06 Nov

Durante su corta regencia, se aceleró la desamortización de los bienes eclesiásticos y se recortaron los fueros vasco-navarros.

La firma de un acuerdo librecambista con Inglaterra engendró grandes protestas en Barcelona (sus industrias eran partidarias del proteccionismo) que fueron duramente reprimidas. El bombardeo de la ciudad llevó a que Espartero perdiera toda su popularidad, incluso entre los propios progresistas.

Finalmente, una sublevación militar organizada por los moderados, a la que se unieron algunos progresistas, precipitó el fin de la Regencia de Espartero. Para salir del impasse político en el que se hallaba el país, las nuevas autoridades aceleraron, pese a tener solo catorce años, la coronación como reina de Isabel II.

  1. EL REINADO DE ISABEL II (1843-1844)

LA DÉCADA MODERADA (1844-1854)

Tras acceder al trono al adelantarse su mayoría de edad en noviembre de 1843, Isabel II mostró desde un principio su preferencia por los moderados, dejando fuera del juego político al partido progresista. Se abría un largo período de predominio moderado. Los progresistas optaron, negándose a participar en unas consultas electorales claramente amañadas, o por la preparación de pronunciamientos apoyados por insurrecciones populares.

En mayo de 1844 se formó un gabinete presidido por el General Narváez, la gran figura de los moderados. Estas fueron las principales medidas que se adoptaron durante la siguiente década:

  • Creación en 1844 de la Guardia Civil, de aplicar la ley y orden esencialmente en el medio rural. Como medida complementaria se suprimió la Milicia Nacional.



  • Ley de Ayuntamientos de 1845, que reforzaba el centralismo reservando al gobierno el nombramiento de los alcaldes.

  • Reforma del sistema fiscal de 1845, elaborada por Alejandro Mon. Se estableció un nuevo sistema fiscal más racional.

  • Ley Electoral de 1846 que configura un verdadero régimen oligárquico. Se estableció un sufragio muy restringido con varones mayores de más de 25 años

  • Concordato de la Santa Sede. Acuerdo con la Santa Sede por el que el Papa reconoció a Isabel II como reina y aceptó la pérdida de los bienes eclesiásticos ya desamortizados. A cambio el estado español se comprometió a subvencionar a la Iglesia y a entregarla el control de la enseñanza y a encargarla labores de censura.

  • La Constitución de 1845

    • De carácter moderado, se diferencia de la de 1837 en una serie de aspectos esenciales:

    • Soberanía compartida del Rey y las Cortes. Esto se concreta en un poder legislativo compartido por ambas instituciones y en una clara preeminencia de la Corona en el proceso político.

    • Confesionalidad del Estado: “La religión de la nación española es la religión católica”.

    • Recorte de los derechos individuales, especialmente la libertad de expresión.

EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856)

El poder cada vez más dictatorial de Narváez propició un creciente descontento que culminó en un pronunciamiento de complejo desarrollo. Iniciado por el general O’Donnell en Vicálvaro (Vicalvarada), el golpe militar se radicalizó tras la publicación por los rebeldes del denominado Manifiesto de Manzanares. Redactado por el joven Antonio Cánovas del Castillo y firmado por O´Donnell, este manifiesto exigía



reformas políticas y unas cortes constituyentes para hacer posible una auténtica regeneración liberal, lo que hizo que consiguiera un amplio respaldo popular y animó a otros generales a unirse a la rebelión. Finalmente el golpe triunfó y propició la formación de un gobierno presidido por el progresista Espartero.

La otra gran figura del gobierno, el general Leopoldo O’Donnell creó un nuevo partido, la Unión Liberal, que trató de cubrir un espacio de centro entre moderados y progresistas, aunque gobernó junto a estos en el inicio del bienio. Durante este corto período destacaron las siguientes medidas:

  • La desamortización general de Madoz en 1855 que culminó el proceso desamortizador, con los bienes de los municipios.

  • Unas nuevas Cortes Constituyentes iniciaron la elaboración de una nueva constitución más progresista que no llegó a aplicarse (Constitución non nata)

  • Se adoptaron medidas para propiciar la modernización económica del país como la Ley General de Ferrocarriles..

LA VUELTA DE LOS MODERADOS AL PODER (1856-1858)

La agitación social creciente provocó la ruptura entre Espartero y O’Donnell. Nombrado el líder de la Unión Liberal presidente del gobierno inició un proceso de revisión de la labor del bienio que finalmente trajo la vuelta de Narváez y los moderados al poder en octubre de 1856. Se volvía así al régimen moderado de la Constitución de 1845.



LA UNIÓN LIBERAL DE O’DONNELL (1858-1863)

Tras un período de dos años con Narváez y los moderados O’Donnell y la Unión Liberal volvieron al poder en 1858. Esta época estuvo marcada por la euforia económica y por el intervencionismo exterior: guerra de Marruecos…

LA DESCOMPOSICIÓN DEL SISTEMA ISABELINO (1863-1868)

La vuelta de Narváez al poder enmarca el inicio del período terminal del partido moderado. La inestabilidad política y la deriva autoritaria de los gobiernos caracterizaron una etapa en la que la bonanza económica

Los intentos de insurrección contra la reina y el gobierno moderado, como el motín de San Gil en Madrid en 1866 fueron duramente reprimidos (70 oficiales y suboficiales del ejército fueron fusilados). El creciente autoritarismo del anciano Narváez llevó a la formación del Pacto de Ostende: demócratas, progresistas, unionistas y republicanos se aliaron para derribar a Isabel II y el régimen moderado.

CONCLUSIÓN

Ante el descontento hacia el régimen monárquico de Isabel II, firmaron en el Pacto de Ostende en contra de Isabel II. O’Donnell se negaba a que su Partido Unión Liberal se uniese a este grupo, pero a su muerte su sustituto, el General Serrano también se unió, igual que los republicanos, de Pi i Margall, con lo que se arrastrarían un gran número de altos cargos militares, que estuvieron a la espera del primer aviso. El fin de este pacto era derrocar a la reina y a su régimen Una vez conquistado el poder se formarían unas Cortes constituyentes que establecerán la forma de gobierno desde entonces: monarquía o república.

Finalmente, la revolución de septiembre de 1868, conocida como “la gloriosa”, supondrá el destronamiento de Isabel II y el inicio del denominado sexenio democrático

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