26 Jun
El Descenso al Limbo (Descensus ad Inferos)
En la iconografía cristiana, Cristo suele aparecer ya resucitado, portando la cruz triunfante como símbolo de su victoria sobre la muerte. Comúnmente, se le representa rompiendo las puertas que cierran el Limbo y aplastando con ellas, o con la cruz y la banderola, a los demonios que las custodian. A menudo, extiende su mano para rescatar a los patriarcas del Antiguo Testamento, siendo Adán y Eva los primeros en salir del Limbo.
Esta escena, frecuente en el teatro religioso medieval, reproduce fielmente su representación escénica. Es un tema recurrente tanto en Occidente como en Oriente, donde se conoce como Anástasis (Resurrección).
La Resurrección de Cristo
La Resurrección es un evento central narrado en todos los Evangelios. Las diferencias entre ellos radican principalmente en el número de personas que acuden al sepulcro y en la cantidad de ángeles que lo custodian (uno o dos), así como en la presencia de varias mujeres.
Tras la crucifixión, unos soldados custodiaban el sepulcro de Cristo. En un momento dado, Cristo resucita. Posteriormente, un grupo de mujeres, conocidas como las Marías, se acercan con perfumes y ungüentos. Al retirar la losa del sepulcro, encuentran solo los lienzos mortuorios, y los ángeles les anuncian que Cristo ha resucitado.
En la representación artística, se puede elegir entre el momento en que Cristo sale del sepulcro (a menudo con los soldados dormidos) o el instante en que las mujeres llegan con sus frascos de perfume y hallan el sepulcro vacío.
Cristo se representa con la cruz triunfante. Puede mostrar las llagas de la Pasión, e incluso, en representaciones posteriores, se le puede ver elevándose ligeramente, prefigurando su Ascensión al cielo.
Las Apariciones de Cristo Resucitado
Noli me tangere: Aparición a María Magdalena
Esta aparición es narrada por Marcos y Juan. Nos relatan que, entre el grupo de mujeres que acudieron al sepulcro, se encontraba María Magdalena. Al darse cuenta de que el sepulcro estaba vacío, se quedó desolada, llorando junto a él. Luego, fue a contar a otros discípulos que estaban junto a ella que el sepulcro estaba vacío, y ellos salieron a comprobar lo sucedido. Un ángel le preguntó por qué lloraba, y ella explicó lo ocurrido.
En ese momento, apareció junto al sepulcro un hombre vestido como un jardinero, que era Cristo Resucitado. Al instante, María Magdalena lo reconoció y quiso acercarse para tocarlo y comprobar su resurrección. Fue entonces cuando Cristo le dijo: «Noli me tangere» (No me toques), indicándole que si tenía fe, no era necesario tocarlo para creer, y que su misión era difundir esta noticia entre todos los discípulos. Por ello, a María Magdalena se le considera la Apóstol de los Apóstoles.
La representación de esta escena puede confundirse con la de la hemorroísa, pero la diferencia clave es que la mujer nunca llega a tocar a Cristo. Él siempre se muestra en una actitud de alejamiento o contención hacia María Magdalena, aparece con la cruz triunfante y, a menudo, en un entorno con árboles, pudiendo incluso llevar un elemento de jardinería.
Aparición a los Discípulos de Emaús
Dos discípulos, que caminaban hacia Emaús, habían oído hablar de la resurrección, pero no terminaban de creerla, afirmando que si no lo veían, no lo creerían. En ese momento, Cristo se les apareció en el camino y comenzó a conversar con ellos. Sin embargo, los dos hombres no se dieron cuenta de que era Cristo y continuaron conversando con él sobre la idea de la resurrección, manteniendo su escepticismo.
Al anochecer, entraron en un mesón. Durante la comida, Cristo bendijo el pan, evocando la Última Cena. Este gesto hizo que lo reconocieran como Cristo. En el momento preciso en que se dieron cuenta de su identidad, Él desapareció.
Estos dos discípulos son posteriormente representados como peregrinos. Dado que una de las vías de peregrinación más conocidas es el Camino de Santiago, a veces aparecen con la indumentaria típica de los peregrinos de Santiago.
Aparición a Tomás el Incrédulo
Tomás es el más incrédulo de todos los discípulos a quienes se aparece Cristo. En realidad, se trata de dos apariciones distintas y consecutivas.
En la primera, todos los discípulos estaban reunidos, y Cristo se apareció ante los once apóstoles, diciéndoles: «Fijaos que he resucitado, que soy un espíritu que tiene cuerpo; palpadme y verificad que he resucitado». Esta es la versión de todos los evangelistas, excepto Juan, quien relata que en esa aparición faltaba Tomás. Aunque los demás le contaron que Cristo había resucitado, Tomás no lo creyó y afirmó que si no tocaba sus llagas, no lo creería. Ante esta incredulidad, Cristo reapareció, le mostró la llaga del costado y le dijo que la tocara. Fue entonces cuando Tomás creyó en la resurrección.
La Ascensión de Cristo
La Ascensión es narrada de forma somera por dos de los Evangelistas (Marcos y Juan), quienes simplemente mencionan que Cristo ascendió al cielo en un momento dado. Sin embargo, los Hechos de los Apóstoles y Lucas se explayan con mayor detalle en su descripción.
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