09 Jun

7.2. LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA (1874-1902)

La crisis colonial de Cuba favorecíó la aparición de movimientos que criticaron el sistema de la restauración y propugnaron la necesidad de una regeneración y modernización de la política española.
Contaron con cierto respaldo de las clases medias y curiosidades quedaron ejemplificados en el pensamiento de Joaquín Costa. Además, el desastre dio lugar a la uníón de un grupo de intelectuales, conocido como la Generación del 98. Finalmente, la derrota militar supuso también un importante cambio en la mentalidad de los militares. 

El surgimiento de los nacionalismos periféricos: la nueva organización centralista del Estado, con la división territorial basada en las provincias, pretendíó desconocer la realidades comunitarias existentes y disolverlas en un proceso de integración común. Los regionalismos periféricos fueron originalmente manifestaciones de las medianas y pequeñas burguésías.

El nacionalismo catalán: Hacia 1830, surgíó en Cataluña un movimiento cultural y literario conocido como la Renaixença. Su finalidad era la recuperación de la lengua y de las señas de identidad de la cultura catalana. Los primeros movimientos prenacionalistas de carácter político lo encontramos en el carlismo y en el federalismo de la mano de Pi i Margall. Los dos movimientos, por la situación del momento, fracasaron. Las primeras formulaciones catalanistas con un contenido político vinieron de la mano de Valentí Almirall, que fundó el Centre Català (1882), organización de carácter progresista que pretendía sensibilizar la opinión pública catalana para conseguir la autonomía y que en 1885 impulsó la redacción de un memorial al rey (memorial de Greuges) donde anunciaba la opresión de Cataluña y reclamaba la armónía entre los intereses y las aspiraciones de las diferentes regiones españolas. Un grupo de intelectuales, vinculados al periódico La Renaixença y de carácter conservador, fundaron la Uníó catalanista (1891), donde su programa quedó fijado en las Bases de Manresa, redactadas por Prat de la Riba, en 1892, que defendía una organización confederal de España y la soberanía de Cataluña en política interior. El impacto de las crisis del 98 fue decisivo para la maduración expansión social del catalanismo. Las pérdidas económicas tras el desastre del 98 empujaron a la alta burguésía hacia el nuevo movimiento, en la creación de un nuevo partido, Lliga Regionalista, que contó con Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó. 

El nacionalismo vasco:
Aunque surgíó en un clima compartido de defensa de los fueros, tuvo peculiaridades distintas del catalán, y no se formó desde una burguésía supuestamente moderna. Los perdedores de la guerra carlista eran los que se aferraban a un País Vasco tradicionalmente agrario, contrario al fenómeno urbano y su industria, para quienes la defensa de los fueros equivalía a defender la esencia de “lo vasco”. Algunos historiadores añoraban la edad dorada. La industrialización y la masiva llegada de inmigrantes (maquetos) eran señaladas como enemigas de la sociedad tradicional vasca. El propulsor del nacionalismo vasco, Sabino Arana, se limitó en los años 90 a recoger y dar coherencia a estas ideas y las depuró: para un pueblo “diferente” de raza y de lenguas distintas donde recuperar los fueros significaba independencia. El lema nacionalista Vasco era Dios y Ley Vieja, o sea, fueros y tradicionales. Arana reuníó a un grupo de amigos y comenzó así el Bizkai-Buru-Batzar, el futuro Partido Nacionalista Vasco. El partido no fue capaz de conseguir nada mientras se mantuvo en la órbita de los primeros seguidores de Arana, donde se vio obligado a ampliar sus bases hacia una burguésía más moderna e industrial. Éstos últimos, urbanos, industriales y con dinero imprescindible para el partido, se impusieron en el control del PNV.

Otras manifestaciones regionalistas y nacionalistas: Su origen se asocia a iniciativas del Rexurdimiento, en las que destacó Rosalía de Castro. El nacionalismo gallego fracasó en su intento de construir una fuerza política galleguista homogénea, pero, edificó una ideología diferencialista.

Sus principales ideólogos fueron Manuel Murguía, Alfredo Brañas o Aureliano Pereira. El regionalismo andaluz comenzó a partir de los movimientos Cantonalistas de 1873. Para Blas Infante esta fecha fue fundamental. El primer acto andalucista clave fue Antequera, donde se proclamó la Constitución Federalista Andaluza y se solicitó una Andalucía soberana y autónoma. Sin embargo, no se alcanzó la consolidación por la vinculación de la propia burguésía andaluza con el poder central o por la derivación del movimiento obrero andaluz hacia el anarquismo. 

El movimiento obrero y campesino: los trabajadores fueron tomando conciencia de que pertenecían a una clase distinta que sus patronos y de que era necesario mejorar su situación. De ahí surgíó el movimiento obrero, en defensa de los derechos de los trabajadores. La situación del jornalero agrícola era aún peor que la del obrero: salarios de hambre y carencia absoluta de tierra propia. Unos pretendieron huir del hambre y muy grandes centros industriales y otros optaron por soluciones desesperadas como la ocupación de tierras o el bandolerismo. Hasta 1868 el movimiento obrero español se circunscribíó casi en exclusividad a Cataluña, con manifestaciones aisladas y violentas o la creación de mutualidades obreras para cubrir las necesidades básicas en caso de enfermedad, vejez y también huelgas. Las agitaciones campesinas se daban sobre todo en Andalucía, zona de latifundios y de jornaleros agrícolas: el hambre ocupaba la ocupación ilegal de tierras.

La Guardia Civil se creó precisamente para luchar contra estas prácticas y garantizar la propiedad y el orden en el medio rural. La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) se fundó en 1864 con la intención de coordinar los esfuerzos de todos los trabajadores. El manifiesto inaugural y los estatutos fueron elaborados por Marx. Junto al pensamiento marxista surgieron otras posiciones ideológicas (corriente anarquista, por Bakunin). Éstos últimos reivindicarían ser los legítimos continuadores de la AIT. Y los socialistas de Marx acabarían fundando en París la segunda Internacional o Internacional Socialista.

En España, el reconocimiento de la libertad de asociación permitíó a las organizaciones obreras salir a la luz y expandirse. Bakunin envió a Giuseppe Fanelli a España para organizar la sección española de la AIT. Fanelli difundíó sus ideales particulares anarquistas. Fanelli creó dos secciones: una en Madrid y otra en Barcelona. En 1871 llegó a Madrid Paúl Lafargue, para reconducir hacia el marxismo a los internacionales españoles. Lo consiguió con un pequeño grupo de la sección madrileña, que constituyó la Nueva Federación Madrileña, en la que estaba Pablo Iglesias, futuro fundador del Partido Socialista Obrero Español (1879). La Federación Regional Española no quiso intervenir en las elecciones de la siguiente república. 

El apoyo a la insurrección cantonalista llevó al fin de la Federación y de las asociaciones obreras ya Serrano acabaría ilegalizándolas tras el golpe de Pavía. En 1881 nacíó la Federación de Trabajadores de la Regíón Española (FTRE) donde destacó Anselmo Lorenzo. Pero una minoría de radicales optó por la huelga violenta, o atentado (la Mano Negra). El movimiento se caracterizó por el triunfo de las acciones terroristas: la bomba en el Liceo de Barcelona o el asesinato de Cánovas del Castillo. Esto llevó al gobierno a ejercer una fuerte represión, tal y como se puso de manifiesto en el Proceso de Montjuic. La última década del siglo y la 1ª del XX se caracterizaron por una oleada de atentados.

En 1911 se fundó la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) que obtuvo gran fuerza entre los obreros agrícolas andaluces. En 1879 se funda el PSOE, donde Pablo Iglesias es su líder, y su programa incluía 3 objetivos: abolición de las clases, transformación de la propiedad privada en colectiva y la conquista del poder político por la clase obrera. 

En 1808 se fundó la UGT (Organización General de Trabajadores), un sindicato de inspiración socialista. La expansión del socialismo se ve favorecida por la duración del sufragio universal en 1890, año en que se celebró por primera vez el Primero de Mayo. En las elecciones municipales de 1891 el PSOE obtuvo por primera vez 4 concejales, éxito que impulsó el crecimiento del Partido y la elección de Pablo Iglesias como primer diputado socialista en 1910.

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