25 Abr

1. Al-Andalus: Una Rápida Conquista

Los orígenes de la conquista de la Península Ibérica se sitúan en el año 710, cuando el gobernador árabe del norte de África, Musa, ordenó el desembarco de sus guerreros en la península. Esto eran operaciones de exploración y saqueo, pero el éxito de estas operaciones animó a preparar otra de mayores dimensiones. En el año 711, Musa envió una expedición dirigida por Tarik, la cual derrotó a las tropas visigodas en la batalla de Guadalete. La conquista de la península fue muy rápida, ya que en el 711 los musulmanes habían tomado Córdoba, Granada, Málaga, Toledo y Guadalajara; en el 712 conquistaron Sevilla y Mérida; y en el 719 ya habían caído Pamplona, Huesca y Barcelona. Prácticamente todo el territorio peninsular quedó bajo dominio musulmán. El territorio peninsular recibió el nombre de Al-Andalus y se convirtió en una provincia musulmana dependiente del califato de Damasco, dirigido por un emir desde Sevilla. Los únicos territorios fuera del dominio musulmán fueron las zonas montañosas del Cantábrico y valles pirenaicos.

1.2 Causas de la Conquista

La primera fue la debilidad de la monarquía visigoda y la escasa resistencia que ofrecieron los visigodos. La segunda, las poblaciones que pactaban una rendición voluntaria recibían una autonomía política, en cambio, las que se resistían a pactar recibían un trato mucho más duro; muchos nobles no dudaron en firmar pactos a cambio de conservar sus propiedades y títulos jurisdiccionales. Y la tercera, la tolerancia religiosa de los musulmanes que permitieron a los cristianos y judíos mantener su religión.

1.2.2 El Emirato Independiente (756-929)

La dinastía Omeya terminó con la muerte del califa y de casi toda su familia, a manos de una nueva dinastía, los Abasíes, que tomaron el poder y trasladaron la capital a Bagdad. El único superviviente de la familia Omeya, Abderramán I, halló refugio en el emirato de Al-Andalus y se proclamó emir del emirato independiente de Al-Andalus en el año 756 d. C. Se instaló en Córdoba y la provincia independiente de Al-Andalus se desligó casi completamente del poder del nuevo califato de Bagdad, respetando solo su autoridad religiosa. Durante su gobierno (756-788) se inició la construcción de la Mezquita de Córdoba. El emirato cordobés siempre tuvo problemas para controlar los conflictos derivados por la diversidad étnica y religiosa y las ansias de muchas élites musulmanas que querían poseer las mejores tierras de cultivo. Esta situación fue agravándose hasta que accedió al trono Abderramán III.

1.3 Califato de Córdoba: Abderramán III (912-1031)

Abderramán III consiguió acabar con los problemas internos y controlar el avance de los reinos cristianos del norte de la península. En el 929 se proclamó la máxima autoridad religiosa de Al-Andalus y creó el Califato de Córdoba; de esta forma, se convirtió en un estado independiente. En el siglo X, Al-Andalus alcanzó el máximo esplendor económico y cultural, y se convirtió en un estado muy poderoso que controlaba el Mediterráneo occidental, el norte de África y pequeños reinos cristianos del norte peninsular. Su esplendor se basó en los ingresos provenientes de las actividades comerciales norteafricanas y el cobro de impuestos a los reinos cristianos.

2. Crisis del Siglo XI y Periodos Posteriores

En el siglo XI, el califato comenzó a debilitarse y los reinos cristianos fueron conquistando territorios hasta llegar al río Tajo. Los sucesores de Abderramán III mostraron menos interés por los asuntos políticos y delegaron los asuntos de gobierno en jefes militares que cuestionaron el poder de los califas, convirtiendo en primer ministro del califa a Almanzor tras sus éxitos militares ante los cristianos. Tras la muerte de Almanzor, las disputas obligaron a Hisham II a abandonar el cargo de califa y la lucha por acceder al califato acabó en guerra civil en 1009. A partir de este momento, los territorios empezaron a independizarse del poder central hasta que acabaron convirtiéndose en taifas. Varios factores contribuyeron a la decadencia del califato y la creación de un emirato independiente en El Cairo. Esto se juntó con el aumento en gastos militares para frenar el avance cristiano.

2.2 Reinos de Taifas (1031-1086)

En 1031, el califato se fragmentó en pequeños reinos independientes llamados taifas. Estas eran controladas por tres grupos étnicos: los andalusíes, las cuales eran controladas por hombres eslavos. Estas taifas dominaban la zona levantina y las más importantes fueron las de Valencia, Denia y Tortosa. Luego estaban las bereberes, controladas por individuos del norte de África y que ocupaban el sur de Al-Andalus. Las taifas duraron poco tiempo debido a las luchas para controlar los territorios vecinos.

2.3 Imperios Norteafricanos (1086-138)

Los reinos cristianos del norte continuaron su avance hacia el sur y en 1085 Alfonso VI de Castilla y León conquistó Toledo. Los reyes de las taifas solicitaron ayuda a los almorávides, que derrotaron al ejército de Alfonso VI en 1086. Los almorávides recuperaron para el islam los territorios de las taifas que habían sido conquistados por los cristianos. En el año 1090 conquistaron la taifa de Granada, en 1091 la de Sevilla y en 1094 las de Badajoz y Lisboa. La capital se fijó en Granada y Al-Andalus se convirtió en una provincia del Imperio Almorávide. El avance de estos fue frenado en Valencia por el Cid Campeador, que tras su muerte, Valencia volvió a ser incorporada al reino musulmán. Y poco después derrotaron a las tropas de Alfonso VI en la batalla de Uclés (1108) y el valle del Ebro fue conquistado. También vencieron a Alfonso VIII en la batalla de Alarcos (1195), pero poco después fueron derrotados por una coalición cristiana en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). A partir de este momento, su poder empezó a decaer y los cristianos fueron conquistando tierras de Al-Andalus. Fernando III de Castilla avanzó por el valle del Guadalquivir y conquistó Córdoba (1236). Esto supuso la fragmentación del poder en Al-Andalus y la aparición de las terceras taifas.

2.4 El Reino Nazarí de Granada (1238-1492)

En 1232, Muhammad I inició la dinastía Nazarí y se proclamó rey en 1238. En 1246, el rey Fernando III ocupó Jaén y Muhammad I, para preservar la independencia del reino, se comprometió a prestar vasallaje a Fernando y a pagar fuertes tributos. Así, el reino nazarí se convirtió en vasallo de Castilla hasta su desaparición en 1492, cuando Boabdil entregó Granada a los Reyes Católicos.

3. La Economía de los Reinos Cristianos

De los siglos IX al XI, la economía de los reinos cristianos se basó en la ganadería y la agricultura orientada hacia el autoconsumo. A partir del siglo XI, esto cambió porque tras la conquista de Lleida y Tortosa se permitió acceder a las conexiones con las rutas comerciales del Mediterráneo. También León, Castilla y Navarra fueron conquistando hasta el Tajo, lo que hizo posible una mayor estabilidad y el crecimiento demográfico, aumento de la agricultura y la artesanía, y la venta de excedentes.

3.2 Orientación Ganadera de Castilla

En Castilla, a partir del siglo XII hasta el XIII, la ganadería fue el factor fundamental en el desarrollo económico. Las tierras conseguidas con las conquistas fomentaron la cría de las ovejas merinas, que producían una lana de gran calidad y que tenía mucha demanda en Europa. Esto impulsó el enriquecimiento de los grandes propietarios de ganado a costa de los agricultores, que vieron cómo se frenaba la producción agrícola. Para promover la ganadería se creó el Honrado Concejo de la Mesta (1273), que agrupaba a los ganaderos para organizar la trashumancia. De este modo, la Corona de Castilla mantuvo una economía basada en la exportación de materias primas y la importación de productos manufacturados.

3.3 Desarrollo Económico en Aragón

En las tierras aragonesas ganó mucho peso la ganadería ovina y la agricultura de secano, principalmente cereal, pero también existía una próspera agricultura de regadío en las zonas de influencia musulmana. En las ciudades se multiplicaron las actividades artesanales que se vieron estimuladas por el comercio. Desde el siglo XIII al XV, Aragón desarrolló el comercio internacional.

4. Instituciones Políticas

En la Edad Media, los monarcas se creían elegidos por Dios para gobernar sus reinos. Los reinos se consideraban un patrimonio del monarca y podía dividirlos o unirlos según sus intereses. De este modo, ejercían el poder supremo y podían declarar la guerra, convocar al ejército, dictar leyes, impartir justicia y acuñar moneda. En la Corona de Castilla, la monarquía tuvo un carácter más autoritario y menos feudal que en la Corona de Aragón. La unificación de Castilla y León (1230) comportó un proceso de centralización administrativa y de creación de un derecho general. En la Corona de Aragón, el arraigo de las estructuras feudales y el poder nobiliario impulsaron el pactismo, por el cual el monarca veía limitadas sus atribuciones.

4.2 Las Cortes

Las Cortes eran la reunión de los tres brazos o estamentos (nobles, Iglesia y ciudadanos). Las Cortes eran convocadas por el monarca para pedir subsidios para sus campañas militares, por ello le interesaba contar con la burguesía, ya que la nobleza estaba exenta de pagar impuestos. Las primeras Cortes que se crearon fueron las del reino de León en el año 1188 y más adelante las del reino de Castilla en 1217. En la Corona de Aragón, cada reino tenía sus propias Cortes; a diferencia de Castilla, gozaban de una cierta función legislativa y votaban los impuestos. En el siglo XIV, en Cataluña se creó una delegación permanente que recibió el nombre de Generalitat. En el reino de Navarra, las Cortes se reunieron por primera vez en 1253, y el monarca tenía que respetar los fueros, derechos y tradiciones del reino.

5. La Baja Edad Media en Castilla y Navarra

La economía de la época se basó principalmente en la ganadería lanar y la exportación de esta lana.

5.1 Guerras Civiles de Castilla

En Castilla, los nobles quisieron afianzar su predominio en la sociedad e imponer su voluntad a los monarcas. La alta nobleza y la Iglesia se opusieron a Pedro I de Castilla (1350-1369) y apoyaron a su hermano Enrique de Trastámara, lo que desencadenó una guerra civil. Tras años en guerra (1366-1369), el bando nobiliario consigue vencer y proclamar a Enrique II (1369-1379), que inició la dinastía Trastámara. El nuevo rey quiso agradecer el apoyo de la nobleza concediéndole importantes privilegios. Para reforzar el poder real se limitaron las funciones de las Cortes, que desde 1396 solamente votaban para subsidios. También se impulsó el desarrollo de las instituciones reales con la creación de la Audiencia (1371) y la reforma del Consejo Real (1385) como órgano asesor del rey. La nobleza no lo aceptó y se enfrentó al aumento de poder de la monarquía. Entre 1419 y 1479 se formaron numerosos bandos nobiliarios enfrentados entre ellos. El enorme poder de la nobleza y los abusos que cometía, imponiendo nuevos tributos y confiscando propiedades, llevó a los campesinos a reclamar protección real frente a las banderías nobiliarias. Del mismo modo, para defender sus intereses ante la nobleza en las Cortes de Burgos (1315), las ciudades y villas habían creado la Hermandad General. La conflictiva situación se convirtió en el reinado de Juan II (1406-1454) en una nueva guerra civil, tras la muerte del regente durante la minoría de edad, Fernando de Antequera. Durante su regencia se había formado un importante bando nobiliario, el de los llamados “Infantes de Aragón”, integrado por dos hijos de Fernando que se oponían a Juan. En esta guerra se enfrentaron tres sectores: los partidarios de la monarquía, los Infantes de Aragón y la alta nobleza castellana. El resultado final fue favorable a la alta nobleza y la aristocracia siguió dominando Castilla en tiempos de Enrique IV (1454-1474). Durante su mandato se hundió la autoridad real y la anarquía se extendió por todo el reino. A su muerte, su hermana Isabel fue proclamada reina con el apoyo de la nobleza tras derrotar a Juana la Beltraneja en otra guerra civil (1474-1479).

5.2 Reino de Navarra

Navarra tuvo una evolución política propia, diferenciada de la Corona de Castilla y Aragón. No participó en la expansión peninsular y ante las pretensiones del rey castellano Alfonso X, se aproximó a Francia a raíz del matrimonio de la Reina Juana I con el rey francés Felipe IV (1284). Durante casi un siglo, Navarra estuvo gobernada por dinastías francesas, aunque el reino mantuvo su independencia. Sobre el año 1328, Navarra inició su desvinculación de Francia, que se afianzó con Carlos II (1349-1387), quien confió los principales cargos de la administración a funcionarios navarros. Afectado por la crisis demográfica y económica, también conoció disensiones políticas que derivaron en una guerra civil desde 1447. Esta guerra fue consecuencia del enfrentamiento entre Juan II y su hijo Carlos de Viana. Los navarros se dividieron en dos bandos: los Agramonteses y los Beaumonteses. Muerto el príncipe de Viana, el conflicto se prolongó hasta la intervención de Fernando el Católico, el cual estableció un protectorado sobre el reino y lo incorporó a Castilla.

6. Crisis y Decadencia en la Corona de Aragón

Las dificultades económicas y financieras coincidieron con el problema de la sucesión dinástica tras la muerte sin descendencia del último monarca, Martín el Humano (1410). Esta crisis política se resolvió mediante el Compromiso de Caspe, que reunió a representantes de los tres territorios en Barcelona para elegir al monarca. El elegido fue Fernando de Antequera, de una rama de los Trastámara castellanos. Estos intentaron reforzar la autoridad de la monarquía y adoptaron disposiciones contrarias a las leyes tradicionales aragonesas.

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