11 Nov

La creación del Estado franquista fue marcada por el carácter militar de Franco y su escasa formación política. Su régimen fue una dictadura militar que se impuso mediante la represión, aunque contó con amplios apoyos sociales. Durante la Guerra Civil, la Junta de Defensa Nacional, fundada para organizar el territorio sublevado, nombró a Francisco Franco como Jefe de Estado y Generalísimo de los Ejércitos, creándose oficialmente el Estado Nacional el 1 de Enero de 1938. El nuevo régimen se caracterizó por ser un sistema personalista y autoritario, el tradicionalismo, el anticomunismo y la unidad de España como pilares ideológicos, el reconocimiento únicamente de los sindicatos controlados por el estado y las familias, tener y controlar un partido único definido como Movimiento Nacional, la mitificación de la historia de España, el apoyo del ejército y la Iglesia católica, y la propaganda desarrollada a través de Falange. Tras su victoria en la Guerra Civil, el régimen franquista se vio influenciado por el fascismo, sin embargo, en la posterioridad se definiría como nacionalcatólico, renunciando a las influencias totalitarias extranjeras. Se reconocíó así una “democracia orgánica”, cimentada en las Leyes Fundamentales del Reino, entre las que destacaron el Fuero del Trabajo, la Ley Constitutiva de Cortes o la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado. Todas ellas fueron recogidas en la Ley Orgánica del Estado. 

En la primera etapa de la Dictadura (1939-1959), el Estado franquista se fue asentando ideológicamente, primero bajo la influencia falangista y fascista. Se encontró en el catolicismo una vía ideológica propia. El régimen franquista acabó distanciándose de los sistemas totalitarios tras la derrota nazi en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el país quedó devastado por la Guerra Civil, con graves problemas de desabastecimiento. En la segunda etapa (1959-1973), España consiguió reconocimiento internacional y la consolidación del régimen con la entrada en la ONU en 1955. En 1967, la Ley Orgánica del Estado, que confirmaba todos los poderes de Franco fue aprobada y, dos años después, se nombró a Juan Carlos como su sucesor a título de rey. Por otra parte, se produjo un gran crecimiento económico impulsado por la industria nacional y el turismo, siendo una etapa de desarrollismo.
Por último (1973-1975), la avanzada edad de Franco y la creciente oposición política anunciaban el final de la dictadura, dando lugar a la división interna entre los inmovilistas y los aperturistas.


Los grupos políticos que apoyaron la sublevación militar se situaban en la derecha ideológica. A pesar de coincidir en el modelo social y político, representaron posiciones ideológicas diversas. Todas estas formaciones fueron obligadas a fusionarse en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS. La influencia de la Falange en los comienzos del franquismo fue muy grande, de ideología próxima al fascismo. Controlaron ámbitos de poder muy importantes, siendo Serrano Suñer uno de sus líderes más significativos. Los católicos ganaron influencia tras la incorporación de miembros del Opus Dei, componiendo el gobierno tecnócrata, ocupando los ministerios de gestión económica. Su máximo exponente será Carrero Blanco. Por último, los monárquicos, se dividieron en los carlistas, representantes del viejo formalismo y el legitimismo de la ley Sálica, y los juanistas, partidarios de Don Juan de Borbón como futuro rey. El régimen franquista contó con amplios apoyos sociales, pues cualquier oposición era perseguida y reprimida. La mentalidad conservadora y el orden social atrajeron a las clases altas e, incluso, a las clases medias y a los pequeños propietarios rurales, que se vieron representados por los valores del nuevo régimen. La enseñanza quedó controlada ideológicamente mediante la asignatura de Formación del Espíritu Nacional, y se crearon organizaciones juveniles. Por su parte, el ejército y la Iglesia se convirtieron en los pilares del régimen. 

Esta crisis coincidíó con una crisis económica a nivel mundial, la del petróleo de 1973. Fue el 20 de Noviembre de 1975 cuando Franco fallecíó, por lo que Don Juan Carlos fue nombrado rey dos días después. Al acabar la Segunda Guerra Mundial en 1945, el régimen fue sometido a una dura condena política y al aislamiento internacional.
Prohibíéndole la entrada en los organismos internacionales. Asimismo, España también quedó fuera del Plan Marshall. Únicamente Portugal y Argentina mantuvieron su reconocimiento a Franco. La nueva coyuntura internacional debida al estallido de la Guerra Fría favorecíó al régimen franquista. En 1950, la ONU revocó la condena contra Franco y en 1953 se firmó el Pacto de Madrid con EE.UU., que permitía que se estableciesen bases americanas en España, y en 1955 España era admitida en la ONU. La nueva situación rompíó el aislamiento, lo que fue definitivo para la consolidación de la Dictadura.


La Guerra Civil dejó a España en una situación ruinosa, agravada por el aislamiento internacional.
Debido al bloqueo económico, España no se pudo beneficiar de las ayudas del Plan Marshall de Estados Unidos. Se inició la llamada autarquía (1939-1957). La recuperación económica fue muy lenta y España tardó varias décadas en salir del subdesarrollo.

En 1957, la situación política y económica internacional originó un cambio en el gobierno con la incorporación de un grupo de ministros y de altos cargos con una acreditada cualificación profesional, siendo la mayoría miembros del Opus Dei, formando así los gobiernos tecnócratas. Estos llevaron a cabo una serie de medidas como los Planes de Desarrollo, que pretendían impulsar la industria nacional y modernizar a la economía española. El modelo de autarquía económica se había mostrado ineficaz por lo que se tomaron nuevas medidas, impulsando así varios planes económicos: el de Estabilización (1959-1964), para reajustar la economía mediante la devaluación de la peseta y la entrada a la inversión extranjera, y el de Desarrollo (1964-1975), con el objetivo de equilibrar la desigual distribución de España creando zonas industriales en ciudades medianas y capitales de provincia. Este desarrollismo fue posible por los bajos salarios y las remesas de dinero enviadas por los emigrantes españoles.

Los resultados positivos fueron la duplicación de la renta per cápita entre 1960 y 1970, la triplicación del producto interior bruto (PIB), la modernización en todos los sectores, siendo el industrial el más desarrollado y el avance del sector servicios junto al crecimiento del turismo. Sin embargo, se dieron varios desajustes, entre los que destacaron los grandes desequilibrios regionales, que favorecieron el desarrollo de áreas industriales, quedando las zonas de interior atrasadas y despobladas, la balanza comercial española seguía siendo muy deficitaria por la carencia de recursos energéticos y la importación de maquinaria, y la falta de empleo, lo que provocó numerosas emigraciones a Europa y Latinoamérica, lo que resultó en la llegada de dinero que los migrantes enviaban a sus familiares en Europa y un cambio en las carácterísticas de la sociedad española.


Entre 1970 y 1975, la edad avanzada de Franco y las presiones para democratizar el régimen provocaron un clima de inestabilidad política acentuado por las acciones terroristas. Por su parte, los propios franquistas se dividieron entre los aperturistas, partidarios de introducir reformas, y los inmovilistas, conocidos como “el búnker”, deseosos de mantener el régimen. En 1969, Franco había designado al príncipe Juan Carlos como sucesor con la intención de restaurar la monarquía, obligado a jurar los principios del Movimiento Nacional. En Junio de 1973, Franco formó un nuevo gobierno presidido por el almirante Carrero Blanco, persona de confianza del dictador, diferenciándose por primera vez los cargos de Jefe de Estado y de Presidente del Gobierno. Sin embargo, el 20 de Diciembre de 1973, un atentado de ETA asesinó a Carrero Blanco, por lo que se nombró a Arias Navarro en su lugar, que inició una tímida apertura. La inestabilidad política se fue acentuando con protestas y manifestaciones que exigían mejoras sociales y derechos democráticos, junto con el aumento de los atentados terroristas de ETA y el FRAP. Por ello, se aprobó una nueva Ley Antiterrorista, que recogía la pena de muerte para los condenados al terrorismo. Su aplicación en Septiembre de 1975 provocó una oleada de protestas y la amenaza de sanciones diplomáticas. Además, en 1974, se acabó con la dictadura en Portugal, siendo el régimen franquista la única dictadura de Europa. Asimismo, se uníó una grave crisis económica provocada por la subida de precios del petróleo en 1973, cuyos efectos fueron el aumento del déficit, el incremento de la inflación y del paro y la interrupción de la emigración hacia Europa, agravando la oposición al régimen. La incertidumbre política quedó patente en la crisis del Sáhará español, del cual España se retiró para evitar una guerra ante la Marcha Verde, cediendo así a las reclamaciones de Marruecos de dicho territorio. De esta manera, España cedíó el Sáhará Occidental a Marruecos el 14 de Noviembre de 1975, olvidando los compromisos de independencia prometidos al pueblo saharaui durante su proceso de descolonización.

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