27 Ago

La Guerra de Independencia

Causas, desarrollo y contendientes

La Guerra de Independencia se desarrolló entre 1808 y 1813 en Europa, en el contexto de las Guerras Napoleónicas. El origen lejano de este conflicto se encuentra en la creciente dependencia de la política exterior española respecto a la francesa, acentuada tras la derrota de las tropas españolas frente a los ejércitos revolucionarios. La Paz de Basilea (1795) y el Tratado de San Ildefonso (1796) marcan el inicio de esta dependencia.

El origen más cercano está en la firma del Tratado de Fontainebleau en 1807, que permitía a las tropas francesas atravesar el territorio español para ocupar Portugal, aliado de Inglaterra. Las tropas francesas aprovecharon esta autorización para ocupar el territorio español. Esta circunstancia fue utilizada por los partidarios del príncipe Fernando para dar el golpe definitivo a Godoy, favorito de Carlos IV, provocando el llamado motín de Aranjuez. Este levantamiento consiguió la abdicación del rey Carlos IV en su hijo Fernando.

La crisis dinástica fue aprovechada por Napoleón, quien reunió a padre e hijo en Bayona y logró que la corona de España pasara a su hermano José Bonaparte. La resistencia a aceptar estos hechos por una parte considerable de la población española, manifestada inicialmente en los sucesos del 2 de mayo en Madrid, se considera el inicio de la guerra.

Desarrollo del conflicto

La superioridad militar de las tropas napoleónicas fue evidente durante todo el conflicto. A pesar de ello, la resistencia de quienes se oponían al bando napoleónico fue intensa, destacando la victoria española en la batalla de Bailén y la feroz resistencia de ciudades como Zaragoza o Gerona.

Una parte importante de la oposición al ejército francés estuvo protagonizada por pequeñas partidas guerrilleras que hostigaban a las tropas enemigas. Estos guerrilleros contaban con el apoyo popular y la ventaja de su conocimiento del terreno. Esta circunstancia obligó a Napoleón a mantener un ejército numeroso en España para controlar el territorio. A pesar de la resistencia, las tropas napoleónicas fueron ocupando progresivamente el país.

En 1812, el inicio de la campaña de Rusia obligó a Napoleón a desplazar allí a personal militar destacado en España, lo que mermó el ejército francés. Esta situación fue aprovechada por las tropas dirigidas por el Duque de Wellington (inglesas, portuguesas y españolas) para iniciar un contraataque desde Portugal. Consiguieron importantes éxitos en las batallas de los Arapiles (Salamanca) y Vitoria.

A finales de 1813, las últimas tropas francesas salieron de España. Napoleón firmó el Tratado de Valençay, por el cual se devolvía el trono a Fernando VII a cambio de la neutralidad española en el conflicto que aún estaba abierto en Europa.

Contendientes y divisiones internas

En cierta medida, la Guerra de la Independencia también puede considerarse una guerra civil, ya que enfrentó a españoles en bandos contrarios.

  • Patriotas: La oposición a las tropas napoleónicas fue mayoritaria entre la población española. Sin embargo, estaba protagonizada por grupos con intereses distintos:
    • Una parte de la población, especialmente entre la nobleza y el clero, pretendía el regreso de Fernando VII y la vuelta a la situación anterior a la invasión francesa, buscando el restablecimiento de sus privilegios. Gracias a la intervención del clero, esta postura ganó apoyo.
    • Un sector menor, pero muy ilustrado, buscaba acabar con el Antiguo Régimen y crear un modelo liberal en España. Este sector aprovechó la convocatoria de Cortes Generales en Cádiz para crear un régimen constitucional basado en la soberanía nacional, la separación de poderes y el respeto a las libertades individuales.
  • Afrancesados: Otra parte de la sociedad apoyó la causa del rey José I, considerando que era la única oportunidad para implementar las reformas necesarias para modernizar el país, reformas que no se habían podido llevar a cabo con los últimos Borbones. En su mayoría, estos afrancesados eran personas de elevada formación académica, aunque también había comerciantes que se enriquecieron con contratos de guerra. Al finalizar el conflicto, la mayoría tuvo que exiliarse.

La Independencia de las Colonias Americanas

Causas y desarrollo

El proceso de independencia de las colonias españolas en América, a principios del siglo XIX (entre 1808 y 1825), fue consecuencia del triunfo de una serie de movimientos independentistas con diversas causas:

Causas profundas

  • El papel de los criollos: Los criollos, descendientes de españoles nacidos en América, sentían que su verdadera patria era el continente americano y no la metrópoli. Constituían una clase social rica y poderosa que controlaba la economía colonial. Sin embargo, se sentían marginados respecto a los españoles peninsulares, quienes ocupaban los cargos más importantes de la administración.
  • Discriminación económica: Los criollos se quejaban de la discriminación ejercida por España a través del control del comercio, que les impedía comerciar libremente con otros países.
  • Cargas fiscales: Las fuertes cargas fiscales que recaían sobre los territorios coloniales constituían otra causa de malestar.

Causas coyunturales

  • Independencia de Estados Unidos: A finales del siglo XVIII, la independencia de las colonias inglesas de América del Norte dio lugar a los Estados Unidos de América, sirviendo de modelo para América del Sur.
  • Ideas ilustradas y liberales: La extensión de las ideas de la Ilustración y el liberalismo, junto con el triunfo de la Revolución Francesa, tuvieron un fuerte impacto en la América española. Muchos americanos consideraban que para crear un Estado liberal en América era necesario romper lazos con una España que seguía siendo un Estado absolutista.
  • Reactivación del movimiento independentista: El despertar del liberalismo español en las Cortes de Cádiz y el reconocimiento de la igualdad de derechos entre españoles peninsulares y americanos pudieron debilitar temporalmente el movimiento independentista. Sin embargo, la vuelta al absolutismo con el regreso del rey Fernando VII reactivó las ideas independentistas entre los liberales americanos.

Los países que surgieron tras la independencia no se convirtieron en estados liberales, sino en estados bastante autoritarios.

Fases del proceso

El proceso de independencia se puede distinguir en varias fases:

  1. Primera fase (inicio 1808): Comienza con la llegada de las noticias sobre la invasión francesa de España. Las autoridades locales no aceptaron a José I como rey y se formaron juntas. Algunas juntas (Buenos Aires, Caracas, Quito) terminaron desobedeciendo a la Junta Central Suprema, y algunas proclamaron la independencia (Paraguay).
  2. Segunda fase (1816-1825): Tras la salida de las tropas napoleónicas de España y el regreso de Fernando VII, la situación parecía controlada. Sin embargo, a partir de 1816, las revueltas se hicieron más numerosas e intensas. En esta fase se desarrolla una auténtica guerra de independencia y cobran protagonismo los caudillos militares:
  • Argentina proclamó su independencia en el Congreso de Tucumán (1816). Desde allí, las tropas del general San Martín atravesaron los Andes y derrotaron a los españoles en las batallas de Chacabuco y Maipú, logrando la independencia de Chile.
  • El segundo gran foco en Venezuela estuvo liderado por el general Simón Bolívar, quien se enfrentó a las tropas españolas en Boyacá (1819) y Carabobo (1821), dando lugar a la proclamación de la República de la Gran Colombia (que luego se desintegraría en Venezuela, Colombia y Ecuador).
  • En México, la independencia llegó con Agustín de Iturbide en 1821, seguida por América Central.
  • El último territorio en independizarse fue Perú. Las tropas procedentes de Ecuador y Chile, lideradas por Antonio José de Sucre, derrotaron a los últimos restos del ejército español en América en la batalla de Ayacucho (1824), tras la cual se produjo la independencia de Perú.

Una vez se produjo la independencia de Bolivia en 1825, España solo mantuvo en América las islas de Cuba y Puerto Rico (tras la venta de Florida a EE.UU.).

El Carlismo

Ideario, ámbito geográfico y apoyos sociales

El carlismo nació como un movimiento político que apoyó las intenciones al trono del infante Carlos María Isidro, hermano del rey Fernando VII, y de sus descendientes. Se convirtió en un movimiento fundamental en la historia de España del siglo XIX.

La crisis dinástica se originó porque Fernando VII no tenía descendencia masculina, lo que le forzó a abolir la Ley Sálica mediante la promulgación de la Pragmática Sanción. Carlos María Isidro no aceptó este cambio legislativo y consiguió apoyos para mantener su causa, creando un ideario político basado en:

  • Dios, Patria y Rey: Principios fundamentales que defendían el absolutismo monárquico frente al sistema constitucional liberal.
  • Defensa del catolicismo: Se abogaba por el papel director de la Iglesia en la sociedad.
  • Idealización del medio rural: Se consideraba el medio rural, de donde procedían la mayoría de sus apoyos, como el depositario de las tradiciones, mostrando recelo hacia las sociedades urbanas e industriales.
  • Mantenimiento de fueros: Se defendían las instituciones y fueros históricos del País Vasco y Navarra, amenazados por las pretensiones liberales de uniformidad administrativa.

Apoyos sociales

Estos principios encontraron un significativo apoyo entre:

  • El clero: Veía en el avance del liberalismo una amenaza a su influencia social y a su sostenimiento económico, especialmente tras la Desamortización de Mendizábal.
  • La baja nobleza: La pérdida de sus privilegios (como los mayorazgos) ponía en riesgo su supervivencia como clase social.
  • Campesinos del norte peninsular: Muchos eran pequeños propietarios o arrendatarios perjudicados por nuevos impuestos o por reformas agrarias liberales que empeoraban sus condiciones. Estos grupos ya habían manifestado su descontento durante el reinado de Fernando VII, protagonizando revueltas como las de los apostólicos y los agraviados.

El carlismo encontró apoyos en todo el territorio español, pero su mayor arraigo se dio en el norte peninsular, destacando las Vascongadas, Navarra, Aragón, Cataluña y la región del Maestrazgo.

Las Guerras Carlistas

A lo largo del siglo XIX, el carlismo estuvo en el origen de tres guerras:

  1. Primera Guerra Carlista (1833-1840): Fue la de mayor extensión y repercusión. Tras la muerte de Fernando VII, Carlos María Isidro instaló su propio Estado en Navarra, dirigiendo las operaciones militares. Destacó la figura del general Zumalacárregui. Hubo focos en Cataluña y el Maestrazgo (general Cabrera). La muerte de Zumalacárregui y expediciones fallidas debilitaron a los carlistas. El Convenio de Vergara (1839) puso fin al conflicto en el norte, aunque Cabrera continuó la lucha un año más en el Maestrazgo.
  2. Segunda Guerra Carlista (1846-1849): Conocida como la Guerra dels Matiners, se limitó principalmente al territorio catalán y apoyó las pretensiones del conde de Montemolín.
  3. Tercera Guerra Carlista (1872-1876): Se englobó dentro del Sexenio Revolucionario (1868-1874). Defendía las aspiraciones de Carlos VII tras el derrocamiento de Isabel II y la proclamación de la I República. Tuvo una zona de actuación similar a la primera, contribuyendo a la desestabilización de la monarquía de Amadeo de Saboya y la República. Terminó con la Restauración borbónica y la llegada de Alfonso XII.

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