15 Dic

Colegio Creación Osorno
Depto. Lenguaje Castellana y Com.
LENGUAJE Y SOCIEDAD
A modo de introducción
En los últimos años, la sociedad ha dado pasos importantes en su concepción acerca de la discapacidad y su entorno. Poco a poco, se van superando viejos prejuicios que estereotipan y califican a quienes tienen alguna discapacidad como «menos personas» que quienes no la tienen.
Vamos incorporando en nuestra percepción de la realidad la idea de que todas las personas somos iguales independientemente de que tengamos discapacidad o no, del sexo con el que nazcamos, de nuestra condición social, orientación sexual, religión, etnia, etcétera.
Todos estos avances sociales han tenido y tienen su reflejo en el lenguaje, porque el lenguaje es el reflejo de las personas y sociedad que lo habla, describe las especifidades de cada grupo social y muestra sus concepciones en cada momento. Con el lenguaje expresamos lo que está escrito en nuestras mentes, como colectivo y como seres individuales.
Pero no nos debemos despistar. Si bien es cierto que la sociedad cada vez se muestra más respetuosa con el hecho de la discapacidad, todavía hoy, en la calle o en los medios de comunicación, escuchamos palabras o términos que denotan cierto desconocimiento de esta realidad y que, en la mayoría de los casos, se muestran sobreprotectores e, incluso ofensivos, especialmente para las personas a lasque se refieren.
El lenguaje no sólo es una cuestión de forma, sino una cuestión de fondo, por ello, la presente guía no pretende ser un manual de lo «políticamente correcto», sino una herramienta de análisis y reflexión que suponga que un mayor conocimiento de la discapacidad implique un cambio en nuestras mentalidades que tenga su reflejo en el lenguaje, y que un cambio en nuestro lenguaje propicie una evolución positiva en nuestras estructuras mentales y, por consiguiente, un desarrollo en nuestra persona y un adelanto de nuestra sociedad.
Hablamos de un uso discriminatorio del lenguaje, y no de lenguaje discriminatorio, porque nuestro idioma, como la mayoría de ellos, no es en sí discriminatorio: lo que discrimina es el uso que se haga de él.

La discriminación no está en el lenguaje, sino en la mente de las personas

Nuestra lengua tiene la riqueza y los recursos suficientes para utilizarla sin necesidad de excluir, invisibilizar o marginar y no sólo eso, puesto que, además, podemos usarla como un medio para cambiar una realidad que no nos gusta.
Con un uso no discriminatorio del lenguaje estamos enriqueciendo lo que contamos: nuestra imaginación ha de buscar y encontrar nuevas formas de expresarnos y, con ello, contribuimos poderosamente a la llamada política de los pequeños pasos para transformar el mundo en que vivimos.

La realidad existe según se nombra

El lenguaje es un elemento clave en la construcción de la cultura y del pensamiento. Los lenguajes que hablan las diferentes sociedades surgen de la necesidad de comunicarse, de transmitir valores, expresar sentimientos,. ..La palabra hablada y escrita es lo que diferencia la forma de comunicación de las personas de la de cualquier especie animal.
El contexto social en el que persona se desenvuelve va a determinar el lenguaje y, por tanto, el pensamiento de la persona. No es lo mismo desarrollarse en un contexto social que en otro.
Por ello, cada lengua refleja las reglas socio-comunicativas, los valores y las formas de percibir el mundo del grupo que lo habla, la que es aceptable y 10 que no lo es, 10 que se puede y 10 que no, los mandatos, las metas, lo insignificante, 10 importante…
Lenguaje y sociedad son dos conceptos que interactúan recíprocamente. La sociedad cambia y con ella el modo de expresarnos. Los valores que tiene una sociedad están escritos en el lenguaje, a la vez que el lenguaje refleja y refuerza los valores de cada sociedad.
El lenguaje, además, es un instrumento de clasificación de la realidad. A través del lenguaje nombramos la realidad, le ponemos etiquetas; también la interpretamos y la creamos simbólicamente cuando establecemos abstracciones o cuando generalizamos. Construiremos la realidad, según la nombremos.
Expresiones como «Le gusta más que a un tonto un lápiz», «Sale más caro que un hijo tonto» o «Le falta un hervor» denotan que, en nuestros esquemas mentales, incluso de forma inconsciente, percibimos a las personas con discapacidad en un plano inferior que quienes no la tienen.

El lenguaje es una construcción social e histórica que influye en nuestra percepción de la realidad: condiciona nuestro pensamiento y determina nuestra visión del mundo.

Las lenguas, al igual que las sociedades, son algo vivo

Las lenguas evolucionan de la mano de la evolución de las sociedades. Por ello, los idiomas se van renovando, surgiendo nuevas palabras según se van creando nuevos conceptos. Así, por ejemplo, en la era tecnológica en la que estamos aparecen vocablos como Internet, fax, ordenador, antena parabólica o telefonía móvil. Una lengua que no es capaz de adaptarse a los cambios sociales es una lengua muerta.
Hasta hace pocas décadas, tener una discapacidad equivalía a ser persona de segunda categoría: para las familias era una desgracia o una vergüenza; para las gentes del entorno cercano, alguien a quien compadecer o alguien objeto de nuestras burlas; en general, en la concepción social más generalizada, una carga, algo no deseado.
La persona con discapacidad como objeto de nuestras burlas quedaba patente en una figura carácterística en cada municipio de la península donde siempre existía la tonta o el tonto del pueblo.Esto también se manifestaba en las políticas públicas y privadas que, respecto a estas personas, eran prácticamente inexistentes y, las que había, tenían un carácter marcadamente asistencialista.
Esta concepción peyorativa de las personas con discapacidad psíquica tenía y tiene su reflejo en el uso de un lenguaje ofensivo y discriminatorio. Palabras como imbéciles, idiotas, tontos y tontas, retrasadas y retrasados, cretina y cretino y muchas más sobradamente conocidas.
Dentro de las discapacidades psíquicas, las personas con síndrome de Down, probablemente por sus rasgos físicos carácterísticos, han tenido sus propias denominaciones: mongólicos y mongólicas, subnormales u oligofrénicos y oligofrénicas.
Tampoco las personas con discapacidad física o sensorial se han librado de ser designados con términos despectivos: lisiado o lisiada, tullido o tullida, cegarruto, cegarruta. ..
Así mismo, gente loca, pirada, majareta, zumbada o ida de la cabeza para quienes tuvieran una enfermedad mental.
Afortunadamente, las cosas están cambiando. El respeto a la diversidad, eje sobre el que se cimentá el desarrollo histórico y social en nuestros días, supone un avance hacia una sociedad que se va sensibilizando y comprendiendo que cualquier persona, independientemente de que tenga discapacidad o no, es ante todo persona. Las ideas y palabras claves son tolerancia, respeto a la diversidad, igualdad de derechos y conocimiento.

Deficiencia


» Toda pérdida o anormalidad de una estructura o función psicológica, fisiológica o anatómica».

Discapacida:


«Toda restricción o ausencia (debida a una deficiencia)
De la capacidad de realizar una actividad en la forma o dentro del margen que se considera normal para un ser humano».

Minusvalía:


«Toda situación desventajosa para un individuo determinado, consecuencia de una deficiencia o de una discapacidad, que limita o impide el desempeño de un papel que es normal en su caso (en función de la edad, sexo y factores sociales y culturales).
Fuente: Organización Mundial de la Salud
Nueva definición de Retraso Mental:
«Funcionamiento intelectual significativamente por debajo de la media, junto con limitaciones relacionadas con dos o más de las siguientes áreas de habilidades adaptativas: cuidado personal, vida en el hogar, habilidades sociales, participación en la comunidad, autonomía para tomar decisiones, salud y seguridad, estudios, ocio y trabajo. El retraso mental se manifiesta antes de los 1 8 años».
Asociación Americana de Retraso Mental, 1992

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