24 Jun

El desarrollo político hasta la elección de Adolfo
Suárez comienza con Arias Navarro como jefe de gobierno a la muerte de Franco, ratificado por el Rey. En lo socioeconómico, Arias Navarro se encontraba en medio de una crisis económica con fuertes presiones sociales lideradas por los sindicatos de clase (CC.OO., UGT), clandestinos pero con gran capacidad de movilización. En lo político, buscaba la continuidad del régimen autoritario introduciendo cierto pluralismo político que lo enfrentaba tanto al búnker como a quienes dentro de su gobierno exigían mas liberalismo (Areilza, Fraga), y la oposición rupturista de la recién creada Junta Democrática (Platajunta –fusión de la Junta Democrática y de la Plataforma Democrática, lideradas por el PCE y el PSOE respectivamente). En un intento de acelerar las reformas, en Mayo de 1976 se presenta la Ley de Asociaciones. Pero ésta conténía importantes restricciones (las asociaciones debían respetar los “Principios del Movimiento” lo que excluía a los «comunistas, separatistas y terroristas»), y no se acompañó de la reforma del Código Penal que autorizase el asociacionismo democrático y los derechos de libertad de expresión, reuníón o manifestación. En esa circunstancia Juan Carlos I viaja a EEUU y anuncia su predisposición a favorecer el cambio hacia la democracia en España. Unos días después pide a Arias Navarro su dimisión y pone a Adolfo Suárez al frente del gobierno.

II. LA REFORMA DEMOCRÁTICA


Adolfo Suárez era un dirigente del régimen, y su nombramiento y la composición de su gobierno fueron calificados como error por la prensa, la oposición y elementos aperturistas. Sin embargo, Adolfo Suárez puso en marcha el proceso de la transición a la democracia con el respaldo de la corona y estableciendo contactos con la oposición. La Ley para la Reforma Política, que será la clave legal del proceso, será aprobada por las Cortes franquistas en Noviembre de 1976. Esta ley, diseñada por Fernández Miranda, presidente de las Cortes, permitiría pasar de la ley a la ley, es decir, de la legalidad franquista a la legalidad democrática.
Por su relevancia, fue sometida a referéndum y confirmada con amplia mayoría. La oposición, a pesar de no apoyarla, fue cambiando su estrategia de ruptura acercándose a la estrategia del gobierno. Al ser aprobada, se disolvía el régimen dictatorial para dar paso a un sistema parlamentario con sufragio universal para lo que, en la primera mitad de 1977, se realizaron reformas de cara a la promesa de elecciones generales libres que crearon las condiciones de pluralidad política (legalización de partidos políticos –particularmente del PCE-), de libertad de asociación (sindicatos libres), expresión (supresión de la censura) y participación (nueva normativa electoral); y se procedíó a desmantelar las organizaciones franquistas ligadas al Estado (TOP, el Movimiento, el sindicato único).

Sin embargo, el proceso estuvo siempre amenazado por fuerzas involucionistas o bien por las exigencias de cambio rápido de la izquierda, los sindicatos y los nacionalistas, o por el terrorismo (ETA, GRAPO, FRAP). La situación llegó a su momento de máxima tensión en la última semana de Enero de 1977, cuando una sucesión de hechos violentos estuvo a punto de dar al traste con la transición. Al asesinato de un estudiante en una manifestación pro-amnistía por parte de los «Guerrilleros de Cristo Rey», le siguió el secuestro del presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, el general Villaescusa, por parte del GRAPO y la matanza de cinco abogados laboralistas del PCE en Atocha por grupos de extrema derecha. La respuesta popular fueron manifestaciones masivas de repulsa desarrolladas pacíficamente y que mostraron claramente la voluntad general de continuar los cambios de forma pacífica.

III. EL SISTEMA DE PARTIDOS Y LAS ELECCIONES DE 1977



En 1977, de Enero hasta las elecciones de Junio, se abríó el proceso de legalización de los partidos y de conformación de las alianzas políticas con vistas al proceso electoral.

La derecha


La extrema derecha estaba integrada por Fuerza Nueva de Blas Piñar y Falange Española de las JONS. En la derecha conservadora Alianza Popular (AP), agrupación de partidos liderada por Fraga se presentaba como partido más significativo.

El centro


 La Uníón de Centro Democrático (UCD), conglomerado de partidos en torno a Adolfo Suárez, se presentó ante la opinión pública como una alianza de fuerzas alejadas tanto del continuismo franquista como del marxismo.
La democracia cristiana era una opción en la que se encuadraban partidos liberales con principios cristianos en la práctica política.

La izquierda


 El PSOE se había desprendido ya del marxismo-leninismo y su divisa electoral “Socialismo es libertad” junto con la personalidad del líder joven Felipe González, representaron bien a una España abierta y con deseo de cambio. El Partido Socialista Popular (PSP) de Tierno Galván se excluyó de la alianza con el PSOE, defendiendo planteamientos semejantes a un centro-izquierda azañista. El PCE había evolucionado hacia el “eurocomunismo” -entre la socialdemocracia y el comunismo estalinista-, pero con dirigentes ligados al pasado (Dolores Ibárruri -“Pasionaria”-, Santiago Carrillo). A la izquierda del PCE se situaron fuerzas revolucionarias como el PTE o la ORT.

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