22 May

EL SUPERHOMBRE Y EL ETERNO RETORNO


 Un mundo que no necesite nada suprasensible sólo puede ser entendido como un mundo finito en el sentido del eterno retorno;
Esta es la única manera de «imprimir al devenir el carácter del ser», en lo cual consiste «la suprema voluntad de poder». Asumir el eterno retorno de lo idéntico será la tarea del superhombre.
El eterno retorno en su formulación ontológica introduce una concepción del ser dinámica. Es decir cada instante se considera eterno, todo lo que en ese instante pasa, vuelve una y otra vez. Esto obliga a valorar la vida de otra forma: cada instante es precioso y hemos de desear que vuelva una y otra vez. La transvaloración moral (el origen de la moral) En La genealogía de la moral Nietzsche critica la moral a partir del estudio del origen de los valores morales, su análisis se sitúa «más allá del bien y del mal», analiza las raíces (fuerzas e instintos) de los que nacen estos conceptos morales.  La moral nace como resultado de una transvaloración de los valores nobles que afirman la vida:  «Bueno» significó primitivamente «lo noble y aristocrático», contrapuesto a «malo» en el sentido de «simple, vulgar, plebeyo». Estas dos denominaciones, que no contienen un valor «moral», son creadas por los nobles y poderosos al afirmarse a sí mismos y a su vida como algo feliz y deseable. Esta es la manera de valoración del pueblo griego.  La moral comienza con la venganza que la casta sacerdotal (nobles, pero impotentes) trama contra los señores: aliada con los siervos, dirige el odio de su impotencia contra lo que no puede poseer (reacción). Los sacerdotes invierten los valores, realizan una transvaloración de los valores de la vida y con ello nace la moral: «lo noble» pasa a denominarse «malvado», mientras que «lo plebeyo» es ahora «bueno». El resentimiento es quien genera estos nuevos valores morales.  Con los judíos -pueblo sacerdotal por excelencia- comenzó en la moral la rebelión de los esclavos…, y los cristianos han consagrado esta moral.  La transvaloración de la transvaloración moral La moral es el resultado de una venganza, una venganza contra la vida: el espíritu enfermizo, que no puede aceptar la vida tal y como es, se venga con la vida declarándola  “pecado”.  La liberación de la venganza, en cambio, sólo puede consistir, según Nietzsche, en afirmar la vida en su fugacidad es decir: querer el eterno retorno. Esta es la nueva transvaloración de la transvaloración moral que realiza Nietzsche: hay que volver del revés aquella transvaloración judeo-cristiana y retornar a los valores del espíritu aristocrático, a los valores de afirmación la vida y del amor al destino.  El eterno retorno, tema central del Zaratustra permite al hombre ser liberado de la oposición a la vida, de la condena de la vida, de la venganza contra la vida. La idea del eterno retorno de lo mismo, es el eje de la nueva moral propugnada por Nietzsche: puedes hacer lo que quieras, pero lo que hagas has de quererlo de verdad. Es decir, lo que hagas,sea lo que sea, retornará infinitas veces. El valor de tu acción será siempre infinito. No podrás excusar cualquier bajeza con el pretexto de “una vez y no más”  La liberación de esta venganza contra la vida es el nacimiento de un nuevo tipo de humanidad, al que Nietzsche llamará «el superhombre».

El superhombre

El tema del superhombre es presentado en el Prólogo de Así hablo Zaratustra: Zaratustra desciende de la montaña, llega a la ciudad y en el mercado intenta hablar al pueblo. Les muestra la imagen del último hombre y les enseña el superhombre.  El superhombre tiene lugar por la asunción radical del final de la humanidad, final en el cual «Dios ha muerto», en el cual los valores de siempre ya no valen, en cual el hombre, «el último hombre», se encuentra sin valores, sin anhelo ni estrella. Mejor dicho: él («el último hombre») no se encuentra, no percibe en absoluto la pérdida de toda grandeza, porque, en virtud de esa misma pérdida, carece de todo sentido de la grandeza.  La muerte de Dios ha abierto dos posibilidades al ser humano: por un lado, un ateísmo superficial y un desenfreno moral, que es un empobrecimiento del hombre, es el último hombre, por otro la posibilidad creación de nuevos valores no ideales sino basados en la tierra, el superhombre.  El superhombre es el fruto de tres transformaciones: «Cómo el espíritu se convierte en camello, el camello en león, y el león, por fin, en niño».  El camello es el animal del desierto que transporta grandes cargas. Es, junto con el asno, el animal cristiano que acarrea el peso de «los valores superiores» y simboliza al hombre que se inclina ante Dios y ante la moral. El camello se arrodilla para cargar con el peso que le arroja el gran dragón: «¡tú debes!».  Pero entonces el espíritu se transforma en león que debe conquistar su libertad, arrojar los antiguos valores y poder decir: «¡yo quiero!». El león simboliza la destrucción de valores establecidos, es el hombre que lucha contra los valores transcendentes creando las bases de la libertad.  Pero todavía no es capaz el león de crear nuevos valores. Para eso hace falta que el espíritu se transforme en niño. 

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