente a los trabajadores y las clases populares, que vieron cómo sus salarios perdían poder adquisitivo. En 1917, la tensión social y política estalló en una triple crisis: una huelga general revolucionaria, un movimiento de las Juntas de Defensa militares y una Asamblea de Parlamentarios, lo que aumentó drásticamente la inestabilidad del país.

El Desastre de Annual (1921) y el Fin del Sistema

La derrota militar en la Guerra del Rif, conocida como el Desastre de Annual (1921), supuso un golpe devastador para la legitimidad del gobierno y del propio sistema parlamentario. Las investigaciones sobre las responsabilidades políticas y militares, que apuntaban incluso a la Corona, llevaron a la dimisión del gobierno y crearon un clima de profunda crisis que sería el preámbulo de la dictadura de Primo de Rivera.

Aspectos Socioeconómicos del Periodo: Población Urbana y Exportaciones

El crecimiento de las clases urbanas (burguesía, clases medias y proletariado) fue un fenómeno clave del siglo XX, dando lugar a la sociedad de masas. Este crecimiento se manifestó en una segregación social dentro de las ciudades, con barrios diferenciados por costumbres y prácticas culturales. En España, la burguesía industrial, aunque limitada en comparación con otros países europeos, se concentraba principalmente en los industriales textiles catalanes y los siderúrgicos vascos. El desarrollo industrial del siglo XX también consolidó una burguesía financiera, que ganó peso con nuevos negocios y la expansión del sector bancario.

Las clases medias crecieron significativamente gracias al desarrollo comercial, financiero y administrativo. Incluían profesionales liberales (abogados, médicos, ingenieros), funcionarios públicos, trabajadores de servicios (banca, electricidad, gas, transportes) y comerciantes. Los obreros industriales constituían la mayoría de las capas populares urbanas, concentrados en regiones como Cataluña, País Vasco, Asturias y Madrid. Sus condiciones de vida, aunque mejores que las de los jornaleros agrícolas, se caracterizaban por largas jornadas, bajos salarios y viviendas insalubres. Las crisis económicas, como la derivada de la Primera Guerra Mundial, agravaban su situación, provocando constantes protestas obreras y una alta conflictividad social. Las exportaciones españolas, especialmente durante la neutralidad en la Gran Guerra, experimentaron un auge que, si bien benefició a ciertos sectores, no se tradujo en una mejora generalizada de las condiciones de vida de la mayoría de la población.

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

La dictadura de Miguel Primo de Rivera se instauró mediante un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923. Contó con el apoyo de Alfonso XIII, gran parte del ejército y sectores de la burguesía, que veían en ella una solución a la inestabilidad política y social. Primo de Rivera justificó su acción por la crisis del sistema constitucional y el supuesto peligro de una revolución social.

Fases de la Dictadura

El régimen de Primo de Rivera se dividió en dos fases principales:

  • Directorio Militar (1923-1925)

    Durante esta etapa, el gobierno estuvo compuesto exclusivamente por militares. Se suspendió la Constitución de 1876, se disolvieron las Cortes, se prohibieron los partidos políticos y los sindicatos, y se aplicó una fuerte represión, especialmente contra anarquistas y comunistas. También se clausuró la Mancomunidad de Cataluña.

  • Directorio Civil (1925-1930)

    En esta fase, se permitió la participación de civiles en el gobierno, aunque el control autoritario se mantuvo. Destacaron el éxito del Desembarco de Alhucemas (1925), que puso fin a la Guerra del Rif, y un fuerte impulso a las infraestructuras (carreteras, ferrocarriles, obras hidráulicas) y al intervencionismo económico del Estado.

Crecimiento de la Oposición y Caída de la Dictadura

Con el tiempo, la oposición a la dictadura fue creciendo. Intelectuales y estudiantes denunciaron la falta de libertades, el PSOE, que inicialmente había mantenido una postura ambigua, retiró su apoyo al régimen, y en Cataluña aumentó el nacionalismo radical. En 1930, Alfonso XIII, consciente del desgaste del dictador y de la creciente impopularidad del régimen, le retiró su apoyo, lo que provocó la dimisión de Primo de Rivera.

La «Dictablanda» y el Camino a la República

La etapa final, conocida como la «Dictablanda», bajo el gobierno del general Dámaso Berenguer, fracasó en su intento de restaurar la normalidad constitucional. La oposición a la monarquía se unió en el Pacto de San Sebastián (1930), que aglutinó a republicanos, socialistas y nacionalistas. Tras las elecciones municipales de abril de 1931, la victoria republicana en las principales ciudades llevó a la proclamación de la Segunda República Española el 14 de abril y al exilio de Alfonso XIII.

La Segunda República Española (1931-1936)

La Segunda República representó un intento de modernización política y social de España, pero estuvo marcada por una profunda polarización y conflictos que desembocarían en la Guerra Civil.

Instauración de la República (1931)

Tras la crisis económica y la pérdida de apoyo a la monarquía, la victoria republicana en las elecciones municipales de abril de 1931 llevó a la abdicación y exilio de Alfonso XIII. El 14 de abril de 1931, se proclamó la II República Española en un ambiente de euforia popular.

El Gobierno Provisional y la Constitución de 1931

Niceto Alcalá-Zamora lideró el Gobierno Provisional, que convocó elecciones para las Cortes Constituyentes. La Constitución de 1931 estableció una República democrática y laica, con sufragio universal (incluido el voto femenino por primera vez), el reconocimiento de autonomías regionales y una amplia declaración de derechos sociales.

El Bienio Reformista (1931-1933)

Este periodo estuvo dominado por un gobierno de izquierdas, encabezado por Manuel Azaña, que impulsó importantes reformas:

  • Educación: Se promovió una educación laica, pública y sin influencia religiosa, con la creación de miles de escuelas.
  • Reforma Militar: Se buscó reducir el excesivo número de oficiales y modernizar el ejército, exigiendo un juramento de fidelidad a la República.
  • Reforma Agraria: Se intentó expropiar tierras no cultivadas o mal explotadas para redistribuirlas entre los campesinos, aunque su aplicación fue limitada debido a la oposición de los grandes propietarios.
  • Autonomías: Se avanzó en la descentralización del Estado, aprobándose el Estatuto de Autonomía de Cataluña en 1932.
  • Mejoras Laborales: Se implementaron importantes mejoras en los contratos y la jornada laboral, beneficiando a los trabajadores.

Estas reformas generaron una fuerte oposición de la derecha y conflictos sociales, como el intento de golpe de Estado de Sanjurjo en 1932. En 1933, la derecha ganó las elecciones generales.

El Bienio de Centro-Derecha (1933-1935)

El gobierno de este periodo estuvo liderado por Alejandro Lerroux (del Partido Radical), con el apoyo parlamentario de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Sus políticas se centraron en frenar y revertir las reformas del bienio anterior:

  • Se devolvieron tierras expropiadas y se restauró la influencia de la Iglesia.
  • Se aplicó una dura represión contra huelgas y protestas obreras.

En 1934, la entrada de ministros de la CEDA en el gobierno provocó la Revolución de Octubre, con levantamientos armados en Asturias y Cataluña, que fueron sofocados con dureza por el ejército. La corrupción y la inestabilidad debilitaron al gobierno, lo que llevó a la convocatoria de nuevas elecciones en 1936.

El Frente Popular (Febrero-Julio 1936) y el Estallido de la Guerra Civil

En las elecciones de febrero de 1936, la coalición de izquierdas conocida como el Frente Popular obtuvo la victoria. Manuel Azaña asumió la presidencia de la República. Se reanudaron las reformas, pero la inestabilidad política y la violencia social crecieron exponencialmente. El asesinato del líder monárquico José Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936 precipitó un golpe de Estado militar el 17 de julio, dando inicio a la trágica Guerra Civil Española.

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