08 Feb

5.4.- Partidos políticos y elecciones en la Segunda República

La República trajo una renovación respecto de la nómina de partidos políticos existente en la Restauración, pero no implicó necesariamente un recambio completo de la élite política regional. Hubo una cierta pervivencia que hace contraste con la expresa voluntad de recurrir a hombres nuevos por parte de las nuevas formaciones políticas de la derecha, o con el relegamiento a un segundo plano de esas viejas figuras para poder ser aceptadas por los partidos republicanos. Esos propósitos excluyentes no tuvieron en cuenta la gran capacidad de maniobra de muchos de estos viejos políticos, o su aceptación por parte de sectores amplios del electorado.

En Castilla y León estas manifestaciones de renovación van a ser más trascendentes en la vertiente derechista del espectro político. Aunque ocurrió también en los partidos republicanos y de izquierda obrera, manifestándose en:

  1. Aparición de formaciones veteranas como PSOE, Partido Radical, Partido Federal, Partido Comunista de España, y partidos bisoños como Derecha Liberal Republicana, Acción Republicana, Partido Republicano Radical Socialista. El 14 de febrero de 1931 aparece en Segovia la Agrupación al Servicio de la República, con la presencia de Ortega y Gasset, Marañón y Pérez de Ayala.
  2. Reorganización de los partidos que se reclamaban del republicanismo histórico.

La proliferación de partidos republicanos unidos por pactos electorales y por su identificación genuina con el nuevo régimen no puede ocultar las discrepancias y recelos de los republicanos históricos respecto de los de última hora, encarnados en los monárquicos despechados u oportunistas que entraron en los partidos de Miguel Maura o Melquíades Álvarez.

A partir de 1933 el Partido Radical rehusó pactos o colaboraciones con formaciones que hubieran practicado la coalición con el PSOE, en lo que constituía un frente antimarxista, y, en cambio, abrirse a acuerdos con antiguos servidores de la Monarquía.

El Partido Socialista ostentó la representación prácticamente en solitario de la izquierda obrera en Castilla y León. La implantación del Partido Socialista en el nivel regional sufrió un bajón considerable en noviembre de 1933, a pesar de sus esfuerzos propagandísticos, volcados especialmente a captar el voto campesino.

El rótulo de agrario que llevaron muchos candidatos y partidos mantuvo un atractivo especial, y muchos electores castellano-leoneses se decantaron por la intervención en política a través de este conducto corporativo, desligándose de los viejos partidos monárquicos o dictatoriales. Obtuvieron buenos resultados electorales en Castilla y León en las elecciones a Cortes Constituyentes en 1931.

La reorganización de la derecha se llevó a cabo también bajo la bandera católica por medio del partido
Acción Nacional, creado en las diferentes provincias castellano-leonesas de forma un tanto precipitada poco después del 14 de abril de 1931, en el que entraron antiguos afiliados de la Unión Patriótica, significados católicos de la ACNP, tradicionalistas, pero también otros elementos inicialmente católicos, como Onésimo Redondo, que iban a crear, más tarde, organizaciones de carácter fascista.

Desde 1932 este partido se transmutó en Acción Popular y sus señas de identidad iban a estar en el accidentalismo en cuanto a la forma de gobierno, la lucha sin cuartel contra la legislación en materia religiosa y agraria y la hostilidad hacia el nacionalismo catalán. Elementos, todos ellos, que adquirían coherencia en el discurso tempranamente antirrepublicano difundido por la iglesia católica y sus numerosas organizaciones.

Esta evolución confluyó en la creación de la CEDA en 1933, cuya cúpula dirigente iba a tener un marcado sesgo castellano y leonés.

Acción Popular tiene una fuerte expansión, destacando el caso de sus Juventudes, las JAP, un grupo juvenil muy activo y numeroso.

Las JONS tuvo sus orígenes en la fusión de la Junta Castellana de Acción Hispánica con el grupo La Conquista del Estado. Como el partido era muy pequeño se produjo la convergencia con Falange, lo que dio lugar al nacimiento de FE de las JONS. Esta fusión vino acompañada de gran violencia que no cesaría hasta la Guerra Civil.

De lo dicho anteriormente se podría considerar a todo este conjunto de fuerzas de la derecha antirrepublicana, desde la CEDA hasta las JONS, como un conglomerado fascista, o cuando menos, fascistizado.

Respecto a las elecciones en la Segunda república, se trata de un nuevo periodo en el que se tendió a crear un nuevo marco de juego en el que ya iba a tener difícil cabida la manipulación del voto ocurrida durante la Restauración. Aunque en Castilla la Vieja y León no se produjo una ruptura completa con la política caciquil ni, como ya se señaló, un deshacio duradero de las anteriores élites políticas.

Una persistencia de rasgos caciquiles que no debe llevar a obviar la movilización de franjas extensas del electorado y las oportunidades de todo tipo, para formarse una opinión sobre el carácter y las opciones políticas que se abrían en el marco republicano, unos rasgos impensables bajo el sistema de la Restauración.

En el proceso electoral del 12 de abril de 1931, para ayuntamiento, la Conjunción triunfó en todas las capitales de provincia de Castilla y León con la excepción de Burgos y Ávila.

El panorama cambiaría en muy poco tiempo, ya que en la elección parcial del 31 de mayo arrojó una victoria contundente de republicanos y socialistas. Se estaría pues ante un descuaje del caciquismo que, sin negar la intensa politización de los ciudadanos desde las anteriores elecciones de abril, pudo resultar magnificado por la retirada de los candidatos monárquicos en bastantes distritos, por la rotulación republicana con que ahora se presentan sujetos influyentes en el viejo régimen, o por el gubernamentalismo de muchos electores que, aceptando que ahora la República era el poder constituido, modificaron en ese sentido el voto que habían emitido en abril y que iban a ser, por tanto, los verdaderos artífices del cambio electoral.

En las elecciones a Cortes Cortes Contituyentes de julio de 1931 la mayoría fue para la Conjunción republicano-

Socialista

También obtuvieron muchos escaños los partidos de derecha, con independencia de su carácter republicano o antirrepublicano.

En las elecciones de noviembre de 1933 se instaura el modelo normalizado de comportamiento político-electoral castellano-leonés: hubo un ascenso muy notable de la CEDA, en coalición con el Partido Nacional Agrario y otras fuerzas menores.

El voto femenino, pese a los temores expresados en las Cortes Constituyentes, no parece que acentuara el sesgo derechista de los resultados.

Esta normalización electoral en un sentido derechista y ahora ya, con un claro matiz cedista, aún se pondría mejor de manifiesto en las elecciones del Frente Popular, de febrero de 1936.

Deja un comentario