01 Jun
El Reinado de Alfonso XIII y la Crisis de la Restauración (1902-1931)
Reformas Insuficientes y Oposición Creciente
Las Reformas de Maura y Canalejas
Los gobiernos de Alfonso XIII trataron de llevar a cabo algunas medidas para regenerar el país. Desde el Partido Conservador, Antonio Maura puso en marcha la «revolución desde arriba», con leves medidas de reforma fiscal y de regulación del derecho de huelga.
Por su parte, el Partido Liberal de José Canalejas trató de reducir la influencia de la Iglesia en la vida pública y en la educación; introdujo las primeras leyes de protección social a los trabajadores, y permitió la creación de la Mancomunidad de Cataluña, un primer paso en la descentralización del Estado.
Sin embargo, el caciquismo y la manipulación de los datos electorales continuaban debilitando el sistema, atacado también por acontecimientos como la Semana Trágica y el asesinato de Canalejas.
Caricatura de Alejandro Lerroux en ¡Cu-Cut!, 1905.
El Auge de la Oposición Política
Los grupos de la oposición al sistema adquirieron un mayor protagonismo:
- Los republicanos crearon la coalición Unión Republicana, que consiguió aumentar su fuerza electoral. Su líder, Alejandro Lerroux, tenía un discurso populista y extremista con el que consiguió muchos seguidores entre los obreros catalanes, y en 1908 fundó el Partido Republicano Radical.
- El socialismo se afianzó en el País Vasco, Asturias y Madrid, y Pablo Iglesias logró acta de diputado en 1910. A principios de 1921, alcanzó los 58 000 afiliados, pero ese mismo año los sectores más revolucionarios se escindieron y crearon el Partido Comunista de España (PCE).
Los nacionalismos consolidaron su ascenso electoral a través de la Lliga Regionalista en Cataluña, y del Partido Nacionalista Vasco en el País Vasco.
La Revuelta de 1909: la Semana Trágica
En 1909, la oposición al reclutamiento de soldados ya licenciados para la Guerra de Marruecos desencadenó una revuelta popular en Barcelona, conocida como la Semana Trágica.
El levantamiento supuso un estallido espontáneo, antimilitarista y anticlerical, resultado de todas las tensiones sociales acumuladas a lo largo de décadas. Fue aplastado por el ejército, y la represión resultó desproporcionada (fusilamiento del pedagogo y librepensador Francisco Ferrer Guardia).
Los sucesos de 1909 fueron un duro golpe para el sistema político de la Restauración y los partidos dinásticos porque provocaron la repulsa de la opinión pública y la dimisión del presidente del gobierno, el conservador Antonio Maura.
Ante esta situación, el rey encargó la formación de un nuevo gobierno a José Canalejas, del Partido Liberal. Su asesinato por un anarquista en 1912 abrió un periodo de inestabilidad que condujo de nuevo a los conservadores al poder.
La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
La bahía de Alhucemas en 1925.
Características del Régimen
El régimen de Primo de Rivera suspendió la Constitución y disolvió las Cortes. Se prohibieron los partidos políticos y algunos sindicatos, como la CNT. El recorte de libertades alcanzó también a la prensa, la educación y los intelectuales contrarios a la dictadura. Además, se suprimió la Mancomunidad de Cataluña y se persiguió al nacionalismo catalán y vasco, prohibiendo el uso público de sus lenguas.
Se creó un partido único, la Unión Patriótica, y un órgano legislativo, la Asamblea Nacional Consultiva, que no era elegida de forma democrática.
Aprovechando la buena situación internacional, hubo un cierto crecimiento económico. Se llevaron a cabo numerosas obras públicas –en especial carreteras– y se pusieron en marcha monopolios como Telefónica y Campsa (refinado de petróleo).
En 1925, el desembarco militar de Alhucemas acabó con el conflicto de Marruecos y estableció el control efectivo sobre el Protectorado.
La Crisis Final de la Dictadura (1930-1931)
Las repercusiones de la crisis económica mundial de 1929 empezaron a notarse en España, y el clima de oposición a la dictadura aumentó considerablemente. Falto de apoyos, tras la pérdida de confianza de Alfonso XIII, Primo de Rivera dimitió en enero de 1930.
La Segunda República Española (1931-1933)
La Proclamación de la República y el Gobierno Provisional
Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 fueron entendidas por la población como un plebiscito entre monarquía y república.
La participación fue muy elevada y los resultados electorales señalaron una clara voluntad de cambio político: el triunfo republicano fue evidente en las grandes ciudades (mayoría en 41 capitales de provincia) y en las regiones industriales, aunque los monárquicos obtuvieron un mayor número global de concejales.
Ante estos resultados electorales y la proliferación de manifestaciones solicitando la proclamación de la República, Alfonso XIII suspendió la potestad real, abandonó el país y partió hacia el exilio.
Dos días después, el 14 de abril de 1931, fue proclamada la Segunda República Española, y se formó un gobierno provisional con miembros de la coalición republicano-socialista, vencedora en las elecciones.
Primeras Medidas y Desafíos
El nuevo gobierno puso en marcha varias reformas solicitadas por un amplio espectro de la población: legalidad de todos los partidos y sindicatos, amnistía general para presos políticos de la dictadura, creación de una Generalitat provisional para el gobierno de Cataluña y amplias leyes sociales que incluían la jornada de 8 horas, el salario mínimo y el seguro ante los accidentes de trabajo.
La implantación de la República no estuvo exenta de problemas. Por un lado, la actitud hostil hacia el nuevo régimen de algunos sectores eclesiásticos provocó una oleada de anticlericalismo y en varias ciudades se quemaron iglesias. Por otro lado, algunos grupos anarquistas (sobre todo la CNT) presionaron al nuevo gobierno, llamando a la revolución social con una oleada de huelgas obreras y ocupaciones de tierras.
En junio de 1931, se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, que dieron la mayoría a la coalición republicano-socialista. La primera gran tarea de las nuevas Cortes fue elaborar una Constitución, que fue aprobada en diciembre de ese mismo año.
La Constitución Republicana de 1931
La nueva Constitución estableció las bases de una república democrática y de progreso, pero no tuvo el apoyo de los grupos conservadores que disentían en cuestiones sociales, religiosas y autonómicas. El texto establecía los siguientes principios:
- España se definía como un Estado integral, con la posibilidad de establecer gobiernos autónomos.
- Se instauró el sufragio universal masculino y femenino.
- Se proclamó la aconfesionalidad del Estado, pero se respetaban todos los cultos y creencias. Se permitió el matrimonio civil y se implantó el divorcio.
- Presentaba una declaración de derechos individuales y establecía amplias libertades públicas y privadas. Reconocía el derecho a la propiedad privada, aunque el gobierno podía expropiar bienes de utilidad social.
- El poder legislativo residía en las Cortes, formadas por una sola Cámara; el poder ejecutivo estaba en manos del Consejo de Ministros y el Presidente de la República. Se asentaba la independencia del poder judicial.
Una vez aprobada la Constitución, Niceto Alcalá Zamora, republicano católico y moderado, fue elegido presidente de la República, y Manuel Azaña, republicano de izquierdas, fue nombrado jefe de un gobierno integrado por republicanos, socialistas y nacionalistas. Se iniciaba la etapa del Bienio Reformista (1931-1933).
El Bienio Reformista: Modernización del Estado (1931-1933)
Portada del Estatuto de 1932.
Reformas Clave del Gobierno Republicano-Socialista
La Segunda República emprendió algunas reformas que desde hacía decenios estaban pendientes y eran indispensables para modernizar el país y asentar el régimen republicano.
En primer lugar, Manuel Azaña acometió la reforma del ejército, atrasado y con exceso de oficiales, para transformarlo en una institución eficiente y leal a la incipiente República.
Otra de las iniciativas que recogía la Constitución era la separación Iglesia-Estado. Las reformas querían disminuir la influencia de la Iglesia sobre la vida pública y la educación.
Asimismo, se puso en marcha el proceso de descentralización del Estado, recogido en la Constitución, que reconocía la existencia de unas nacionalidades históricas con lengua e identidad propias, y permitía elaborar estatutos de autonomía y establecer gobiernos autónomos.
La Reforma Agraria
La República abordó el problema del latifundismo. En algunas zonas de España, sobre todo en Andalucía y Extremadura, existían cientos de miles de jornaleros sin tierras y en una situación de extrema miseria, mientras que la propiedad se concentraba en manos de unos centenares de propietarios.
Una ley de 1932 decretó expropiables las grandes fincas que no se cultivaran, y permitió distribuirlas entre los campesinos sin tierras. Se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA) para indemnizar a los propietarios y facilitar el asentamiento a las familias campesinas.
La Oposición al Gobierno Reformista
El reformismo republicano tuvo que hacer frente a dos bloques de oposición:
Campesinos detenidos por la Guardia Civil.
- El enfrentamiento con los afectados por las reformas, como los grandes propietarios agrarios, la jerarquía de la Iglesia católica, una parte del ejército y amplios sectores de las clases altas y medias-altas, que sentían amenazados sus privilegios. En 1932, aprovechando el descontento, el general Sanjurjo dio un golpe de Estado que fue frenado por el gobierno.
- La crítica de los sectores de izquierda, debida a la lentitud de algunas reformas, especialmente la reforma agraria, irritó a una parte de los jornaleros y obreros.
La UGT se radicalizó y ciertos núcleos anarquistas, sobre todo los vinculados a la FAI, apostaron directamente por la insurrección armada. Así, protagonizaron algunos levantamientos como los del Alto Llobregat (1932) y Casas Viejas (1933) que fueron duramente reprimidos por las fuerzas del orden público.
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