07 May

Salud Pública: Fundamentos, Evolución y Desafíos ante los Riesgos Manufacturados

El ciudadano se identifica como actor revolucionario con una misión histórica y se somete al poder absoluto de una élite política que proclama su legitimidad en nombre de un supuesto conocimiento de las leyes de la historia.

Bases Tradicionales y Primeros Logros de la Salud Pública

La Salud Pública organiza, de esta manera, su base de sustento sobre un trípode constituido por:

  • El presupuesto filosófico-teórico de la enfermedad y la muerte como punto de partida para la comprensión de la salud.
  • El método positivista como base explicativa de la «verdad» sobre el riesgo.
  • La aceptación del poder del Estado como fuerza privilegiada para calcular el riesgo y asegurar la prevención.

La Salud Pública, así fundamentada, pudo avanzar y cosechar algunos éxitos en su labor en América durante los primeros setenta años de este siglo. Recordemos el gran apoyo prestado por esta disciplina, a través del control de la fiebre amarilla, la malaria y otras enfermedades infecciosas, al proceso de expansión de la industria agrícola y la limpieza de los puertos necesarios para el intercambio comercial. Otros éxitos, como la erradicación de la viruela y el avance en la explicación de muchos trastornos crónico-degenerativos, etc., han fundamentado su importancia y capacidad de crecimiento. Sin embargo, desde otros sectores han aparecido fuertes críticas ante sus limitaciones y fracasos, sobre todo en estos últimos decenios, donde los problemas de enfermedad y muerte han golpeado las conciencias de algunos convencidos de que la salud llegaría para todos, fundamentalmente por descuento de enfermedad.

La Transición hacia los Riesgos Manufacturados

Habíamos dicho que la Salud Pública, al constituirse como la disciplina que previene los riesgos de enfermar, ratifica su modernidad y se embarca en construir, a través del cálculo del riesgo, mundos nuevos, seguros y libres de enfermedad, con la idea de regular y normar el futuro a través de la razón instrumental. Pero el problema actual no radica tanto en el riesgo calculable y externo. Actualmente, vivimos en una sociedad donde el riesgo más grave es creado o manufacturado por nosotros mismos; es construido por nuestro conocimiento y nuestra tecnología.

Cuando la Salud Pública se constituyó como tal, los riesgos se identificaban fundamentalmente con la naturaleza: plagas, hambrunas, inundaciones, bacterias, virus, insectos, protozoos parásitos, etc., los mismos que siempre se encontraban fuera de nuestro accionar, pero que en cualquier momento podían introducirse en nuestros cuerpos, podían dominarnos, enfermarnos, ahogarnos, matarnos. Actualmente, la naturaleza continúa siendo riesgosa; basta recordar los dos últimos años de vida en el Ecuador: el Fenómeno de El Niño, el terremoto de Bahía de Caráquez, la erupción del Tungurahua y del Guagua Pichincha, con la consiguiente activación de enfermedades, accidentes y muertes. En otras palabras, todavía tenemos miedo a la riesgosa naturaleza, pero en estos momentos existen otros terrores que posiblemente pasan desapercibidos, tales como el desastre en Chernóbil, la crisis de los mercados asiáticos, la debacle económica ecuatoriana, el calentamiento global, el hueco en la capa de ozono, y el incremento de la violencia y el delito. Estos últimos son producidos por nosotros, son efectos de nuestra ciencia y tecnología, son los hijos de nuestra «magia».

Impacto Humano en los Riesgos Naturales y Sociales

Aún más, muchos científicos consideran que la mayor parte de los riesgos naturales que actualmente producen inmensos daños, tales como el Fenómeno de El Niño o el calentamiento del planeta, posiblemente son riesgos manufacturados por nosotros, lo cual nos lleva a pensar que nuestra sociedad estaría viviendo la «muerte de la naturaleza»; es decir, mucho de lo que antes era totalmente natural, ahora no lo es. Como dice Giddens: «…muy recientemente, en términos históricos, nosotros comenzamos a preocuparnos menos por lo que la naturaleza puede hacer de nosotros y más por lo que hemos hecho con la naturaleza»12.

Los riesgos manufacturados no solamente se relacionan con la naturaleza, sino que también se extienden a las propias instituciones sociales e impactan las bases culturales de nuestra existencia. Actualmente, es posible registrar grandes cambios en los roles del hombre y de la mujer, importantes transformaciones en las relaciones de pareja que cuestionan al matrimonio y a la familia tradicionales, conceptos y prácticas distintas alrededor del trabajo, la economía, la moral, el arte, la comunicación, lo que obliga a las personas a vivir en constante riesgo y a enfrentar futuros mucho más abiertos que antes.

Repensando la Salud Pública: Críticas y Nuevas Perspectivas

Con la creciente instalación del riesgo manufacturado en nuestra sociedad, también ha surgido la necesidad de revisar nuestra forma de pensar sobre el riesgo y nuestra manera de prevenirlo13. Aquel trípode que sustenta el pensamiento y la práctica en Salud Pública también ha sido criticado desde diversas «metáforas» que han sido construidas enfatizando alguna de las «patas» del mencionado trípode. En esa medida, podríamos hablar de una corriente que critica el extraño «enamoramiento» de la Salud Pública por la enfermedad y la muerte, y visualiza su potencial avance a través de un giro de ciento ochenta grados, lo cual le permitiría ir al encuentro del «Poder de la vida». Una segunda «metáfora» debate acerca del limitado conocimiento y tecnología que acompaña a la Salud Pública y recomienda un mayor y más profundo engarce con el «Poder del conocimiento». Una tercera línea critica la forma de ejercicio del poder y habla acerca de la posibilidad de que la Salud Pública avance a través de la construcción del «Buen poder político». Es lógico suponer que este intento de mirar la Salud Pública desde las tres «metáforas» limita grandemente su campo y no permite ver otros aspectos que para muchos podrían ser muy importantes; pero ese es el costo de usar metáforas o imágenes: estas iluminan ciertos campos y oscurecen otros; producen, como diría Morgan, conocimientos unilaterales y distorsiones. Son inherentemente paradójicas, ya que, «al mismo tiempo que ayudan a ver, llevan implícitamente a no ver». De esta forma, sostenemos que lo que hemos redactado y lo que sigue no es más que una interpretación entre muchas, y no creemos que exista una única interpretación verdadera. Consideramos, más bien, que la «explicación más adecuada es aquella que posibilita generar (en la práctica) aquello que explica», con lo cual proponemos discutir sobre la Salud Pública posible en este momento de grandes cambios.

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