15 Jul

Introducción: Un Desafío Histórico y Actual

A nivel mundial e históricamente, la humanidad ha librado una constante batalla contra la violencia, tanto la que se manifiesta entre nosotros como la que emana de nuestro fuero interno. Debemos reconocer que civilizaciones pasadas, como los babilonios con su Código de Hammurabi y los romanos con su avanzada organización del derecho, supieron sobreponerse a este desafío mediante leyes morales y punitivas, legándonos valiosos aportes que hoy sintetizamos. En este sentido, al hablar de la lucha contra la corrupción y la violencia, es imperativo hacerla efectiva, tal como lo han logrado otros países, a través de una formación integral que comienza en el hogar y se consolida en la escuela.

En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿Estamos de acuerdo con que la violencia se genere en el seno familiar? Considero que esta lucha contra la violencia familiar y contra la delincuencia presenta múltiples frentes que debemos identificar para poder enfrentarlos y vencerlos. A continuación, se profundizará en este tema.

Los Dos Frentes de la Lucha contra la Violencia

El Frente Interno y la Formación de Valores

En primer lugar, como se mencionó al inicio, nuestra lucha moral posee dos frentes: uno interno y otro externo. El primero es de mayor relevancia, ya que de él depende la manifestación y alteración del orden moral a nivel social. Los esfuerzos a lo largo de la historia demuestran que la construcción de una cultura de paz y una sociedad más justa es el resultado de un esfuerzo individual. En este sentido, la familia, la escuela y los medios de comunicación cumplen un rol formativo fundamental en la inculcación de principios y valores, tales como la comunicación efectiva, el control emocional y la no violencia. Sin embargo, cada persona, una vez formada correctamente, deberá elegir cada día y frente a cada circunstancia cómo actuar.

El Rol del Estado y las Instituciones

Asimismo, el trabajo personal se desarrolla simultáneamente en grupo y en sociedad, por lo que es saludable institucionalizar los valores morales y una cultura de paz. Es por ello que el Estado, como máximo poder en una nación democrática, tiene la responsabilidad de implementar instituciones sociales que promuevan la generación y difusión de valores morales, así como estrategias para el control y la salud emocional. Al mismo tiempo, debe incentivar a otras instituciones privadas y ONG a fomentar la concientización y difusión de principios morales y una cultura de paz.

El Marco Jurídico y la Estrategia de Prevención

Prevención como Pilar Fundamental

En segundo lugar, creo firmemente que el orden jurídico es el encargado de velar por el orden moral y la no violencia, pues deben existir medidas punitivas y sancionadoras por parte del Estado, el máximo ente organizador en la sociedad. Estimo que el primer paso siempre será la prevención antes de la corrección, ya que estaríamos violando un principio moral si castigamos algo que no hemos enseñado.

Acciones Actuales y Propuestas Futuras

En esta línea, el Ministerio Público o Fiscalía, en conjunto con el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, han identificado zonas de riesgo de drogadicción y delincuencia con el fin de evitar que estas familias se conviertan en focos de delincuencia y violencia para las próximas generaciones. Así también, se deberían dar los siguientes pasos: la creación de centros de formación autogestionables con ayuda del sector público y privado, pues, huelga decir, todos estamos interesados en erradicar las malas condiciones de vida y la crisis de valores en estas familias, donde la violencia intrafamiliar predomina.

Una vez abordada la prevención, es entonces cuando adquirimos la autoridad moral para ejecutar medidas represivas y punitivas frente a la delincuencia y la violencia en las calles. Entre estas acciones se encuentran las implementadas por el gobierno actual en Perú, tales como leyes penales que favorecen la seguridad ciudadana, control migratorio, videovigilancia, un régimen disciplinario en la Policía Nacional y mejoras en el sistema penitenciario, entre otros. A todo esto, considero que se deberían incorporar mecanismos idóneos e innovadores, probados con éxito en otras regiones o países, para la rehabilitación de niños, adolescentes y adultos, buscando alcanzar un bajo índice de reincidencia con la colaboración de toda la sociedad.

Conclusión: La Actitud como Motor de Cambio

En vista de todo lo expuesto, cada uno de nosotros y las autoridades del Estado debemos tomar conciencia de cuál es nuestro aporte personal y, posteriormente, identificar cómo podemos contribuir a la visión de la “lucha contra la violencia” o, como he propuesto, la “lucha por el orden moral y jurídico”. Estoy convencido de que no debemos «matar al perro para atacar la rabia»; de lo contrario, corremos el riesgo de aniquilarnos mutuamente, generando más violencia y perpetuando malos hábitos, conductas y deseos inapropiados que conducen a la violencia, la maldad y las vejaciones, ya sea en el ámbito familiar o en eventos públicos como un clásico deportivo.

¡Con acción personal y organizada, luchemos por nuestra paz y libertad, tanto individualmente como en comunidad! Cada día tenemos una nueva oportunidad para una nueva actitud, pues nuestra actitud es el arma más potente y eficaz para alcanzar nuestra verdadera paz.

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