25 Ene

5.1. La Guerra de la Independencia: antecedentes y causas. Bandos en conflicto y fases de la guerra


A finales del Siglo XVIII y comienzos del Siglo XIX, asistimos a la crisis de algunas
estructuras propias del Antiguo Régimen: la sociedad estamental y el absolutismo. Estas serán progresivamente sustituidas por un modelo liberal basado en la división de
poderes, la soberanía nacional, las libertades del individuo y una sociedad más meritocrática. Internacionalmente los acontecimientos que impulsaron el proceso fueron las revoluciones Americana y Francesa y en el caso español nos remitiremos al reinado de Carlos IV y a la Guerra de la Independencia y tradicionalmente sintetizado en una máxima: «Todo para el pueblo pero sin el pueblo», Durante el reinado de Carlos IV se intenta continuar esta política reformista con escaso éxito. Es en estos años en los que encontraremos los antecedentes de la Guerra de Independencia El gobierno de un valido. Aunque Carlos IV intentó inicialmente mantener el equipo político de su padre, encabezado por Floridablanca, pronto se decantó por recurrir para su asesoramiento a la figura de otro valido: Manuel Godoy. Este era ajeno a la aristocracia más influyente del país, provénía de la guardia de corps y todo parece apuntar que manténía una relación sentimental con la reina, María Luisa de Parma. 3. Creciente dependencia de Francia. A pesar de la entrada en guerra con Francia en 1793, muy pronto España retorna pronto con la Paz de Basilea a la tradicional alianza con el vecino francés frente al enemigo de ambos, Gran Bretaña. El acercamiento fue favorecido por Godoy a través de una serie de acuerdos de alianza con Francia, pero que aislaban a España del resto de Europa. Los tratados de San Ildefonso y Fontainebleau convertirán la monarquía española en un satélite de Francia, poniendo a su disposición sus recursos económicos y su flota naval. Gran Bretaña por su parte respondíó sometiendo a España a un bloqueo marítimo que perjudicó enormemente
los intereses españoles en América. Además, en 1805 la armada hispanofrancesa sufríó la derrota de Trafalgar frente a las costas de Cádiz. Las epidemias, los motines por la carestía y las subidas del precio del pan fueron constantes y perjudicaron especialmente a los grupos más populares. 6. La oposición política creciente. Especialmente importante en este sentido fueron un grupo de opositores a la política de Godoy que reunía a aristócratas, clero e ilustrados marginados por el monarca, paradójicamente liderado por Fernando, hijo y heredero de Carlos IV. Este sector encabezaría dos motines, uno sin éxito, el de El Escorial y otro triunfante, el de Aranjuez , que concluye con el encarcelamiento de Godoy y la abdicación forzosa de Carlos en la persona de su hijo, a partir de entonces Fernando VII. Ante este panorama político marcadamente descompuesto Napoleón, que ya había introducido tropas en España justificadas por la conquista de Portugal, quiso hacer del estado español una monarquía satélite de Francia como ya había hecho en otros lugares; sin embargo, se encontrará en la respuesta armada de España, conduciendo así a la Guerra de la Independencia Entre Mayo Noviembre 1808, queda patente la vulnerabilidad de Francia, que asiste a derrotas como la de Bailén Entre Julio de 1812 y 1814, el mantenimiento de dos frentes, el español y el ruso, favorecíó una gran ofensiva aliada iniciada en Arapiles que condujo finalmente a la derrota francesa y el reconocimiento
de Fernando VII como rey de España mediante el Tratado de Valençay . Cabe mencionar asimismo que al mismo tiempo que los conflictos armados tuvo lugar el enfrentamiento de dos modelos políticos: el reformista francés de José Bonaparte en la España colaboracionista y el liberal español en la España sublevada, gestado en las Cortes de Cádiz, reunidas entre 1810-13, y plasmado legalmente en la Constitución de 1812.


5.2. Las Cortes de Cádiz. La Constitución de 1812


A finales del Siglo XVIII y comienzos del Siglo XIX, asistimos a la crisis de algunas
estructuras propias del Antiguo Régimen: la sociedad estamental y el absolutismo. Estas serán progresivamente sustituidas por un modelo liberal basado en la división de poderes, la soberanía nacional, las libertades del individuo y una sociedad más meritocrática. El Reformismo francés encarnado por José Bonaparte. Tras las abdicaciones de Bayona de Mayo de 1808, el hermano de Napoleón, intentó sin éxito desligarse de Francia e iniciará su andadura rodéándose de ilustrados y afrancesados españoles para dar sensación de legitimidad. Opta por una vía a medio camino entre el absolutismo y un estado constitucional: aprueba una carta otorgada, el Estatuto de Bayona , en el que, si bien se reconocen algunos derechos individuales y libertades económicas, proclama el catolicismo como religión oficial y establece unas cortes estamentales. Intentó aplicar toda una serie de reformas en la línea del despotismo ilustrado que a veces resultaron inaplicables en una España en guerra, tales como: la abolición de los derechos señoriales, la eliminación de la Inquisición, la supresión de las órdenes militares y de religiosos y la continuación del proceso desamortizador. Todas ellas fueron suspendidas por Fernando VII a su vuelta tras la finalización de la guerra. La resistencia a los franceses. En la España que resiste y no apoya ni colabora con José va a tener lugar una auténtica revolución política a través de una serie de pasos. En primer término, en lo que a materia institucional se refiere, estos españoles van a comenzar a organizarse en una serie de organismos de carácter local y provincial compuestos fundamentalmente por clérigos, ilustrados y militares: las juntas supremas provinciales. El siguiente estadio lo constituirá la coordinación y aglutinamiento de dichas juntas provinciales en una junta suprema central con sede inicial en Aranjuez y que posteriormente, a raíz del acoso del ejército francés, se trasladará a Cádiz para convertirse en un Consejo de la Regencia que decía actuar en nombre de Fernando VII. La Constitución de 1812. Fue promulgada el 19 de Marzo de 1812, día de San José, razón por la cual se la conoce popularmente como la «Pepa». Se trata de una ley fundamental que establece las bases del programa liberal, teniendo como referentes más inmediatos el primer texto constitucional de la revolución francesa y el de la revolución americana . Aprobada por un Parlamente nacional, supuso el primer intento serio y por vía legal para desmantelar los pilares fundamentales del Antiguo Régimen. Para la feliz satisfacción de este fin aprobará medidas tan revolucionarias como: -La soberanía nacional, frente a la tradicional consideración del gobierno de la nacíón como un legado de Dios al Rey sin contar con el pueblo gobernado. -La división de poderes, siguiendo el modelo diseñado por el ilustrado francés Montesquieu se establece un poder ejecutivo en manos del rey, un legislativo con unas cortes unicamerales al frente y un judicial a cargo de los tribunales. -Una monarquía parlamentaria, régimen político caracterizado por la limitación del poder del monarca, que será responsable ante las Cortes. -El reconocimiento de una serie de derechos individuales tales como: la libertad de propiedad, la igualdad jurídica y fiscal, la inviolabilidad del domicilio, las garantías penales y la libertad de imprenta. Curiosamente no se acometíó el problema religioso con el mismo talante liberal y el resultado fue el establecimiento de la religión católica como única y oficial del Estado. -El sufragio universal masculino indirecto, pilar del nuevo sistema electoral. -La creación de una Milicia Nacional, a fin de que la tropa se dentificar sentimentalmente hablando con la nacíón que defendían, a diferencia de lo que sería un ejército mercenario. Obra legislativa y medidas económico-sociales aprobadas. -La abolición del régimen feudal


6.1. EL REINADO DE Isabel II (1833-1868) LA PRIMERA GUERRA CARLISTA. EVOLUCIÓN POLÍTICA, PARTIDOS Y CONFLICTOS. EL ESTATUTO REAL DE 1834 Y LAS CONSTITUCIONES DE

1837 Y 1845


El reinado de Isabel II (1833-1868) se dividíó en dos etapas, primero la minoría de edad con las regencias de María Cristina y de Espartero y luego el reinado efectivo. Con Isabel II se desarrolla la primera guerra carlista. Provocado por la cuestión sucesoria, los insurrectos proclamaron rey a Carlos María Isidro, defensor del absolutismo y de la sociedad tradicional. Se enfrentaron, por lo tanto, a Isabel II y la Pragmática Sanción que abolía la Ley Sálica. El Carlismo era una ideología tradicionalista y antiliberal con herencia de movimientos similares anteriores, como los agraviados. En este había numerosos miembros del clero, una buena parte de la pequeña nobleza agraria y una amplia base social campesina que cobraron fuerza en las zonas rurales del País Vasco, Navarro y parte de Cataluña. La Causa Isabelina contó primero con el apoyo de una parte de la alta nobleza y de los funcionarios. Para hacer más fuerza, la regente buscó apoyos entre los liberales burgueses. No tuvo más remedio que poner fin al absolutismo y Antiguo Régimen.
La primera Guerra Carlista estalló tras el Manifiesto de Abrantes, con el avance carlista en 1833 a 1835 en Navarra y País Vasco, con el repliegue carlista, fracasaron las expediciones de Gómez y Real y fueron derrotados en Luchona (1836). En 1837 Triunfo isabelino, el carlismo se dividíó lo que facilito el convenio de Vergara entre Maroto y Esparto. Llegaron a un acuerdo por el que se establece el mantenimiento de los fueros y la corporación de oficiales carlistas en el ejercito real. Durante las regencias liberales desmantelaron el Antiguo Régimen gradualmente. La regencia de María Cristina marcó la transición desde el régimen absolutista de Fernando VII al liberal de Isabel II. La reina regente estuvo asesorada por un gobierno moderado presidido por Cea Bermúdez, el cual propuso tímidas reformas, algunos militares y asesores convencieron a la reina de que formara un nuevo gobierno capaz de ampliar los apoyos entre los liberales. Se escogíó para presidirlo a Martínez de la Rosa, también moderado, que llevó a cabo la promulgación de Estatuto Real. Estas reformas se quedaban muy cortas y los progresistas movilizaron las juntas revolucionarias que acabaron en revueltas urbanas a lo largo de 1835. Ante esta situación, la reina mandó formar gobierno al progresista Mendizába. Las revueltas pidiendo el restablecimiento de la Constitución de 1812 se sucedían y se produjo el levantamiento de los soldados de La Granja, lo que hizo a la reina gobernadora restablecer la Constitución de 1812.
La Constitución de 1837 establecía la soberanía nacional, una amplia declaración de derechos colectivos e individuales, la división de poderes y la aconfesionalidad del Estado. Se vio condicionado por la vida política de los militares, Espartero, se hizo con la regencia en 1840 y la reina abdicara. La egencia de Espartero (1840-1843) estuvo marcada por su autoritarismo. No cooperó con las Cortes y gobernó rodeado de una camarilla de militares y bombardeó Barcelona. Cada vez más aislado y sin los apoyos, Espartero dimite en 1843 y Isabel fue proclamada reina.


Durante la década moderada (1844-1854) el gobierno quedó en manos de Narváez. Suprimíó la milicia nacional y creó la Guardia Civil, a su gobierno se le debe también la reforma de la Constitución progresista de 1837 y la aprobación de la Constitución Conservadora y establece la soberanía compartida rey-cortes, Cortes bicamerales, con sufragio censitario para el congreso y Senado vitalicio de nombramiento real. Con el aumento del autoritarismo se funda el Partido Demócrata (1849) La suspensión de las Cortes en 1854 aumentó el descontento. El bienio progresista comienza con el pronunciamiento en Vicálvaro con O’Donnell, este fundó la Uníón Liberal, y los sublevados elaboraron el Manifiesto de Manzanares en demanda del cumplimiento de la Constitución de 1845. Se convocaron nuevas elecciones, y el gobierno recayó en los progresistas y la aparición en el Parlamento de algunos diputados demócratas. Se preparó una nueva Constitución. Las medidas reformistas no terminaron con la grave crisis de subsistencia en el país, las revueltas y la emergencia del movimiento obrero crearon una grave tensión social. En 1856, el propio O’Donnell hizo caer el gobierno. Desde 1856 y hasta la Revolución Gloriosa. 

6.2. El reinado de Isabel II (1833-1868) las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. De la sociedad estamental a la sociedad de clases.
España durante el Siglo XIX era un país fundamentalmente agrario con una distribución de la propiedad de la tierra muy desigual. Los grandes propietarios desde la Edad Media eran: la Corona, la Iglesia, la nobleza y los Municipios o Concejos. Durante el Antiguo Régimen la tierra era la principal fuente de riqueza, los terrenos de los estamentos privilegiados estaban exentos de pagar impuestos, no se podían vender y no se explotaban adecuadamente. Por lo tanto, no es de extrañar que desde finales del Siglo XVIII se viera en la desamortización una vía para aumentar los ingresos de la Hacienda, primero por la venta de los terrenos y después a través de los impuestos. Las primeras actuaciones desamortizadores se remontan a finales del Siglo XVIII. Destacamos los proyectos desamortizadores de ilustrados como Jovellanos por igual. Durante el reinado de Fernando VII se detuvo la desamortización de bienes eclesiásticos y avanzó la de bienes civiles. La reforma agraria liberal desde 1837 se sustentó con la disolución del régimen señorial ya iniciada en las Cortes de Cádiz (1811), la desvinculación y la desamortización. La desamortización de Mendizábal se inicio debido a la crítica situación económica y política. Se buscaba sanear la hacienda, financiar gastos de la Guerra Civil y ganar adeptos para la causa liberal en una serie de subastas de las tierras expropiadas por la iglesia. La desamortización de Madoz inicio durante el Bienio Progresista e incluía las tierras de la Iglesia aún no vendidas y las de las propiedades municipales que provocó el descenso en los recursos financieros locales y los servicios sociales. Ambas podrían haber creado una nueva clase de pequeños propietarios agrícolas, pero no fue así. Las tierras fueron subastadas que pasaron a la antigua nobleza, alta burguésía y a medianos propietarios. En lo agrario, no se contribuyó a la racionalización del tamaño de la propiedad, no se modernizo la agricultura y siguió siendo tradicional y explotada por jornaleros sin tierras los cuales empeoraron su situación y se convertirán en anarquistas. A lo largo del Siglo XIX, la población española crecíó considerablemente, pasó de 10 a 20 millones de habitantes, aunque lo hizo a un ritmo más lento que los países más industrializados de Europa occidental, ya que se mantuvieron arcaísmos demográficos. La nobleza, se integro en los grupos dirigentes de la sociedad burguesa, la iglesia, perdíó poder
económico, bienes con las desamortizaciones e influencia social, aunque conservo el papel educativo y a confesionalidad del Estado como católico. Las clases burguesas adquirían pasaron a nuevas clases dirigentes con nueva estructura social. La mayor parte de la población eran campesinado, y, los obreros industriales. Los campesinos, en gran parte jornaleros, ocupaban la escala mas baja social, con vidas miserables y varias revueltas en el campo. Los jornaleros aumentaron, por la emigración a otras ciudades, buscando mejor vida y salarios y adquieren conciencia de su injusticia y crean sindicatos y mutuas obreras, los cuales eran perseguidos. Había también un sector de la población marginado: mendigos que iban de una ciudad a otras.


6.3. El Sexenio Democrático 1868-1874: la constitución de 1869. Evolución política: gobierno provisional, reinado de Amadeo de Saboyá y Primera República
En el último periodo del reinado de Isabel II, entre 1863 y 1868, se produjeron una serie de crisis políticas y económicas que debilito el sistema liberal. Desde 1860 España enfrento una crisis económica
capitalista, pero también coincidíó con crisis de subsistencia que agravaron aún más las pésimas condiciones de vida de las clases populares. A nivel político, el deterioro era patente. Se gobernaba por decreto y no había alternancia posible más allá de moderados y la uníón liberal de O`Donnell, el Partido Progresista dirigido por Prim, practicó una política de retraimiento, negándose a participar de las elecciones. En la misma posición se encontraba el Partido Demócrata. Ambos, firmaron (también lo firmarán los unionistas) el 1867 el Pacto de Ostende con la voluntad de poner fin a la monarquía isabelina. El origen del Sexenio Democrático fue la revolución de Septiembre de 1868 la Gloriosa o Septembrina, empezó en Cádiz con un pronunciamiento militar dirigido por los militares Prim y Serrano, líderes progresista y unionista y se uníó el Almirante Topete. La insurrección se extendíó rápidamente con el apoyo de juntas revolucionarias lideradas por demócratas. Las tropas leales a la reina fueron derrotadas en la batalla de Alcolea, lo que permitíó a los sublevados entrar en Madrid. La reina huyo a Francia. Tras el triunfo de la insurrección se formó un gobierno provisional que convocó a Cortes constituyentes en Enero de 1869, y crearon a la coalición gubernamental formada por unionistas, progresistas y un sector de los demócratas, partidaria de la fórmula monárquica. También aparecieron en la cámara dos importantes minorías: la carlista y la republicana. La tarea esencial de estas Cortes era  a de redactar una nueva Constitución. Será la Constitución democrática de 1869 La Constitución de 1869 establecía la soberanía nacional, división de poderes, consagraba derechos básicos y por primera vez la libertad de culto, el sufragio universal masculino y limitaba el poder del monarca. Al no haber rey, Prim se centró en la búsqueda de rey y en Octubre, Amadeo de Saboyá aceptó la corona con el consentimiento de las potencias europeas; y en Noviembre 1870 fue proclamado. Tres días antes de su desembarco en España, Prim fue asesinado. El rey tuvo la oposición de la aristocracia, el clero y las camarillas de Isabel II también tuvo que hacer frente a la oposición carlista, a la guerra de Cuba, y al auge del movimiento republicano y obrero. Privado de todo apoyo, abdicaba el 11 de Febrero de 1873. La proclamación de la I República fue la salida más fácil tras la salida de Amadeo I ya que el apoyo real a la república era más bien limitado. El gobierno nombraba al republicano Federal Estanislao Figueras. Su principal cometido era convocar Cortes Constituyentes. En estas primeras elecciones triunfaron los republicanos federales, proclamándose la República democrática federal y Pi i Margall será el encargado de la presidencia del gobierno.
Pi i Margall dimitíó y le sucedíó Salmerón que actúa contra el movimiento carlista y dimite en 1873. La presidencia recayó en Emilio Castelar, que cerro las cortes y gobernó autoritariamente. En 1874 Manuel Pavía irrumpe en las cortes y exige una disolución, sin resistencia el poder paso a una coalición progresista y unionista. En 1874, Martínez Campos proclamaba rey a Alfonso XII tras un pronunciamiento militar en Sagunto. El príncipe Alfonso había firmado el Manifiesto de Sandhurts, redactado por Cánovas del Castillo, que sintetizaba el programa de la nueva monarquía Alfonsina: régimen conservador y católico que garantizaría el funcionamiento del sistema liberal. Se inicia la Restauración.

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