31 Mar

RESPETO, TOLERANCIA Y SOLIDARIDAD Doss está ahí para ayudar a la gente, no para matar. En ningún momento trata de hacer daño a nadie, ni siquiera a los que le han hecho daño a él. No delata a sus compañeros. Aguanta lo que le echen encima y sigue con perseverancia sus principios. El médico no deja a nadie de lado, ni siquiera a los japoneses del otro bando. Su voluntad y su buena fe le definen en todo momento. Eso saca el lado más humano de todos sus compañeros en un lugar tan crudo y difícil como es el campo de batalla.

Es muy importante ser fiel a tus ideas si consideras que estas son las correctas, sin dejar nunca de reflexionar y meditar sobre si eso está bien o no. Y sin dejar nunca de escuchar a los demás para aprender de ellos. El protagonista de ‘Hasta el último hombre’ vuelve a ser un ejemplo en este caso. Él se replantea sus ideas, y las forja a lo largo de su vida a través de sus distintas decisiones. ¿Qué consigue con eso? Ser diferente, cuestionar lo establecido. A veces tememos no encajar, es normal. Pero cuestionar lo establecido siempre está bien. Desmond no pretende cuestionar nada, pero lo hace con la ejecución de sus decisiones. Eso le lleva al rechazo de muchos, pero también a hacer que los demás se cuestionen a si mismos y aprendan a convivir y a ver lo positivo de la gente diferente. 

«No matarás». Es un mandamiento muy claro, pero los militares de la película se toman sus licencias. «En la guerra las cosas son distintas». Desmond Doss no piensa igual y se niega a coger un arma en todo el metraje. «NO VOY A MATAR». ¿Les queda claro?

El chavalín que interpreta Andrew Garfield acaba siendo de más ayuda sin armas que con ellas. Se convierte en el mayor héroe de los allí presentes porque para salvar vidas no tuvo que quitársela a nadie antes. La guerra se presenta aquí como lo que es. Un lugar hostil y terrible, lleno de vísceras y cadáveres, de dolor. Un lugar en el que nadie quiere estar, un lugar que pone enfermo a cualquiera. Son las consecuencias de la violencia en sus formas más extremas. No es para nada una competición o un sitio del que estar orgulloso.

Esto se puede extrapolar a todo. La violencia no es la solución. NUNCA es la solución. Y estamos en una situación política global en la que se pueden repetir o se están repitiendo ya errores del pasado. No aprendemos que esto no soluciona nada, solo agrava los conflictos y no permite ver lo positivo de la diferencia. Solo lo negativo. Así los prejucios y la intolerancia se siguen perpetuando.

En esta película podemos ver que los valores religiosos no son dañinos en su forma más pura, sino cuando se mezcla con el mal que desprendemos las propias personas. Es triste que los distintos factores sociales repercutan en la asociación de la religión con ideologías más conservadoras y se entremezcle en nuevo recipiente de valores que se acaba infectando y generando el odio en nombre de una fe. Y esto es aplicable a todos los sistemas de creencias. ‘Hasta el último hombre’ nos hace reflexionar -al menos conmigo ha sido así
Sobre la distintas imágenes que tiene una religión en una sociedad, sobre como se han formado dichas imágenes y como estas ideas que acaban estando tan acotadas no siempre están en contradicción con ideas progresistas con las que muchos grupos que se consideran religiosos no comulgarían. Todo tópicos y prejuicios. Vivimos en un mundo inundado por ellos.


El chavalín que interpreta Andrew Garfield acaba siendo de más ayuda sin armas que con ellas. Se convierte en el mayor héroe de los allí presentes porque para salvar vidas no tuvo que quitársela a nadie antes. La guerra se presenta aquí como lo que es. Un lugar hostil y terrible, lleno de vísceras y cadáveres, de dolor. Un lugar en el que nadie quiere estar, un lugar que pone enfermo a cualquiera. Son las consecuencias de la violencia en sus formas más extremas. No es para nada una competición o un sitio del que estar orgullEsto se puede extrapolar a todo. La violencia no es la solución. NUNCA es la solución. Y estamos en una situación política global en la que se pueden repetir o se están repitiendo ya errores del pasado. No aprendemos que esto no soluciona nada, solo agrava los conflictos y no permite ver lo positivo de la diferencia. Solo lo negativo. Así los prejucios y la intolerancia se siguen perpetuando.En esta película podemos ver que los valores religiosos no son dañinos en su forma más pura, sino cuando se mezcla con el mal que desprendemos las propias personas. Es triste que los distintos factores sociales repercutan en la asociación de la religión con ideologías más conservadoras y se entremezcle en nuevo recipiente de valores que se acaba infectando y generando el odio en nombre de una fe. Y esto es aplicable a todos los sistemas de creencias. ‘Hasta el último hombre’ nos hace reflexionar -al menos conmigo ha sido así- sobre la distintas imágenes que tiene una religión en una sociedad, sobre como se han formado dichas imágenes y como estas ideas que acaban estando tan acotadas no siempre están en contradicción con ideas progresistas con las que muchos grupos que se consideran religiosos no comulgarían. Todo tópicos y prejuicios. Vivimos en un mundo inundado por ellos.

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