17 Abr
El Giro Conservador y la Contrarreforma (1933-1934)
El periodo del Bienio Radical-Cedista (1933-1935) marcó un giro conservador en la Segunda República Española tras la dimisión de Manuel Azaña como jefe de gobierno. Las elecciones de noviembre de 1933 dieron paso a una colaboración entre la derechista CEDA y el centrista Partido Radical, cuyo objetivo principal fue revertir las reformas del anterior gobierno reformista. Este periodo se caracterizó por una contrarreforma que incluyó medidas como:
- La Ley de Amnistía para liberar a militares y monárquicos implicados en el golpe de Estado de 1932.
- El bloqueo de la reforma agraria.
- La ralentización de la construcción de escuelas públicas.
- La suspensión del Estatuto de Autonomía de Cataluña.
Estas acciones agudizaron los conflictos sociales y políticos.
La Revolución de Octubre de 1934
En octubre de 1934, la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno desencadenó la Revolución de Octubre, un intento de insurrección armada liderado por la izquierda, temerosa de un giro fascista en España, inspirado por el ascenso de Hitler en Alemania. La UGT convocó una huelga general, pero la revolución fracasó en la mayoría del país, salvo en Asturias, donde los mineros, organizados en columnas armadas, tomaron el control de la región y proclamaron la Revolución Socialista de los Consejos Obreros. El gobierno respondió enviando al Ejército de África, dirigido por el general Franco, que reprimió la insurrección, dejando 1500 muertos y 5000 detenidos. En Cataluña, Lluís Companys proclamó la República Catalana, pero la rebelión fue rápidamente sofocada y la autonomía catalana quedó suspendida.
Consecuencias de la Revolución y el Camino a las Elecciones de 1936
Las consecuencias de la Revolución de Octubre fueron profundas. La polarización política se intensificó, radicalizando tanto a la izquierda como a la derecha. Calvo Sotelo fundó el Bloque Nacional, promoviendo una monarquía autoritaria como alternativa a la República. Por su parte, la izquierda se unió en el Frente Popular, buscando frenar el avance de la derecha.
La CEDA, fortalecida tras la revolución, intentó modificar la Constitución para restringir las autonomías y abolir el divorcio, pero los escándalos de corrupción del Partido Radical, como el caso del Estraperlo, debilitaron al gobierno. La falta de entendimiento entre Lerroux y Zamora llevó a la convocatoria de elecciones en 1936, que darían inicio a un nuevo y turbulento capítulo en la historia de España. Este periodo fue marcado por la violencia y la división que acabaría en una guerra civil.
La Polarización Política y las Elecciones de 1936
La intensificación de los enfrentamientos políticos durante el Bienio Conservador resultó en una política española polarizada entre derechas e izquierdas. Las fuerzas de derecha se unieron en el Bloque Nacional (CEDA, monárquicos, tradicionalistas y, en algunas áreas, radicales y Lliga Catalana), aunque sin un programa electoral unificado. Por su parte, las izquierdas (republicanos, socialistas y comunistas) se consolidaron en el Frente Popular, que demandaba la amnistía para los presos políticos y el restablecimiento de la Constitución. En el contexto de creciente radicalización, se definieron candidaturas para las elecciones de febrero de 1936: el Frente Popular, que unificaba todas las izquierdas mediante un pacto electoral en enero, y la coalición de CEDA y Renovación Española, que presentó un programa moderado fundamentado en el miedo a la revolución social. La Falange y el PNV también participaron de forma independiente.
El Triunfo del Frente Popular y el Preludio de la Guerra Civil
El Frente Popular salió victorioso, especialmente en ciudades y provincias del sur y la periferia, mientras que la derecha dominaba en el norte y el interior. Manuel Azaña fue nombrado Presidente de la República, y Casares Quiroga se convirtió en Presidente del Gobierno, con un gabinete compuesto únicamente por republicanos de izquierda. Las acciones que siguieron incluyen:
- Amnistía para los condenados por la Revolución de Octubre de 1934 y reintegración laboral.
- Restablecimiento del Estatuto catalán, con Companys asumiendo nuevamente la presidencia de la Generalitat.
- Exilio de generales opuestos a la República (Franco, Mola y Goded).
- Reanudación de la reforma agraria, con la expropiación de más de medio millón de hectáreas.
- Proceso de nuevos estatutos de autonomía, como el de Galicia, aprobado en plebiscito en junio de 1936.
El ambiente social se tornaba cada vez más tenso, con la izquierda obrera adoptando una postura claramente revolucionaria, mientras que la derecha buscaba frenar esta revolución. Desde abril, estallaron enfrentamientos violentos en las calles entre falangistas y milicias socialistas, comunistas y anarquistas, indicando que ambos lados se preparaban para un conflicto inminente.
La conspiración militar contra el gobierno del Frente Popular progresaba, con un entramado político liderado por figuras clave como Gil Robles, Calvo Sotelo y José Antonio Primo de Rivera. Asimismo, se incrementaba el número de generales involucrados, destacándose Franco, Goded, Fanjul y Varela, mientras que Mola, con base en Pamplona, asumió el liderazgo de la conspiración y mantuvo contactos con Mussolini y Hitler.
La madrugada del 13 de julio, José Calvo Sotelo, líder de la oposición monárquica, fue asesinado, lo que hizo que el enfrentamiento se volviera inevitable. A pesar de ser recibida con entusiasmo por su ambicioso programa de reformas, la República se enfrentó a obstáculos significativos. Estos incluyen un contexto internacional adverso, marcado por la crisis económica global tras la caída de la Bolsa de Nueva York y el conflicto entre fascismo y democracia en Europa, así como problemas internos como un consenso débil y una fuerte oposición tanto de la derecha como de la izquierda. La inestabilidad política, la conflictividad social y la falta de una cultura democrática exacerbaron la situación, contribuyendo a la ruptura del orden democrático y al estallido de una nueva guerra civil.
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