22 Nov

DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LA POBLACIÓN

La densidad de población española está en la actualidad muy cerca de los 100 habitantes/km2, (93,9 en 2020) un valor cercano a la media europea (108) o a la de países como Francia (114) y Portugal (117), aunque bastante inferior al de otros países de nuestro entorno como Alemania, Italia o el Reino Unido que superan los 200 hab/km2.
Sin embargo, esta media esconde fuertes contrastes entre áreas muy pobladas y áreas de despoblamiento. En general, se pueden destacar dos criterios en cuanto al reparto territorial de la población: la concentración en la periferia y en la aglomeración urbana de Madrid en detrimento del resto de las regiones interiores; y el incremento de la población urbana y de las zonas más dinámicas, industriales y de servicios, frente al abandono de las áreas rurales y agrarias.
Aunque estas desigualdades tienen raíces históricas y se deben a multitud de factores naturales, demográficos, económicos, etc. Se han acentuado y consolidado desde mediados del Siglo XX, sobre todo por las fuertes migraciones interiores que acompañaron el desarrollismo económico del último periodo franquista.
La provincia con más densidad de población es Madrid, con más de 6 millones y medio de habitantes y que supera los 800 hab/km2 ..Pero en conjunto, tanto por su volumen como por su densidad destaca el litoral, sobre todo el mediterráneo y, en menor medida, el atlántico y cantábrico. En esta área periférica nos encontramos con zonas de más intenso poblamiento separadas por otras con menor nivel de ocupación.
En el Mediterráneo sobresalen la aglomeración urbana de Barcelona y su área de influencia, la zona hortofrutícola y turística levantina desde Valencia a Murcia, y la Costa del Sol y el Bajo Guadalquivir. En el norte sobresalen la costa gallega entre La Coruña y Vigo, el litoral entre el eje Gijón-Oviedo y Santander, y la zona vasca entre Bilbao y San Sebastián.
También se pueden destacar algunos espacios insulares en torno a Palma de Mallorca y en la mistad norte de Tenerife y Gran Canaria.
En las regiones del interior solo destacan algunas áreas urbanas en los principales ejes económicos, como Zaragoza en el Eje del Ebro y Valladolid.
En el otro extremo, los principales vacíos demográficos se encuentran en las áreas de montaña y espacios rurales. La dinámica demográfica de estas regiones, con un fuerte envejecimiento, unida al mantenimiento de la expulsión de población joven acentúan su despoblamiento. En algunas comarcas se registran densidades de población por debajo de los 10
Cabe destacar, en este apartado, el entorno del Sistema Ibérico, desde Burgos hasta Albacete, donde se encuentran las provincias de Soria y Teruel, las más despobladas de España. En una situación similar, con densidades por debajo de los 8 hab/km2 encontramos una franja que se extiende siguiendo la frontera portuguesa desde Orense hasta el sur de Cáceres.
En una situación parecida están otras áreas de montaña (Pirineos centrales, Sistema Central, cordilleras Béticas, Montes de León) y las planicies de la Meseta, Galicia y Aragón. En estos lugares solo sobresalen algunas ciudades, casi siempre las capitales provinciales, y algunas
comarcas que han aprovechado los recursos que brinda el regadío como en los valles de León o en las Vegas del Guadiana.
Si analizamos la distribución según el tamaño de los municipios, los más de 6000 municipios de menos de 5000 habitantes reúnen a menos del 10% de la población española aunque su superficie es el 84% del total del país, y su densidad media es de solo 12,4 hab/km2 En el otro extremo las 10 principales áreas metropolitanas de España albergan a casi 20 millones de habitantes.
En la época preindustrial, la distribución de la población se debía sobre todo a factores naturales ya que las zonas de mayor densidad se correspondían con aquellas cuyo medio físico permitía una mayor producción agraria, como los valles fluviales, zonas de clima templado y cálido, etc. Pero también influían factores humanos, que atraían a la población a las áreas más dinámicas. Así, hasta el Siglo XVI, la zona más poblada fue la Corona de Castilla, pero a partir del Siglo XVII, la crisis económica y demográfica afectó sobre todo a la Meseta, sobre todo a la mitad norte. Desde entonces, se asiste a una progresiva concentración de la población en las regiones costeras e insulares.
El desarrollo de una economía industrial, desde mediados del Siglo XIX consolidó está tendencia y se empezaron a agudizar los contrastes regionales. Aumentaron su peso las áreas industriales de Cataluña, País Vasco y Asturias, así como Madrid. Otras regiones también crecieron debido por su dinámica vegetativa, como Galicia, Andalucía y Murcia.
Pero la principal razón que explica la gran polarización del reparto actual de la población en España es el éxodo rural que acompañó al desarrollismo de los años sesenta y que llevó a millones de personas a cambiar su residencia desde las zonas rurales a las áreas más dinámicas, a las que se añadieron ahora el eje del Ebro, el eje Mediterráneo y los polos de desarrollo.
Desde la crisis de 1973, el éxodo rural se detuvo e incluso cambió de dirección, debido al retorno de emigrantes a sus regiones de origen. Sin embargo, el menor crecimiento vegetativo de las regiones del interior y de las áreas rurales debido al envejecimiento y las altas tasas de masculinidad, la salida de población joven de estas zonas hacia los lugares donde se concentran los nuevos factores de desarrollo (sobre todo Madrid y el eje Mediterráneo) y la llegada de inmigrantes que se han instalado preferentemente en estas zonas han mantenido las diferencias territoriales en la distribución de la población.
En la actualidad, hay casi 5000 municipios (más de la mitad del total) que tienen menos de mil habitantes y en los que vive, en conjunto, menos de un millón y medio de habitantes. Son entidades que se enfrentan a un riesgo significativo de desaparecer. En el otro extremo, las zonas más pobladas deben abordar problemas de congestión, contaminación, incremento de los costes del suelo y vivienda, mayor tiempo de desplazamiento, etc.
Por todo ello han surgido distintas iniciativas para paliar la situación de la que se ha denominado España vacía o España vaciada, que han pasado del asociacionismo ciudadano a la política (Teruel Existe, Soria Ya,..). También las administraciones públicas, incluido el Gobierno, han creado organismos para abordar este problema.

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